EL EXILIO
Por:
Jorge
Z. Humaña
Te sientes como caminando
en un vacío blanco y transparente,
tus huesos parecen flotar
hacia un mundo de imágenes surrealistas,
eres un extraño
aún frente a un espejo cristalino de líneas duras,
sientes desfilar fantasmas
risueños que gritan vivas al destino.
Y eres tú y lo
descubres muy tardío, en el laberinto sin final
que agobia, con sus terribles
fauces lastimeras que no saben dónde viven
Y buscas descubrirte,
encontrarte, en una fútil lucha sin saber dónde te lleva.
No sabes
dónde miras, todo
te es extraño y transparente y pierdes la pelea.
Buscas iluminarte y vencer
en esa lucha sin retorno y sin destino,
buscas encontrarte entre
ese bacanal de imágenes siniestramente oscuras
Miras e indagas con todos
tus sentidos, con la esperanza de aún estar con vida.
Buscas la luz entre las
sombras, en busca de un destino incierto que te abruma.
A tientas y casi ciego
sigues en tu búsqueda, sin muchas esperanzas en lograrlo
tus ojos se cierran en
la espera de abrirlos entre tinieblas menos densas
y al abrirlos descubres
que ello es cierto, que las brumas se disipan lentamente.
Tus ojos empiezan a mirar
entre penumbras y a ver figuras nuevas que no rien
Una luz comienza a brillar
allá a lo lejos, lentamente, en un silencio acogedor
que tu lo sientes y tus
huesos empiezan a entibiarse y tú a dormirte entre
esas luces de colores
muy distintos que marean con
sus danzas y sonrisas aún extrañas.
Empiezas a pensar que
eso es un sueño y no ya pesadillas, ni tinieblas y te duermes.
Tu despertar es en colores
que aun no brillan, pero si te recuerdan que estás vivo.
y que aún hay
esperanzas y te desperezas con la fe en una vida sin temores
tus huesos parecen más
tranquilos y tu cerebro comienza a trabajar de nuevo
las imágenes empiezan
a tomar formas reales, mas concretas, pero aún desconocidas.
Comienzas a respirar
un aire puro, que te llena los pulmones de alegrías
y tu vista reconoce aquellas
cosas más comunes, como el placer de la belleza,
Los rostros conocidos
ya tienen formas separables y puedes distinguir las
cosas bellas y el mundo
te empieza a parecer hermoso y gozas de la dicha de tu entorno.
Y empiezas a sentir que
perteneces, que eso que rodeas es también tuyo
te sientes confortable
porque estás entre los tuyos, otros tuyos, pero amigos
y el aire que respiras
y las cosas que tú haces ya son propias de tu vida
y te encuentras otro
mundo como el tuyo y descubres lentamente, que este mundo
es uno solo.