Por: Carlos
Yusti
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Javier
Tellez -Untitled- 1993.
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Trikster es una palabra
inglesa cuya traducción al español claro y silvestre
sería trampista, tracalero, sablista. Javier Téllez,
pintor valenciano residenciado en la actualidad en Nueva York, se
considera un Trikster consumado. En inglés por eso del glamour.
En el mundillo del arte
en la actualidad tracaleros, trampistas, pintamonas y matatigres hay
patadas. Artistas segundones que han desechado la lectura y la cultura
pictórica (e incluso las técnicas más elementales
del quehacer artístico) por un afán desmedido de protagonismo
fashion. Muchos han desechado la audacia imaginativa para ceñirse
a los cánones que impone la moda y el mercado, han desechado
la búsqueda y la crítica estética para convertirse
en industriosos mercachifles. También hay muchos artistas interesados
más en las relaciones públicas que en a construcción
de un lenguaje plástico señero y rebelde. No hay riesgo
todo es mercado calculado. En suma tracaleros sin tasa copan la escena
del arte, pícaros redomados que todavía quieren hacernos
creer que una poceta firmada (o un urinario) es una obra de arte.
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Javier
Tellez - Schrodinger's Cat.
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Javier Téllez
es un tracalero en otro sentido, es un trikster con una visión
inteligente y a contracorriente del quehacer estético.
Nace un 22 de febrero
en Valencia. Último de tres hijos de Teresa Pacheco Miranda,
ya fallecida, y Pedro Téllez Carrasco, reconocidos psiquiatras
y humanistas. El ambiente intelectual, y bastante peculiar, donde
se desenvuelve su niñez le permitirá entrar en contacto
con los libros y con ese mundo extraño y doloroso de la locura.
Conozco a Javier Téllez
desde hace bastante tiempo. Recuerdo que nuestras discusiones se centraban
siempre en los dadaístas, los surrealistas, Freud y el Bosco.
Me impresionó siempre la biblioteca familiar: profusa, deliberada
y caótica. Una exposición Dada, realizada en el Museo
de Arte Contemporáneo, sería (según su propia
confesión) el detonante que lo decidió por las artes
visuales. Aunque si se hubiese inclinado por la literatura de seguro
sería un escritor exquisito.
Su espíritu inquieto,
crítico y rebelde, combinado con sus abundantes lecturas convirtieron
con rapidez a Javier en un niño terrible. Recuerdo que caminabamos
de exposición en exposición a burlarnos de los maestros
del día. Junto con Yuri y su hermano Pedro firmamos algunos
manifiestos, que por azares de la vida, no conservo. Pero recuerdo
que eran textos iracundos, irónicos y feroces. En esos días
Javier dijo una frase lapidaria que yo utilizaba como epígrafe
de los panfletos: "Desde los petroglifos de Vigirima, en Valencia
no se ha hecho nada importante en materia de artes plásticas"
(aunque leo en el catálogo de la exposición "La extracción
de la piedra de a locura" que la frase es: "Desde la venus de Tacarigua,
en Valencia no ha pasado nada") Botaude, por otra parte, que le valió
su expulsión en el año 1986 de la Escuela de Bellas
Artes Arturo Michelena, en la que habría iniciado estudios
en 1984.
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Javier
Tellez - El lunático.
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De manera nítida
recuerdo uno de sus primeros dibujos. Era un dibujo a lápiz
con un título bastante peculiar: "Toman té y juegan
polo sobre las cabezas cortadas del pueblo". En un paisaje como de
troncos de árboles cortados un jugador de polo cabalga como
si nada. Lo extraño del dibujo era que la cabeza del jugador
sustituía al de caballo o viceversa. A la vera una mesa redonda
con algunas tazas humeantes. Era un dibujo con trazos rudimentarios
y torpes. No obstante ese dibujo sin academicismo, de una torpeza
casi infantil, iba a ser una de las cualidades en los primeros trabajos
pictóricos de Javier. Su dibujo es automático, instintivo.
Téllez no realiza dibujos razonados, sino que los va descubriendo
en un trazo continuo y feroz donde el azar y lo intuitivo se entrelazan
hasta que el dibujo se aclara del todo. Los primeros cuadros de Javier
eran a pastel y sus rasgos principales era un expresionismo agresivo,
intenso colorido y la figuración entre la caricatura y el trazado
ingenuo.
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Dopplengänger
peepshow.
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En su exposición
de 1988, "Pasteles y dibujos", Galería Bracho, se observó
su preocupación por revalorizar la figura, por sacarla de su
academicismo y de su postura inofensiva. En Téllez la figura
posee connotaciones narrativas, lúdicas, místicas. Son
figuras cargadas de ternura y ferocidad. Son figuras en movimiento
que tratan de romper esquemas plásticos ya transitados o como
él lo ha expresado: "Yo siempre he sido figurativo, aunque
también estoy constantemente agrediendo la representación,
buscándole otras salidas".
Los premios, las becas
y los reconocimientos que ha obtenido sólo subrayan su constancia
estética, su deseo de experimentación y su animosidad
de trikster creativo y dispuesto en asumir siempre nuevos retos.
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Javier
Tellez - Trobar-clus.
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En el año 1992
efectúa su exposición individual "Trobar-Clus" en la
Sala RG y que puede considerarse como el preámbulo a una nueva
etapa de instalaciones y perfomances. Téllez aclara en una
entrevista, realizada por Carmen Hernández en la revista "Estilo",
lo siguiente: "Personalmente, creo que a partir de mi instalación
"Trobar-clus" en el Celarg , realicé un cambio fundamental
en mi obra, que consistió no en el paso a lo bidimensional
sino más bien en el traslado de las coordenadas verticales
de mis pinturas a un espacio "otro" que es el de la horizontalidad.
A partir de allí trabajo en un campo en el cual las definiciones
tradicionales de pintura y escultura pierden sentido (...) En Trobar-clus
escogí 40 camas de camping como superficie pictórica.
(...) Los cuadros-cama desplazaban el eje elevado del muro al más
cercano y terrenal del suelo. Por otra parte la escogencia de la baraja
como motivo, disolvía el problema de la relación figura
fondo, fundamental en la pintura occidental". Estas consideraciones
de Javier nos lleva a deducir que es un artista preocupado por dotar
a su trabajo estético de una reflexión intelectual,
de un porqué ilustrado que le permita a la obra dejar ser sólo
un objeto decorativo. La obra crítica razonada y no producto
de las modas o el azar.
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Rey.
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Obras como "Erre encapuchado"
y la instalación "Dopplengänger peepshow" profundizan
el juego entre lo estético y lo ético, se convierten
en obras que involucran a espectador o como lo escribe Carmen Hernández:
" Su obra "Erre encapuchado", donde se representa como Carlos, El
chacal y repite infinitamente un trabalenguas "erre con erre cigarro,
erre con erre barril...", que en principio nos confunde, porque fonéticamente
asociamos el gruñido con la posioble ferocidad del delicuente,
pero resulta una reiteración humorística que presenta
otra faceta diferente del peligroso personaje" En la obra Dopplengänger...
Javier se convierte en un mirón, en un voyeur, en tipo algo
extravagante que come cebollas crudas y se bucea unas pornos. A la
par que los espectadores también se convierten en mirones.
Téllez explica el proceso de dicha obra: "Uno de los factores
desicivos para PeepShow fue el hecho de que mi estudio estaba ubicado
en los alrededores del Times Squeare, vecindad donde se encuentran
estos locales donde el público puede acceder a través
de una ventana a espectáculos eróticos en vivo o a videos
pornográficos. Mi instalación exploraba el tema de la
doble identidad (la palabra Dopplegänger podría traducirse
como El doble o El orla). La representación arquitectónica
de esta dualidad en la cual dos cuartos de dimensiones similares eran
interconectados por una ventana. Uno de ellos sirvió para mí
habitad mientras que el otro era destinado al público. Los
espectadores podían observarme sólo si introducían
una moneda dentro de máquina traganíquel que abría
la ventana automáticamente". Luego que el espectador se divertía
con el artista comiendo cebollas y con os videos pornos era grabado
y pasaba a formar parte del show. La exploración de lo público
y lo privado es la otra lectura importante de esta obra.
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Javier
Tellez - Instalación.
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Otro perfomance e instalación
característicos de Téllez fue "El lunático" Esta
vez la crítica apuntaba a nuestro sistema educativo el cual
tanto estructuralmente como espiritualmente tiene como salones de
clase verdaderos gallineros. Para el lunático Téllez
arma un gallinero dentro de la galería. El espacio, reducido
por lo demás, era compartido con una gallina viva. El mobiliario
semejaba un salón de clases con su pupitre, su pizarra, sus
mapas y su mal gusto. Javier Téllez sentado en un pupitre no
paraba de escribir de manera demencial su tarea.
Una de las obras fundamentales
de Javier es sin duda "La extracción de la piedra de la locura".
Dicha instalación se llevó a cabo en el Ateneo de Valencia
y en el Museo de Bellas Artes de Caracas. Javier no llevó nada
espectacular. Lo único que hizo fue reproducir un pabellón
completo de enfermos mentales en el espacio del museo. Traspapeló
desde la metáfora la locura ofreciendo una visión terrible,
pero al mismo tiempo de incuestionable poesía. Téllez
en su texto, "De un hospital dentro del museo", explica así
su concepción de la obra: "Tanto la museología como
la clínica psiquiátrica se basan en taxonomías
que establecen una dicotomía de o normal y lo patológico.
La selección y marginalización constituyen el principal
modus operandi, sea éste el empleado dentro del marco de la
historia del arte o del estudio del comportamiento humano. El dogma
terapéutico, que ambas ciencias comparten, hace que médicos
y curadores de exposiciones se valgan del mismo verbo para definir
el ejercicio de sus profesiones: curar el cuerpo; artístico
o fisiológico".
La instalación
inspirada en una famosa pintura del Bosco sobrepasa cualquier noción
apacible que tengamos del arte o la locura. Para llevar a cabo esta
obra Javier utilizó el mobiliario y muchos objetos del Hospital
Psiquiátrico de Bárbula: Camas usadas, piedras de los
jardines, archivos con sus historias clínicas, psicofármacos,
una máquina de electrochosck, piñatas, fotos y un arsenal
de adminículos conjugados para articular un discurso estético
sobre la locura y sobre la creación estética como valor
acumaslitivo.
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Pabellón
de Bárbula.
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Quizá Javier Téllez
no sea más que otro tracalero del arte actual. Pero un tracalero
de cuidado. Un subversivo atrincherado en el arte. Quizás es
un jugador que lo apuesta todo más al juego estético
en sí que a la obra como patrimonio y cosa, que apuesta por
una obra que plantee retos e interrogantes al espectador, que no tenga
temor de ser inactual por no seguir las pautas del mercado del arte.
Téllez no es un guía, un mentor ni nada que se le parezca;
es apenas un jugador crítico no sin razón él
ha dicho: "Siempre me ha molestado la arrogancia del artista contemporáneo
como falso chaman de la tribu, del cual abundan ejemplos en nuestras
tierras".
La obra de Javier Téllez
en su conjunto posee muchas lecturas, pero una de sus cualidades indiscutibles
es el diálogo inteligente que entabla con el espectador, además
la crítica y el riesgo. Su obra es un reto cortante contra
la banalidad y la ligereza del arte en la actualidad.