Desde Costa Rica, Rodrigo
Quesada Monge
"El internacionalismo
es el objetivo
fundamental de la lucha obrera"
BAKUNIN.
EL PUNTO DE VISTA BÁSICO.
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Emma Goldman (1869-1940).
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A finales de 1898, la ilustre pensadora
anarquista Emma Goldman iniciaba en la ciudad de Nueva York una febril
actividad para recaudar fondos en favor de la causa cubana 1.
Ella sostenía lo siguiente: "América había declarado
la guerra a España. La noticia no era inesperada. Durante los
meses anteriores, la prensa y el púlpito se habían llenado
de las llamadas a las armas en defensa de las víctimas de las
atrocidades españolas en Cuba. Mis simpatías estaban
con los cubanos y los filipinos que luchaban para liberarse del yugo
español. De hecho, había trabajado con algunos miembros
de la Junta ocupados en actividades clandestinas para liberar a las
Islas Filipinas. Pero no creía en absoluto en que las protestas
patrióticas de América fueran acciones desinteresadas
y nobles para ayudar a Cuba. No requería una gran sabiduría
política darse cuenta de que el interés de América
era la cuestión azucarera y que no tenía nada que ver
con sentimientos humanitarios. Desde luego había cantidad de
personas crédulas, no sólo en el país en general,
sino también en las filas liberales, los cuales creían
en el llamamiento. No pude unirme a ellos. Estaba segura de que nadie,
a nivel individual o estatal, que participara en la esclavitud y la
explotación en su propia casa, tenía la integridad o
el deseo de liberar a las gentes de otras tierras. Por lo tanto, mi
conferencia más importante a la que asistieron más personas,
fue sobre el Patriotismo y la Guerra" 2.
Pensaba Goldman que la comprensión
del problema cubano, ayudaría al movimiento anarquista norteamericano
y europeo, a decantar con más agudeza la estrategia internacionalista
correspondiente. Les preocupaba no quedarse únicamente con
la organización de la ayuda humanitaria, sino que aspiraban
también a la articulación, de manera más efectiva,
de las acciones en que incurrirían los anarquistas en Cuba,
Puerto Rico y Filipinas3. En
estos momentos, el anarquismo, todavía no ve claro qué
va a suceder con los últimos reductos del maltrecho imperio
español.
¿QUÉ CLASE DE
ANARQUISMO EN CUBA?
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Bakunin.
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Desde los años sesenta del
siglo XIX, los anarquistas cubanos y puertorriqueños habían
tenido una participación creativa y valiente en las guerras
por la liberación de sus países. Por ejemplo, durante
la guerra de los diez años en Cuba (1868-1878), algunos trabajadores
anarquistas de la industria del tabaco, seguidores de las teorías
federalistas prudonianas (Pierre Joseph Proudhon:1809-1865), tales
como Vicente García y Salvador Cisneros Betancourt, jugaron
un papel decisivo en el desarrollo de los acontecimientos de una guerra
que dejó exhausta y desesperada a la población cubana4.
Para estos años, el ideario
anarquista evidenciaba un despunte vigoroso y apasionado, en ciudades
europeas y norteamericanas. En Francia, Italia, España, Rusia
y los Estados Unidos (sobre todo con alguna migración irlandesa
después de la gran hambruna de 1845-1851)5,
las ideas de pensadores y organizadores anarquistas del corte de un
Mikhail Bakunin (1814-1876), habían empezado a penetrar a las
organizaciones obreras de esos países.
La fundación de la Alianza
Revolucionaria Socialista (1864), de la Alianza Democrática
Internacional Socialista (1868) y la Declaración de Principios
del anarquismo europeo, todos ellos con directa y activa participación
de Bakunin, influenciaron notablemente el desarrollo del anarquismo
cubano. Este, que ya había asimilado las ideas y conceptos
sobre la organización del trabajo desplegados por Proudhon,
abriría paso a las ideas más claras y precisas de Bakunin.
Con él, los trabajadores cubanos iniciaban un camino irreversible
hacia la consciencia de clase, el mismo que tantos y positivos frutos
rendiría en el siglo XX6.
Hacia finales de los ochenta del siglo
pasado, una de las figuras más prestigiosas del anarquismo
cubano, Enrique Roig de San Martín (1843-1889), fundador del
semanario EL PRODUCTOR , emergería como uno de los teóricos
más lúcidos del movimiento obrero en ese país.
Y gran parte del activismo que lo caracterizó por esa época,
fue el resultado de las acciones sindicales emprendidas por Roig,
su semanario y la organización revolucionaria fundada también
por él , conocida como la ALIANZA DE LOS TRABAJADORES, con
evidentes simpatías bakuninistas7.
Aquella alianza tenía dos plazas
fuertes en las industrias tabacaleras de Tampa y Cayo Hueso en los
Estados Unidos. Al mismo tiempo, en 1887, la primera Federación
de los Trabajadores del Tabaco era integrada en la ciudad de La Habana.
Dicha organización sustituiría a la anterior Unión
de los Trabajadores del Tabaco, e integraría al resto de la
población obrera del ramo. Tampa y Cayo Hueso seguirían
el mismo proceso, liderado por activistas del calibre de Enrique Messonier
y Enrique Creci, con el apoyo de anarquistas curtidos como Leal, Segura,
y Palomino. En 1889, una huelga general fue declarada en Cayo Hueso
que condujo al más absoluto triunfo de los trabajadores, cuando
empezaba el año de 1890. Estos acontecimientos fueron seguidos
de cerca, y debidamente asesorados desde La Habana, por la ALIANZA
y el semanario El Prdoductor8;
sobre todo después de la muerte de Roig de San Martín.
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Enrique Roig
de San Martín (1843-1896)
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Las costas de la Florida eran un hervidero
de partisanos cubanos dedicados a tiempo completo en su lucha por
la independencia de Cuba y de Puerto Rico. Eran momentos en que, el
líder más sobresaliente de este movimiento, José
Martí (1853-1895), trataba de reclutar en Tampa y Cayo Hueso,
tantos emigrados rebeldes como pudiera, para que lo acompañaran
en su lucha contra el imperialismo español. Para los trabajadores
de la industria del tabaco en Cuba y los Estados Unidos, la causa
por la independencia de la isla, era un asunto de la más profunda
vocación internacionalista. Martí alcanzó a conversar
con los líderes anarquistas de estas industrias, y con su talento
y poder de convicción logró llevárselos consigo
para la conquista de tan noble propósito. Pero hombres como
Creci, Messonier, Rivero y Rivero, Sorondo, Rivera Montessori, Blanco,
Blaino, Segura, Leal y otros de la misma estirpe, seguirían
a Martí sin renunciar a sus ideales internacionalistas y de
justicia social, marcados por el signo anarquista del más absoluto
compromiso moral con la causa de la independencia cubana.
La ayuda ideológica, política
y financiera que los anarquistas dieron a José Martí
fue de una enorme importancia. Y cuando el prócer decidió
fundar el Partido Revolucionario Cubano en 1892, una militancia importante
del mismo procedería de los sindicatos revolucionarios de los
trabajadores del tabaco en los Estados Unidos. No olvidemos que tales
sindicatos se llamaban a sí mismos organizaciones "revolucionarias
socialistas", un eufemismo que los anarquistas habían tenido
que acuñar después de los trágicos eventos de
Haymarket en Chicago en 1886-1887, cuando ocho obreros de filiación
anarquista fueron acusados de terrorismo y ejecutados. De esta manera
en La Habana, LA ALIANZA celebró el 1 de mayo de 1890 para
recordar a los mártires de Haymarket. En 1891 los anarquistas
convocaron a una reunión urgente, y en enero de 1892, el primer
congreso anarquista regional cubano tuvo lugar. Los congresistas terminaron
por recomendarle a la clase obrera cubana que se uniera a las organizaciones
del socialismo revolucionario (anarquista) y que apoyara sin ninguna
duda, la causa de la independencia. "Para alguien que aspira a la
más absoluta libertad individual, sería absurdo que
se opusiera a la causa de la libertad colectiva del pueblo" terminaban
diciendo los congresistas9.
Las autoridades españolas cerraron
el congreso, todo tipo de reunión pública fue prohibida,
se clausuró la prensa anarquista, la ALIANZA fue declarada
ilegal, y los más distinguidos participantes del congreso fueron
deportados o encarcelados.
Cuando la guerra revolucionaria por
la independencia estalló en febrero de 1895, los anarquistas
cubanos se unieron a la pelea y muchos de ellos perdieron la vida,
como le sucedió a Enrique Creci en 189610.
Desgraciadamente con la muerte de Martí en mayo de 1895, la
causa independentista entró en un proceso más lento
y doloroso. Con la intervención de los Estados Unidos, la guerra
finalmente acabó, pero los anarquistas continuaron la lucha,
y algunos de procedencia extranjera, como Orestes Ferrara y Federico
Falco, de origen italiano, terminaron formando parte de la lista de
mártires que se cobró el imperialismo con su intervención11.
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Orestes Ferrara
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La ejecución del Ministro Español
Antonio Cánovas del Castillo en el balneario de Santa Agueda
en el verano de 1897, quien había dicho que "pelearía
en Cuba hasta el último hombre y la última peseta" 12,
es uno de los eslabones fundamentales en el desplome del imperio español
en la isla. Mediante una alianza que no ha sido plenamente confirmada,
entre Michelle Angiolillo, un feroz anarquista italiano, a quien Cánovas
del Castillo le había ejecutado a varios de sus hermanos de
causa, y Ramón Emeterio Betances, uno de los cerebros de la
independencia de Puerto Rico en el exilio, la supuesta conspiración
puso un alto a las masacres que el ministro español ordenaba
contra el pueblo cubano, en busca de los líderes de la revuelta
pro-independentista.
Cánovas del Castillo se codeaba
de igual a igual con los monarcas europeos y los circulos financieros
más influyentes en Europa y los Estados Unidos, quienes los
presionaban constantemente para que acabara con aquella rebelión.
Después de su ejecución, Mateo Sagasta, su sucesor,
fue incapaz de continuar la labor emprendida por Cánovas, y
con el bombardeo del Maine (en febrero de 1898), los Estados Unidos
terminaron por encontrar la excusa precisa para intervenir. Era la
debacle del imperio español, lo que tenía sin cuidado
a los otros poderes imperiales europeos13.
El 98 ANARQUISTA.
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Las mujeres
del imperialismo
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Hoy todavía se debate en Puerto
Rico, si el eminente Ramón Emeterio Betances (1827-1898) estuvo
involucrado en el ajusticiamiento de Cánovas del Castillo (véase
el capítulo III de este libro). La importancia de dilucidar
un tema así, no radica tanto en la meticulosidad con que algunos
historiadores abordan sus temas de investigación, sino esencialmente
en que mediante la solución del enigma podremos concluir si
Betances era anarquista o no, y el nivel de compromiso que tuvo con
el movimiento ácrata en Francia. Por otro lado, podremos también
obtener algunas consideraciones importantes sobre si la guerra en
Cuba cambió de curso a raíz de la muerte de Cánovas,
o si lo que los norteamericanos empezaban a llamar la cuestión
caribeña, se volvería más tangible después
de que aquél hubiera desaparecido.
Por situación caribeña
entendían los anarquistas norteamericanos del 98 no sólo
a las luchas que tenían lugar en Cuba, sino también
a lo que había sucedido con Puerto Rico. Aquí, el grueso
de la población nativa había recibido con beneplácito
al invasor norteamericano. Hoy, los puertorriqueños todavía
estudian con ahínco lo que sucedió en ese momento, porque
sus historiadores no acaban de asimilar una actitud tan entreguista
de parte de la población, sobre todo cuando en alguna forma
eran bien conscientes de lo que estaba aconteciendo en Cuba.
Pero nuestro interés ahora,
no es entrar en el debate de la historiografía nacional puertorriqueña,
aunque esperamos sinceramente que encuentren una salida óptima
lo más pronto posible. Con los talentosos historiadores que
tienen, sabemos que la encontrarán. Nuestro motivo de reflexión
en esta oportunidad, va más por el lado de la así llamada
cuestión caribeña, en el momento en que la prensa norteamericana
sostenía que, aunque no hubiera guerra en Cuba, había
que inventarla.
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Malatesta
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Con la muerte de Cánovas del
Castillo la política española cambia profundamente.
Llegan hombres de mente más plástica al escenario político,
algunos de orientación liberal, y se logra negociar con Cuba
y Puerto Rico su autonomía 14.
Estados Unidos, haciendo buen uso de la debilidad en que se encuentra
España, y en sus devastadoras ansias de expansión, provoca
la guerra Hispano-Cubano-Norteamericana que termina con el Tratado
de París, firmado el 10 de diciembre de 1998. Cuba consigue
una independencia condicionada, no así Puerto Rico, al que
le queda el dudoso honor de ser la colonia más antigua del
mundo15.
Ahora bien, siguiendo de cerca el
excelente libro del escritor anarquista cubano Frank Fernández,
LA SANGRE DE SANTA AGUEDA, nos enteramos de algunos pormenores que
condujeron a la conspiración para deshacerse de Cánovas
del Castillo. En ese libro, emerge con toda claridad la evidente participación
de Betances en dicho ajusticiamiento16.
El abrumador odio que los pueblos de Cuba y Puerto Rico sentían
contra Cánovas del Castillo, estaba fuera de toda duda. El
ministro sostenía: "Nuestra soberanía jamás se
extinguió en América, Cuba será siempre española",
" los cubanos no quieren ser independientes, lo que quieren es que
los dejen robar solos", "gavilla de bandoleros que viven de la ruina
y del incendio"17. Cánovas
prácticamente dictó su propia sentencia, cuando nombró
a Valeriano Wyler Capitán General en Cuba, un tipo violentísimo
que había hecho de las suyas en Filipinas.
Pero, ¿quién ejecutó
a Cánovas del Castillo? Michelle Angiolillo y Galli, nació
en la ciudad de Foggia, Italia, en 1870.
Desde muy temprano tuvo problemas con su militancia anarquista, y
por ello tuvo que buscar refugio en Francia, Suiza y Barcelona, donde
en 1896 terminó relacionándose con la Federación
Anarquista Ibérica. Ahí vivió muy de cerca las
torturas y asesinatos que tenían lugar en el Castillo de Montjuich,
todo bajo el gobierno de Cánovas del Castillo18.
Enterado de esto, Angiolillo se trasladó
a París, donde el Doctor puertorriqueño Ramón
Emeterio Betances sostenían y promovía unas tertulias
a las que asistían los más eminentes anarquistas del
momento, algunos exiliados y otros grandes pensadores, cuya impronta
se encontraba prácticamente en todo el pensamiento político
de la época. Figuras tales como Errico Malatesta (1853-1932),
Eliseo Reclus, Sebastián Faure, Gastagua, Tostí, Federico
Urales y Kropotkin (1842-1921), eran algunos de los nombres que se
oían en la casa de Betances en París.
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Kropotkin
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En esa casa se discutía de
todo, economía política, filosofía, ciencias
naturales y sobre todo se soñaba con la sociedad ideal. El
Dr. Betances tenía un enorme prestigio en Francia por sus investigaciones
sobre el cólera y otras enfermedades. Tanto así que
fue uno de los primeros extranjeros en formar parte de la Academia
Francesa de Ciencias. Betances había tenido que abandonar Puerto
Rico en 1867, y desde entonces organizaba la resistencia en el exilio
contra la ocupación española de Cuba, Puerto Rico y
las Filipinas.
Angiolillo finalmente logró
ingresar a la casa de Betances, y una tarde le propuso que con su
ayuda podía ajusticiar a Cánovas del Castillo. Sólo
le pidió un poco de dinero para ir a España, a completar
su misión con la consciencia clara de que nunca más
volvería. Según parece, en un principio Betances le
negó su apoyo, pero al día siguiente Angiolillo recibía
un monto de mil francos de un benefactor desconocido. La empresa fue
concluida y aún hoy ignoramos si fue realmente cierta la participación
de Betances en la misma 19.
Pero lo que sí nos interesa
destacar es que posteriormente, sin dicha ejecución, ni la
participación de los anarquistas hubiera llegado a tales niveles
en la guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, ni el gobierno español
se hubiera preocupado por darle un nuevo giro a sus prácticas
institucionales en Cuba y Puerto Rico. Uno las entiende a partir de
que el ajusticiamiento de Cánovas del Castillo, obligó
a los españoles a reconsiderar mucho de lo que un hombre como
Wyler por ejemplo había hecho en Cuba. Con la muerte de Cánovas,
este finalmente desapareció también.
¿QUÉ APRENDIERON
LOS ANARQUISTAS?
La prensa norteamericana de inspiración
anarquista, bajo una tremenda presión de las autoridades al
servicio de los políticos más conservadores, logró
movilizar conferencistas latinos y a famosos agitadores como Emma
Goldman, para que participaran en las denuncias contra lo que se le
estaba haciendo a Cuba.
El chovinismo norteamericano, ocasionado
por la guerra contra España, estaba en su punto pico cuando
Goldman entró en contacto con luchadores como Gori, Esteve,
Palavicini, Merlino, Petrucini y Ferrara, grandes y vitales propagandistas
de la causa anarquista y, en esta ocasión, fieros combatientes
de la intervención norteamericana en el Caribe.
Resulta que el anti-imperialismo por
esos días, al menos en los Estados Unidos, estaba muy ligado
con causas nacionales de rico colorido político y social. Ideológicamente
hablando, la causa cubana y puertorriqueña para muchos anarquistas
estadounidenses no era más que la causa del trabajador migrante,
que llegaba a ese país en busca de un futuro mejor y sólo
encontraba explotación y humillación. De tal manera
que, en la agenda política de las luchas anarquistas del momento,
la guerra revolucionaria que se libraba en Cuba no tenía implicaciones
solamente en el ámbito internacional, sino también en
un aspecto muy específico: la vida cotidiana del trabajador
extranjero en los Estados Unidos.
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Réclus
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En otra dimensión, uno no puede
perder de vista que la guerra que se libraba en Cuba entre 1895 y
1898, tuvo para los Estados Unidos una importancia decisiva no sólo
en lo que respecta al rediseño de su política exterior
hacia la América Latina, sino también en relación
con las primeras leyes migratorias introducidas en ese país
hacia finales de 1897.
La Liga Anti-Imperialista Norteamericana
fundada hacia 1898 tenía que tener eso en mente, y actuar en
consecuencia. No se puede dejar de pensar en que para los Estados
Unidos, el expansionismo imperialista tenía que atender varios
impactos al mismo tiempo. La prensa ultra-nacionalista insistía
en que la guerra contra España, no era simplemente una guerra
contra un viejo y desvencijado poder extra-continental, sino fundamentalmente
un gesto indicativo de que, cualquier otro intento de intervención,
por parte de poderes extranjeros en la región del Caribe, tendría
que tener antes la aceptación o el rechazo rotundo del Departamento
de Estado norteamericano.
De esta manera, se manejaban dos nociones
distintas de lo que era extra-continental, dos nociones diferentes
de lo que era la región del Caribe, y dos ideas desiguales
de lo que era la cuestión cubana. Para muchos analistas del
presente, la comprensión de este conjunto de temas sería
requisito básico para un mejor entendimiento de las estrategias
que saldrían de ahí en adelante, de las oficinas del
Departamento de Estado norteamericano, hacia la América Latina
y el Caribe.
Cuando se hablaba de intervención
extra-continental en el Caribe, el concepto estaba especialmente diseñado
para referirse a Europa. Así había venido configurándose
una política exterior hacia ciertos países en particular,
como sucedió con Gran Bretaña por ejemplo. Los Estados
Unidos no se consideraban a sí mismos como una fuerza extra-continental
en el Caribe.
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Proudhon
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Existía un Caribe cubano y
puertorriqueño y otro español, de tal manera que para
la política exterior de los Estados Unidos, el menos malo era
el primero, y con el que se podía negociar era con el segundo.
Es decir, como sucedió con Honduras por ejemplo entre 1897
y 191220, se le reconocía
identidad colonial a Cuba y Puerto Rico, pero no se negociaba con
ellos sobre su futuro estatuto político, eso sólo era
negociable con la potencia colonialista, aunque ésta fuera
un poder extra-continental.
Finalmente, existía una cuestión
cubana en los Estados Unidos, y otra en Cuba misma. Esta ambigüedad
era una de las situaciones que más molestaba a José
Martí, y uno de los motivos de reflexión para luchadores
como el médico puertorriqueño Ramón Emeterio
Betances, de quien ya hemos hablado. Después de su larga estadía
en los Estados Unidos, Martí logró comprender que el
gobierno de los Estados Unidos tejía su política exterior
hacia la América Latina y el Caribe, partiendo de un principio
básico: estos son países increíblemente inestables,
por lo tanto su política exterior debía ser lo más
rígida posible. Ese pragmatismo siempre les impidió
ver que las luchas de Martí o Betances, no eran el producto
de antojos de gabinete. Por eso tampoco entendieron por qué
Martí pierde su vida recién llegado a Cuba, para dirigir
la etapa final de la lucha contra el poder colonial español21.
Con el gobierno de los Estados Unidos
no se discutía de política exterior, se aceptaba o no
se aceptaba. En este último caso, habría que atenerse
a las consecuencias. La diplomacia norteamericana era una maquinaria
efectiva e infalible (al menos así lo pensaban ellos), y con
ese criterio se le proponían soluciones a los pueblos de América
Latina y del Caribe, en el entendido de que los tratados y acuerdos
comerciales, militares o diplomáticos, no se discutían
con ningún poder extranjero, y se negociaban con los pueblos
interesados dentro de ciertos límites.
Cuando la Liga Anti-Imperialista decidió
denunciar los desmanes que se estaban perpetrando en Cuba, Puerto
Rico y las Filipinas, lo hacía porque tenía claro que
los acuerdos y toda la parafernalia diplomática norteamericana
en aquellos países, respondía a una estrategia pesada
y lenta articulada para satisfacer las necesidades del imperio, el
nuevo, el que se estaba diseñando en el Departamento de Estado
norteamericano.
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Voltairine
de Cleyre
(1866-1912)
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Es curioso pero, los pensadores y
luchadores anarquistas fueron de los primeros en hacer este tipo de
denuncias. Y su comprensión de lo que estaba en juego en el
Caribe, al lado de la bien elaborada y estudiada propaganda de la
Liga Anti-Imperialista, hizo que por primera vez las acciones anarquistas
en los Estados Unidos, tuvieran dimensiones internacionales.
Cuando se rumora que, tal vez, el
médico puertorriqueño Betances pudiera haber estado
involucrado en el asesinato de Cánovas del Castillo en 1897
como ya vimos, el pensamiento anarquista asume como suyo el magnicidio
sobre la base de que, en ese momento, en Rusia, en Francia, en Inglaterra,
en Alemania, el terrorismo individual de signo ácrata configura
una estrategia perfectamente válida a la luz de un escenario
repleto de conflictos e inestabilidad.
Para el anarquismo norteamericano
entonces, la guerra del 98 fue una motivación mayor para combatir
y denunciar la política exterior de los Estados Unidos, y también
para integrar alianzas propagandísticas con la Liga Anti-Imperialista
norteamericana. En ocasiones, algunos miembros de esta Liga, tales
como Mark Twain o Dale Carnegie (según vimos en capítulos
anteriores), se sintieron incómodos de coincidir con los anarquistas,
pero la marcha de los acontecimientos los hizo finalmente aceptar
como inevitables las consecuencias de estas generosas coincidencias.
La geopolítica al final de
la jornada, articulada de forma maravillosa para responder a las necesidades
del Departamento de Estado norteamericano, quiso ver en el Caribe
un campo de entrenamiento para campañas de mayor envergadura,
como la que se aproximaba en Filipinas y la utilización de
éstas para penetrar al mercado chino. Las masacres que se practicaron
contra la población musulmana en Filipinas en 1899, ya tenían
precedentes en las tristemente célebres re-concentraciones
ejecutadas por Wyler en Cuba.
Uno tiene la sensación finalmente,
de que los acuerdos de París, en diciembre de 1898, le concedieron
al gobierno de los Estados Unidos, una nueva idea de lo que, de ahí
en adelante, iría a seguir siendo el Caribe. La derrota de
España era inevitable, puesto que, según indican algunos
historiadores ingleses, se trataba de un imperio en franco deterioro
desde 1812; pero que al enfrentar al nuevo imperio norteamericano
en el escenario caribeño, quiso sostener la vieja concepción
de lo que éste significaba para los españoles en las
islas de Cuba y Puerto Rico. El Caribe para España era la explotación
del negro en el ingenio azucarero. Para los Estados Unidos, seguía
siendo la explotación azucarera, pero ahora con fuerza de trabajo
sujeta a una jornada laboral que se parecía mucho a la condición
del esclavo, con la única diferencia de una paga en metálico.
Si hemos de puntualizar, para concluir,
que la guerra del 98 redefinió toda nuestra concepción
de lo caribeño, entonces debemos de anotar que tal redefinición
la elaboró muy bien el imperialismo norteamericano. Y aunque
los anarquistas y antiimperialistas en los Estados Unidos, quisieron
hacer entender al pueblo norteamericano que el asunto tenía
más gravedad de lo que una sencilla discusión conceptual
podía hacer pensar, la nueva idea del Caribe terminó
por imponerse. Una idea que empezaría a cambiar hasta que la
Revolución Cubana de 1959 le hizo ver al imperialismo norteamericano
que muchas de las tareas inconclusas del siglo XIX seguían
pendientes de solución.
LA MUJERES EN EL DEBATE
ANTI-IMPERIALISTA.
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Lucy Parsons
(1853-1942)
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Por estos años, la lucidez
de las organizaciones feministas norteamericanas, es con frecuencia
muy iluminadora. Su participación no se redujo únicamente
a la cuestión moral del problema de la guerra, sino también
a los ingredientes políticos e ideológicos que estaban
imbricados con aquel. Las mujeres organizaron una oposición
combativa y beligerante contra lo que estaba aconteciendo en Cuba
y Filipinas especialmente. Para ellas, el antiimperialismo sostenía
una relación moral y política muy significativa, con
las nociones de patriotismo y democracia que hubiera desarrollado
hasta ese momento la sociedad norteamericana22.
Muchas de ellas tuvieron que abrirse paso en las filas de la Liga
Anti-Imperialista de forma dificultosa y problemática, puesto
que al principio las principales oficinas regionales de esta organización
fueron ocupadas esencialmente por hombres23
. Pero una vez que se hicieron notar, luchadoras como Jane Addams
(1860-1935), llegaron a ocupar puestos de vice-presidencia y secretariado,
cumpliendo con una serie de tareas que las ligaba muy estrechamente
con el movimiento obrero a nivel nacional e internacional24.
Es frecuente escucharlas haciendo mención de documentos publicados
por la Primera Internacional de los Trabajadores, fundada por Marx,
Engels y Bakunin, en defensa de sus ideas contrarias a la ocupación
de Cuba y Filipinas25. En 1868,
aquella organización había proclamado que toda guerra
sería considerada un asesinato sistemático contra los
trabajadores, quienes regularmente eran ponían los muertos.
Y era más vergonzoso el caso de la guerra que se hacía
contra otros pueblos, argumentando principios de civilización
y cultura. No era posible, sostenían las mujeres del antiimperialismo,
que en el país supuestamente más democrático
del planeta, hubiera personas que sostuvieran la necesidad de subyugar
por la fuerza a otras naciones arguyendo el principio de la civilización,
como lo hubiera hecho en contadas ocasiones Gran Bretaña, a
través de la voz y la pluma de Rudyard Kipling (1865-1936),
a quien ya nos referimos en el capítulo II de este libro. Kipling,
continuaban diciendo, nunca entendió la diferencia entre imperialismo
y guerra, y entre civilización y moral colonialista. Para ellas,
la cuestión de estas distinciones y precisiones tenía
mucho que ver, no sólo con lo que estuviera haciéndose
con los pueblos colonizados, sino también con los trabajadores
de esos países, y, obviamente, con los trabajadores nacionales.
Les competía más de cerca la múltiple condición
de explotación a que estaban sujetas las mujeres trabajadoras,
pues en algunos países del capitalismo central, donde se hablaba
de civilización, progreso y cultura, les era negado el derecho
a votar y a organizarse con sus compañeros de clase26.
Pero el problema no residía únicamente en ganarse el
derecho a votar en un sistema político y social que, desde
su mero fundamento, era discriminatorio y segregacionista27.
Todo residía por ejemplo en preguntarse si era válido
o no votar, no dudando siquiera en el derecho que tenían las
mujeres a cumplir con los mismos roles de los hombres en una democracia
burguesa clásica como la norteamericana, cuando los hombres
y mujeres más conscientes sabían que dicho sistema había
hecho del voto un fetiche, que dejaba intactas todas las otras condiciones
opresivas y humillantes de aquel sistema28.
Por eso, para algunas mujeres como Goldman, Lucy Parsons (1853-1942)
y Voltairine De Cleyre (1866-1912), el sufragismo se quedaba más
acá de lo que en verdad significaba la liberación de
la mujer, no sólo como entidad electoral, sino también
como ser humano, pleno y autosuficiente29.
De tal manera que las sufragistas
y las anarquistas no siempre coincidieron en lo que compete a los
asuntos de orden meramente civil. Sin embargo, algunas de sus ideas
sí establecieron un puente lleno de ecos, documentos, pronunciamientos
y plataformas cuando se trató de la Comuna de París
(1871), de la masacre de los obreros de Haymarket en Chicago (1886-1887),
y de un antiimperialismo militante y efectivo con relación
a la guerra hispano-cubano-norteamericana y a la invasión de
Filipinas.
No olvidemos que, con regular frecuencia,
las mujeres que aspiraban al sufragio universal, a la posibilidad
real de elegir y de ser electas, y a la más total y comprensiva
participación ciudadana con los hombres, eran de la grande
y mediana burguesía de los países de capitalismo central,
bien educadas y sensibilizadas para tener claros al menos algunos
de sus derechos30. De la misma
forma, mujeres con igual procedencia social y educativa, como Clemencia
López, miembro de una de las familias más ricas de la
provincia de Batangas en Filipinas, sostenía que, antes de
pensar, para ellas, en los mismos derechos electorales, era fundamental
avanzar hacia una consistente libertad nacional, que les hiciera posible
a los filipinos construir su propia vida política e institucional31.
Estaba visto que, el antiimperialismo
pequeño burgués practicado por algunas mujeres y organizaciones,
de claro perfil republicano, no se saltaba las barreras del anti-colonialismo,
pero les permitió de manera lúcida y activa denunciar
las atrocidades del imperialismo en Cuba y Filipinas. En ello coincidieron
notablemente con posiciones más radicales, como las de las
anarquistas, quienes llegaron a desarrollar la tesis de que toda lucha
de verdad antiimperialista implicaba necesariamente la sustitución
del sistema vigente, por otro que imposibilitara el expansionismo
y la humillación de otros pueblos y naciones, con la excusa
de la civilización, el progreso y la cultura.
BALANCE FINAL.
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Jane Adams
(1860-1935).
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El internacionalismo anarquista de
la segunda parte del siglo XIX no discriminó entre los distintos
medios a su disposición para hacerse sentir. Desde el terrorismo
individual, con la ejecución de Cánovas del Castillo,
hasta las acciones más concertadas y bien articuladas de hombres
como Roig de San Martín en Cuba, el anarquismo en el Caribe
logró dejar bien sentado el principio de que ningún
ideario de orientación ácrata, es contradictorio con
las acciones políticas debidamente organizadas.
No es en vano que el anarquismo hiciera
notar primero su presencia en América Latina y el Caribe, antes
que el marxismo. La migración española, italiana, irlandesa
y alguna del centro de Europa, encontraría un ambiente propicio
y oportuno en esas latitudes para desarrollar algunas de las ideas
radicales que traería consigo. Cuba y Puerto Rico no fueron
la excepción. Lo extraño es que no se haya enfatizado
lo suficiente. Rara vez se menciona la participación de los
anarquistas en los acontecimientos del 98. Y menos aún el apoyo
que brindaron a Martí y su movimiento en pro de la independencia
de Cuba.
Algo similar ha sucedido con la activa
participación de las mujeres en este tipo de situaciones y
de escenarios. El antiimperialismo pareciera haber venido al mundo
con su sexualidad bien definida. Sin embargo, las mujeres tuvieron
el coraje de organizarse también y junto a sus propios problemas
con el sufragismo y el logro de otros derechos civiles, tuvieron tiempo
para articular proclamas y respuestas con relación a lo que
acontecía en Cuba y Filipinas. Su internacionalismo es sorprendente
por la lucidez de que hace gala, y por su capacidad para remontar
las ligeras diferencias políticas y estratégicas que
pudieran haber aparecido entre mujeres anarquistas y radicales de
la burguesía. Cuando se trató de denunciar al imperialismo
lo hicieron en bloque.
Pero el imperialismo aprendió
también su lección. A partir del 98 la política
exterior del gobierno de los Estados Unidos hacia la América
Latina y el Caribe, ya no fue la misma digamos que la practicada hasta
1847. De la rapiña simple y brutal (de corte militar y geográfico)
se pasó al expansionismo económico y político
(de inspiración claramente imperialista). La Pax Britannica
cedió su lugar a la Pax Americana. Incluso los motivos modificaron
su textura. Porque la voracidad territorial empezó a parecerse
cada vez a la simple codicia . Una agenda que ha cambiado muy poco
desde entonces.
CITAS.
1 GOLDMAN,
Emma. VIVIENDO MI VIDA. (Madrid: Fundación de Estudios Libertarios
Anselmo Lorenzo. 1996) Colección Biografías y Memorias.
Tomo 1. Capítulo XVIII. P.259.
2Idem.
Loc.Cit.
3 Ibidem.
4 FERNANDEZ,
Frank. "The Anarchists & Liberty" (http://www.cs.utah.edu/~galt/cuba.html).
5 LYONS,
F.S.L. IRELAND SINCE THE FAMINE (Londres: Fontana/Collins. 1981) Pp.15-34.
6 DOLGOFF,
Sam. THE CUBAN REVOLUTION. A CRITICAL PERSPECTIVE (Montreal: Black
Rose Editions. 1977) Capítulo V.
7 Ibidem.
8 Ibidem.
9 Ibidem.
10 Ibidem.
11 Ibidem.
12 Ibidem.
13 Ibidem.
14 CARVAJAL,
Francisco. "¿Betances anarquista?" (http://206.49.79.49/proyectos/1898/index.html.
15 Ibidem.
16 FERNÁNDEZ,
Frank. LA SANGRE DE SANTA ÁGUEDA: ANGIOLILLO,BETANCES Y CANOVAS
(Miami: Ediciones Universal.1994).
17 CARVAJAL,
Francisco. Idem. Loc. Cit.
18 Ibidem.
19 Ibidem.
20 QUESADA,
Rodrigo. RECUERDOS DEL IMPERIO. LOS INGLESES EN AMERICA CENTRAL. 1821-1915.
(Heredia, Costa Rica: EUNA. 1998) Capítulo VIII.
21 TOLEDO
SANDE, Luis. CESTO DE LLAMAS. BIOGRAFÍA DE JOSE MARTI (La Habana,Cuba,
Editorial Pueblo y Educación. 1998). Capítulo 8.
22 RUSSELL,
Frances. "The Shame of Imperialism" THE WOMAN´S JOURNAL, 30 (March
18, 1899) (http://home.ican.net/~fjzwick/wj/wj_18990318ª.html.) En
ZWICK, Jim. ANTI-IMPERIALISM IN THE UNITED STATES, 1898-1935 (http:home.ican.net/~fjzwick/ail98-35.html).
23 Idem.
Loc.Cit.
24 ADDAMS,
Jane. "Democracy or Militarism" ADDRESS BEFORE THE CHICAGO LIBERTY
MEETING, April 30,1899. (Chicago: Central Anti-Imperialist League,
1899) (http://home.ican.net/~fjzwick/ailtexts/addams.html.)
25 WOMEN´S
AUXILIARY OF THE ANTI-IMPERIALIST LEAGUE "Women Make an Appeal/In
Behalf of the Foundation Principles of the Republic". SPRINGFIELD
REPUBLICAN (May 30, 1899) (http://home.ican.net/~fjzwick/ailtexts/wail
0599.html). En ZWICK, Jim. ANTI-IMPERIALISM IN THE UNITED STATES,
1898-1935. Loc.Cit.
26 GOLDMAN,
Emma. ANARCHISM AND OTHER ESSAYS (New Revised Edition. New York and
London: Mother Earth Publishing Association. 1911) "The Tragedy of
Woman´s Emancipation" Pp. 219-231 y "Woman Suffrage" Pp. 201-217.
27 Idem.
Loc.Cit.
28 Idem.
Loc.Cit.
29 Idem.
Loc.Cit.
30 LYNN
DOUGLAS, Mary. "Mujeres trabajadoras durante la revolución
industrial, 1780-1914". En NASH, Mary (Ed.). PRESENCIA Y PROTAGONISMO.
ASPECTOS DE LA HISTORIA DE LA MUJER. (Barcelona: Ediciones del Serbal.1984)
Pp.91-120.
31 LÓPEZ,
Clemencia. "Women of the Philippines". THE WOMAN´S JOURNAL (June 7,
1902). ADDRESS AT THE ANNUAL MEETING OF THE NEW ENGLAND WOMAN´S SUFFRAGE
ASSOCIATION, May 29, 1902 (http://home.ican.net/~fjzwick/ailtexts/clopez
o2 html.)
Rodrigo Quesada Monge (1952), historiador costarricense con publicaciones
en varias revistas de América Latina. Tiene nueve libros sobre
la historia económica, social y cultural de América
Central y del Caribe. Premio Nacional (1998) de la Academia de Historia
y Geografía de su país.