Por: Carlos
Yusti
El
premio Pulitzer del año 1994 se le otorgó al fotógrafo
de Sudáfrica Kevin Carter. La foto con la que obtuvo el premio
es la suma de lo inhumano: en primer plano un niño sudanés
está doblado sobre la tierra, casi moribundo, a causa del hambre.
Unos metros más allá, un buitre observa con serena impaciencia
el desenlace del drama para iniciar el banquete. Se especula que la
terrible foto fue el detonante para cerrar la trama con el suicidio
de Carter, unos meses después de la premiación. Tenía
33 años. David Suárez escribió: "El encuadre
de Kevin Carter es el mismo que el del ave de rapiña que espera
impaciente la muerte del niño. Son dos testigos de una misma
agonía: para el buitre, el plato a devorar; para el fotógrafo,
es la imagen maldita de la muerte del hombre, de todos los hombres".
Esta condición
de ser testigos de los acontecimientos es quizá el reto más
difícil a la hora de asumir la fotografía, como un medio
para enfrentar lo humano con sus momentos dolorosos, alegres o singulares.
Yuri Valecillo, fotógrafo valenciano residenciado en México,
más que un artista de la fotografía, se preocupa en
ser un testigo crítico del mundo que le rodea. Activista político
desde los diez años de edad, se ha quedado con la fotografía
como irreductible trinchera.
Con
su cámara a cuesta ha recorrido Latinoamérica. Se adentró
en la selva colombiana, luego estuvo en Chiapas. También ha
recorrido Cuba, los barrios más deprimidos económica
y culturalmente de Guatemala, Brasil y Venezuela. En su trabajo fotográfico
no pierde la perspectiva ni política ni histórica ni
estética. Quiere arreglar cuentas con el entorno social, pero
sin caer en el panfleto, dejando en claro su pasión por lo
técnico y lo artístico.
Conversando un poco con
Yuri en referencia a su trabajo reciente me explicaba que había
duplicado el tamaño de sus fotografías, que se había
esmerado el doble en cuanto a técnica y calidad plástica
se refiere. Su tema es el hombre y su circunstancia, el mundo en su
traje de amor, desamor, drama y alegría. A este respecto afirma:
"Todo artista en su tiempo trata de imponer su manera de ver
el mundo. Yo en este tiempo de cambio, transformaciones y saltos,
cualitativos y cuantitativos, hacia adelante, trato de estar a tono
y busco con mis fotos presentar un poco el reverso de la medalla.
Voy siempre en sentido contrario. En el mundo del confort, asumo al
fakir. En el mundo de la libertad trato de ver al prisionero. Y de
la riqueza sólo conozco el Dorado, la cárcel por supuesto".
Su última exposición,
realizada apenas hace un mes en la Universidad de Carabobo, se titulaba
www.Globalizados.com
Fotos de gran formato que daban cuenta de la realidad y sus distintas
lecturas. Mendigos, gente manifestando, niños de la calle,
boxeadores retirados eran los motivos principales de esta muestra.
La fotografía
más que una rutinaria operación mecánica posee
en Yuri la virtud de constituir una toma de posición ante la
vida que pasa delante de su lente, con sus miserias y sus metáforas.
Yuri intenta captar lo que sucede en su entorno sin ningún
apego a la retórica esteticista. Sus fotos se pasean por el
individuo, cualquiera sea su contexto vivencial: obreros en huelga,
procesiones religiosas, mendigos, guerrilleros. Más que imágenes
comunes, o manidas, procura capturar pedazos de una poética
que convive a diario con nosotros y que no logramos percibir debido
a las urgencias personales de cada quien.
Yuri
Valecillo ha realizado varias exposiciones un tanto inusuales. En
una oportunidad sobre dos andamios de aproximadamente un metro cada
uno, montó sus fotografías de gran formato al aire libre.
De esta manera no sólo los invitados a la muestras participaban,
sino que los transeúntes se detenían y se sumaban al
vernissage, convirtiendo aquello en un jolgorio de proclamas, burlas
y discursos en torno a las fotos y sus marcadas imágenes políticas.
En otra oportunidad colocó sus fotos como indican las normas
expositivas, en decir, en la pared. No obstante, colocó una
gran cantidad de sus fotos, de distintos tamaños, en el piso
cubriéndolo en su totalidad. Cuando los espectadores recorrían
la exposición, inevitablemente tenían que pisar las
fotos extendidas en el piso como una alfombra, lo que causaba una
gran incomodidad. Su última exposición estaba conformada
por fotos de gran formato con una imagen específica, o central,
dentro de esta foto había cuatro fotos, en un extremo, de mediano
formato. Las imágenes de las fotografías pequeñas
eran una antípoda de la imagen principal. Por ejemplo, había
una fotografía donde la imagen principal era un caballo muerto
en plena vía pública. Las fotos pequeñas mostraban
una manifestación en pro de los animales, otro mostraba un
desfile de moda con abrigos de animales, otra representaba un domador
de tigre.
Yuri no deja al margen
sus posturas políticas o, como él mismo lo ha dicho:
"La política implica la posibilidad para desarrollar y
discutir las ideas, tanto las tuyas como la de los demás. El
arte implica la posibilidad para darle carnadura de belleza a las
ideas. El verdadero artista no es aquel que en el mercado del arte
tiene una presencia. El verdadero artista se cotiza en el mercado
humano y su obra más que una mercancía tasada en dólares
es una propuesta, es una idea, es un espejo de ese mundo neo-liberal
donde todo se vende y donde todo se compra".
Recientemente Yuri Valecillo
ha realizado en México una exposición de sus últimos
trabajos fotográficos. Con fotos de gran formato abarca un
nutrido número de temas, los cuales están relacionados
con la Latinoamérica. Son fotos rastrean el caos urbano, la
política y las vicisitudes de la vida.
Yuri asume su condición
de testigo e intenta a través de sus fotografías mostrar
una realidad siempre deformada por los medios de comunicación.
Así, por ejemplo, nos muestra a las feroces mujeres de Chiapas.
Encapuchadas, pero cumpliendo con su rol de madre dispuesta a todo
por sus hijos.
Conozco a Yuri desde
hace tiempo. Hemos sido unos malandrines, en el buen y peor sentido,
con dedicación exclusiva, pero conscientes de las posibilidades
de la fotografía y la escritura. En cierta oportunidad Yuri
me aseguró: "Un verdadero fotógrafo no maquilla
los hechos ni prepara la comparsa y el tinglado para hacer la foto.
El verdadero fotógrafo asume el mundo como viene en fragmentos,
en ráfagas de imágenes al azar la sensibilidad y un
sentido crítico le proporcionan su toque técnico y artístico".
A Yuri le gusta arriesgar
en eso de tomar fotos. Se mete en todos lados y se salta todas las
reglas. El gobernador del estado Guárico, Eduardo Manuit, me
contaba que durante la cumbre de presidentes en México ( Manuit
formaba parte de la comitiva que acompañaba al presidente Chávez)
Yuri mostró sus credenciales de fotógrafo y logró
burlar la seguridad. Luego en la recepción del hotel pidió
la lista de los delegados, para averiguarla habitación en la
que se encontraba el gobernador Manuit. Consiguió otras nuevas
credenciales y pudo colarse en la rueda de prensa. Ya entre los fotógrafos
y ministros se acercó a José Vicente Rangel y se puso
a charlar con él recordando aquellos viejos años de
militancia en el MAS, cuando José Vicente era candidato y Yuri
pegaba sus afiches.
Yuri se convirtió
en fotógrafo a fuerza de constancia y caradurismo. Y aunque
sus fotos poseen gran calidad estética y técnica, jamás
ha comulgado con eso de que se le etiquete como artista. Yuri prefiere
ser considerado un reportero gráfico que deja las gradas de
las galerías o museos y baja a la arena de lo cotidiano a encuadrar
lo humano, a laminar en una fotografía la vida del hombre común,
sin otro artificio que una buena sensibilidad visual.