Por: Carlos
Yusti
La
escultura es una manera concreta de darle sentido, poética
y serenidad al espacio. Es una forma eficaz de metaforizar esa extensión
entre nosotros y el paisaje natural. La reciente exposición
del escultor José Rosario Pérez nos da un paseo por
el Orinoco y por la ciudad. Titulada "Pasajero silencioso del Orinoco"
reúne nueve piezas escultóricas, de mediano y gran formato,
en la sala de exposiciones temporales del Ecomuseo del Caroní
en Ciudad Guayana, en el estado Bolívar.
José
Rosario Pérez nació en El Tigre. Entre sus exposiciones
más importantes se pueden mencionar "Aguas, aires y tierras
de Guayana"(1995), "Homenaje a la construcción", Fundación
Cultural Orinoco. "Homenaje a Alejandro Otero", Galería Graphic,
Caracas y Sala de Arte Sidor, Ciudad Guayana (1981).
Su trabajo escultórico,
según sus propias palabras, está estrechamente vinculado
con el constructivismo ruso. Sus piezas se resuelven con círculos,
rectángulos, cuadrados y líneas. Todo unido de manera
armónica con la adición suplementaria del color lo que
le proporciona a las piezas, elaboradas en hierro, una versatilidad
muy especial, cierta elaborada sutileza donde todo está medido
a conciencia. No hay improvisación estas esculturas, ni dureza,
ni quietud. Son piezas, si se quiere, que buscan cierta flexibilidad,
un leve movimiento. Con esta nueva exposición José Rosario
busca que la escultura deje su pasividad monolítica y adquiera
mucha elasticidad y vibración. La espectacularidad de la colada
de acero en las empresas de la C.V.G le ha servido de leitmotiv inspirador
para esta nueva propuesta escultórica. Además de la
colada ha querido convertir al río como una referencia insoslayable
de a ciudad, el río como puente vital o como él lo ha
dicho en una entrevista: "Empecé a desarrollar lo que son las
coladas, pero se me presentó el problema de cómo debía
presentar poéticamente lo que significan y además cómo
hablo poéticamente de lo que significa el río Orinoco,
que ha sido el camino para que ese hierro transformado en una colada
llegue a distintos lugares".
A
José Rosario le preocupa la escultura como objeto trabajo desde
la posición del artesano y al mismo tiempo busca que la escultura
sea una metáfora palpable de sus ideas y sus visiones: "Tuve
que convertirme en herrero, tuve que ser artesano porque en la ciudad
no había un herrero con la pericia requerida para elaborar
las piezas, tuve que instalarme en una herrería y trabajar
por meses hasta aprender el oficio. Además esto me permite
un mejor control al momento de unir los distintos elementos geométricos
que conforman la pieza".
Los
materiales primordiales son el hierro y la pintura industrial. El
color tiene una nomenclatura especial. Así el rojo significa
la intensidad mayor de la colada, representa el fuego y simboliza
ese momento crucial cuando los hornos están a su máxima
intensidad y el hierro convertido en materia liquida va cayendo a
los recipientes. El azul es cuando el horno tiene una actividad menos
efusiva. El blanco es el aluminio y el negro es cuando el horno está
apagado. Sobre la pintura José Rosario ha dicho: "La pintura
es de automóvil, porque de alguna manera estoy realizando mi
obra para ser colocada a la intemperie, para que puedan situar en
espacios abiertos(...)Cuando utilizo el color no es por casualidad,
el color responde a una necesidad de metaforizar la idea..."
Pensar
la escultura, analizar sus posibilidades, medir sus dimensiones y
equilibrios es el primer tramo en el trabajo artístico de José
Rosario. No dejar nada al azar, ni a la desidia. Trabajo continuo
y sistemático es necesario para finalizar una escultura. Además
para José Rosario el arte no es un divertimento inútil
o como él lo expresa: " Hay un pensamiento de Naum Gabo que
dice: El arte no tiene como misión distraer la vida sino
organizarla. He pensado que a través del proceso cultura
se puede mejorar la sociedad. En el proceso educativo, la escuela
te enseña a leer y escribir, pero la cultura te sensibiliza.
No creo en un pueblo que sepa leer y escribir, pero que no tenga niveles
sensibles. La sensibilidad te permite a destruir lo que es patrimonio
colectivo, te permite vivir la esencialidad del ser. Esa es una de
mis luchas."
Y
no es retórica altruista. José Rosario Pérez
aparte de pensar sus esculturas en los mínimos detalles, realiza
trabajo de promoción cultura que vale la pena destacar. Su
proyecto "Centro de información de Artes Plásticas Alejandro
Otero" le ofrece a la comunidad un conjunto de talleres de artes visuales,
cerámica, manualidades y construcción de juguetes. Con
una casa-taller, construida en su totalidad por el mismo escultor
y su familia, acondicionada para tal fin José Rosario intenta
acercar el arte a la gente. Su Centro de Formación es una puerta,
una ventana que le permite a niños, hombres, mujeres, estudiantes,
amas de casa, profesionales conocer de cerca todo el proceso de trabajo
y creación que existe detrás de toda obra de arte.
José Rosario es un trabajador incansable. Nunca se está
quieto. Ha tratado de realizar su trabajo de promotor cultural sorteando
todas las burocracias inimaginables. Como escultor ha tratado de crear
una obra de cierta relevancia. Quizá el arte no mejore nada,
a lo mejor el arte es una fisura donde tratamos de esconder lo peor
y lo mejor que hay en nosotros. Sigue siendo valido y actual lo escrito
por Félix de Azúa: "Es inútil protestar, patalear,
burlarse o llorar, lo cierto es ya sólo la administración
pública se ocupa del arte y de la religión. Si no fuera
por las subvenciones estatales, el arte y la religión ocuparían
un territorio similar al de la filatelia. Y el Estado subvenciona
porque su existencia, unida a su ineficacia, convierte al arte y a
la religión en cómodas herramientas de control. Y así
como el burócrata eclesiástico está obligado
a afirmar su fe en Dios, el burócrata artístico debe
afirmar su fe en el Arte".