Por: Carlos
Yusti
El pintor Víctor
Julio González ha ganado algunos premios de artes visuales.
Conozco el trabajo plástico de Víctor. Su pintura se
pasea por lo metafórico y lo onírico. Refleja una búsqueda
intensa y particular sobre el arte de pintar al margen de modas en
boga. De espaldas a la No-pintura y toda esa parafernalia del conceptualismo
estético, de las instalaciones y las intervenciones de los
espacios, donde uno que otro todero del arte convierte el hecho estético
en un espectáculo pedante; en un circo llevado adelante no
ya por pintores con talento (o audacia imaginativa), sino por unos
bufones que recurren a la pantomima y las relaciones públicas
para no tener que encarar el lienzo en blanco.
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Sofía
Ímber
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En algunos textos he
criticado todo ese manejo fraudulento que cocinan los charcuteros
del arte (con perdón de los charcuteros) tras las bambalinas,
el boato, el amaneramiento y el perfume costoso de salones y bienales
en el país. Todo el que se mueve por el terreno cultural sabe
que dichos salones de arte responden a ciertos intereses del mercado
artístico nacional, donde galerías y museos han conformado
una camarilla que decide las pautas estéticas a todos los niveles.
Por su parte los artistas acuden a los salones como tratando de hacerse
con un premio, un reconocimiento, una mención honorífica
que los saque del anonimato más lamentable. De allí
que reduzcan su trabajo a uno o dos tres obras que envían siempre
confiando en la suerte más que en sus propuestas estéticas.
Por otro lado hay una
gran cantidad de seres que asumiendo su falta de talento han decidido
ser artistas y entonces se dedican a las relaciones públicas,
tampoco tienen una obra que mostrar y por eso muestran las fotos donde
salen abrazados con el ministro, donde salen brindando con Sofía
Imber, especie de madre superiora del Museo de Arte Contemporáneo
en Caracas que de paso ostenta su horrible nombre, y en ese plan.
Tener buenos vínculos en el mundo del arte, la política
y la cultura puede catapultar a cualquier hijo de vecino a los más
altos sitiales de la plástica nacional.
Hay un gigantesco engaño
en torno a las artes visuales, un fraude de proporciones inimaginables.
No hay obras de arte, sólo artistas premiados y allí
reside lo grave de todo este asunto. Quienes se han prestado para
tamaño engaño saben a conciencia que el arte de nuestro
país tiene los días contados.
Muchos artistas que conozco
apenas han pisado alguna academia de pintura, muchos otros no saben
ni remotamente quién fue Tintoreto y confunde a Tito Salas
con un pelotero de grandes ligas. Otra gran cantidad desconocen las
técnicas del grabado, no obstante se pavonean por bienales
y salones como lo "plus-ultra" en arte no-objetual y demás
premisas posmodernistas. En ellos no existe algún asomo de
humildad. Luego están los curadores, innegables artífices
de la especialización artística, decidiendo quien participa
en un salón, determinando que bazofia estética es la
más llamativa y merece un inmediato espaldarazo. Siempre por
azar, o casualidad, del destino el artista favorecido pertenece a
una importante galería privada de la capital donde también
por coincidencia nuestro curador recibe una remuneración por
servicios prestados.
Los artistas modernistas
desecharon las academias de arte por su trasnochado conservadurismo
plástico; nuestros artistas desechan las academias porque no
están interesados en aprender nada, sólo desean pertenecer
al zoo del arte. No son rebeldes ni innovadores, apenas son unos relacionistas
públicos que oyen a las Spice Girls y leen a Corin Tellado(y
muchas veces ni eso).
Quienes aman el arte
más allá del espectáculo conceptual, de la jerga
intalacionista y efímera, saben que el arte esta en otra parte
y no en salones o bienales. Los verdaderos artistas siguen enfrentándose
(como hace Víctor) a los enigmas de la tela en blanco, prosiguen
una búsqueda silenciosa donde pintar más que una actividad
que se realiza para ganar, es una pasión por la forma y el
color más allá de las modas, de las camarillas y otras
engañifas de nuestra valoración mercantil de la pintura.