Me duele el alma, aunque provengo de
la dialéctica de las cosas materiales, de todas maneras siento la
necesidad de sentir y palpar que entre el yo práctico y mis deseos
existe un camino de imposibilidades, las que han estado hostigando
toda mi voluntad.
A veces me dan ganas de hasta
llorar por todo lo que ha sido, me da rabia por lo que no ha podido
ser, pero en la inmensidad de ese mar lleno de cavilaciones prevalece
una férrea voluntad de seguir adelante con esta nostalgia de regresos
sin sentido. La verdad, para ser sincero conmigo mismo, no sé cuando
estoy regresando o yendo, ya que son tantas las contradicciones producidas
por no saber a que atenerme, que de una vez y para siempre me quedaré
fijo a la rueda de la Historia sin otros movimientos que las simples
ideas de seguir existiendo.
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"Cerca
de Lolol: Paisaje Chileno"
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Aferrado
al sillón del avión Lan Chile o embarcado en Iberia siento como que
no existo para nada, simplemente voy embarcado en una aventura sin
dirección alguna, y esto porque muchas veces bajo el peso de la razón
me siento ciudadano de ninguna parte, embargado por una responsabilidad
de no pertenecer a nada, sin valor simbólico ni terrenal, y todo por
culpa por la falta de una meta - horizonte - que me detenga para
así no seguir navegando sin rumbo fijo.
Cuando el avión ya ha traspasado la
fina línea del horizonte andino comienzo a escuchar, como a través
de los altoparlantes en una escuela urbana, los sones del himno nacional
(Puro Chile tu cielo azulado...), pero esto no me dice nada; he quedado
saturado de nacionalismos y patriotismos, la hora de los monopolios
ha llegado a su cenit, por lo tanto me gustaría morir abrazado a una
bandera multicolor, con todos los colores imaginables, hablando todas
las lenguas del mundo antiguo y postmoderno, entretenido en descifrar
los entre telones de todas las culturas, ser de todo un poco y no
ser nada, conocer por sus nombres a todo el mundo y pasar desapercibido
a la vez; la cuestión es que uno ya a estas alturas no sabe que pensar
ni que decir, no se siente de aquí (donde estoy en estos momentos)
ni de allá, el lugar que me vio nacer y me crié pensando siempre en
las incertidumbres del porvenir, ya que según nuestra lógica ancestral
no se sabe para que se nace ni a donde nos vamos cuando nos morimos;
y esto, como la quilla de las primeras naves que atravesaron el Atlántico
en pos de nuestras tierras, vivimos una vida sin saber a donde vamos
a ir a parar, lo importante es ir capeando el temporal sin pensar
en el mañana, así estamos construidos, física y mentalmente, como
los campesinos que se guían por el camino de las nubes, por los cantos
de las aves y por la pura y simple imaginación.
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"Lago
Calafquén: Paisaje Chileno"
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Ir volando a través de los océanos
y territorios ya trazados es ir avanzando hacia el lugar ya soñado
tantas veces. Pasarse una vida haciendo conjeturas es un verdadero
suplicio mental y, a la vez, un ejercicio para ir alimentando y fortaleciendo
la fantasía, de esa tan esencial como necesaria, ya que de lo contrario
habría quedado aletargado entre tanta inmundicia sistemática e inverosímil,
de esa como la mugre o pintura al óleo que no sale más y se revierte
resistente al detergente psíquico y a otros lavados cerebrales.
Me
encontraré caminando nuevamente por esas calles que ya en mi niñez
y juventud recorrí con más angustia que felicidad, estaré en plazas
y jardines que siempre han existido, y que pese a la lejanía, siempre
he recordado como al patio trasero de mis pertenencias subjetivas;
caminaré por entre gentíos que nunca han escuchado de mi y que no
he visto ni siquiera en sueños, ya que los gentíos de mi generación
andan por derroteros desconocidos a la sombra de los crepúsculos,
ya que de tanto ir y venir se ha hecho tarde y todos piensan, con
el tiempo, recogerse a los jardines de invierno, para así, de este
modo muy presente y nostálgico, comenzar a recontar la historia al
modo nuestro, según como la hayamos sentido y vivido.
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"Ensenada:
Paisaje Chileno"
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Mi
historia es el cuento de muchos, pero la he vivido yo, en carne propia,
por esto voy arrastrando un legajo de materiales bajo el brazo, como
viejo pensionado que se prepara para leer las noticias del porvenir,
como adivinando el pensamiento de cada uno de los que han pasado por
delante de su escasa visibilidad. Esto no es telepatía, ni vibraciones
que vienen de otro planeta, si no que es la fuerza que sirve para
abrirse camino por entre tanto obstáculo, por lo que uno termina por
convertirse en una especie de gurú muy personal y sui generis.
Después de todo, después de haber
vagado por entre tanta nostalgia, por senderos aprendidos de memoria
en la anterior vida y en los sueños de emigrante, el viaje va llegando
a termino, y esto acompañado del triste pésame de cuanto te conocen.
Todos se acongojan ante tu partida, pero no son menos los que quisieran
partir contigo, y eso de que nadie es profeta en su propia tierra
he terminado por creérmelo.
Después
de haber dejado de tomar contacto con los ruidos de la tranquilidad
provinciana de nuestros pueblos y aldeas, uno se va sintiendo medio
muerto en vida y tiene miedo a pensar con razón. La vida, por esto,
ha quedado trazada en dos campos, la realidad de un presente concreto
en donde el mercado laboral, las divisas, el tráfico de vehículos,
de mercancías, de gentes, etc.. está estrictamente regulado. En donde
nadie está parado en las esquinas esperando a su próxima víctima para
pedirle unas moneditas, un "cigarrito" o, simplemente, la vida. Esta
diferencia con el mundo en donde nadie se acerca a nadie dejan con
un nudo en la garganta y así se va perdiendo el apetito por las extravagancias,
por el sexo por puro amor y dan ganas de regresar donde nadie te saluda
y te hace sentir incógnito tal como en la tierra de tus antepasados
en que ya no eres nadie (ni nunca lo fuisteis) y ni siquiera figuras
en las estadísticas de censo alguno. Que alivio no ser nada ni nadie,
pero qué pena no ser de parte alguna.
La ventaja es que nadie te puede reprochar
por lo que has hecho o no lo has hecho, y esto por una razón del sentido
común, ya que no has estado en ninguna parte, tan sólo estas ahí para
que digan que no existes.
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"Volcán
Osorno: Paisaje Chileno"
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Pronto estaré allí, en donde siempre
he querido estar. Será un viaje de turista obligado por la necesidad
de mirar el infinito del Pacífico, ver desde lo más alto las cimas
de los nevados cordilleranos, oler los aromas ya casi olvidados, distinguir
los colores que en otras latitudes no se encuentran, escarbar en las
librerías, sentarse ante las barras de bares de navegantes diurnos
y nocturnos, volver al tecito con leche, degustar una empanada con
un vaso de vino (dicen que tenemos el mejor) y sentirse chileno, aunque
sea por unas cuantas horas, será como un regalo, ya que al no tener
nada, patria ni potestad, tomar la nacionalidad que a uno le corresponde
será como sentirse en su propia casa; pero después de las semanas
de turista pobre comenzará el remordimiento, ese instinto de perro
que todos llevamos dentro me hará ponerme nostálgico y pensaré cada
cierto tiempo en mi vida (en sus dobleces) que está allá, en el corazón
de Europa, cuna de la cultura universal, sin contar con la griega,
la china y otras que casi no nos llegan, la que ha suavizado, en parte,
esa sed de libertad y de guerreros que llevamos dentro como signo
de rebeliones espirituales más que de realidades.
No quiero ni pensar en el retorno,
simplemente viviré esos agradables y temidos momentos del reencuentro
conmigo mismo, del yo más profundo, como la toma de aliento para seguir
viviendo entre los vivos y los muertos en vida!