Por: Carlos
Fonseca
Entra un joven muchacho, está
algo tenso y acentúa una sonrisa en sus labios. Camina algo inseguro,
se siente extraño, algo así como presionado por las miradas
de todos. Está algo descuidado físicamente, su camisa
cuelga por fuera de su pantalón, está su cabello despeinado
por la brisa de la calle y su rostro suda un poco, se mira al reloj
y seguido exclama casi entre dientes:
-¡Buenos días! ( mirando a la
multitud matutina y cotidiana de trabajadores que se agrupan siempre
en el pasillo de la fábrica)
-¡Buenos días, tenga usted! (responde
casi a coro la multitud)
-¿Por qué están tan serios
ustedes? (pregunta extrañado el joven)
- Porque hoy viene una visita. (responden
de nuevo y ésta vez a coro)
- Una visita!! ¿y quien es? (mas extrañado
el joven)
- Es una especie de comisión
de inspectores. (se atreve a responder uno entre aquel montón)
- ¿Y por que el piso está tan
brilloso? ¿por qué limpiaron los cristales? ¿por qué visten
tan correctamente? ¿Por qué todos están en fila? (preguntó
el joven)
- Porque a la visita le gustan las cosas
limpias y ordenadas. (contesta la multitud)
- ¿Por qué huele tan sabrosa
la comida que allá adentro se elabora?
- Porque a la visita le gusta la comida
sazonada.
- ¿Por qué todos están
sentados y con sus posturas correctas?
- Porque la visita está al llegar.
-¿Quién es aquella que tan desganada
corre hacia nosotros?
- Es la encargada de avisarnos sobre
la llegada de la visita.
- ¿Por qué están tan alegres
así de pronto? ¿Por qué pasan la mano por los cristales?
¿Por qué ensucian el piso? ¿Por qué hablan tan alto? ¿Por
qué ya no se siente el olor de la comida sabrosa? ¿Por qué
se aflojan el cinto para que la camisa se salga por fuera del pantalón?
- Porque la visita ya no viene (contesta
la multitud desordenadamente).
- Pues se equivocan, porque la visita,
soy yo. (todos quedan absortos, como si de pronto hubiese estallado
el mundo)