Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 30.
12 de Junio al
12 de Julio de 2001.

ACTUALIDAD DE
ARMANDO REVERÓN

Por: Carlos Yusti

Armando Reverón no es actual, no está de moda. Tampoco es el publicitado pintor que sucumbió a sus demonios en aras de su obra. ¿Y a qué se deben semejantes argumentaciones?

En realidad la pregunta no es sencilla, al menos para un individuo que tiene una profunda admiración por el trabajo pictórico de Reverón. Por otra parte la vida del pintor, sometida a todas las mistificaciones posibles, parece fluir en una dirección y su obra en otra; en muchas oportunidades su vida proporciona los complementos metafóricos de su estética. Todas estas contradicciones en vez de acercarnos a la obra de Reverón nos aleja.

La cueva.

La actualidad de Reverón ha estado precedida por una leyenda existencial, si se quiere algo fabricada, y que en muchos aspectos, a pesar de la buena intención, estereotipa al pintor, relegándole al ser un personaje inusual y sorprendente de la plástica nacional. Las películas sobre su proceso creador, los ensayos críticos, o ensalzadores de su obra, se sustentan siempre con su vida, accidentada, saturada de paisaje natural, luz y sanatorio para enfermos mentales. Este subrayado sobre la vida de Reverón no es gratuito y busca, con premeditada alevosía, ofrecer pruebas sobre lo que es un artista genuino, puro, que arrojó por la borda toda la parafernalia de la vida común para enfrentar los derroteros del arte con todas sus dificultades, sus magias y sus ritos a saber.

La actualidad de Reverón es un símbolo se esgrime desde las altas esferas de la cultura oficial para vender que el país ha tenido su pintor paradigmático.

Desnudo.

La segunda actualidad de Reverán, quizá menos artificial, está en la manera moderna y relajada como Reverón experimentó el oficio de pintor. En primera instancia como pintor se desentendió del mundillo perverso de salones, galerías y museos para aislarse en las playas de Macuto, sin importarle otra cosa que su pintura y su modelo. Esta actitud moderna de Reverón lo convierte en una metáfora de infinitas lecturas.

El escenario social y político donde Reverón desarrolló su producción estética no existe. Nunca sus apologistas hacen referencia sobre cuáles fueron las posturas éticas y morales de Reverón con respecto a la tiranía gomecista. Para ellos estas nimiedades históricas son secundarias e impiden apreciar en su justa dimensión al artista puro. El encierro de Reverón en castillete es en sí su ética su posición filosófica ante la vida. En cambio lo que siempre se anuncia, con reiteración morbosa, es su manera ritualista de pintar, su temporada de infierno en el psiquiátrico, su extravagante manera de vivir entre la fantasía y la miseria, reafirmando con esto que un artista auténtico está por encima de los vaivenes mundanos y las urgencias históricas.

Toda la mitificación que ha padecido la vida y la obra de Reverón no son producto del azar y responden a un plan, premeditado o no, por darle espesor universal, por presentarlo como un pintor con rango al que se puede equiparar con un Gauguin o Picasso. Y aquí entramos en la división de su estética: azul, rosa y sepia. Cada etapa se explica por el empleo de un determinado color. Luego vienen los epítetos cargados de una admiración rebuscada que ya no nos conmueve. Es así como Reverón pasa a ser el mago de la luz, el alucinado de Macuto, el ilusionista de la playa, el muñequero de pumbá y otros clisés que venden un Reverón comestible y de fácil manejo masivo.

Autorretrato.

En un futuro esta actualidad forzada de la que goza Reverón quizás redimensione los valores estéticos de su obra más modestos e interesantes. Reverón por supuesto que es un mago, pero de esos magos que en vez de sacar del sombrero un conejo sacan un pájaro, de esos magos que dejan ver las costuras de sus trucos.

Cuando Reverón deje de publicitarse como nuestro pintor más genuino gracias a su vida y no por su obra, tal vez podamos entender/apreciar el destino de un hombre que asumió el arte de pintar con más pasión, locura y obstinación que genio; que supo, por otra parte, tener a la pintura como un acto estético de ilimitadas posibilidades donde el juego, la construcción de objetos inútiles y la elaboración de muñecas de trapo formaban parte de un pathos en función de la creación plástica constante, al margen de ese verso del arte donde todo estilo, toda estética, tiene su fecha respectiva, su valoración lugar común. La actualidad de Reverón a futuro es inequívoca pese a sus apologistas presentes, pero su vida interesará menos que su obra artística, obra sin trucos y que resume en algunas pinceladas, de valor incalculable, la tenacidad sensible de un hombre tratando de conquistar la magia de la creación artística, siempre escurridiza y cambiante, sin valor alguno en el mercado del arte.

Han querido convertir a Reverón en un mito potable del arte y la cultura, pero el mito se les escapa. Reverón no era un genio iluminado, aunque en sus pinturas hubiese mucha luz impresionista, mucho menos fue un loco que tuvo en la pintura su mejor terapia. Si hay que ser justos con Reverón habrá que aseverar que fue un hombre que trató de hacerse con una técnica, con un estilo muy personal. Su vida accesorio es sólo eso. Su trabajo pictórico le dará en todos los tiempos la actualidad necesaria para recordarnos que el arte se hace por encima de toda política cultural.

Si desea escribir a Carlos Yusti puede hacerlo a: carlosyusti@cantv.net

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