Por Gonzalo
León
Están prácticamente
finalizadas la Feria del Libro de Santiago en su Vigésima Versión
y la Tercera Parte de la Muestra de 100 Años de Artes Visuales
en Chile. Arte y literatura con resultados muy parecidos. Mientras
la Tercera Parte de la Muestra en el Museo de Bellas Artes decepcionó
a los asistentes con una performance de baja calidad y completamente
extemporánea a cargo del artista Carlos Leppe, la Feria del
Libro de Santiago se tuvo con conformar con la escritora de bestseller,
la afamada Bárbara Wood.
Cuando la polémica
que envolvió a Gonzalo Díaz y al curador de la muestra
del Museo, Justo Pastor Mellado, parecía estar en el olvido,
no deja de extrañar que nadie haya reparado en la baja calidad
de la exposición. Cuando Mellado defendió una curatoría
de autor, uno se imaginaba que iba a presenciar algo coherente,
algo que diera cuenta de lo ocurrido entre los años 1973 y
2000. Pero es confusión -y de la mejor confusión que
se puede en el mercado-, la que se respira en el Museo de Bellas Artes.
He sido testigo de exposiciones en los últimos diez años
y, gracias a testimonios de primera fuente y a textos que tratan sobre
otras acaecidas hasta los principios de los 80, y de verdad -en la
inauguración de esta Tercera Parte de la Muestra de 100 Años
de Artes Visuales- me dio la sensación de que vivía
en otro país.
La Feria del Libro,
máximo evento literario del país, finalizó justo
cuando www.escaner.cl aparece con su número de noviembre. Resulta
ridículo que las últimas tres versiones las atracciones
hayan sido textos como crónicas de la transición, lo
ocurrido durante la Dictadura, y este año la presencia de una
de las escritoras más vendidas del mundo, Bárbara Wood.
El día que estuvo en la Feria una gran cola llegaba hasta las
mismísimas barbas de la estación metro Cal y Canto.
No reclamo por la presencia de la Wood ni de periodistas, historiadores
o de personajes de nuestro jet set como el Rumpi. Lo que sí
molesta es que en este vigésimo aniversario, cuando la Cámara
Chilena del Libro -ideóloga y organizadora- saca un periódico
con las generaciones literarias de todo el siglo, haya traído
solamente al Premio Nobel José Saramago (de visita en Chile
hace unos meses) como atracción. Lo que resaltó en esta
Feria fue la ausencia de los verdaderos escritores o de mesas con
escritores chilenos que tengan algún interés o valor
literario. Aunque para el futuro, hay muchos que dicen que con el
nuevo alcalde de Santiago la Feria del Libro de Santiago será
como las de antes, como las de la dictadura, con los Rosasco, Lafourcade,
Iturra y compañía.
Un amigo me dijo
hace unos meses que la cultura era el alma de los pueblos.
Si analizamos estos dos magnos eventos, no hay que ser muy listos
para afirmar que nuestra alma se está banalizando. Y parece
ser que esto, señores, no tiene vuelta.