Cheo Morales H.
Frankfurt a.M.- Alemania.
|
Pintura de
Dalí .
|
Tanto a seres humanos como a animales,
por lo que me he podido dar cuenta, les preocupa lo del más allá
como una obsesión, y no es que sea un erudito en cuanto a la
psicología o parapsicología, sino que simplemente este
es un fenómeno que vengo observando desde los tiempos en que
me preguntaba, ¿de donde venimos? O, simplemente, ¿a dónde iremos
después de esta vida?
Por supuesto no soy el único
viviente que se viene haciendo esta pregunta, como una pesadilla de
interrogaciones sin espuestas concretas, salvo lo que nos enseñamos
en el Catecismo cuando pequeños. Desde luego, no me voy a poner
a cavilar sobre cuestiones devenidas del misterio o de los clásicos
de la teología; no, simplemente, deseo tomar el pulso a las creencias,
sean estas filosóficas, religiosas o, simplemente, meditabundas.
Por estos lados, donde reposa mi cuerpo y mi mente en un auto exilio
voluntario, cuando a la sombra de mis recuerdos siento el aullido de
un perro en la lejanía se me viene en mente los lamentos nocturnos
de estos caninos, de los gatos y de cuanto animal respira, lo que queda
de oxigeno cuando el sol se ha perdido tras la cara opuesta de nuestro
mundo. Hay gentes que dicen que los animales a través del misterio
de la noche ven espíritus, ánimas, seres invisibles y
otros con formas de seres que podrían ser humanos que vagan por
los espacios libres, así, de incógnita para no ser reconocidos
por los vivos. También hay seres, de carne y hueso, que ven fatas
morganas, esqueletos, animales cuyas especies son de ficción;
cuentas de estas pesadillas, visiones o recuerdos de cosas que han dejado
de existir. Desde luego todos las creen, porque ellos mismos las han
vistos, o creen haberlas vistos. Es como una liturgia de los sentidos,
cuyas cuasi mitología las creemos a pies juntillas. Y si no existiera
esta fantasía verosímil entonces, y si no existiera toda
una simbiosis y un enorme armario de supuestos, entonces seríamos
entes sin visiones futuristas y totalmente incrédulos del pasado
lejano y del presente.
|
Los creyentes acomodados se sientan
a la mesa a saborear el producto de su poderío sin acordarse
del más allá. No es necesario, ya que a medida que se
va incrementando la riqueza se van perdiendo las esperanzas; en cambio,
los que tienen poco o nada, cada vez que les sucede algo, cuando comen
o cuando ayunan (por desgracia), cuando tienen pena o dolor, cuando
están contentos o son unos desgraciados, antes de cualquier determinación
atisban el horizonte de la nada o levantan la cabeza hacia lo alto con
la certeza de que allí está El, y dan gracias por el pan,
por la vida, por la lluvia, por el amor recuperado, por la plata, por
los difuntos, etc.., y se dan un baño de esperanzas, esas que
nunca se pierden. y se santiguan en nombre del Padre, del hijo y del
espíritu.
Mientras más abandonados estemos,
más cerca de las cosas de la nada estamos. Los ricos llenan los
templos en domingos de gloria y otros, que como las funciones sociales,
sirven para estrenar gala, novia o cualquier cosa que otros no poseen;
los pobres, nobles, brutos, incorruptos y de todo un poco, van a las
romerías, caminan de rodillas, se bendicen a golpes de romero
o de parque, hacen penitencias y pagan mandas por favores y dádivas
que nunca han recibido, ya que en esta vida, en la pasada y la por venir,
nadie da nada. Pero todos somos felices de pertenecer al mundo de lo
inmaterial.
Un filosofo alemán dijo (a
lo mejor quiso decir otra cosa) que la religión era el opio de
los pueblos. No estoy muy seguro si tenía razón, o no,
la cuestión es que el opio de las ideas hoy va quedando en el
cuarto de los fantasmas, y estos ya no recorren las aldeas, villorrios
y los Burgos urbanos, tal como en el siglo diecinueve y veinte; ahora,
el maldito opio, que en nada se parece al que se extrae de la amapola,
sino más bien, tiene un nuevo rostro, perfil y olor.
|
Por ejemplo, para no perdernos entre
el tumulto de la civilización, ¿qué nos dice la amalgama
del consumo moderno? En que nuevas brujas se pasean por las pasarelas
de los anfiteatros, nuevos opulentos magnates se hacen invisibles tras
una nube de guardias de la seguridad habeas corpus. Pues, es la nueva
revolución, la que ha puesto en marcha una, también, nueva
religión. Los perros, los gatos, los búhos, fieras y todo
cuanto bicho sea, los mejores amigos del hombre, ya no aúllan
viendo imágenes borrosas de un tiempo pretérito y por
venir. La vida está cambiando a una velocidad vertiginosa, con
decirles que hasta los vencedores de la velocidad del sonido, de la
luz y los que son capaces de traspasar la materia como un haz de luz
se están quedando sin credo.
Cuando un viejo/a, o cualquier que pudiera escuchar y entender estornudaba,
el más cercano le decía
"Jesús, María y José", hoy
en día cualquiera puede reventar estornudando y nadie se va a
dar por enterado. Si una chiquilla dejaba caer el pañuelo en
cualquier vereda una turba de admiradores lo cogía en el aíre;
pero hoy en día quién usa pañuelos? Que yo sepa,
a las únicas personas que se les atiende en una calle cualquiera
a es aquella que tiene algo que devolver por el gesto. Ya casi nadie
se salva.los sin "Dios ni Patria", matan, asaltan, roban,
violan, etc.. hasta el extremo que la confianza y las esperanzas se
van perdiendo por entre los vericuetos de la Ley del gallinero o la
de Mora, como me dice un amigo súper creyente, que combina el
credo con la búsqueda de la justicia, no como el Llanero Solitario,
sino como un Jesuita desposeído, sin reserva ni ingenio.
|
Imaginemos que un día cualquiera
apareciera en la pantalla de su letevisor un extra terrestre, y que
nos fuera presentado como un genuino de los que están desembarcando
a por granel en un aeropuerto que tan solo conoce la NASA, nos quedaríamos
con la boca abierta; me imagino que ya nadie se atrevería ni
a persignarse; los teólogos se quedarían sin argumentos
ni respuestas, y el dogma de "Dios nos hizo a su imagen y semejanza"
quedaría hecho trizas, y por fin, entraría aíre
fresco en nuestras conciencias de seres pasajeros: Estoy seguro, que
los animales domésticos se meterían bajo el sofá,
de la cama o se irían al patio; no ha esconderse por el miedo,
simplemente, ellos están preparados para este cambio radical,
ya que lo vienen prescindiendo desde antes de hacer guardia en las puertas
secretas de las Pirámides.
|
Entonces el secreto verá la
luz, la religión, los sacramentos, los rezos y plegarias, los
desheredados y opulentos quedarán desnudos a la luz de la verdad.
Los viejos fantasmas se harán un espacio entre nosotros para
contarnos las cinco verdades; nuestros perros, los gatos y cuanto animal
conocemos a través de Walt Disneys y el Libro de la Selva, ya
no nos mirarán con ojos de tristeza sino que se sentarán
a la mesa para tratarnos de igual a igual; claro, cada uno a su manera,
no como un castigo, sino como una lección de moral, ética
o, a lo mejor, para enseñarnos a ser invisibles y a vagar por
campos de brujerías y otras maldiciones.
© Derechos Reservados
en exclusiva para la revista "Escáner Cultural"
Frankfurt a.M. / Alemaia Agosto 2000
http://www.escaner.cl/reflexiones