Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 29.
12 de Mayo al
12 de Junio de 2001.


UN DÍA DE ANDRÉS
EN EL MANICOMIO

Autor: Miguel Ángel Sánchez Valderrama

Un pequeño pincho en la planta de mi pie derecho, no sé lo que és, pero lleva varias semanas ahí clavado, minúsculo, lo habría pisado por ahí, se habría colado en mi zapato, y clavado, un pequeño pincho, no sé lo que és, es un tanto molesto. Un señor iba por la calle, en esta Semana Santa, diciendo que es Jesucristo (estaba tan convencido que las gentes creían que estaba totalmente chiflado... "yo soy el Mesías, soy el auténtico Jesucristo", cosa que un niño se acerca, el tipo que se cree Jesucristo, estaba en la mitad del bulevar, en ese bulevar hay muchas gentes multicolores paseando, con muchas prisas, no se paran a escuchar tonterías, pero hay unos pocos que se pararon a escuchar al supuesto Jesucristo, un niño se acerca y pregunta: "Vale, a ver, dónde están las llagas, a ver las manos, a ver las costillas, a ver las marcas, si no no me lo creo, sabes..." Cosa que el supuesto Jesucristo seguía con su letanía, con su decir Soy el Jesucristo, ignorando literalmente al niño preguntón...). Un poco más allá del bulevar hay una cafetería-pub, donde se reúnen muchos poetas, intelectuales, que beben y charlan, lanzan revistas literarias, los poetas se reúnen, se escriben poesías, ¿y los relatos?, nada, solamente poesías, ¿sabes?, ¿cómo se escribe poesías?, el impertinente niño, pues nada, escribiendo poesías, ¿y por qué no relatos?, por que es largo, la poesía es lo suyo, ah, ah.

Vale:

Yo soy tú/tú eres yo. El río viene/ el río se va. Tú eres más alto que yo/ yo soy más bajo que tú.

Eh, niño, eso no es poesía, eso parece un ejercicio de lengua en la escuela primaria.

Por eso señores, no soy poeta. No sé escribir poesías. El niño se larga, dispara, corre, escabulle, convencido, nunca formará parte de un club. Sobre todo por problemas personales y por otro lado de qué va la poesía. Bah.

Nunca he visto a un niño tan impertinente, ni tan vulgar, ni tan desternillante, ni tan desquiciante, eh niño, respeta a los poetas, dicen algunos.

Pensaba desde un manicomio. Todos locos, incluido yo. Había un chiste: unos "locos" se asoman al muro que separan el mundo de los "cuerdos" de los "locos". La ciudad en guerra, sonidos de ametralladoras, caen bombas sobre edificios, francotiradores, todo eso en el mundo de los "cuerdos", un "loco" le dice al otro "loco", eh, tú, después dicen que estamos locos, ¿pero realmente no son los locos esos que se matan entre sí, y nosotros los cuerdos que vivimos en paz...?

Desde el manicomio me acordaba de cosas. Si no fuera por la amabilidad de la enfermera no escribiría esto, la enfermera me ha prestado una máquina de escribir, para que dejara de poner palabras absurdas sobre las paredes, que emborrono las paredes dejándolos un asco, la enfermera se le ocurrió una feliz idea, prestarme una vieja máquina de escribir, polvorienta, que estaba guardado en el almacén desde que se informatizó todo, ahora los que están en la parte administrativa, papeleos, escriben con ordenador, todo se informatiza, eso va bien. También me ha proporcionado varios folios. Así la enfermera cree que no pintaré las paredes con lápices de colores absurdas palabras, como ella dice, qué absurdidades. Toma la máquina, así no emborrona las paredes. Y según ella, dibujando una sonrisa de satisfacción, da resultado, ya llevo varias semanas que no emborrono las paredes. ¿Por qué dice emborronar? El psiquiatra del centro introduce nuevos métodos terapéuticos, que consiste en que las gentes se diviertan, pinten, hagan psicodramas, pero todo literalmente limitados, por que si nos pasamos de divertidos entonces como que el psiquiatra se convierte en mármol y cree que algo anda mal. Empezé escribiendo sobre Semana Santa, por que estamos en Semana Santa, y me acordé de aquel niño que iba por ese bulevar que no creía nada del supuesto Jesucristo, y que luego se coló en una cafetería-pub "intelectual" tratando hacer poesía... Y luego desapareció, como si se lo tragara el cielo, en un santiamén, desapareció, como en la vida cotidiana desaparecen las gentes, hacen pequeñas representaciones y luego se largan a sus hogares o al trabajo o a la escuela y no lo volvemos a ver, quizás desaparecen menos los vagabundos que se tiran el día entero sentado en el banco cualquiera del bulevar, tocando flauta, acompañando al perro, pidiendo, emborrachándose... Digo esas cosas.

Yo era niño, aunque ahora tenga veintitantos años, yo también fue niño, todos fuimos niños, todos pasamos por la fase infantil, luego pasamos por la adolescencia... Cuando era niño, lo que más me impresionó de la cocina fue la olla express. Esa cosita que giraba alrededor de sí mismo y echaba humo, ¿pitorro?, sonaba, luego imaginaba el mundo de vapor, barco de vapor, el tren que echa vapor, las fábricas que echan vapor.

La olla exprés, sinónima del alma, un poco de zanahoria, un poco de carne, agua, un poco de diversas verduras, sazonar, un revoltijo de emociones, la olla exprés está a punto de explotar, una pequeña salida, ¿el pitorro?, ¿si no, explota? Si no soñamos o dormimos, ¿explotamos?

La hora de la expresión plástica, un compañero tiene la manía de pintar equis en color rojo, no pinta otra cosa, el equipo de terapeutas le está convenciendo que pinte otras cosas, que no se quede solamente con la equis y encima de color rojo (que se gasta el bote de pintura color rojo).

¿Realmente no vivimos en un mundo absurdo?

El psiquiatra toleró mi tecleo en la máquina de escribir, miró en principio de reojo, y con una cara interrogativa como diciendo ¿qué escribirá ese?, al final pensó, me confesó, siga usted dando al teclado, eso es bueno, por que escribir es como una terapia también, menos mal, por que pensaba que me iba a quitar la máquina de escribir. A parte, luego añadió, está bien, mucho teclear, pero también es bueno hacer laborterapia (¿?)... Y terapia del arte como pintar, cerámicas, plastilinas..., y algo de psicodrama. Nunca pensaba que esa mentalidad del psiquiatra iba a cambiar un poco el método terapéutico, aunque sus ojos expresan : "de todas maneras, no tienen soluciones, están locos de remates"

Los manicomios han cambiando, no eran como antes, camisas de fuerzas, electrochoc, pildoritas. Ahora los "locos" salen a la calle. Hubo intelectuales antimanicomios, que escribían montones de volúmenes, antipsiquiatras, y la cosa de los manicomios han cambiado algo, ahora los manicomios son lugares no obligados, uno puede ir cuando quiera, cuando lo desee, o casos concretos, aunque realmente las Autoridades no saben qué hacer con los "locos".

Hoy a las 12 del mediodía, clavado, vinieron unos clowns para divertirnos, y a las 14 horas clavado en el comedor comimos como angelitos, a las 15 horas hasta las 16 horas descanso, o sea, cada loco con su tema.

De 15 horas hasta las 16 horas vi televisión, dibujo animados, el pájaro ese que con su pico hace boquetes en la madera del árbol. Es un pájaro divertido, pero siempre lo mismo. Y el coyote siempre corriendo, es el siguiente dibujo animados, que siempre corre, idea, maquina, para atrapar a un pájaro que se llama correcaminos. Menudos pájaros están hechos, empezando por el psiquiatra.

Entre los compañeros, hay uno que está totalmente chiflado, es un punk veterano, como siempre tomaba ácidos, LSD, se le fue la cabeza, una vez le encontré hace años, en un pub, pegado a la barra del bar, que miraba por todos los lados, y complicándole la vida al camarero, venga, otra copa, venga otra copa, venga otra copa, y así, siempre decía lo mismo. Es el campeón, el número de copas lo avala.

Pensaba que nuestras vidas son como un disco, la ponemos en el tocadiscos, y cuando se raya el disco siempre repite la misma letra o la misma melodía, en el caso del punk es la de Venga otra copa, venga otra copa. Eso ocurre a veces. O si no, hay otro que dice he visto la luz, he visto la luz. Es el caso de un yogui, que ha visto la luz, y siempre en postura de loto, ¿y por qué está en el manicomio, por que ha visto la luz o qué? El psiquiatra tiene la palabra, o sea, nada, no tiene la palabra, supervisiona y a su despacho y luego charla en el Congreso de Psiquiatras, diciendo tonterías con palabras técnicas, realmente me compré un diccionario de términos psiquiátricos, así podré competir en tonterías con palabras técnicas, borro esto para que no lo lea, pero lo ha leído, esas cosas no se dice, me ha tolerado pero me echó una mirada casi asesina, como diciendo "por favor enfermeras, electrochoc para ese chico, es una bala perdida". Curiosamente entre el casi centenar de "locos", curiosamente soy el más supervisionado o controlado por el psiquiatra desde que empecé a dar al teclado de la máquina de escribir, marca Olivetti.

Palabra, supervisiona y a su despacho y luego charla en el Congreso de Psiquiatras, diciendo tonterías con palabras técnicas, realmente me compré un diccionario de términos psiquiátricos, así podré competir en tonterías con palabras técnicas, borro esto para que no lo lea, pero lo ha leído, esas cosas no se dice, me ha tolerado pero me echó una mirada casi asesina, como diciendo "por favor enfermeras, electrochoc para ese chico, es una bala perdida". Curiosamente entre el casi centenar de "locos", curiosamente soy el más supervisionado o controlado por el psiquiatra desde que empecé a dar al teclado de la máquina de escribir, marca Olivetti.

autor: Miguel Ángel Sánchez Valderrama
email: miguelasv@terra.es
nacionalidad: española
miércoles 11 de abril de 2001


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