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LA AGUJA SALIÓ DEL PAJAR
(Fin de la perfomance de Piano Man)
Desde Nueva York, Silvia Banfield
La alcancía del mundo se ha roto y el hombre piano cayó al final de los tiempos. En búsqueda de la identidad perdida, sus propias teclas le sostienen en el olvido. Toda la historia del naufragio, del viaje y la memoria, nos entregan ahora a un músico autista sin pertenencia ni raíces de ninguna naturaleza. Lo adopta un nuevo espacio, desde la playa en el origen de las aguas. Del posible naufragio, solo se conservaba asimismo, y unas partituras protegidas por una bolsa de plástico. Su hilo umbilical, el cordón de la futura vida, es su único intangible de sí mismo. Un mundo lleno de cámaras, de una ejemplar vigilancia, identificación constante, rastreo satelital pormenorizado de la epidermis de la tierra, no ha podido dar con alguna pista de Piano Man. Es él, han dicho tantas veces, checo, islandés, alguien que no termina de llegar de sí mismo, el hilo de todas las puntas. Se desenrolla como un papiro indescifrable, es la pieza de un rompecabezas inexistente. El azar jugó con sus días en un tablero vacío. Nadie reclama un sueño perdido, ni la infancia ajena, o el patio de luz de los domingos. Cualquiera se pierde en una calle desconocida o en un parque de entretenciones. Muchas veces me vi fuera de la fotografía, del marco de cualquier escena, ausente. Más cerca de la azotea, del patio, de un cuarto, sobre el comedor vacío o la esquina.