Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 25.
12 de Enero al
12 de Febrero de 2001.

Antes que nada quiero expresar mi agradecimiento a los lectores por mandar sus comentarios sobre esta columna, espero que en este nuevo año que empieza podamos seguir compartiendo esto....

GOKU, SUPERMAN
Y SUS PANDILLAS

Desde México: Gabriela Calderón

A lo largo de esta columna experimentaremos toda una serie de sentimientos, emociones, frustraciones, enojo e incluso rabia al enfrentarnos a esta complicada descripción y análisis de los personajes de caricaturas con los que hemos crecido, sufrido, llorado y hasta querido ser.

No pretendo exaltar o enaltecer al Anime o al Cartoon, sin embargo dentro de su desarrollo encontramos una diversidad de características que podrían inclinarnos hacia una parte. Tal vez se rompan algunos esquemas con los que hemos crecido, pero nada de esto podemos evitar.

Los esquemas presentados por los medios de comunicación nos han presentado ciertos estereotipos que se han ido modificando con el tiempo y las exigencias del público; las transmisiones son más abiertas, aunque la censura todavía hace de las suyas. Esto logra que el público forme su propia opinión y amplíe sus gustos. No pretendo decir que el Anime es lo mejor que en esta vida nos pudo haber pasado, o que el Cartoon es insípido y sin contenido (superficial)

El lector podrá hacer uso de su conciencia, de su historia y su contexto para poder apreciar y crear su opinión a cerca de este.

Aunque sí les prometo un viaje interminable a las fantasías y a los sueños y recuerdos en esta vida.

Actualmente la mayoría de los espectadores infantiles, crecen y viven a diario rodeados por las producciones que inundan las pantallas de sus televisores, los cuales en su mayoría son ideados, producidos y distribuidos desde los Estados Unidos y desde el Japón, situación que no habría de tomarse en cuenta si las horas expuestas a estas producciones no crecieran a pasos agigantados de generación en generación, creando individuos que llegan a asimilar consciente o inconscientemente las imágenes propuestas por el televisor como parte importante de sus vidas, así como las formas ajenas a su contexto próximo que ésta les transmite.

No cualquiera puede hacer una animación que incluya contenido y drama además de ser variados; cuando los temas son siempre los mismos, como suele suceder en occidente, las diferencias radican en la utilización de mejores técnicas o nuevas propuestas estéticas.

Así que los animadores para crear productos más competitivos tienen que recurrir a mejoras que la competencia descuida, como son las historias o los personajes, a fin de cuentas lo que importa no es llegar sino mantenerse, y eso se aplica no sólo en la animación, sino también en la medicina, el diseño, o cualquier otra actividad humana.

El creador de un producto plasma en él su momento histórico y social y en ocasiones este proceso se vuelve lineal (concepción-desarrollo-ocaso), pero en otros casos, el creador va más allá de simplemente dejarse moldear por su momento y concibe un producto autónomo de interrelación (concepción-desarrollo-retroalimentación-concepción-mutación-concepción y así hasta el infinito).

Esto pasa con muchas de las animaciones que hemos visto a lo largo de nuestra vida, hemos crecido con imágenes que representan lo que hemos querido ser, o quien me va a negar que de niños no quisimos ser Super Man o el Hombre Araña o mejor aún ser el capitán del SDF-1.

Mientras la animación de Estados Unidos repite sus argumentos y estructuras una y otra vez hasta el cansancio, la animación japonesa ofrece mayor variedad de historias originales y no producidas por enormes compañías, sino por humanos, hombres y mujeres que se expresan y logran transmitir emociones a través de sus animaciones, ideando grandes historias con una muy buena propuesta gráfica y de contenido narrativo. Ofreciéndolas a un público más amplio, pensando en los niños, las niñas, adolescentes y adultos, haciendo de la animación una forma alternativa y de aceptación de géneros infantiles, de ciencia-ficción, dramas y hasta historias eróticas. Y con esto poder transmitir las más amplias emociones y sentimientos que hacen que uno como espectador logre sentir lo mismo que el personaje haciendo que esta animación sea única en su clase.

Pero cuidado Estados Unidos ha ido aprendiendo que una buena animación no forzosamente tiene que ser espectacular en su diseño sino lo importante de estos tiempos es el presentar historias más reales con argumentos que reflejen a la sociedad en sí y que hagan que su público sufra y viva con sus personajes . Tal es el caso de los Simpson o de la nueva serie Futurama donde su creador refleja a una familia común americana y representa los momentos por los que pasa una familia americana.

Si desea comunicarse con: Gabriela Calderón puede hacerlo a gcalderon@correoweb.com
Esperamos Su Opinión.
  
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