Cheo
Morales H.
Frankfurt a.M.- Alemania.
Junio 2001
En este film una nave emprende
el último viaje hacia el fondo de la vida, no para la nave misma,
sino que para un grupo selecto de pasajeros quienes en la cúspide
de su senectud desean realizar este viaje antes de morir, como último
capricho o la culminación de toda una placentera vida. Cada uno
se propone realizar en esta travesía lo que en sus años
no pudo realizar, sea por infortunio o por pura casualidad. Unos se
transformaron en enamorados de hermosas jovencitas, otros en cantantes
de operas trágicas, algunos jugaron a ser capitanes de naves
invisibles, las mujeres se vistieron con sus mejores galas y se enjoyaron
para entregarse en sus amplios camarotes a los placeres de la carne,
placeres que en realidad en la vida real solo estaba destinado a las
doncellas, mucamas y damas de compañía, por esto sus maridos
en el sopor de los oleajes se entregaron con cuerpo y alma, poniendo
proa a las tempestades del corazón.
Los viejos ricos, millonarios de por
vida, los que tuvieron a la sociedad a sus pieces , los que no escatimaron
monedas ni tiempo para disfrutar de la vida pasajera y cargada de una
lujuria de compromiso consigo mismos, en esa nave se enamoraron por
primera y última vez de sus esposas, a las que conocían
muy superficialmente y en contadas veces, especialmente en las galas
diplomáticas y otras de la alta sociedad. Hubieron intrigas de
amor, celosías provocadas con sanas intenciones. Algunos se sintieron
felices en imaginarios camarotes de tercera clase, otros arrojaron sus
joyas al mar, algunos soñaron con no ser ricos y se sintieron
felices retozando con sus mujeres vestidas de simples camareras de un
hotel para pasajeros pobres. En fin, este era una travesía que
ni siquiera el Titanic contó en su bitácora (quien sabe,
a lo mejor hubo algún desliz semejante, pero que se fue al fondo
del olvido junto a la orquesta y todo el equipaje).
Relatar
los pormenores de esta travesía de ensueño sería
para largo, y para esto está la película misma. Y he querido
aprovechar este motivo, que sin que me lo proponga, suena como a música
de fondo para un viaje de regreso desde el fondo de una vida de glamour.
En cambio existen otros viajes, algunos
que atentan a la ecología, otros que se pierden en las páginas
de los periódicos, el Triángulo de las Bermudas y otros,
que siguiendo la estela espumosa del primer People Boat de la Historia
moderna.
Algunos
se realizan en naves selladas a prueba de maremotos, cuyas panzas cobijan
miles de litros de crudos para mover la industria mundial, y cuyos vertidos
se escapan por comisuras de cascos que sucumben a la presión
de la naturaleza arrojando su contenido a las aguas, asesinando aves,
peces y otros habitantes marinos y dejando las playas y otras costas
hechas una calamidad; otros se realizan en barcas de juncos cuyos capitanes
piratas transportan a los resentidos del mundo comunista oriental, vendiéndolos
en los mercados del comercio humano del lejano Oriente; algunos lo hacen
en simples "pateras" de madera y con motor fuera de borda,
escapando de las hambres, epidemias y guerra fratricidas de la Africa
aun por conocer a fondo, quienes se dirigen hacia el paraíso
bíblico dominado por hombres blancos,
los mismos que no han terminado de construir sus metrópolis,
las que no hace poco se nutrían gracias al sudor, a las lágrimas
y a la sangre de los negros de este continente, tan rico en aventuras
y tan pobre en recuerdos y leyendas, las que se asesinan antes de comenzar
a relatarse. Los que no hace mucho, algunas décadas atrás,
fueron colonias de la católica España y de los Infantes
franceses, hoy se encuentran "desamparados" e inmersos en
la crisis del mundo desarrollado.
Se
aferran a la suerte y emprenden la aventura por entre las turbulencias
del Estrecho de Gibraltar solo con lo puesto, ya que lo poco que tenían
se lo han tragado las mafias del tráfico humano y de las promesas
que suenan a vida nueva.
Lamentablemente, entre el viaje de Federico
Fellini y la de miles de "polizontes", esos que nos detallan
las noticias, hay una realidad muy distinta. Los primeros desean vivir
una vida más "real" que les haga navegar por aguas
sin fondos, auto engañándose a si mismos con la esperanza
de que sus pecados de carne, lujuria y diademas sean perdonados; en
cambio los que viajan sin rumbo ni esperanzas desean lo contrario, salir
de la pesadilla sin horizonte ni puerto de atraque.
Hace
algunas semanas un barco negrero, de esos que surcaron el Atlántico
hace algunos siglos, desde Africa a las Antillas, Sudamérica,
Norteamérica, etc.., comenzó una travesía de espanto
seguido por la prensa mundial, pisándole los talones, sin dar
con su paradero. En las bodegas de un viejo casco pesquero ruso (ex
Unión Soviética), se hacinaban por lo menos un par de
cientos de niños africanos, los que habían sido cazados
como bestias en algunos de los países más pobres entre
los pobres de este continente, el que cabalga entre lo victoriano, culturas
del Vudú y la indulgencia del mundo, acostumbrado a ver la realidad
global en blanco y negro.
Los
modernos negreros navegaron costeando el Africa en busca de los mercados
de la carne humana, mientras los radares de la civilización y
los Derechos Humanos ponían las voces de alarma, nos quedamos
con el credo en la boca. El barco fantasma desapareció por entre
la bruma del escándalo y el olvido. Tal vez los chicos fueron
desembarcados en algún puerto de no se sabe donde y vendidos
a toda marcha, para así cerrar el contrato o, simplemente, fueron
uno a uno arrojados a las marismas del mar para así evadir los
impuesto de la civilización, la que se rasga las vestiduras con
esto de los Derechos Humanos y otros mea culpas sin fin.
Y la nave va...recorriendo sin itinerario
fijo y rebotando sobre las olas mientras nuestras conciencias nos juegan
la última comedia, esa, la desdoblada, la del sinocuo, o
sea, la del doble rasero o doble moral, de la que ya como navegantes
de aventuras en tiempo indefinido estamos acostumbrados a vivir.
Información relacionada:
http://www.equalitynow.org/action_sp_14_1.html
Esclavitud
Los
barcos de la vergüenza
"E la nave va"
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