Cheo
Morales H.
Frankfurt a.M.- Alemania.
Desde luego esta charla
tiene un prólogo, especie de introducción, y esta comienza
así:
El
desastre político de la Unidad Popular, el año 1973, no
solo significó un pesado lastre social y psíquico para
quienes durante unos largos 17 años mantuvieron el peso de la
enorme represión militar, sino que además, un alto número
de chilenos tuvieron que huir, emigrar o, simplemente, fueron expulsados
del país. Durante esta etapa se vive, fuera de las fronteras
de Chile una peculiar existencia que se denominó exilio. En este
caso en el extranjero se concentraron cantidades apreciables de chilenos,
los que por años tuvieron una existencia de desterrados (Europa,
Estados Unidos, Australia, etc..). Y como no todo es al azar, indudablemente
esta masa, que nunca fue amorfa, naturalmente hay que encasillarla en
un espectro social, para así facilitar el estudio de sus comportamientos
sociales. Y no es ninguna novedad decir que la mayoría de esta
masa exiliada (que en no pocos caso era voluntaria) pertenecía
a la clase media chilena (mayoritariamente intelectual), la que junto
a la clase social más pobre (la obrera) formaba el movimiento
popular chileno.
Estos sectores estuvieron
siempre fuertemente ligados a la cultura de nuestro pueblo, y de esto
se desprende que de este sector histórico nacieran las formas
culturales propias que marcaron no solamente al exilio sino que también
a vastos sectores residentes en el interior. Los que de una manera u,
otra, rescatan y salvaguardan una cultura, que aunque tuvo sus raíces
en la historia antigua de los pueblos de Indoamérica, se encargaron
de remozarla, actualizarla y de politizarla.
Este
fenómeno social se transformó en una corriente cultural,
lo que llevó a conservar un lenguaje, el castellano y sus chilenismos,
también costumbres innatas prevalecieron pese al "ataque"
de otras costumbres y costumbres que se fueron adquiriendo a través
de los años, dependiendo de la zona en donde se residía.
Los hijos sin mayores esfuerzos y sin engañarse ni enredarse
con otros lenguajes de adopción continuaron hablando castellano
con acento chileno (y alemán, por ejemplo, con acento alemán).
Las costumbres y la cultura de lo cotidiano prevaleció, por ejemplo,
las fiestas con empanadas (muchas veces hechas con ingredientes provenientes
de cualquier país), las pantrucas, cazuelas, los porotos, estofados,
etc. Además, el "pelambreo", tan propio de las clases
medias siguió como si estuviésemos aun en cualquier barrio
capitalino o en provincias. En cambios, los elementos despolitizados
y que no tuvieron una relación directa con "lo que pasó
en Chile", vivieron bastante marginados y se asimilaron a la sociedad
en que residían. Ni más ni menos, tanto adultos como los
niños comenzaron al poco tiempo a olvidar los modismos y costumbres
chilenas, los que vivían en España comenzaron a hablar
con acento español, y así. A este sector pertenecían
gentes humildes y con un nivel cultural bajo (no es rebajar, pero es
un hecho histórico) y que no pudieron sobrevivir a las peripecias
en Chile, y que con justa razón se vieron urgidos a emigrar.
Y por esto no fue extraño que hijos de obreros comenzaran a olvidar
su lengua vernácula. Este fenómeno contra cultural marcó
fuertemente a un sector, y de esto se desprende de la debilidad ideológica
de la que debería estar empapada la base social y sus futuras
consecuencias.
Andando de aquí
para allá, y al revés, me "reencontré"
con Cristian Arcos, joven aun, al que vi crecer junto a mis hijas por
aquellos años locos del exilio (que podría calificar de
limbo) por allá en las décadas de los 70 y 80 (del siglo
recién pasado). A penas terminada su niñez junto a sus
padres y dos hermanas regresó a Chile (toda una proeza para la
época), para así retomar el hilo de esa vida que había
quedado en suspenso. Después de una larga estancia en el terruño,
15 años, decidió regresar a esta suerte de "segunda
patria". Este, su segunda venida, ya es consciente y cargada de
argumentos y bagajes culturales por desempacar. Bagajes que antes ya
existían, pero que ahora se han hecho maduros a golpes de experiencias,
ya que no solo lo acompañan las ganas de conocer mundo, sino
que trae bajo el brazo un diploma de estudios (de allá para acá,
y no al contrario) en germanista y con la ilusión de seguir estudiando,
lo que ya está haciendo (pedagogía en psicología).
He querido conversar
con Cristian Arcos no tan solo para estudiar de cerca este fenómeno
migratorio (de lo que deben haber cientos de miles) sino para que él
me cuente en primera persona de sus cambios e impresiones, de las diferencias,
de su tiempo, de Chile, de lo que hace, etc.
1.- Cristian: ¿Qué
me puedes decir de tu primera estadía en Alemania?
-Bueno, me dice, tratando de recordar
pasajes lejanos, vine a Alemania acompañando a mis padres y dos
hermanas. En aquel tiempo era un niño pequeño, pero a
pesar de esto ya deducía del porqué teníamos que
vivir en el extranjero. Fue un despertar prematuro. En realidad no había
escapatoria para no saberlo, ya que el tema cotidiano y obligatorio
era lo que había pasado en nuestro país y de lo que mis
padres habían hecho allí. Por lo tanto, mi niñez
estuvo vinculada profundamente a lo que fue el exilio para los adultos.
Así pues, mi formación
no solamente se llevó a cabo a la sombra de mis padres, sino
que también en un ambiente politizado y en contacto de otros
niños que vivían también esta realidad. Y en esto
jugó un papel importante el "centro psicosocial para los
refugiados" (Frankfurt a.M.), que era una identidad que servía
para el desahogo psiquico y para calmar la angustia política
después de tamaña experiencia que termino como todos sabemos
que terminó. También allí comencé a experimentar
mis primeras reacciones culturales. Participé junto a otros niños
del exilio en fiestas culturales, en donde bailé, actué
y aprendí a tocar la guitarra, actué en peñas folklóricas,
etc. Esto fue una verdadera escuela para mi, ya que fuera de aprender
esto de la música, fui forjando mi carácter y un modo
de ver la vida!
La música que aprendí
a interpretar, además de los instrumentos de los que tomado contactos,
han sido medios para forjarme en compromiso, no ideológico, pero
si con mi propia realidad y la de mi generación.
2.- Cristian
es elocuente, y a veces hasta cuesta seguirle el hilo de la conversación;
pero así y todo el mismo va coordinando sus ideas y va hilvanando
esta grata conversación e intercambio de impresiones e ideas.
- Cuando aun no era mayor del todo,
mis padres regresaron a Chile, y con ellos sus hijos.
En
Chile nos encontramos con una vida distinta, con nuevas gentes e ideas
diferentes, para no decir una variedad de ideas. Y sobre esto último,
las personas que se habían quedado en Chile, las que supuestamente
estarían compartiendo nuestras ideas, eran totalmente diferentes.
No había en ellos una crítica constructiva con respecto
al pasado ni menos planes inmediatos para el futuro del país.
Simplemente nos transformamos en unos soñadores desfasados. Por
lo menos así lo palpé yo y otros de mi generación.
Los retornados éramos pájaros
extraños en nuestra propia tierra. La izquierda, la solidaridad,
el compromiso social, la lucha pendiente, etc.eran tabú. Y la
juventud andaba en otras. La cultura del compromiso se había
trocado por la del arribismo y el consumismo (música extraña,
drogas, ropas a la moda, contra cultura, etc.); había sumisión
e hipocresía. Los valores por los que creíamos luchar
solo los sostenía una minoría, y entre estos estaba yo.
¡Seguíamos siendo extranjeros! Los guettos de retornados (comités
y hogares para hijos de retornados, por lo general) eran islas dentro
de todo el andamio que había forjado el nuevo modelo económico.
La reintegración en la sociedad para los retornados fue dolorosa,
en especial para los que llegaron ya viejos, ya que fuera de acarrear
los males de sus viejas malas costumbres políticas habían
perdido toda credibilidad ante las nuevas generaciones. Algunos alcanzaron
a reciclarse, como los que ocupan altos y medianos puestos en la nueva
administración del país, y otros están ahí,
sin pena ni gloria!
3.- En concreto, ¿qué
hicisteis durante tu estadía en Chile?
Terminé la escuela y estudié
germanistica, en lo que me gradué. También hice música,
y a través de esto, tomé contactos con las bases sociales
de los nuevos movimientos sociales, me sumergí en el tejido social
donde se desarrollan nuevas técnicas de hacer cultura, y de donde
han nacido talleres para formar a nuevos músicos populares, pintores,
teatro, etc. estos talleres lo forman, principalmente, jóvenes
y otros no tantos, pero todos procedentes del movimiento obrero y popular,
los que no mantienen vínculos ideológicos entre si ni
tampoco con organizaciones políticas en concreto; nos identificamos
culturalmente críticos con el pasado, el sistema, con la izquierda
tradicional y la derecha y el stablismen. En resumidas cuentas, somos
un movimiento autónomo por donde se nos mire. Yo, por ejemplo,
utilizo la música que interpreto como arte, como vínculo
e instrumento de protesta. Algunos de mis amigos de infancia (Frankfurt
a.M.) hoy son profesionales de algún prestigio. Uno de ellos
ha formado el grupo Barroco Andino, otro ha sido médico de un
equipo de fútbol profesional (Dep. Concepción), y así..,
pero yo he escogido el camino de la rebeldía y la búsqueda
de mi propia libertad individual e, incluso, he introducido en mi estilo
la guitarra eléctrica: Aunque me critiquen, a mi me da lo mismo;
total, yo quiero hacer algo distinto. En Chile ejecutar folklore con
una guitarra eléctrica, pondría los pelos de punta a muchos
conservadores de la estética, en cambio aquí, fuera de
Chile, sea en Alemania u otra parte, nadie dice nada. Aquí soy
libre ya que este país me da la oportunidad de ser libre!
4.- Cuéntame,
¿entre tu manera de pensar y la música que ejecutas existen vínculos
que te acerquen a la nueva izquierda?
Para
mi, mi música, es contestaria y alternativa, pero desmantelada
de cualquier color político. En Chile el arte y la juventud consenciente,
se desarrollan a partir de una vertiente más bien anarquista,
más que desde la vieja escuela política (la marxista,
por ejemplo). Sobre esto, creo que la cultura política de nuestros
viejos ha quedado en desuso, por decir algo, y que ha sido, sin remedios,
arrojada al baúl de los recuerdos. No porque haya pasado de moda,
sino porque se ha desprestigiado a los ojos de las nuevas generaciones:
En Chile hay nuevas formas de vivir, de pensar y hacer cosas. Y en esto,
no porque esté viviendo por estos lados ya piense así.
Viví 15 años en Chile,
y esto me sirvió para formarme una idea concreta de lo pasado
y de lo contemporáneo, también!
Claro, con lo respecta al arte, entre
esto la música, hago mis diferencias entre el folklore y la música
popular. En esto último destaco el estilo "cebollento"
(boleros, tangos, valses, cumbias, etc..). Y es en este género
donde existe una continuación marcada que se identifica en el
artista callejero, del que canta en las micros, etc. quienes utilizan
este tipo de cultura como instrumento de sobre vivencia, más
que como valor concreto. En cambio, el interprete del folklore comprometido,
sobrevive de otra manera. Sigo.La música folklórica clásica,
pese a los grandes cambios, sigue siendo una fuente de inspiración
socio política; claro comercial, con todo lo que cabe (solo los
pájaros cantan por amor). Desde luego, nuestra música
contestaria es una herencia, la que respeto y admiro, pero que debido
a su propia trayectoria y dinámica está evolucionando.
No todo sigue igual, además, esto obedece a las leyes del tiempo!
5.- En Chile existe
una diversidad de música folklórica, ¿qué me dices
de esto?
La verdad es que a partir de la
Unidad Popular (años 70) hubo una explosión en el arte
popular, y en esto se ha destacado la música andina, la que ocupa
grandes extensiones de territorios de nuestra América del sur,
lo que va desde Colombia hasta la IV Región en nuestro país.
En cambio la música, bailes y cultura mapuches y de otras etnias
han quedado rezagadas y mantenidas al margen, pese a representar a un
sector humano y geográficamente importante. Y esto, por varias
razones: la principal es que nunca ha sido comercial (vendible). En
cambio, lo andino, se ha hecho conocido en Europa, Norte América
y otros lados. La izquierda universal se ha identificado con ella, utilizándola
de santo y seña en sus reivindicaciones. No son indígenas
quechuas ni aymarás los que se han enriquecido, sino que han
sido los blancos, que hasta ahora la interpretan en los grandes centros
urbanos. Y desde este punto de vista, al utilizar los textos e interpretarlos,
he querido salir de los esquemas para llegar a interpretar algo distinto,
libre y personal!
Imágenes gentileza
del excelente sitio de folclore chileno: http://www.geocities.com/folclorechileno
© Derechos Reservados en exclusiva para la revista "Escáner
Cultural"
Frankfurt a.M. / Alemaia Diciembre 2000
http://www.escaner.cl/reflexiones