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EN BÚSQUEDA DE LA FRONTERA PERDIDA Y EL DELICIOSO BOCADILLO DE NABOKOV
(Se Busca la Utopía, viva o muerta.) ¿Se salvará el Ejército de salvación?
Desde Nueva York, Silvia Banfield ©2006
Hay épocas que visten de ruina cualquier escenario. Hasta la risa se desmorona. La rata no encuentra su nido. El trigo se apaga antes de crecer bajo el sol dorado. Tiempos de ríos revueltos en sus excrementos. No son más oscuras las noches de ayer, pero pocas cosas las iluminan. La sobre- vivencia es un elogio para algunos. (De esta saldremos fortalecidos). ¿Y de la otra, pregunto?. Tiempo de hipotecas múltiples. Como quien apaga un cigarrillo en un cenicero, alguien esconde su cabeza. Cero responsabilidad. El miedo es un gran lagarto a punto de arrebatar la mano o un pie desprevenido. No nos ilusionemos con la primera, segunda o tercera enmienda, la libertad comienza a tener cayos en las rodillas. Alguien nos escucha detrás del teléfono, lee las cartas y dice proteger lo que ya hemos perdido. ¿Qué propones en tu noche pasajera profunda, inmóvil? Más de cinco mil soldados podrían ser enviados a la frontera mexicana-norteamericana, de más de 3. 200 kilómetros de extensión y que quita el sueño a Washington. California, Arizona, Nuevo México y Texas, son los estados donde se desplegarían los soldados. Custodiar esa zona, es como recoger arena o agua con las manos. El lado A y el lado B de la frontera no se miran. El muro con esa tradicional estética del mal gusto, algo de infamia y su complicidad de parte y parte, no lava la sangre del desierto o del río Grande. Allí se produce uno de los más grandes tráficos de la esperanza humana y cada año cientos de mexicanos quedan atascados en los brazos fríos de la muerte. Los ojos vacíos de sus osamentas son parte del paisaje del desierto, de esta triste historia de los mojados.