Desde Argentina, Daniel
Noseda
"somos
la colonia barata
una rueda que gira
mata penas y baila
somos la colonia barata
que tiene olor a pueblo
y tiene murga de cancha"
Conocí
a Carlitos en la Feria Industrial del 93.
Entre los periodistas
y obsesionado siempre por el back stage, me colé en la rueda
de prensa.
Rueda formada con una
cerveza de por medio en los camarines bajo el escenario del polideportivo
"Ave Fénix".
Y Carlitos me ganó
de entrada, no finge, es él tanto arriba como abajo del escenario,
abajo o arriba del mundo.
Alegre, optimista, imbatible
despues de cantar y bailar dos horas sobre el escenario al que terminó
invitando a subir a medio mundo. No pone distancias entre él
y su público. Es el monarca del cuartetazo.
"Acá como
me ven soy un tipo muy metódico, entreno todos los días
y me cuido como un caballo de carrera".
" Una cosa es
la joda y otra el profesionalismo" - nos dijo en esa oportunidad.
Y en ese tiempo y como
siempre, ya olía a "colonia barata" pero sin letra.
Porque "colonia
barata" no es un perfume.
Es una declaración
de clase, de tribuna, de corazón, de banco de plaza en que se
entiende a la vida y se atiende al mundo.
Carlitos, la Mona Gimenez
no solo vive sobre el escenario y en los discos que vende.
La Mona ya es un emblema.
Es su nombre de guerra
en la puerta de los baños de los bares de Córdoba.
El tatuaje en el pecho.
La cara en las remeras
de los chicos
El
prócer vivo.
Porque es como ellos.
Le jode y le caga de
gusto las mismas cosas que a ellos.
Los presos, los linyeras,
jugadores de potrero, los chicos que se drogan con "fana"
o "Poxi", las prostitutas y prostitutos, los pelotudos de
la "vereda de enfrente", todos reconocen a este Rey de voz
desafinada como el supremo el protector y embajador de la alegría.
La Mona no es Tarzan,
"soy Chita" aclara cuando le preguntan.
Los 65 discos se venden
como agua, un récord.
Pero
ahora se encuentra muy triste.
Mas cerca de Juan Carlos
Gimenez Rufino que de la Mona, la maquina de alegría permanente.
"La familia negro,
la familia, se metieron con mi familia"- lamenta.
La aparición
de una bandada de seis "hijos naturales" mas el reconocimiento
judicial a una hijita de tres años luego de haberse negado a
hacerse una prueba de ADN han dejado un gusto amargo en su cara.
La Mona en los cincuenta
puede servir para carne de detractores, a pesar de los escándalos
filiales, de su pelea con Rodrigo, de su separación de Juana,
su mujer.
La Mona puede cometer
errores.
Pero como el Ave Fénix
ya renacerá, como esa noche en el 93 en un quimérico estadio
que lleva el nombre del ave que vuelve a la vida de entre las cenizas.