Santiago de Chile. Revista Virtual.  Año 2
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 20.
12 de Agosto al
12 de Septiembre de 2000.

 

APOCALYPSIS.POP

Desde Chile: Gonzalo León

Los hombres X, héroes de la Marvel -competencia de la legendaria DC, que a mediados del siglo pasado impactó con historietas como Batman y Superman-, se enfrentan a Apocalypsis, un hombre o un androide, no se sabe bien en verdad, que viaja por el tiempo y el espacio, es inmortal o al menos eso parece, y su único fin es la destrucción total de nuestro universo, para así reinar para siempre en medio de la oscuridad total.

El Apocalypsis de los X-Men es el antihéroe de la zaga, pero así como él refleja la amenaza para nuestro universo, también en la historia del arte ha existido otro tipo de amenazas muy similares. Por ejemplo, entre este Apocalipsis y el Godzilla del cineasta japonés Inoshiro Honda hay pocas diferencias fundamentales. De partida, y según la escritora e intelectual hippie Susan Sontag, Godzilla -la invención de Honda- es una clara alusión a la amenaza de la destrucción total, una metáfora del Apocalipsis Bélico que una o más bombas atómicas podrían traernos. Sin embargo, el Apocalypsis de Los Hombres X es mucho más actual debido a que la Guerra Nuclear dejó ya de ser la única amenaza para la raza humana.

Lo que plantean entonces los creadores de los X-Men va mucho más allá, puesto que Apocalypsis es el estado más perverso de la condición humana. Dicho de otro modo, si no hubiese Bomba Atómica, de todas maneras los hombres nos la ingeniaríamos para inventar otra amenaza, e incluso mucho más definitiva y fatal. El Apocalipsis está en nuestra naturaleza.

Eso en el mundo del arte, pero refirámonos al Apocalipsis más conocido, al que aparece en la Biblia. Allí se habla de guerras, de desórdenes por todo el mundo, del Demonio ganando terreno, del Anticristo (a Juan Pablo II se le ha sindicado por algunas sectas como AQUÉL) y de unos jinetes -cuatro específicamente (aunque Larry Collins y Dominique Lapierre añadieron un quinto en la década de los 80: de nuevo, la bomba atómica)- que cabalgan sobre un caballo blanco, otro color fuego, uno negro y otro de color pálido, respectivamente, hacia el fin del mundo, repartiendo Guerra, Hambre, Peste y Bestias:

Y cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto viviente que decía: "Ven." Y miré, y he aquí un caballo pálido y el que lo montaba tenía por nombre "La Muerte"; y el Hades seguía en pos de él; y se les dio potestad sobre la cuarta parte de la tierra para matar con espada y con hambre y con peste y por medio de las bestias de la tierra. (Cap. 8 del Apocalipsis)

Les propongo que aterricemos bruscamente en Chile por unos momentos. En los años 80 también tuvimos nuestro Apocalipsis. Los 80 fue una década triste y melancólica, por lo que pensar en el Apocalipsis no resultaba nada de raro. Fue así como nació un colectivo de arte denominado Las yeguas del Apocalipsis. Homosexuales, 2, Francisco Casas y Pedro Lemebel, espantaban a la ciudad de Santiago con sus acciones de arte; como cuando en pleno Parque Forestal se encontraron con Nicanor Parra y no hallaron otra cosa mejor que enseñarle sus traseros.

-En esa época -recuerda Lemebel con cierta vergüenza- nosotras creíamos que todo lo que hacíamos era arte. Por otra parte, siempre cuando escuchaban hablar de Las yeguas... la gente se imaginaba que éramos hordas de homosexuales cabalgando, o dispuestas a ser sodomizadas en cualquier calle de Santiago.

Y resulta cierto lo dicho por Lemebel, pues la existencia de estas hordas sonaba mucho más contracultural y amenazante que un par de pobres maricones demode.

Chile también entonces tuvo y tiene su Apocalipsis. Hoy, Pedro Lemebel es quizá el escritor chileno -residente en el país- que vende más libros, y eso para muchos es sin duda el Apocalipsis total, la DEBACLE... Ustedes me entienden, al fin de las buenas costumbres, de la moral, del Opus Dei... Tengo que parar, pues ya estoy escribiendo como Pedro...

Marlon Brando y Martin Sheen también tuvieron su Apocalypsis Now, en 1979, en los Estados Unidos, en pleno Hollywood, la meca de la vulgaridad, como le llamaba J.D. Salinger.

Después de una guerra perdida ante unos míseros vietnamitas, del Hippismo que condenaba la intervención en aquel país, del escándalo de Watergate, Estados Unidos no podía sentir otra cosa que una particular y peculiar Apocalipsis. El país de la Estatua de la Libertad perdió la guerra pese a contar con sólo 50 mil bajas contra un millón del Vietcong. (Con todo, es necesario precisar que a Estados Unidos llegaron cerca de 500 mil mutilados, y otros tantos más eran los mentalmente mutilados.)

Pero concentrémonos en la película de F. Ford Coppola. Allí se narra el conflicto entre un coronel -Brando- a quien todas sus tropas le tienen una fe ciega, a lo más George Patton, y un capitán -Sheen- enviado a Camboya, para comprobar las matanzas que este coronel ordenaba ejecutar y también para eliminarlo por instrucciones precisas del Alto Mando. En el fondo, la película es una crítica a la manera en que Estados Unidos operó en Vietnam. Brando era la manera en que realmente operó (y que curiosamente resulta la más mágica en el filme) y Sheen era la manera que se pensaba que se iba a actuar. Ingenuos los norteamericanos, porque si existe algo predecible en una guerra es precisamente que no hay reglas, que será sucia. Un ejemplo basta para ilustrar esto: los norteamericanos cuando capturaban a un charli le cortaban los brazos y la cabeza, y a ese procedimiento ellos le llamaban muy graciosamente la camiseta, la famosa T Shirt.

Vietnam impactó al mundo, El palacio de la Moneda en llamas también, la guerra entre Irak e Irán, el atentando a Juan Pablo II qué decir, la Guerra del Golfo, Bosnia, Kosovo, Chechenia...

Si esta enumeración de guerras más el hambre en África y Asia y la pandemia del Sida por todo el mundo no es el escenario previo -y bíblico- para un Apocalipsis, ¿se puede saber qué es? Alguien me enseñó cuando estudiaba en la universidad que la realidad es definida a través del lenguaje. Si hablamos de Apocalipsis tanto en la realidad -noticias- como en la representación de ésta -cómics, cine y arte en general- precisamente éste debe ser el momento para el Apocalipsis.

Lo cierto es que los jinetes ya partieron, y en nuestro hipódromo esférico nadie se ha percatado. Tal vez, porque los ciegos no ven y los sordos nunca han escuchado.

 

1 Y que según el artista Carlos Altamirano, tuvo su antecedente en el Colectivo Acciones de Arte, CADA, fundado a finales de los 70.

2 Basada en la novela de Joseph Conrad, Heart of Darkness, ambientada en los mares del Sur.

 

Si desea escribir a Gonzalo León puede hacerlo a: gozalo@ctcinternet.cl


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