Autor: Miguel
Ángel Sánchez Valderrama
Un pequeño pincho en la planta de mi pie
derecho, no sé lo que és, pero lleva varias semanas ahí
clavado, minúsculo, lo habría pisado por ahí, se
habría colado en mi zapato, y clavado, un pequeño pincho,
no sé lo que és, es un tanto molesto. Un señor
iba por la calle, en esta Semana Santa, diciendo que es Jesucristo (estaba
tan convencido que las gentes creían que estaba totalmente chiflado...
"yo soy el Mesías, soy el auténtico Jesucristo", cosa
que un niño se acerca, el tipo que se cree Jesucristo, estaba
en la mitad del bulevar, en ese bulevar hay muchas gentes multicolores
paseando, con muchas prisas, no se paran a escuchar tonterías,
pero hay unos pocos que se pararon a escuchar al supuesto Jesucristo,
un niño se acerca y pregunta: "Vale, a ver, dónde están
las llagas, a ver las manos, a ver las costillas, a ver las marcas,
si no no me lo creo, sabes..." Cosa que el supuesto Jesucristo seguía
con su letanía, con su decir Soy el Jesucristo, ignorando literalmente
al niño preguntón...). Un poco más allá
del bulevar hay una cafetería-pub, donde se reúnen muchos
poetas, intelectuales, que beben y charlan, lanzan revistas literarias,
los poetas se reúnen, se escriben poesías, ¿y los relatos?,
nada, solamente poesías, ¿sabes?, ¿cómo se escribe poesías?,
el impertinente niño, pues nada, escribiendo poesías,
¿y por qué no relatos?, por que es largo, la poesía es
lo suyo, ah, ah.
Vale:
Yo soy tú/tú eres yo. El río
viene/ el río se va. Tú eres más alto que yo/ yo
soy más bajo que tú.
Eh, niño, eso no es poesía, eso
parece un ejercicio de lengua en la escuela primaria.
Por eso señores, no soy poeta. No sé
escribir poesías. El niño se larga, dispara, corre, escabulle,
convencido, nunca formará parte de un club. Sobre todo por problemas
personales y por otro lado de qué va la poesía. Bah.
Nunca he visto a un niño tan impertinente,
ni tan vulgar, ni tan desternillante, ni tan desquiciante, eh niño,
respeta a los poetas, dicen algunos.
Pensaba desde un manicomio. Todos locos, incluido
yo. Había un chiste: unos "locos" se asoman al muro que separan
el mundo de los "cuerdos" de los "locos". La ciudad en guerra, sonidos
de ametralladoras, caen bombas sobre edificios, francotiradores, todo
eso en el mundo de los "cuerdos", un "loco" le dice al otro "loco",
eh, tú, después dicen que estamos locos, ¿pero realmente
no son los locos esos que se matan entre sí, y nosotros los cuerdos
que vivimos en paz...?
Desde el manicomio me acordaba de cosas. Si no
fuera por la amabilidad de la enfermera no escribiría esto, la
enfermera me ha prestado una máquina de escribir, para que dejara
de poner palabras absurdas sobre las paredes, que emborrono las paredes
dejándolos un asco, la enfermera se le ocurrió una feliz
idea, prestarme una vieja máquina de escribir, polvorienta, que
estaba guardado en el almacén desde que se informatizó
todo, ahora los que están en la parte administrativa, papeleos,
escriben con ordenador, todo se informatiza, eso va bien. También
me ha proporcionado varios folios. Así la enfermera cree que
no pintaré las paredes con lápices de colores absurdas
palabras, como ella dice, qué absurdidades. Toma la máquina,
así no emborrona las paredes. Y según ella, dibujando
una sonrisa de satisfacción, da resultado, ya llevo varias semanas
que no emborrono las paredes. ¿Por qué dice emborronar? El psiquiatra
del centro introduce nuevos métodos terapéuticos, que
consiste en que las gentes se diviertan, pinten, hagan psicodramas,
pero todo literalmente limitados, por que si nos pasamos de divertidos
entonces como que el psiquiatra se convierte en mármol y cree
que algo anda mal. Empezé escribiendo sobre Semana Santa, por
que estamos en Semana Santa, y me acordé de aquel niño
que iba por ese bulevar que no creía nada del supuesto Jesucristo,
y que luego se coló en una cafetería-pub "intelectual"
tratando hacer poesía... Y luego desapareció, como si
se lo tragara el cielo, en un santiamén, desapareció,
como en la vida cotidiana desaparecen las gentes, hacen pequeñas
representaciones y luego se largan a sus hogares o al trabajo o a la
escuela y no lo volvemos a ver, quizás desaparecen menos los
vagabundos que se tiran el día entero sentado en el banco cualquiera
del bulevar, tocando flauta, acompañando al perro, pidiendo,
emborrachándose... Digo esas cosas.
Yo era niño, aunque ahora tenga veintitantos
años, yo también fue niño, todos fuimos niños,
todos pasamos por la fase infantil, luego pasamos por la adolescencia...
Cuando era niño, lo que más me impresionó de la
cocina fue la olla express. Esa cosita que giraba alrededor de sí
mismo y echaba humo, ¿pitorro?, sonaba, luego imaginaba el mundo de
vapor, barco de vapor, el tren que echa vapor, las fábricas que
echan vapor.
La olla exprés, sinónima del alma,
un poco de zanahoria, un poco de carne, agua, un poco de diversas verduras,
sazonar, un revoltijo de emociones, la olla exprés está
a punto de explotar, una pequeña salida, ¿el pitorro?, ¿si no,
explota? Si no soñamos o dormimos, ¿explotamos?
La hora de la expresión plástica,
un compañero tiene la manía de pintar equis en color rojo,
no pinta otra cosa, el equipo de terapeutas le está convenciendo
que pinte otras cosas, que no se quede solamente con la equis y encima
de color rojo (que se gasta el bote de pintura color rojo).
¿Realmente no vivimos en un mundo absurdo?
El psiquiatra toleró mi tecleo en la máquina
de escribir, miró en principio de reojo, y con una cara interrogativa
como diciendo ¿qué escribirá ese?, al final pensó,
me confesó, siga usted dando al teclado, eso es bueno, por que
escribir es como una terapia también, menos mal, por que pensaba
que me iba a quitar la máquina de escribir. A parte, luego añadió,
está bien, mucho teclear, pero también es bueno hacer
laborterapia (¿?)... Y terapia del arte como pintar, cerámicas,
plastilinas..., y algo de psicodrama. Nunca pensaba que esa mentalidad
del psiquiatra iba a cambiar un poco el método terapéutico,
aunque sus ojos expresan : "de todas maneras, no tienen soluciones,
están locos de remates"
Los manicomios han cambiando, no eran como antes,
camisas de fuerzas, electrochoc, pildoritas. Ahora los "locos" salen
a la calle. Hubo intelectuales antimanicomios, que escribían
montones de volúmenes, antipsiquiatras, y la cosa de los manicomios
han cambiado algo, ahora los manicomios son lugares no obligados, uno
puede ir cuando quiera, cuando lo desee, o casos concretos, aunque realmente
las Autoridades no saben qué hacer con los "locos".
Hoy a las 12 del mediodía, clavado, vinieron
unos clowns para divertirnos, y a las 14 horas clavado en el comedor
comimos como angelitos, a las 15 horas hasta las 16 horas descanso,
o sea, cada loco con su tema.
De 15 horas hasta las 16 horas vi televisión,
dibujo animados, el pájaro ese que con su pico hace boquetes
en la madera del árbol. Es un pájaro divertido, pero siempre
lo mismo. Y el coyote siempre corriendo, es el siguiente dibujo animados,
que siempre corre, idea, maquina, para atrapar a un pájaro que
se llama correcaminos. Menudos pájaros están hechos, empezando
por el psiquiatra.
Entre los compañeros, hay uno que está
totalmente chiflado, es un punk veterano, como siempre tomaba ácidos,
LSD, se le fue la cabeza, una vez le encontré hace años,
en un pub, pegado a la barra del bar, que miraba por todos los lados,
y complicándole la vida al camarero, venga, otra copa, venga
otra copa, venga otra copa, y así, siempre decía lo mismo.
Es el campeón, el número de copas lo avala.
Pensaba que nuestras vidas son como un disco,
la ponemos en el tocadiscos, y cuando se raya el disco siempre repite
la misma letra o la misma melodía, en el caso del punk es la
de Venga otra copa, venga otra copa. Eso ocurre a veces. O si no, hay
otro que dice he visto la luz, he visto la luz. Es el caso de un yogui,
que ha visto la luz, y siempre en postura de loto, ¿y por qué
está en el manicomio, por que ha visto la luz o qué? El
psiquiatra tiene la palabra, o sea, nada, no tiene la palabra, supervisiona
y a su despacho y luego charla en el Congreso de Psiquiatras, diciendo
tonterías con palabras técnicas, realmente me compré
un diccionario de términos psiquiátricos, así podré
competir en tonterías con palabras técnicas, borro esto
para que no lo lea, pero lo ha leído, esas cosas no se dice,
me ha tolerado pero me echó una mirada casi asesina, como diciendo
"por favor enfermeras, electrochoc para ese chico, es una bala perdida".
Curiosamente entre el casi centenar de "locos", curiosamente soy el
más supervisionado o controlado por el psiquiatra desde que empecé
a dar al teclado de la máquina de escribir, marca Olivetti.
Palabra, supervisiona y a su despacho y luego
charla en el Congreso de Psiquiatras, diciendo tonterías con
palabras técnicas, realmente me compré un diccionario
de términos psiquiátricos, así podré competir
en tonterías con palabras técnicas, borro esto para que
no lo lea, pero lo ha leído, esas cosas no se dice, me ha tolerado
pero me echó una mirada casi asesina, como diciendo "por favor
enfermeras, electrochoc para ese chico, es una bala perdida". Curiosamente
entre el casi centenar de "locos", curiosamente soy el más supervisionado
o controlado por el psiquiatra desde que empecé a dar al teclado
de la máquina de escribir, marca Olivetti.
autor: Miguel
Ángel Sánchez Valderrama
email: miguelasv@terra.es
nacionalidad: española
miércoles 11 de abril de 2001