Silvia Banfield
LA SORPRESA DE SATANÁS
en Acción de Gracias. El trasero visible de la muerte
Desde Nueva York, Silvia Banfield ©2006
Es redondo y gira, desde la gran explosión, devorado por el tiempo, azul nacido de la sombra, plop, plop, plop, se hizo en siete días o de la noche a la mañana, el universo nos mira con sus ojos de estrella, sonrisa de sol amargo, luminoso, cara de luna sin respaldo bancario, arrugado, poblado de gabinetes con soldados muertos, ataúdes frescos, banderas dobladas Se siente sorprendido tal vez que el hombre no se haya conformado con el gran estallido, la desaparición de los dinosaurios y de su inexorable viaje hacia los agujeros negros que ha puesto su propia piedra en el camino. Y del otro lado del desierto, miles de cuerpos blancos bajo tierra sudando los granos de arena que el infierno humano empuja bajo la tierra, como si ascendiera más alto a los cielos. La montaña permanece como vos, amor /Alá va y viene/como vos, amor/respiro y dejo correr la noche bárbara/mis zapatos azules entran al océano/Bizancio, Cartago, Roma, New York/Ni una misa por París sin vos/Sal y arena del desierto/estos días húmedos que el silencio ya no me entrega/una noche suma un día anterior/apaga la vela la luz que no olvida/¿De hora en hora/el tiempo se acaba? Un día más y el día estalla en sus copas/ amanecer de rosas blancas/Vuelven a entrar en mí/tus horas/los vacíos inexcusables de un tiempo/que nunca partirá/Yo no abandono la causa, amor/por esta guerra inútil, sí /no combato/Es tu carta, son tus palabras/las que leo en voz alta/y asumo como mías/Al diablo con las fechas/que atascan nuestros días/sombras de un mismo patio de luz/que el destino juegue/con su destino/Ahora sé que mi corazón/no ha regresado /con las manos vacías.
¿EL TIEMPO RUEDA DE LA MANO DE DIOS O SOMOS LA RUEDA NOSOTROS MISMOS?
El muro caminará y se abrazará a los muertos...
Desde Nueva York, Silvia Banfield ©2006
A veces la fiebre no alcanza para un termómetro. En la ilusión de las sábanas, no está el amor. Eso me dijo el Poeta. El cuerpo, leí en su viejo Diario, es la memoria de tus pasos. Sostuve la hoja casi con los pensamientos y me di cuenta que no estaba allí. Soplaba tibio el futuro y ardía en mi memoria este presente ya consumido. Nadie tomaba ventaja del pasado. Un corredor de fondo nunca mira hacia atrás, no existe su espalda, se borran los pasos que van marcando el camino hacia la meta. El otoño no le garantiza más hojas al calendario. El amarillo tiñe el viento, la curva ondulante de la hoja, el piso que la voltea y arrincona como parte del paisaje. Así las cosas suceden en el monótono curso de las horas. El sensual malestar de las palabras, afincado en el deseo femenino, sin coartadas, un capítulo abierto, libre, espontáneo, casi casual. Se detiene el pequeño tiempo que en algún momento creemos administrar. Es como un cenicero apagado, silencioso, que brillará con la punta de un cigarrillo, la ceniza fluorescente que cae dormida. De alguna manera el sol se recoge apagando sus huellas visibles, el reflejo de su mirada y se concentra en su luz interior. Pareciera no confiar en el hombre y le enseña su resplandor, se deja derrotar ciegamente por la lluvia y la noche. Recoge su circunstancial ocaso y reserva sus fuerzas, mejores días para el verano. Allí expresa su potente juventud desde hace millones de años, la calidez de su corazón de fresa. Se nos ha dicho que algún día, millones de años más, se apagará como una gran estrella y la palabra sol no seguirá iluminando la Tierra que tampoco existirá.
INTRODUCCIÓN PERSONAL AL CANTO DEL CISNE
Desde Nueva York, Silvia Banfield ©2006
PRIMERA PARTE
EL VERBO CON SUS PUNTOS Y COMAS
Este es el mundo, veamos. Un globo a punto de estallar. Y el hombre, que lo habita, un cometa, que no tiene donde ir. Así están las cosas. La Tierra es un recurso que se agota, asfixia, enrarece, degrada y puede echarse a rodar como una bola de fuego. Extinguirse, desaparecer y volver a ser polvo de la nada, un gran agujero negro. ¿El hombre selecciona la piedra o la piedra lo escoge para tropezar una y otra vez? Se calzó mucho tiempo después los dos pies, solo para tropezar. Supo de antemano, que el camino era el error y el horror. Si no, cómo explicarnos este escenario que es el mismo colador con los agujeros de siempre. Hace cinco años se repiten los hechos como si nada más fuera a suceder y pocas veces el mundo fue menos original. La realidad cada día más alejada de las promesas y de los deseos. Los grandes medios escritos y digitales, mediáticos, se encargan de escribir y pasar una y otra vez la misma película. El libreto es más bien un formulario que se va llenando una y otra vez, porque los anuncios y sus efectos tienen un mismo origen, con algunas salvedades, coordenadas que se van ajustando en el camino. La bola de nieve viene del Norte y rueda. Todo lo demás es tiempo pretérito o futuro. El presente se las arregla para pasar desapercibido. ¿Es tan modesto o impotente? Un tiempo quizás que no se reconoce así mismo. Un meteorólogo podría decir sin lugar a equívocos: estos no son buenos tiempos. Y no se equivocaría. No se requiere de satélites especializados, ni de grandes oráculos para ver lo mismo. Los israelíes bombardearon el Líbano hasta que se aburrieron y aún después del alto el fuego.
DEL EJE DEL BIEN A UN MUNDO SIN EJE (TODO VUELVE A MORIR Y NO ES UN PARÉNTESIS)
Notas de un equipaje letal
Desde Nueva York, Silvia Banfield ©2006-06-julio
Los iraquíes mueren como moscas en sus ciudades. Las estadísticas se apilan, son cadáveres, huelen a muerto los números. Los mismos que inventaron los árabes. Las matemáticas casi exactas, como la muerte, crecen geométricamente como los muertos. Espiral de ataúdes huérfanos, sueños arenosos/asciende el plomo con su capa azul/de niño bueno/Y nadie vuelve del caballo loco del tiempo/Baja tú Dios, si puedes/sin arena en los ojos/a estos cielos bajo tierra/.¿El sombrero es de Dios/el techo del cielo y la tierra? Más preguntas que respuestas/más respuestas sin respuestas/Babel de corcho flota en este desierto/De huesos duros la palabra/muslos redondos, el verbo/que asoma, asoma/intachable bajo dos colinas/ Y todo vuelve al principio/ de las ruinas, la nada. Las ferias aguardan mejores tiempos/ bestias que seguirán vivas/ rondando sus bestias muertas/ Las matanzas ocurren en cualquier lugar y ciudad. A muchos les hace olvidar las estadísticas de los soldados muertos y mutilados de Estados Unidos, que también van quedando en las carreteras y en el desierto de esa nación invadida y desangrada. Varados en la nada, un tiempo ya perdido, restado de antemano a un futuro incierto Con su mirilla telescópica, infrarrojos, blindados. todo el equipaje letal del siglo XXI, los soldados invasores recorren las calles, el desierto, las carreteras, los mercados, se instalan en la vida y muerte de Irak, con sus campamentos abastecidos por la última tecnología de la muerte. Se mimetiza el terror de ayer con el de mañana, siempre en presente, la muerte. La muerte pareciera ser la única con esperanzas de seguir subsistiendo en las arenosas avenidas de Irak. Allí donde El Tigris y Eufrates cruzan también su destino frente al desierto.
GUANTÁNAMO, TERROR DE CINCO ESTRELLAS
(La palabra es el último gabinete de la memoria) La bóveda del juicio final. La mujer es un paisaje
Desde Nueva York, Silvia Banfield ©2006-06-julio
La redacción de un periódico puede quedar en silencio frente a algún acontecimiento que azote el día bajo el relámpago de la TV. Los huracanes lograron desajustar los monitores de la realidad y las válvulas destaparon las pestilencias de un sistema intocable. Katrina ha dejado también la huella de la corrupción.1.400 millones se dilapidaron en champaña, viajes, hasta un abogado para concluir un divorcio. Noticias que son pesados fardos de miedo, terror, muerte, cuervos con sus ojos, apenas piando fuera del nido al amanecer. El mundo es una golosina con su suave capa de ácido nítrico, efervescente. Crash, suena el papel amarillo, arrugado de los periódicos con noticias que repiten la asfixia global, y los hechos chorrean refritos con manteca de puerco por los cuatro codos. Las cuatro esquinas del poder fáctico y real, huelen a viejos calcetines. La mañana chirría aquí desvencijada, con su dolor de muelas, patina en la solemnidad de la nada, el statu quo lleva el mismo sombrero de copa de la Gran Depresión y una pierna es más corta que la otra. No moveré mis alfiles esta mañana, que los peones hagan su trabajo. El color naranja chillón y la malla de ciclón, conforman al parecer un lugar idílico, casi perfecto en la base naval de Guantánamo, el Resort Tropical del Horror. Los hombres arrodillados con sus pequeñas máscaras para evitar la contaminación y dejar de orar en voz alta, parecieran pedir perdón por todos los pecados de la humanidad. Benedicto XVI, considera que donde no hay Dios, está el Infierno. ¿Quién habita Guantánamo?
EN BÚSQUEDA DE LA FRONTERA PERDIDA Y EL DELICIOSO BOCADILLO DE NABOKOV
(Se Busca la Utopía, viva o muerta.) ¿Se salvará el Ejército de salvación?
Desde Nueva York, Silvia Banfield ©2006
Hay épocas que visten de ruina cualquier escenario. Hasta la risa se desmorona. La rata no encuentra su nido. El trigo se apaga antes de crecer bajo el sol dorado. Tiempos de ríos revueltos en sus excrementos. No son más oscuras las noches de ayer, pero pocas cosas las iluminan. La sobre- vivencia es un elogio para algunos. (De esta saldremos fortalecidos). ¿Y de la otra, pregunto?. Tiempo de hipotecas múltiples. Como quien apaga un cigarrillo en un cenicero, alguien esconde su cabeza. Cero responsabilidad. El miedo es un gran lagarto a punto de arrebatar la mano o un pie desprevenido. No nos ilusionemos con la primera, segunda o tercera enmienda, la libertad comienza a tener cayos en las rodillas. Alguien nos escucha detrás del teléfono, lee las cartas y dice proteger lo que ya hemos perdido. ¿Qué propones en tu noche pasajera profunda, inmóvil? Más de cinco mil soldados podrían ser enviados a la frontera mexicana-norteamericana, de más de 3. 200 kilómetros de extensión y que quita el sueño a Washington. California, Arizona, Nuevo México y Texas, son los estados donde se desplegarían los soldados. Custodiar esa zona, es como recoger arena o agua con las manos. El lado A y el lado B de la frontera no se miran. El muro con esa tradicional estética del mal gusto, algo de infamia y su complicidad de parte y parte, no lava la sangre del desierto o del río Grande. Allí se produce uno de los más grandes tráficos de la esperanza humana y cada año cientos de mexicanos quedan atascados en los brazos fríos de la muerte. Los ojos vacíos de sus osamentas son parte del paisaje del desierto, de esta triste historia de los mojados.
NADA MÁS CRIMINAL EN UN PAIS DE INMIGRANTES, QUE UNA LEY DISCRIMINATORIA
(Don't panic, I'm Hispanic) (Un día sin inmigrantes/ A day without immigrants)
Don Bernardo Provenzano escribía sus pizzini en las afueras de Corleone
Desde Nueva York, Silvia Banfield ©2006
No sé si haz hecho la prueba de dejar un dedo pegado a un timbre, sólo por saber que el tiempo es también una cosa tonta, un juego sin dirección, un bocadillo divertido del ocio. El timbre trae a alguien sobre la puerta, sorprendido, y tú te estás riendo, matando ese tiempo y todo lo demás se vuela como vieja hoja de otoño o de calendario que arrojas al tanque de basura. Así también se desprende el tiempo, algo aturdido, de lo que fue. ¿Todo fue o va, o vendrá? Es mejor destapar una cerveza y sentir como se desprende la tarde en ese pequeño metal cuando da paso a la espuma. El ocio no cambiará el mundo en unas horas, ni detendrá los relojes en las horas fatales, porque alguien morirá, ese era su destino o alguien lo marcó antes que encontrara su trébol de cuatro hojas. El ocio es mi libertad, el paraguas que me recuerda el invierno, y sé que el ventanal me traerá otro verano. La noche que me espera en Praga o el ruido del ala cuerva de Poe, que me dice: Baltimore, Baltimore, son algunos deseos, páginas que seguiré recordando, porque ayer será otro día. Cáscara de los días, avara, solitaria, mordida por la sombra. Algo de eso hay, de lo que no queda, la noche arrojada al vacío. Necesitamos tal vez un sólo agujero para desaparecer, como vinimos. Yo dije una vez, déjame irme en un sólo clic.
NO SERÉ FELIZ, PERO TENGO MARIDO
Cuando los muros crecen como si fueran puentes
Desde Nueva York, Silvia Banfield ©2006
Un hervidero de ideas sobre la mesa, el aire, la espesa espuma de los acontecimientos. Digo Bagdad y la garganta arrastra sólo escombros, ruinas, cadáveres. En el tercer aniversario de su invasión, el mundo ha perdido. La ilusión del triunfo se le ha pegado al paladar del Number One, como un chicle podrido. El país mesopotámico vive una situación de verdadera guerra civil, los miles de muertos hablan por si solos que la vida allí es un ejercicio peligroso, llegar a casa sano y salvo, es un espejismo en el desierto. Occidente descubre la gran noticia que inventó: la muerte es moneda corriente en Irak. A la verdad se le salen los ojos de tanto mentir. Cruzan mensajes en la Redacción, el Editor caza ideas para su editorial, la guerra es noticia vieja,- pasan protestando por las medidas laborales arbitrarias millares de jóvenes por la TV, en toda Francia- pero es lo que mantiene en un hilo de suspenso el alma cavernícola y antropófaga de quienes dirigen los intestinos, perdón, destinos de la Nación. Una mesa de redacción son todas las ideas juntas para obtener algunas cuantas líneas con la cabeza editorial y también para pautar algo que la televisión y los demás no ven, o no les importa y consideran que no forma parte del mundo noticioso e interés de los lectores. La Gran Prensa busca la Gran Noticia, cazar el caimán de la ciénaga, pero olvidan toda la información, historias contenidas en sus fauces desde que comenzó a tragarse a los distraídos visitantes del lugar.
¿EN QUE PENSÓ EL PORTERO DE LA CASA BLANCA CUANDO TOCÓ LAS PUERTAS DE BAGDAD?
Desde Nueva York, Silvia Banfield ©2006
Pienso en Goya y se me afiebra el hígado. Goya exploró el alma, la oscuridad de la sombra y allí puso la luz de Goya. Lápices rotos, negros, carbón de la noche, la fiesta de Goya, el retrato del amanecer. Nunca dejó que se uniformara la muerte. Ni permitió que un ataúd solitario convirtiera la noche en oscuridad. Prefiero a Goya que estos ataúdes patriotas, irrespetuosos de la vida y de la inteligencia. Un cementerio no crece sólo, espontáneamente. Es un jardín que alguien siembra, riega y cultiva. El edén de la muerte. La muerte ha sembrado su estaca. Se ven sus fauces, temblar el vientre, jadear bajo los grandes agujeros que destapan sus negros hollines en las bóvedas del mismo cielo. La tierra es santa y la muerte lo es más, una santa barbaridad. Cierro los ojos y veo entrar a su bendito pequeño campo de Golf al Editor, como si viajara sobre el verde idílico, un paraíso que no admite más que caminos de tolerancia frente a los mágicos hoyitos del éxito y del nostálgico placer del escapismo. Entregó la agenda muy escuetamente, casi por un compromiso, y nos dejó caer literalmente la espalda en un gesto que no aparentaba ser un debutante, sino un consumado actor de sí mismo. No me desvié, aparentemente un segundo de mi pensamiento, pero al mismo tiempo le seguí con la vista calculando sus pasos, movimientos, el corte final hacia su sala de juego y liberación. Cerraba la puerta y ya no había mas nada que el silencio que dejaba tras de sí. La ceremonia de lo conocido. Se sentaría sobre su informal escritorio y escribiría el primer borrador de la editorial.
TEMPLOS DE CRISTAL Y DE ROJAS AMAPOLAS
Desde Nueva York, Silvia Banfield
Los suecos se hacen los suecos de una manera admirable, ejemplar. Petrificados en sus gélidas tierras nórdicas, nos hacen un gesto de buena voluntad, cada octubre cuando detonan la dinamita del Premio Nobel. La majestad de la literatura entonces reina este mundo engolosinado por la muerte, tortura y el terror. Hermanos gemelos en triplicado, de la muerte. Las palabras por un tiempo universal son suecas cada año. Caen en este tiempo de cristal y ruedan la bola de nieve que crece en los titulares y parecieran desvanecerse en los bosques de la libertad. El sueño queda en la vitrina y el cristal se rompe en medio de la tempestad. La Academia Sueca trabaja en sigilo, hace silencio detrás del boscoso mundo de todas las palabras y convierte en un puzzle su decisión, hasta que hace sonar la campana de octubre. El mundo hoy está en pleno ruido de armas sordas bajo un sólo gran desierto que atraviesa un largo río y sigue sin rumbo en la orilla de la noche parda de los tiempos grises, ausentes. Quisiera ver una puesta de sol rojo bajo una luna violeta y olvidarme que desciendo del hombre, especie de lagarto en extinción. Lanzar la última llave del mundo en un gran lago al Sur de mis iniciales perdidas. Sur de más al Sur, el límite de mis palabras. Ojos de glaciar, pequeños yuyos, copihues en el confín de tus manos. El Sur clavado en este ventanal de pequeñas auroras, rojos altares de mis insomnios, calendario de estas horas.
7 AÑOS DE ESCANER CULTURAL. CELEBRA CON HOMENAJE A GUILLERMO DEISLER EN UNIVERSIDAD DE TALCA - SANTIAGO DE CHILE
POR YTO.CL
Escáner comienza su octavo año. Celebra sus 7 años de vida. Desde el 12 de enero de 1999, muchos columnistas han pasado por la revista, muchas colaboraciones, mails, invitaciones. Activa vida ha tenido Escáner Cultural.
Estamos muy contentos de haber podido publicar los cerca de 2.400 artículos, más las Ediciones Especiales, la Comunidad Escáner Cultural y A granel.
Escáner Cultural no ha recibido ningún tipo de ayuda económica ni financiamiento durante estos 7 años. De lo cual nos sentimos muy orgullosos.
Queremos agradecer a todos nuestros lectores que nos han apoyado durante estos años. También a los que nos han hecho links, reenvían nuestros e-mails de portada. Citan nuestros artículos y nos han convertido en referencia. A los profesores que usan nuestro material en sus clases. A Violeta que copia los poemas a mano en su cuaderno.
DANA D, EN EL FEROZ TRAPECIO DE BABEL Y OTRAS HISTORIAS PENDIENTES DE UN HILO
en el horroroso blog de la historia. (La Carta de George a Santa.)
Desde Nueva York, Silvia Banfield
CIRCUITO EN D
Intentaba definirla pero era inasible, un viento raudo sobre la espalda, ese vértigo de asombro y de la nada. Se esfumaba de sí misma, y lo lograba. Ese perfil del punto y coma, donde un paréntesis gana un nuevo espacio, le correspondía y hacía juego con una sonrisa nerviosa. El poeta buscaba definirla y yo buscaba en su Diario, ese retrato íntimo de un solo trazo. No daba con la palabra, imagen, una descripción que no permitiera ambigüedades aunque ella, Dana D., obstruía sus propias convicciones. Son muchos pisos psicológicos o un laberinto circular, espeso, como una estatua de Buda. Jugaba a una cierta desconocida, que era y no, ella. Un raro aceite le recorría el cuerpo, como esos viejos metales que brillan de todas, maneras. Siempre estaba al tope, si no, no era ella. Una cierta urgencia, la velocidad de la rueda que no cesa de girar. Ese compromiso con estar en movimiento. Buscaba la palabra, una descripción que le calzara. Dana D., era más que un trazo verbal o una oración incompleta. Algo parecido a una obsesión sin punta. Un largo kilometraje de contradicciones.
UNA HISTORIA EN BOULDER, COLORADO (EL PARÉNTESIS DE RED ROCK)
Desde Nueva York, Silvia Banfield
El joven arquitecto dejó Washington en un Buick verde, con capota negra, de los años setenta y comenzó esa mañana de otoño a devorarse la carretera, la ruta que conduce al Oeste. Vestía un clásico jean y una casaca oscura, y su bota derecha estaba pegada al acelerador de manera descomplicada. Disfrutaba el viaje sin fin, en la gloria del asfalto, sobre ruedas que ignoraban los kilómetros. Afuera la estación completaba cualquier escena posible. Un largo viaje, con la idea loca de ingresar a una universidad liberal. Lo más lejos del río Potomac, estando tan cerca Nueva York. Esta historia no es mía, me la contó el poeta. Es tan verdadera como que la realidad existe. El arquitecto viajaba con un afgano, que también fantaseaba con una nueva y disparada, loca, realidad, en el Viejo Oeste, donde alguna vez o muchas veces, el amor fue fuego y cenizas, y volvió a encenderse bajo las rocas y el cielo azul convertido en pólvora cinematográfica. A eso iba, a explorar un sueño, a confirmar un deseo, recoger los frutos de una certeza. La carretera es tan larga como el olvido, me dijo una vez el poeta y se citaba así mismo, a un tiempo marcado por cicatrices antiguas.
EL DÍA PARECIERA INICIARSE EN EL TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS
(El juego consiste en no dejar de soñar)
Desde Nueva York, Silvia Banfield
Yo sólo comento/ lo que me dicen los sueños de los muertos/no hablo de los vivos/porque siguen con los ojos abiertos/No describo la risa/mientras la muerte exista/cuando la vida aún se vaya tan de prisa/Vuelo con tus cabellos/aroma de azucena/pájaro en tierra/Yo sólo comento/soy sol y viento/el mundo un lamento/La raíz del fuego/quema tanto y tanto quema/que yo juego al viento que la abraza/ y peina con su espejo de viento/Alguien a ti y a mí/nos sueña en primavera/yo sólo comento y lo siento. (La Canción del Poeta)
Un mundo cada día mejor. Qué gran frase. El sueño del terror. Despierto. Pesadilla. Enciendo la luz. El mundo comienza a desinflarse. Shuuuuuuuuuuhhhhh. Se escapa el aire de esta pelota que todos patean. Se desinfla el verbo, le gritan al Editor. {Él, sonríe y empuja la pelota de golf. Cae en un hueco lleno de espejos y se va perdiendo al infinito hasta que sale de la tierra. Un agujero negro de ojos azules pasa golpeando las puertas de las casas. Y dejan caer un periódico con un solo gran titular: El mundo cerró por duelo, haga usted lo mismo. Llore al fondo del patio de su casa, si así lo desea. Venían unas letras diminutas al final del gran titular, de esas de los seguros. Más apretadas que nunca. Letras con ojos turnios. Conocedoras de la letra menuda. Aprietan firme sus dientes y miran hacia enfrente. No saben nada. Esa es su cara. Hay que verlas con lupa.
LA AGUJA SALIÓ DEL PAJAR
(Fin de la perfomance de Piano Man)
Desde Nueva York, Silvia Banfield
La alcancía del mundo se ha roto y el hombre piano cayó al final de los tiempos. En búsqueda de la identidad perdida, sus propias teclas le sostienen en el olvido. Toda la historia del naufragio, del viaje y la memoria, nos entregan ahora a un músico autista sin pertenencia ni raíces de ninguna naturaleza. Lo adopta un nuevo espacio, desde la playa en el origen de las aguas. Del posible naufragio, solo se conservaba asimismo, y unas partituras protegidas por una bolsa de plástico. Su hilo umbilical, el cordón de la futura vida, es su único intangible de sí mismo. Un mundo lleno de cámaras, de una ejemplar vigilancia, identificación constante, rastreo satelital pormenorizado de la epidermis de la tierra, no ha podido dar con alguna pista de Piano Man. Es él, han dicho tantas veces, checo, islandés, alguien que no termina de llegar de sí mismo, el hilo de todas las puntas. Se desenrolla como un papiro indescifrable, es la pieza de un rompecabezas inexistente. El azar jugó con sus días en un tablero vacío. Nadie reclama un sueño perdido, ni la infancia ajena, o el patio de luz de los domingos. Cualquiera se pierde en una calle desconocida o en un parque de entretenciones. Muchas veces me vi fuera de la fotografía, del marco de cualquier escena, ausente. Más cerca de la azotea, del patio, de un cuarto, sobre el comedor vacío o la esquina.