Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 29.
12 de Mayo al
12 de Junio de 2001.

   

OSCAR WILDE LIBERTARIO.
"EL ALMA DEL HOMBRE EN EL SOCIALISMO"

Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge

Presentación.

En esta ocasión, mi querido lector, me tomaré la atribución de hablarte de aspectos poco conocidos de la obra y quehaceres de nuestro querido Oscar Wilde 1. No es extraño que para autores como Borges por ejemplo2, los aspectos políticos de la obra del imponderable poeta irlandés hayan pasado desapercibidos, lo mismo que su homosexualidad o su nacionalismo para otros. Ya lo decíamos en un trabajo anterior (ver ESCÁNER CULTURAL No. 17): Ser irlandés, rojo y maricón, fueron las tres grandes desgracias para un hombre que siempre creyó en que la belleza, la lucidez intelectual y el sentido de lo cotidiano eran fundamentales para cualquiera que, desde la contemporaneidad, aspirara a dejar su huella en el corazón de los hombres.

Como le sucediera a muchos otros grandes talentos artísticos de nuestro siglo XX, la calidad de su viaje hacia la actualidad se midió por su disposición al sacrificio, por ese talante con que algunos se atreven a pasar por las alambradas de la sevicia, la envidia y la intolerancia.

Porque dos de las palabras fundamentales en el ideario "wildeano", libertad y tolerancia, irían a ser completamente vaciadas de su contenido a lo largo del siglo, por aquellos cuya brutalidad algunos bien hubieran querido llamar elegancia, atributo del que Wilde estaba dotado con natural abundancia.

En su extraordinario trabajo, EL ALMA DEL HOMBRE EN EL SOCIALISMO 3, se puede hallar ingredientes de la excepcional vitalidad de que era portador, para nuestra más cabal comprensión de los tiempos que vivimos. Es este un pequeño ensayo de poco más de treinta páginas en el cual se encuentran reunidas las ideas principales de lo que consideramos la primera crítica, articulada y fértil de lo que sería nuestra época. Ya veremos en qué nos sustentamos para decir esto pero, mientras tanto, queremos indicarle al lector que, en esta ocasión, nuestro trabajo se dividirá en cuatro partes, las cuales buscan despejar con claridad la lectura que hemos hecho de este bello texto de Wilde.

Las partes a que hacemos referencia son las siguientes:

1. Moderno o contemporáneo.

2. Perfección en el individualismo.

3. Entre ética y estética.

4. En los dominios de lo bello.

MODERNO O CONTEMPORÁNEO.

Dice un estudioso español del poeta irlandés que su ensayo THE SOUL OF MAN UNDER SOCIALISM (EL ALMA DEL HOMBRE BAJO EL SOCIALISMO) es uno de los menos comentados de su rica y valiosa producción ensayística4. Esto no es cierto solamente en lengua española, donde conocemos poco la obra de Wilde en cualquiera de sus múltiples dimensiones, sino también en particular con relación a este pequeño ensayo de escasas treinta y dos páginas. Pareciera producir escozor mucho de la vigente argumentación que nos hace Wilde, en ese trabajo, sobre los grandes temas de la cultura contemporánea.

Un asunto es claro: si consideramos a Wilde "el primer hombre moderno" (léase "primer intelectual contemporáneo"), su itinerario ideológico debería poder resumirse a partir de la instrumentalización que hiciera de sus convicciones, prejuicios, emociones e ideas en el quehacer cotidiano. El hombre moderno supo tender puentes entre sus pensamientos y la realidad que lo rodeaba. El hombre griego, e incluso el romano, fueron espléndidos en la construcción de grandes edificios teóricos los cuales, solamente siglos después, podrían ser considerados descripciones aproximadas de la realidad. Mientras ese momento llegaba, los quehaceres cotidianos de los hombres, se llenaban de mitología y religiosidad. Esto lo supo articular también de manera espléndida la Iglesia durante la Edad Media. Pocas instituciones a lo largo de la historia, han sido tan conscientes de su necesidad, por razones de poder, de escamotearles a los individuos sus posibilidades de acercarse a la vida real para transformarla. El gran propósito precisamente de la religión estatuida es ese: impedir que los hombres alcancen a tender el puente entre pensamiento, emociones y vida real. Una de las salidas para que ese acercamiento se tornara operable en términos hermenéuticos fue el propuesto por la misma Iglesia: la racionalidad teológica. La otra fue la tecnología.

La revolución industrial, cuyos estertores más seminales se encuentran en el Renacimiento, no es simplemente el triunfo de la máquina, bruta y brutal al mismo tiempo, sino de manera ineludible el triunfo de la racionalidad pragmática, es decir, una entre muchas otras, de las formas factibles de tender el puente entre pensamiento y vida real. El inventor resume de manera magistral ese sentido de lo fáctico, tan propio de la racionalidad burguesa desde el Renacimiento, porque con sus acciones traduce una cotidianidad sobre la cual el hombre común no tiene ningún control. La máquina hace posible ese control. Un realismo así de abrumador, al final, se tornó en el escenario inevitable de una burguesía tan segura de sí misma que creyó que sus valores deberían ser impuestos por la fuerza al resto de la humanidad.

Ahora bien, es ese sentido de lo fáctico lo que le produce escalofríos a Oscar Wilde. El ensayo que aquí comentamos es en esencia premonitorio; nos dice: "La principal ventaja que resultaría del establecimiento del Socialismo sería, indudablemente, que el Socialismo nos relevaría de la sórdida necesidad de vivir para otros, la cual, en las condiciones de hoy, presiona de manera tan fuerte sobre todo el mundo. De hecho, nadie escapa" 5.

Las condiciones materiales objetivas de la producción capitalista, las cuales ejercen una enorme presión sobre la vida cotidiana de las personas, definitivamente eran para Wilde una desgracia indescriptible. La pobreza que el poeta critica, y que presencia con inquietante agitación, no es una elección que han hecho los hombres, sino una condición que la sociedad burguesa les ha asignado. Por eso, propone:

"El objetivo apropiado sería intentar reconstruir la sociedad sobre tales bases que la pobreza sea imposible" 6.

La reconstrucción de la sociedad en este caso, no será el gesto antojadizo de aquellos que se sienten a sí mismos depositarios de las fórmulas correctivas correspondientes, sino sobre todo de hombres y mujeres que han recuperado su verdadero y profundo sentido de la individualidad: los artistas y los intelectuales en general. Bien por ello, podemos definir a Oscar Wilde como el "primer intelectual contemporáneo".

El poeta considera que la caridad es una desgracia. "La caridad crea una multitud de pecados" 7, nos dice. Sobre todo porque la caridad bloquea la plena y creativa expresión de la individualidad. Para Wilde, el gran logro del socialismo sería precisamente despejarle a los hombres el camino hacia el todo comprensivo despliegue de su individualidad 8.

Pero el régimen de propiedad privada, causante principal de esta pobreza que Wilde critica, se encuentra en la esencia misma del perfil material que explica el estrangulamiento del alma de los hombres en el capitalismo. En el socialismo, el alma será un asunto de la máxima importancia porque su expansión o su destrucción son decisiones que le pertenecen a los individuos, no a los estados, enemigos feroces de la individualidad de las personas. "El estado hará lo que es útil. El individuo lo que es bello" 9.

La contemporaneidad de esta obsesión por el individualismo, hace de Wilde un profeta de los tiempos actuales. La modernidad de su racionalismo cede lugar finalmente a la contemporaneidad de sus emociones, cuando estas reposan más en las contorsiones existenciales de los individuos antes que en los espasmos colectivos de las comunidades. El socialismo de Wilde no tiene nada que ver con una determinada concepción del Estado. En eso se nos parece más a un anarquista. Y el pensamiento ácrata pertenece al futuro, no al pasado. Pero además es un anarquismo individualista, para el cual "la verdadera perfección del hombre reside no en lo que el hombre tiene, sino en lo que el hombre es" 10.

PERFECCIÓN EN EL INDIVIDUALISMO.

De acuerdo con nuestro poeta, dos son los motivos principales por los cuales, el individualismo no ha crecido y se ha expandido lo suficiente: primero el Estado, y luego, el régimen de propiedad privada. Para el anarquismo individualista, del cual Oscar Wilde es uno de los principales representantes, al lado de figuras del calibre de Thoreau, Tolstoi, Dostoyevsky, Stirner, Conrad y otros 11, el desarrollo de la personalidad es el ingrediente crucial para comprender qué clase de nueva sociedad puede construirse, con la activa participación de individuos felices y realizados. En la página 22 del ensayo que aquí estudiamos, en su versión inglesa, Wilde nos despliega a cabalidad su ideario anarco-individualista, sin dejar por fuera un solo aspecto de la clase de utopía con que sueña. Entre otras cosas anota: "La personalidad del hombre será maravillosa. Será tan maravillosa como la personalidad de un niño". 12

Nuestro poeta sueña con una sociedad donde el Estado no exista, donde las expresiones de la autoridad hayan desaparecido por completo, debido a que se han vuelto absolutamente innecesarias. Ni siquiera en un Estado socialista o de socialismo autoritario cree Wilde, porque, sostiene, "bajo un sistema de barraca industrial, o en un sistema de tiranía económica, nadie podrá disponer de ningún tipo de libertad semejante" 13 a la que, según él, es posible aspirar en la sociedad victoriana, dentro de ciertos márgenes, establecidos por la racionalidad burguesa que nos heredó en la práctica la revolución francesa.

Con ese criterio, Wilde nos habla de utopía dentro de los cánones más convencionales desarrollados por aquellos sectores de la intelectualidad burguesa que no comparte el ejercicio del poder. "Un mapa del mundo, nos dice, que no incluya Utopía, no vale la pena ni mirarse, porque deja por fuera el país al que la Humanidad siempre busca llegar. Y cuando la Humanidad llegue ahí, aprenderá, y viendo un país mejor, se hará a la vela de nuevo. El Progreso es la realización de Utopías" 14.

En estas condiciones, el individuo podrá aprender lo que quiera, practicar la religión que se le antoje, si necesita alguna, comer y beber cuanto pueda, amar a quien se le ocurra y crear, sobre todo crear, porque para Wilde la sociedad de la Utopía que él sueña, debe darles a los hombres y mujeres la posibilidad de amar y construir lo bello, algo que hasta ahora "la tiranía de las necesidades" ha hecho imposible.

"En el presente, dice Wilde, debido a la existencia de la propiedad privada, una cantidad importante de gente ha podido desarrollar cierta dosis de individualismo. No necesitan trabajar para vivir, y debido a ello han podido escoger la esfera de actividad que les es pertinente y les dé placer. Ellos son los poetas, los filósofos, los hombres de ciencia, los hombres de cultura, en una palabra, los hombres de verdad, los hombres que se han realizado a sí mismos, y a través de los cuales la Humanidad se ha realizado parcialmente. Por otro lado, hay otra cantidad de gente que, sin tener ninguna propiedad material, y siempre al borde de la más pura miseria, son obligados a realizar el trabajo de las bestias de carga, un trabajo que no les agrada, y que deben cumplir en virtud de la perentoria, irracional y degradante tiranía de la necesidad. Ellos son los pobres, y carecen de buenos modales, de encanto en el hablar, de civilización, cultura o refinamiento en sus placeres, o de gusto por la vida. De su fuerza colectiva la Humanidad ha ganado mucho en prosperidad material. Pero sólo ha importado la ganancia material, y el hombre pobre no ha tenido absolutamente ninguna importancia. Él ha sido solamente un átomo infinitesimal de una fuerza que, si en algo importa, lo ha aplastado. Es más, lo prefiere aplastado porque de esta forma es más obediente" 15.

El pobre no ha podido desplegar sus talentos y su personalidad porque la necesidad de comer, pagar una renta y educar parcialmente a su familia, le ha consumido toda su fuerza espiritual y mental. Estas son de alguna forma, las mismas reflexiones que por aquella época hacían también Marx, Engels, Bakunin y Flora Tristán. Sólo que ellos partían de la creencia de que, al introducir los cambios y transformaciones requeridos en la colectividad, el individuo cambiaría finalmente. Para Wilde el proceso debería recorrer un itinerario inverso: "Fuera de lo que uno mismo lleva en sí, todo parece carecer en absoluto de valor"16.

La recuperación de la individualidad interior de cada cual, tiene en nuestros días cada vez una mayor significación. Las calles del Dublín de hoy presentan los mismos problemas y desamparo, que Wilde considerara en su momento como esenciales para diseñar el proyecto utópico con el que soñaba. A la hora de su muerte, en 1900, Wilde podía darse cuenta que muchas de las cosas que su madre había denunciado de forma tan valiente y vigorosa, seguían pendientes de solución. Por ello no hablamos de solipsismo como hace en su extraordinaria biografía Barbara Belford17, hablamos más bien de individualismo, porque la articulación de las ideas políticas, artísticas y sociales de Wilde se hizo en el contacto y la confrontación con otros. Más aún, al individualismo de Wilde los sofoca la homogenización social victoriana. Si nuestro poeta hubiera practicado ideas solipsistas, su conflicto con la cultura victoriana no hubiera ido más allá de un simple desacuerdo con relación a puntos de vista distintos sobre el arte o la belleza. Wilde era más osado que un obediente creyente en las bondades del egoísmo y la unilateralidad, como predica el solipsismo. Para éste sólo lo que ocurre en mi interior es válido. Sin embargo, a pesar de la aparente contradicción que existe entre lo que Wilde dice y lo que hace, sus acciones son el mejor testimonio del perfil exacto de su ideario. Existe el individualismo perfecto cuando los seres humanos son capaces de exteriorizar lo que llevan dentro, confrontarlo y expandirlo a partir del contacto con otros seres humanos.

"Los dioses me habían otorgado casi todos sus dones: tenía el genio, un nombre ilustre, una elevada posición social, la fama, el esplendor, la audacia intelectual. Yo he hecho del arte una filosofía, y de la filosofía un arte; he enseñado a los hombres a pensar de otra forma, y he dado otro color a las cosas. Cuanto decía o hacía asombraba a las gentes. Me apoderé del drama, la forma más objetiva que se conoce del arte, y lo convertí en un medio de expresión tan personal como una poesía lírica o un soneto, y al mismo tiempo amplié su campo de acción con la sicología. Drama, novela, poesía en prosa y poesía en verso, diálogo espiritual o fantástico, cuanto yo toqué lo revestí de una belleza nueva"18

Aquella es difícilmente la actitud del solipsista, del anacoreta, del ermitaño que poco contacto es capaz de desarrollar con el resto de sus congéneres. "La forma de gobierno más ajustada a las necesidades del artista, es ningún gobierno del todo"19 argumentaba Wilde, porque sus ideas y emociones sólo adquieren cuerpo en el intercambio social con otras personas, sin que medien los traumas y prejuicios que provocan todas las expresiones posibles de la autoridad organizada. Y continúa: "Hay tres clases de déspotas. Está el déspota que tiraniza sobre el cuerpo. El déspota que tiraniza sobre el alma. Y el que tiraniza sobre el alma y el cuerpo al mismo tiempo. El primero es el Príncipe. El segundo es el Papa. Y el tercero es el pueblo"20. Por eso hay que evitar la convivencia con los Príncipes y con los Papas. Tal vez en este aspecto es posible hablar del ilustre anacoreta llamada Oscar Wilde, pero cuando se refería al pueblo, a la gente común, el poeta creía que alguien los había engañado, porque les había hecho creer que podían gobernarse a sí mismos. Cuando el pueblo ejerce el poder se vuelve ciego, sordo, odioso, intrigante y corrompido. El pueblo en el poder es como un payaso con el corazón roto, decía. "El pueblo fue hecho para vivir, escuchar y amar"21. Bien puede notarse entonces, que el individualismo de Wilde, de fuerte bouquet aristocrático, nada tiene que ver con el egoísmo del solipsista arrinconado en el fondo de una caverna de su propia hechura. El individualismo de Wilde es de sustento aristocrático, pero es de la aristocracia de la belleza de la que él nos habla, una forma de gobierno que sólo los artistas pueden ejercer.

ENTRE ÉTICA Y ESTÉTICA.

"El arte es la más intensa forma de Individualismo que el mundo ha conocido"22empieza por decirnos Wilde cuando decide trazar su proyecto estético, contra el telón de fondo de la organización social predominante de la época. Y la mayor individualidad artística de todos los tiempos es Jesucristo 23. Sin embargo, llegará a este última conclusión mientras cumple su condena en la cárcel. Pero no olvidemos anotar que los ecos de este criterio se oirán todavía en los años posteriores a la guerra de Viet-Nam. Una dimensión importante del arte que se practicará después de la Primera Guerra Mundial, halló en la estética de Wilde un punto de inspiración estable y aleccionador. Por lo tanto, encontrar los enlaces que nos ligan a Wilde, no tanto desde su humildad artística, construida en las celdas de la cárcel de Reading, sino desde aquella otra que el poeta levanta en su interior desde los burdeles y los antros del Dublín y el Londres victorianos, mucho antes de su encarcelamiento, es un paso crucial para comprender el desarrollo estético de nuestro tiempo.

La estética wildeana, si se nos permite la expresión, tiene un pie en los trabajos del hierático y disciplinado John Ruskin, y el otro en el volátil y desmesurado Walter Pater. Pero el puente que se puede tender entre ambos es la poderosa figura de Charles Baudelaire. No nos agrada por completo la afirmación que hiciera alguna vez el teórico socialista Edward Bernstein, cuando al referirse al homosexualismo y al decadentismo de Wilde, sostuviera que éste es simplemente una copia "muy británica" del poeta francés, pero en lo que respecta a que el "esteticismo" wildeano es el producto de la decadencia que genera la ciudad burguesa nos parece una idea interesante24.

Ruskin y Pater son los grandes teóricos de lo "sublime". Para el primero la herencia del Renacimiento sólo tiene sentido si la hacemos llegar a la mayor cantidad de gente posible. El arte no tiene sentido, sostiene, si no cumple un propósito pedagógico, enseñar a la gente a vivir mejor. Con Pater, Wilde aprende que el arte no es utilitario. "El arte por el arte" es la tesis de quienes sostienen que el único propósito del arte es servirse a sí mismo. La belleza crece y se expande a partir de sus propias reglas. Se sirve de sus propios procedimientos y el artista es el demiurgo que nos descubre el camino hacia nuestras propias necesidades artísticas. Este tipo de reflexiones hacían imposible imaginar algún tipo de contacto entre ética y estética. El arte nunca es virtuoso o pecaminoso, porque el artista tiene la capacidad de expresarlo y transmitirlo todo25. Por eso, si hemos de aceptar alguna forma de Estado, uno que no gobierne sino que organice mediante una asociación voluntaria de la gente la distribución de las mercancías necesarias para vivir, asigne jornadas de trabajo y produzca lo necesario, la creación de cosas bellas queda exclusivamente en manos de los artistas 26. Son ellos los llamados, en virtud de su fuerte individualidad, a proponer que la belleza sea una encarnación de la Utopía. "Una pieza de arte es el resultado único de un temperamento único. Su belleza procede del hecho de que su autor es lo que es. No tiene nada que ver con lo que la gente quiera o no" 27. Porque a partir del momento en que el artista empiece a preocuparse por complacer las demandas de la gente, del público en general, como lo llama Wilde, deja de ser un artista y se convierte en un comerciante o en un artesano, tal vez muy honesto, pero nunca un creador de arte, es decir de belleza, la cual, nunca tiene en cuenta las necesidades rutinarias del público.

Uno de los elementos esenciales para la cabal comprensión de la estética wildeana, es la creación en soledad. El artista debe trabajar solo, sin referirse en lo más mínimo a lo que Wilde llama "la opinión pública", siempre manipulada, para invitar a los creadores a que produzcan un arte que les guste a todos. Este es un criterio que tiene una relación lógica y funcional con la percepción de arte sin compromisos éticos. Como individuo el artista diseña su propia moral, la que muy rara vez coincide con los valores de curso corriente en la sociedad burguesa de su tiempo. El dandysmo de Baudelaire y el de Wilde es uno de esos instrumentos con que el artista expresa su malestar contra la moral pública, que lo quiere meter con violencia si es del caso, en la camisa de fuerza de sus prejuicios y sus convencionalismos.

La indumentaria de Wilde, sus gustos, sus fiestas y sus opciones sexuales fueron una forma de articular ese dandysmo que quería ir más allá de la dura y árida moral victoriana. Pero como artista el hombre se queda finalmente solo. Y esa soledad, hay que plantearlo desde ya, forma el magma indubitable que la ciudad del capitalismo imperialista ha logrado levantar sobre las espaldas y con el trabajo de millones de hombres y mujeres de las clases trabajadoras.

"Y debe notarse que debido al hecho de que el arte es la más intensa forma de individualismo, el público intenta ejercer sobre él una forma de autoridad tan inmoral como ridícula, tan corrompida como vil" 28. Este ejercicio de la autoridad sobre el arte, la ciencia o la filosofía, ya fuera a través de la opinión pública o de las instituciones organizadas con ese propósito del Estado, ha sido responsable de las peores atrocidades contra los artistas y los hombres de ciencia a lo largo de la historia. En estos asuntos, la moral convencional, el Estado y la Iglesia, siempre han coincidido: el artista, el hombre de ciencia, o el filósofo que trabajen con independencia y soledad absolutas sobre el ejercicio de sus quehaceres deben ser controlados, y cuando se salgan del esquema deben ser aislados, condenados o eliminados. La historia de la intolerancia occidental está repleta de este tipo de situaciones. Sin embargo, en lo que a ciencia y filosofía compete, el Estado y la Iglesia han retrocedido notablemente durante los últimos cien años, pero con relación al arte, la cuestión sigue pendiente. Tal agresión e interferencia en el quehacer de los artistas y en particular contra su imaginación, adquieren niveles de brutalidad insuperables sobre todo en la Inglaterra victoriana. "Ningún país, dice Wilde, produce tan mala literatura de ficción, tan aburridas y corrientes novelas, y tan estúpidos y vulgares dramas como Inglaterra" 29. Los ingleses esperan indicarle a los artistas cuál camino seguir, proveyéndolos para eso de una masa amorfa de prejuicios, clichés, y fórmulas consabidas con el debido respaldo oficial del Estado y de la Iglesia, quienes tendrán a su cargo la protección de las buenas costumbres y el buen gusto. Estas son formas de opresión, dice Malatesta 30, que casi siempre cuentan con el apoyo del vulgo a cuya forma de ubicarse en el mundo de la manera más confortable posible la llama "sentido común", el cual nada tiene que ver con el sentido de lo bello, agregaría Wilde.

La diferencia central entre teoría del gusto y teoría estética, para fines de convertir su arte (la literatura) en un instrumento decisivo de comprensión articulada del mundo, le tomó a Wilde prácticamente toda su obra ensayística. Trabajos de gran exquisitez teórica y metodológica como "La decadencia de la mentira", "Pluma, pincel y veneno"; pero sobre todo "El crítico como artista"31, son pilares de la crítica artística del siglo XIX y que anuncian de manera irrevocable el trayecto que seguiría la misma al menos hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Aceptaba que en Inglaterra durante casi todo el siglo no había habido una sola producción artística que no hubiera sido acusada de inmoral. La frontera, anotaba, entre el periodismo (promotor del gusto) y las evaluaciones críticas sustentadas en un criterio sabio y reposado era tan frágil que, cualquiera con algo de información de segunda mano, podía dárselas de avezado conocedor del arte y sus ramificaciones culturales. Con ansiedad veía cómo en Francia al periodista se le limitaba con precisión su esfera de movimiento, y al artista se le otorgaba casi absoluta libertad de expresión. No obstante, aún en las artes decorativas y en las discusiones técnicas sobre los materiales que el artista debía disponer para la perfecta ejecución de su trabajo, el vulgo tendía a opinar con la más temeraria ignorancia imaginable. La invitación de Wilde era que el artista verdadero debía olvidarse por completo de la existencia del público, los criterios emitidos por este ultimo sobre su quehacer cotidiano deberían ser totalmente irrelevantes 32. Evaluaciones de esta índole terminaron por ser cruciales en el desarrollo de la estética del siglo XX. Pero para llegar hasta ahí, Wilde tuvo que elaborar primero su noción de la belleza, de tal forma que la misma no se quedara en la simple definición de contenidos y de estructuras, sino que fuera todo eso a la vez, imbricado en una relación dialéctica que terminara por explicar a la larga, por qué en algunos momentos consideraba al Renacimiento algo retardatario y más bien feo, cuando lo comparaba con el arte de los Prerrafaelistas. Ese atrevimiento insolente y por lo demás muy locuaz, cuando de los prejuicios estéticos de la burguesía victoriana se trataba, se lo iban a cobrar muy caro como ya sabemos.

EN LOS DOMINIOS DE LO BELLO.

Una obra bella, una pieza "saludable" de arte es aquella que es portadora de perfección y personalidad 33definidas en virtud de que tengamos una concepción suficientemente razonable, sobre lo que son el estilo y el tema. Estos ingredientes de pura eminencia teórica, y forjados al calor de una larga historia de racionalización sobre la belleza, serán puestos en práctica cuando se trate de combatir el simple gusto del común de los mortales. Wilde establece perímetros muy concretos para lo que es bello, lo que es meramente atractivo y para lo vulgar. El mejor ejemplo al que uno puede acudir para ejemplificar estas parcelas estéticas es EL RETRATO DE DORYAN GRAY donde la belleza es lo perenne, lo atractivo aquello estrechamente sujeto al buen gusto del hombre de la calle, y lo vulgar lo que le pertenece al hombre antinatural. El verdadero artista carece de sentimientos egoístas, por eso la autosuficiencia artística es valiosa y tiene poder para explicar que el egoísmo y la vanidad sólo existen en los que quisieran que los demás fueran como ellos. De aquí que la vanidad sólo resulte atractiva en las circunstancias en que el sujeto se esconde detrás del objeto, sin buscar servirse de éste para expresarse en todas sus dimensiones. Y la vulgaridad reside en toda expresión supuestamente artística que hace del objeto artístico algo más importante que el sujeto que está detrás. Esa es la tragedia de Doryan Gray: el paso de lo sublime a lo vulgar, sin siquiera pasar por lo atractivo 34.

Cuando finalmente Wilde sostiene que: "El nuevo individualismo es el nuevo helenismo" 35nos está brindando una estrategia estética para aproximarse al siglo XX con la seguridad de quien sabe que ofrece una pócima infalible para el nuevo paganismo que indefectiblemente caracterizó esta centuria. Con esta visión nos resulta un tanto difícil de aceptar el argumento de quienes sostienen que para el poeta era más importante la máscara, la ilusión, la pieza de arte que el gestor que estaba detrás de todos estos géneros de ficción. De haber sido así tendríamos que reconocer que los críticos de su época tenían razón: Wilde era un charlatán, un personaje que se había creado a sí mismo para vivir su propia charada. ¿Es la tragedia de Wilde entonces una especie de dramático suicidio a fin de venderle a la posteridad su concepción del mundo? Una conclusión de esta naturaleza nos parece descabellada, a pesar de que la farsa haya servido los propósitos de los hedonistas, los decadentes y los rebeldes que vinieron después de él. En este caso, la triquiñuela es responsabilidad de otros. "La desobediencia, a los ojos de cualquiera que haya leído un poco de historia, es la virtud más original de los hombres. Es a través de la desobediencia que se progresa, de la desobediencia y de la rebelión" 36.

Ahora bien, ¿qué haremos entonces? ¿Confundir las poses rebeldes de Wilde con su ideario estético y socio-político? ¿Existe realmente una diferencia esencial entre rebelión y revolución como dirían los marxistas? ¿O vamos a creer con los anarquistas que es natural en todos los hombres combatir instintivamente cualquier expresión de la autoridad? La concepción de la belleza que Wilde alcanza a elaborar entre 1879 y 1895 no es el producto de una simple rebeldía contra las modas y costumbres de su época. Un tratamiento tan frívolo rozaría apenas el bien montado juego de disfraces y artilugios que Wilde le quiso vender a la sociedad victoriana. Y como los victorianos terminarían por sentirse estafados, a Wilde le cobrarían con creces su insolencia.

Conclusión.

El alma del hombre en el socialismo, según lo imaginaba Wilde, no tenía nada que ver ni con el capitalismo rapaz, vulgar y ramplón, ni con el socialismo rígido y árido como una piedra. El tipo de socialismo en el que Wilde pensaba estaba más bien asentado en un conjunto de posibilidades mediante las cuales los hombres sacarían a la luz su espontaneidad, superarían la pobreza del que tiene mucho y fortalecerían la riqueza del que no tiene nada.

Con una audacia temeraria y a veces descabellada, Wilde les tiró a la cara a los victorianos su mediocridad, su descomunal burricia, y su inapelable conservatismo. Pero entendámonos, Wilde también era muy conservador, cuando su acercamiento a los griegos y a lo más exquisito de la cultura clásica lo imprecaba para sostener que los únicos valores aceptables eran los del mundo occidental, pensaba en que la única salvación posible estaba en brazos de Homero, Platón o Safo, es decir en algunos de los más excelsos representantes del individualismo greco-latino.

Por eso podemos establecer que las raíces del conservatismo burgués de corte victoriano, encontraba en quien defendía con tanto ahínco a la cultura helenística alguien de peligro y un posible corruptor. Los ecos del espíritu socrático se escuchaban aquí con una fuerza abrumadora.

El conservatismo de Wilde se nutría de los griegos, el de los victorianos de su propia molicie y de una estulticia afincada en lo más selecto del materialismo capitalista: el culto a la tecnología. Por eso cuando el poeta irlandés les espeta que están destruyendo lo más noble de la herencia griega, su invocación es conservadora, pero está muy por debajo de una obsesión con la tecnología que se queda en los umbrales del régimen de propiedad privada.

En estas condiciones la actitud de Wilde es revolucionaria, y la de los técnicos y burócratas victorianos emerge como conservadora porque no reposa en los viejos criterios de la civilización occidental, es decir los del Renacimiento, de la Ilustración o de la Revolución Francesa, sino en los del maquinismo, que se sostienen sobre un presentismo sin pizca del sentido de la belleza. Las máquinas son eficaces no bellas. Tal y como sucedía con los romanos: un puente debía ser útil no estético. Por eso es que la mayor parte de los imperios, a todo lo largo de la historia, han confundido con una gran ceguera y escasez de sensibilidad la abundancia con la efectividad, la eficiencia con la creatividad, el simple buen gusto con el juicio crítico.

Con Wilde sucede algo muy curioso: en casi todo su trabajo artístico y crítico hay una propensión programática. No sostenemos que su propuesta sea doctrinaria o discursiva, pero sí reposa con notable esplendidez en su creencia de que la única forma de "estar" en el mundo es artísticamente. Tanto así que, en su sobrecogedora DE PROFUNDIS, el poeta todavía tiene tiempo para hablar del Renacimiento, de Shakespeare, de Dante, Rafael y otros de los grandes artistas de todos los tiempos. Recordemos que esta carta fue escrita robándole horas al sueño, al descanso y a los recuerdos.

El anarquismo de Wilde, su hedonismo y su individualismo, sólo tienen sentido a partir de sus convicciones estéticas. La sistematización de la mentira en su teatro, sus ensayos y su poesía sólo anuncian lo que vendría con el siglo XX, un siglo en el que la mentira alcanzó niveles demenciales. Por eso el arte de Wilde nos resulta siniestramente premonitorio: porque todos los grandes esquemas artísticos del siglo que recién concluyó le deben algo. Y reiteramos, para terminar, lo que decíamos al principio de este ensayo: Óscar Wilde es el primer hombre moderno.

CITAS.

1 En este revista hemos publicado anteriormente otros ensayos nuestros sobre Wilde.

2 Borges escribió profusamente sobre Wilde, pero su trabajo se concentró esencialmente en la dimensión literaria de su personalidad, y olvidó, queremos creer que de manera inconsciente, las aristas políticas del quehacer de nuestro poeta.

3 " The Soul of Man Under Socialism". En esta ocasión utilizaremos la excelente edición de Anthony Fothergill, University of Exeter. Oscar Wilde. PLAYS, PROSE WRITINGS AND POEMS (London: Everyman. 1998) Pp. 15-47.

4 Luis Antonio de Villena. OSCAR WILDE. BIOGRAFÍA. (Madrid: Biblioteca Nueva. 1999) P. 37.

5 "The chief advantage that would result from the establishment of Socialism is, undoubtedly, the fact that Socialism would relieve us from that sordid necessity of living for others which, in the present condition of things, presses so hardly upon almost everybody. In fact, scarcely anyone at all escapes". THE SOUL OF MAN UNDER SOCIALISM (1998). P. 15.

6 "The proper aim is to try and reconstruct society on such a basis that poverty will be impossible". Ibidem. Loc. Cit.

7 "Charity creates a multitude of sins" Ibidem. P. 16.

8 "Socialism itself will be of value simply because it will lead to Individualism". Ibidem. Loc. Cit.

9 "The State is to make what is useful. The individual is to make what is beautiful". Ibidem. Loc. Cit. P. 27.

10 "The true perfection of man lies, not in what man has, but in what man is". Ibidem. Loc. Cit. P. 20.

11 Irving Louis Horowitz. LOS ANARQUISTAS (Madrid: Alianza. 1982. 3ª. Edición.). Ver Segunda Sección: El anarquismo como estilo de vida. Vol. I.

12 "The personality of man will be very wonderful. It will be as wonderful as the personality of a child". Oscar Wilde. THE SOUL OF MAN...P. 22.

13 "(...)under an industrial-barrack system, or a system of economic tyranny, nobody would be able to have any such freedom at all". Ibidem. P. 19.

14 "A map of the World that does not include Utopia is not worth even glancing at, for it leaves out the one country at which Humanity is always landing. An when Humanity lands there, it looks out, and, seeing a better country, sets sail. Progress is the realization of Utopias". Ibidem. P. 28.

15 "At present, in consequence of the existence of private property, a great many people are enabled to develop a certain very limited amount of Individualism. They are either under no necessity to work for their living, or are enabled to choose the sphere of activity that is really congenial to them, and gives them pleasure. These are the poets, the philosophers, the men of science, the men of culture-in a word, the real men, the men who have realized themselves, and in whom all Humanity gains a partial realization. Upon the other hand, there are a great many people who, having no private property of their own, and being always on the brink of sheer starvation, are compelled to do the work of beasts of burden, to do work that is quite uncongenial to them, and to which they are forced by the peremptory, unreasonable, degrading Tyranny of want. These are the poor, and amongst them there is no grace of manner, or charm of speech, or civilization, or culture, or refinement in pleasures, or joy of life. From their collective force Humanity gains much in material prosperity. But it is only the material result that it gains, and the man who is poor is in himself absolutely of no importance. He is merely the infinitesimal atom of a force that, so far from regarding him, crushes him: indeed, prefers him crushed, as in that case he is far more obedient". Ibidem. P. 18.

16 Oscar Wilde. DE PROFUNDIS (Barcelona: Edicomunicación. 1999) P. 101.

17 Barbara Belford. OSCAR WILDE. A CERTAIN GENIUS (New York: Random House. 2000) Pp. 36-48.

18 Oscar Wilde (1999) . Pp. 98-99.

19 "The form of government that is most suitable to the artist is no government at all". Oscar Wilde. THE SOUL OF MAN...P. 40.

20 "There are three kinds of despots. There is the despot who tyrannises over the body. There is the despot who tyrannises over the soul. There is the despot who tyrannises over the soul and the body alike. The first is called the Prince. The second is called the Pope. The third is called the People". Idem. Loc. Cit.

21 "They were made to live, to listen and to love". Idem. Loc. Cit.

22 "Art is the most intense mode of Individualism that the world has known" . Idem. P. 29.

23 Oscar Wilde (1999). Pp.119-130.

24 Jean Nicolas. LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL (México: Fontamara. 1995) P.80.

25 "The artist is never morbid. He expresses everything". Oscar Wilde. THE SOUL OF MAN...P. 33.

26 "The State is to make what is useful. The individual is to make what is beautiful". Ibidem. P. 27.

27 "A work of art is the unique result of a unique temperament. Its beauty comes from the fact that the autor is what he is. It has nothing to do with the fact that other people want what they want". Ibidem. P. 29.

28 "And it is to be noted that it is the fact that Art is this intense form of Individualism that makes the public try to exercise over it an authority that is as immoral as it is ridiculous, and as corrupting as it is contemptible". Ibidem. Loc. Cit.

29 "No country produces such badly written fiction, such tedious, common work in the novel form, such silly, vulgar plays as England". Ibidem. P. 31.

30 Errico Malatesta. "Anarquismo y Gobierno". En Irving Louis Horowitz. Op. Cit. Vol. I. P.92.

31 Oscar Wilde. "The Decay of Lying"; "Pen, Pencil and Poison"; "The Critic as Artist: Parts 1 and 2". PLAYS, PROSE WRITINGS AND POEMS. Ed. Cit. 1998.

32 Ibidem. "A true artist takes no notice whatever of the public. The public are to him non-existent". THE SOUL OF MAN... P.39.

33 "In fine, a healthy work of art is one that has both pefection and personality". Ibidem. P. 33.

34 Ibidem. P. 43.

35 "The new Individualism is the new Hellenism". Ibidem. P. 47.

36 "Disobedience, in the eyes of anyone who has read history, is man's original virtue. It is through disobedience that progress has been made, through disobedience and through rebellion". Ibidem. P. 18.

20 Rodrigo Quesada Monge. OSCAR WILDE LIBERTARIO.

Si usted desea comunicarse con Rodrigo Quesada Monge puede hacerlo a: histuna@sol.racsa.co.cr

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