Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 2
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 23.
12 de Noviembre al
12 de Diciembre de 2000.

 
MONSEÑOR CARLOS BOGNI

Desde Chile: Gonzalo León

Antes que se marchara a Nueva York, vi una vez solamente a Carlos Bogni -Boñi para los amigos. Me llevó hasta su casa un periodista que hoy pesa el doble de kilos, y se encuentra esperando, junto a su esposa, su primer hijo. Al llegar a la casa ubicada en el centro de Santiago de Chile, me di cuenta que todos los que estaban ahí se peleaban por ver un video. En realidad a mí nunca me ha gustado sentarme y ver videos con tipos que escasamente conozco. Así que le dije a mi amigo, quien en ese momento se encontraba hablando con Boñi, que yo me iba. Pero mi amigo se dio vuelta y replicó al instante:

-Espera un poco -titubeó entonces y luego tímidamente agregó-: Boñi, él es León.

Boñi me miró como diciendo ¿y éste tipo quién cresta es? Un idiota seguramente. Y enseguida repuso con su mejor sonrisa:

-Hola.

-Hola -repliqué, para al instante volver a la carga con mi amigo-: ¿En cuánto rato más nos vamos?

Estaba aburrido. Pese a que gran cantidad de gente me había dicho que Carlos Bogni era el artista más innovador de Chile, y que hasta el mismísimo Arturo Duclós le copiaba, a mí en un primer momento no me pareció gran cosa. O sea, no era el artista que todos me habían dicho. Por lo demás, por esa época a mí me encantaba Duclós y no estaba dispuesto a aceptar que, por ejemplo, las viñetas que colocaba en sus cuadros eran ideas de esa persona.

Pasado un rato, nos marchamos de aquella casa, y una sensación de alivio me embargó.

-Bien idiota tu amigo -recuerdo que dije.

-León, a veces parece que no sabes lo que dices. Boñi es un gran tipo.

No quise seguir discutiendo. Sólo me enteré gracias al pintor Hugo Cárdenas que el tal Boñi se había marchado a Nueva York. Pero a los 40 años dudo que le pueda ir bien. Está muy viejo. ¡Cachai! A los 30 pasa, pero a los 40...

Mientras tanto yo también emigré de Santiago. Y me instalé en el departamento de mi mami para poder lograr escribir un libro de narrativa que salió publicado en 1999. La sonrisa perfecta se llamó, y en la portada aparece Marcel Duchamp, en una foto sacada de la película Los sueños que el dinero no puede comprar. Estuve dos años y medio en Viña del Mar y regresé a Chile (Chile, sí; porque durante mi ausencia comprobé que efectivamente Santiago es Chile) a finales de 1998.

Durante todo 1999 el pintor Hugo Cárdenas no dejó de repetirme lo mal que le estaba yendo a-ese-Boñi-que-no-significaba-nada-para-mí en Nueva York.

-Mira, en arte no creo que esté trabajando. Se fue y se tiene que mantener, y para eso tiene que trabajar como loco. Trabaja como loco, le va mal y más encima anda enemistado con todos sus amigos. Así es este Boñi.

Pero Cárdenas no cesaba de enviarle encomiendas a Nueva York, con recortes, con regalos, con Chile adentro. Y a finales de 1999 se empezó a comunicar con él a través de un medio mucho más barato: el mail.

Y aquí entré yo. Como estaba trabajando en una novela, en ésta, le envié un fragmento escrito a modo de cuento realista que trataba sobre la desilusión amorosa del mismo Cárdenas. Y le gustó, y empezamos a escribirnos periódicamente, aunque debo reconocer que algunos de sus correos eran muy extraños, como ése que envió cuando estuvo de cumpleaños. Decía algo así como: Muchachos, felicítenme, me compré una bici blanca. Me la traen la próxima semana.

Hasta aquí uno podría pensar que estamos frente a un artista derrotado. Y un artista derrotado es aquel que abandona su trabajo artístico. Yo creía que Boñi era un artista derrotado, pero una encomienda recibida un 14 de julio, día de la Conmemoración de la Toma de la Bastilla, me hizo cambiar de opinión. Era un sobre amarillo (aún lo tengo) y adentro venían unas hojas impresas con lo que estaba haciendo: Lugares Comunes o Commonplaces. Sólo en ese momento me di cuenta que Boñi no era un artista derrotado; Boñi era y es un artista que trabaja. Y me dio rabia. Porque por sólo una de sus obras, una niñita bien sería catalogada acá como la nueva estrella del Arte Chileno. Pero, claro, como Boñi está en Nueva York hay que juzgarlo con el siguiente parámetro: Si expone en el Momart, es exitoso. Y con este parámetro no se dan cuenta de que Boñi está compitiendo -si en arte se puede competir- en el medio más exigente del mundo. Se fue y lo está intentando. Si fracasa y no llega a exponer en el Momart individualmente, bien, porque lo intentó, porque está in progress. Porque es un artista. Aunque para muchos esta palabra ha perdido todo el sentido. Artista hoy es hasta un animador de televisión o un imitador de un personaje realmente importante o hasta yo cuando aparecí en un videoclip.

Muchos creen que lo más importante en el arte es ser exitoso. Porque el éxito te da dinero y fama. Pero ¿en la actualidad quiénes son famosos? Yo lo podría contestar con un ejemplo en el ámbito literario. En Chile -que a todo esto se muere, Boñi-, se hace literatura para que sea consumida y, como resulta obvio esa literatura al ser consumida, como decía el poeta Oscar Hahn, se consume: se tira a la basura como un lata de conservas sin ya nada adentro. En el caso Boñi (ojo que no soy ningún experto), su arte está lejos de consumirse, y quizá esto conspire para su éxito o reconocimiento.

Recuerdo hace tiempo una visita que hizo el escritor chileno -avecindado en Barcelona- Mauricio Wacquez. Fernández de Castro (una distribuidora de libros extranjeros) organizó una tertulia en una librería, y me invitaron a mí y a otros escritores por supuesto (yo era el menos importante, casi invisible diría yo) como a Armando Uribe y a Gonzalo Contreras. La cita era al mediodía y yo llegué a la hora pese a estar con resaca, pero Wacquez no aparecía por ninguna parte. Hasta que lo hizo, y al primero que saludó fue a Armando Uribe, quien con un bastón descansaba en la única silla de madera de la librería.

-Monseñor -fue lo que le dijo cuando lo saludó, y el inalterable Uribe sonrió y luego le dio la mano.

Al escribir estas líneas, me da la sensación de que si viera a Carlos Bogni lo saludaría con el mismo epíteto: Monseñor. Extraña la comparación, pero me surgió al recordar a Armando Uribe viviendo en París su exilio y enseguida a Boñi el suyo. A Uribe su religiosidad tan extrema, que una vez lo escuché preguntar en serio a un tipo si había muchas flores en el cementerio. Esto a propósito del Día de Todos los Santos o de Todos los Muertos. Y a Boñi exponiendo en el Hispanic Center a propósito de una Muestra de Arte Religioso, y citando el evangelio en una de las obras que aquí se presentan:

"La zorra tiene su cueva

Los pájaros tienen sus nidos

Mas, el hijo del hombre

No tiene dónde apoyar su cabeza."

La zorra, o mejor La Maldita Zorra, la galería de Boñi, su hogar, en donde exponía allá por 1990, con la presencia de sus amigos: Carlos Altamirano, Manuel Torres y los poetas Gonzalo Muñoz y Roberto Merino. Y aquella noche en que quedó efectivamente la zorra en La Maldita...

Muchos dicen que Carlos Bogni se cansó de luchar y por eso se largó de Chile. Se cansó de que un simple trabajo de taxidermista pasara por arte de vanguardia cuando en otros países eso ya no ES nada. De hecho el trabajo del austriaco Herman Nitsch no es tanto de vanguardia porque pinte con sangre de animales, sino porque registra en video la cacería misma y la expone junto con sus pinturas en las galerías. Quizá por eso fue que un grupo de Greenpeace no lo dejó exponer en Praga hace algunos meses. Quizá ésta era la misma reacción que Boñi provocaba en ciertos circuitos artísticos locales. ·

 

1 Escrito especialmente para el catálogo de la exposición Commonplaces o Lugares Comunes, celebrada por primera vez en el Consulado de Chile en Nueva York.

2 Artista conceptual chileno. Junto a Bororo, Benmayor y otros, son los artistas más cotizados en la escena local chilena.

3 Pintor underground.

4 Autor de Toda la luz del mediodía y director de editoriales en España, como Minotauro.

5 Ensayista y poeta de la generación de los 60 en Chile. El año 2000 fue postulado al Premio Nacional de Literatura.

Si desea escribir a Gonzalo León puede hacerlo a: gozalo@ctcinternet.cl


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