Clemente
Padín, Montevideo, Uruguay
Otra forma que demostró
su eficacia en la denuncia y la sensibilización popular en torno
a la defensa de los derechos humanos conculcados, fue la performance.
Surgida desde el momento en que se privilegió el "instante creativo"
por encima del producto final, la performance hace del artista el verdadero
instrumento del arte. Si en el happening los sentidos se disparan en
todas direcciones, en la performance el significado suele precisarse
indubitablemente. Lo que realmente varía no es el inabarcable
o estricto programa de ambas formas sino la respuesta del espectador:
lo que, por un lado, es terapia y anarquía, por el otro, es rotundez
estética y representacional. La participación cobra, por
esta excepcionalidad, mayor dimensión y profundidad, siendo,
por lo tanto, un instrumento idóneo para la transmisión
de información, siempre que opte por la comunicación,
pues la performance, como cualquier otro medio de expresión,
puede ser absolutamente indeterminada y confusa, jugada a sí
misma.
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Fig. 1.-Por
la Vida y por la Paz,
performance realizada en las calles de Montevideo, 1987-1988.
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Así, Por la Vida
y por la Paz de Clemente Padín, realizada en innúmeras
ocasiones entre 1987 y 1988 en las calles de Montevideo se sumó
a los varios eventos de todo tipo que se organizaron para lograr las
firmas necesarias para convocar un plebiscito popular que derogara la
Ley de Caducidad para los delitos de lesa humanidad cometidos por militares
y civiles de la pasada dictadura que asoló al Uruguay. En la
performance se presenta el tema de los desaparecidos políticos
y se apela al compromiso de los espectadores obligados a aceptar o no,
simbólicamente, la realidad de la brutal y feroz represión,
a través de un trozo de papel que representaba a aquéllos
(Fig. 1).
Otra performance paradigmática
fue la realizada por el artista venezolano Juan Loyola, en las rampas
de entrada del edificio de la 18a. Bienal de San Pablo, Brasil, en 1985,llamada
Fondo Monetario Internacional, Andá a la Puta Madre que te Parió.
Allí, "un mar de tinta roja" inundó las vías de
entrada a la Bienal en el día de su apertura y Loyola y sus ayudantes
y, también, algunos ocasionales visitantes a la Bienal, cayeron,
rodaron, se pusieron de pié y volvieron a caer. etc., en una
clara referencia a los "baños de sangre" que se venían
llevando a cabo en Venezuela y otros países con motivo de las
represiones populares y las durísimas restricciones al consumo
que provocaba el compulsivo pago de la deuda externa y sus intereses.
ARTE REVOLUCIONARIO Y
BÚSQUEDA FORMAL
Se puede hablar de arte
revolucionario bajo dos puntos de vista. Por un lado, los cambios radicales
que una obra puede proponer a partir de su inmanencia, es decir, en
cualquiera de sus instancias : creación, difusión, consumo,
soporte, códigos empleados, etc. Como es sabido, los contenidos
tienen un carácter histórico y "están" en el seno
de la vida social. Lo que concreta el cambio o la evolución reside
en la forma de expresión de aquellos contenidos, sobre todo cuando
se adecuan. Por otra parte se habla de arte revolucionario cuando éste
se pone al servicio de la "revolución". Al llegar a este punto
se trataría de precisar qué es lo revolucionario y bajo
que punto de vista se encara (social, artística, etc.). Como,
sin duda, esta connotación dependerá de quien se exprese
o imponga la "tendencia", la discusión correrá los avatares
propios de la lucha ideológica. Tal vez examinando la estructura
de la obra de arte bajo un punto de vista material (funcional) sea posible
alguna conclusión. Por este sendero se cita a Alvaro de Sá
(1977) :
"Producción y comunicación
pasaron a integrarse dialécticamente y, esta última, también
actividad productiva, se incorporó íntimamente a la vida
de las sociedades, tornándose en uno de sus principales aspectos.
En cuanto actividad de relación, la comunicación refleja
el carácter de las relaciones de producción, los antagonismos
sociales resultantes y las contradicciones que estas relaciones de producción
presentan con las fuerzas productivas. Es, entonces, en este nivel,
y sólo en él, que la comunicación asume el carácter
de ideología".
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Fig. 2.-Exposición
Tucumán Arde, prontamente clausurada
por los militares golpistas en Buenos Aires, Argentina.
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Es decir, en tanto producto
de comunicación, eficaz para la transmisión de sus contenidos
(no importa cuáles), la obra de arte debe valerse de los medios
más competentes para su función relevante: la comunicación
de información, nueva o ya establecida en los repertorios del
saber social. En tanto "auxilio" de aquella producción, no puede
dejar de expresar todo aquello que rodea la operación creadora
: los medios, la situación del artista, las formas de difusión,
la sociedad en la que se crea, sus relaciones con las demás áreas
de la sociedad, incluyendo el poder, etc.
Así, ninguna obra
puede dejar de expresar su época y el lugar en donde fue realizada
aunque su contenido parezca desmentirlo. También puede establecerse
el doble discurso cuando la forma y el contenido se contradicen, llegando,
incluso a la situación en que ocurran paradojas del tipo de contenidos
explícitamente revolucionarios expresados en formas perimidas,
lo que, formalmente, los desmienten o viceversa.
Otro criterio para determinar
el carácter revolucionario de una obra de arte es el expuesto
por Walter Benjamin (1973), para quien el arte de avanzada o revolucionario
es aquel que impulsa a las fuerzas productivas, sobre todo, a los modos
y formas de producción más eficaces en relación
a las del pasado. No acompasar ni menos oponerse, sino ayudar a desarrollar,
en todas las formas posibles, tanto los instrumentos de producción
como las formas sociales que permitan un mejor aprovechamiento de las
capacidades humanas. Y esto significa, bajo el punto de vista del artista,
impulsar los nuevos medios de comunicación a través de
su ejercicio y experimentación creativa no sólo de los
nuevos materiales o soportes sino, también, de las nuevas formas
de interrelación humana. No se apologiza la actitud supuestamente
objetiva o prescindente del arte o del artista frente a la realidad
social. Como ya se observó tal objetividad es imposible, aunque
el ancho abanico de posibilidades intermedias entre ambos polos amerita
todo tipo de actitudes.
Por este camino se examinarán
tres experiencias que, de acuerdo a la clasificación de García
Canclini "...busca(n) actuar sobre la conciencia política de
los participantes, y convertir las obras en ensayos o detonantes de
un hecho político."
La acción estético
- política realizada en 1968 por un grupo de artistas argentinos,
conocida como Tucumán Arde, quienes, tratando de encontrar los
caminos hacia un arte volcado a la consecución de mejoras para
los sectores más desposeídos de la sociedad argentina,
en tanto iban conformando la fuerza social para el cambio de estructuras,
se abocaron a desmitificar la acción del gobierno militar. Eligen,
para tal propósito, la situación totalmente angustiosa
de los trabajadores agrícolas de la norteña Provincia
de Tucumán, explotados por las refinerías de azúcar
que, en connivencia con el gobierno, habían lanzado la "Operación
Tucumán" con el inconfesado propósito de liquidar los
sindicatos tucumanos que impedían una explotación mayor.
Frente a este panorama,
el grupo urde su táctica artística, creando un circuito
informacional. Primero llamó a una conferencia de prensa en donde
informó falsamente acerca de las actividades del grupo al mismo
tiempo que artistas y técnicos viajaron a Tucumán para
recoger en directo testimonios de la miserable vida que padecía
el pueblo de aquella región. La parasitación de los medios
de comunicación masiva terminó con una segunda conferencia
de prensa en donde el grupo puso en claro sus propósitos: la
denuncia pública y masiva de un sistema de producción
obsoleto basado en la explotación y el hambre de los trabajadores
agrícolas tucumanos.
Aprovechando el aire inocente
de una "1er. Bienal de Arte de Vanguardia" (nunca realizada), pegatinearon,
en las calles y lugares públicos, obleas con la palabra Tucumán,
a la cual, más tarde, agregaron la palabra Arde e inauguraron,
en Rosario, Santa Fe y en Buenos Aires, una exposición con todo
el material recogido en aquella Provincia : filmes, fotos, documentos,
grabaciones, estadísticas, propaganda gráfica de los sindicatos
azucareros, audiovisuales, etc. Al día siguiente hubieron de
levantar la exposición apercibidos por el poder militar. Entre
muchos otros artistas participaron Juan Pablo Renzi, Graciela Carnevale,
León Ferrari, Roberto Jacoby, Rubén Naranjo, Jaime Rippa,
etc. La acción se completó con la compilación,
análisis y publicación de los documentos y la fundamentación
teórica de la propuesta artística, de la cual se extracta
:
"Nosotros queremos restituir
las palabras, las acciones dramáticas, las imágenes en
donde puedan cumplir un rol revolucionario, donde sean útiles,
donde se puedan convertir en armas para la lucha. Arte es todo lo que
moviliza y agita. Arte es lo que niega este modo de vida y dice : hagamos
algo para cambiarle."
La siguiente experiencia
tiene que ver con la solidaridad internacional en relación a
los trágicos sucesos ocurridos en el contexto de una movilización
popular por la vigencia de los derechos humanos en la Plaza Tienanmen,
en China. El 14 de Julio de 1989, en Buenos Aires, decenas de ciclistas
se desplazaron por diversos barrios y enclaves céntricos de la
ciudad con detenciones en lugares de gran concentración pública
en donde realizaron actuaciones de diverso tipo : pantomimas, danzas,
esculturas vivientes, etc., para atraer la atención de la gente
e informar sobre la represión que sufrieron los estudiantes chinos.
La obra, cuyo instrumento expresivo fue la bicicleta, medio de transporte
usual en China, fue catalogada de "Ready - Made Social" por sus autores,
Fernando Bedoya y Emei, junto a la asistencia del grupo Capataco y otras
instituciones. También fue definida como "...la apropiación
de la calle como soporte del arte y el juego como elemento de transformación
de dogmas."(1989).
La obra denominada Bicicletas
a la China se propuso, explícitamente, superar desde el discurso
cultural el divorcio con lo político. Las escenas plásticas,
llamadas "esculturas heróicas", que se realizaron con las bicicletas
fueron el modo operativo para connotar lo "chino" y la protesta de los
jóvenes estudiantes, en un esfuerzo por superar la mera representatividad
que suele ocultar los hechos y la realidad (porque los sustituye) bajo
un manto de signos banalizados e inoperantes, tratando de establecer
las bases de un lenguaje de la acción.
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Fig. 3.-Obra
colectiva realizada en oposición a la guerra del Golfo,
Montevideo, Uruguay.
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Por último se detalla
la acción colectiva realizada por el Grupo de Artistas Plásticos
Uruguayos en relación a la Guerra del Golfo Pérsico dirimida
entre los Estados Unidos de Norteamérica, con el aval de las
Naciones Unidas, e Irak. La acción se realizó el 15 de
febrero de 1991 frente al Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno
uruguayo y consistió en una "acostada " en la céntrica
Avenida 18 de Julio de Montevideo, con detención del tránsito
y una "tapada con diarios", en tanto se oían sirenas y se desplegaba
un cartel en donde se leía: "Gente en obra :Artistas por la Paz".
La demostración tuvo varias facetas: se realizó para denunciar
la violencia que se ejerce para resolver los problemas políticos
y sociales, tanto internos como externos y, además, de cara a
la frivolidad y falta de sensibilidad de los medios de comunicación
masivos, para los cuales no existieron bajas ni muertos y todo el exhaustivo
despliegue de la maquinaria de guerra de última generación
reducido a las apariencias de un juego electrónico. Y, también,
frente a la onnubilización y negación de la realidad de
los gobiernos, para los cuales no existió una situación
beligerante, es decir, no hubo guerra aunque murieran cientos de miles
de personas, entre civiles y soldados, casi todos de nacionalidad iraquí.
Los artistas no sólo hicieron "reales "a las infaustas víctimas
sino, también, denunciaron su inocencia y la inutilidad de esas
muertes "sin nombres", ocurridas en beneficio de unas pocas transnacionales
del petróleo y del prestigio de algún político
asociado a ellas (Fig. 3 y 4).
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Fig.
4.-Otro aspecto de la acción Gente en Obra:
Artistas por la Paz.
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EL ARTE Y LA CALLE
La calle, por sus características
y por su índole de centro de la vida social, se desentiende de
lo que es arte y de que no lo es, al contrario de las galerías
y museos que imponen su lógica de consumo, es decir, todo lo
que se expone en ellos es arte o asume ese carácter (si no lo
es). En cambio la calle enfatiza la relación comunicacional,
permitiendo que el arte despliegue toda su funcionalidad, su razón
de producto de comunicación y no de mera mercancía sujeta
a la leyes del mercado y del lucro comercial.
También, la calle
al desgajar al arte del conjunto de los mecanismos o aparatos de contralor
del Estado aplicados a cohonestar o legitimar su existencia, le devuelve,
a aquél, la función que tuvo desde el momento en que el
hombre tuvo acceso a sus facultades simbólicas y a la comunicación.
La calle, además, al desarticular las oposiciones del tipo bueno/malo,
lindo/feo, objetivo/subjetivo, etc., hace posible la libre opción
del espectador al permitirle elegir el sentido o los significados que
la obra le presenta, de acuerdo a su repertorio de conocimientos y experiencias
personales, sin autoritarismos, ni imposiciones ideológicas.
Sin embargo, las situaciones
no son tan ideales como las descriptas ni tan reales y determinadas
que basten algunos algoritmos de acción artística para,
finalmente, lograr la pretendida unidad arte/sociedad. Tan sólo
se puede afirmar, provisoriamente, que la calle y los espacios urbanos,
favorecen esa esquiva relación, porque, al no desgajar ni aislar
al arte de sus productores/consumidores (es decir, la sociedad en su
totalidad), mantienen incólume la trama de sus relaciones interpersonales.
Tal vez, pareciera un mecanicismo
torpe afirmar que la galería o el museo, al romper aquella relación,
fruto de la funcionalidad del arte, descalifiquen absolutamente a la
obra. En verdad, no impiden el proceso comunicacional, sólo trasladan
la determinación y la desvían hacia su función
auxiliar, intrínseca, de transmisora involuntaria de ideología,
para neutralizarla y ponerla a su servicio. Los sectores sociales preponderantes
en la sociedad, dueños de las galerías y administradoras
de los museos, se adueñan de toda la producción simbólica
de la sociedad (aún aquella que los cuestionan) y la descontextualizan
en esos ámbitos exclusivos. Allí, las obras no sólo
significan lo que en ellas quiso expresar o sugerir el artista sino,
también, connotan el poder de sus actuales custodios.
Allí nace la descalificación
o el silenciamiento de todo el arte que se realice en la calle (salvo
aquel que reitere los vicios del consumo galerístico). Allí
el arte no afianza ni legitima el poder vigente ni cohonesta ninguna
acción político - social que se emprenda en nombre de
aquella pertenencia, fruto del omnívoro poder económico.
La calle va más
lejos. No sólo cuestiona el arte sino que, también, discute
la cultura y los fundamentos, al parecer inconmovibles, que la sustentan.
Claro está que entendiendo "calle" como derivación metonímica
de "vida social". Es en ella, realmente, en donde los cuestionamientos
artísticos pueden superar sus límites simbólicos
y acceder a los cambios radicales no sólo a nivel de la representación
sino a nivel de la realidad misma.
Bibliografía
consultada
Bedoya, Fernando
y Emei - El conflicto como objeto, revista Manuscritos, nro.4, Buenos
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Benjamin, Walter
- Discursos interrumpidos I, Taurus, Madrid, 1973.
Centro de Arte
y Comunicación - Arte de Sistemas II, CAYC, Buenos Aires, 1972.
Comité de
Artistas Argentinos - Declaración, revista "OVUM 10", nro.9,
Montevideo, 1971.
de Sá, Alvaro
- Vangarda, Producto de Comunicaçao, Vozes, Petropolis, Brasil,
1977.
Escombros, Grupo
- Una Estética de lo Roto, Escombros, La Plata, Argentina, 1989.
Escuela Nacional
de Bellas Artes - Una experiencia Educacional 1960-1970, ENBA, Montevideo,
1970.
García Canclini,
Néstor - Vanguardias Artísticas y Cultura Popular, fasc.
Transformaciones nro.90, Buenos Aires,1973.
- La Producción
Simbólica, Siglo XXI, México, 1979.
Padín, Clemente
- De la Representation a l´Action, Doc(k)s, Marsella, Francia, 1975.
- El Conceptualismo
o el Sentido Ideológico de la Vanguardia, revista "Carta Cultural",
nro.1, Montevideo, 1987.
- Action - Works
1970-1991, 3ra. Edic. del autor, Montevideo, 1991.
Vigo, Edgardo Antonio-
De la Poesía Proceso a la Poesía para y/o a Realizar,
Diagonal Cero, La Plata, 1970.
Yuliani, Jorge
- Artistas Manifestaron por la Paz, diario "La República", Feb.16,
1990,Montevideo.
Clemente Padín: C. Correo Central 1211, 11000 Montevideo - URUGUAY
Para ESCANER CULTUTRAL, Diciembre del 2000.