Por: Carlos
Yusti
Pedro
León Zapata es para
una gran mayoría un caricaturista con gran dominio del dibujo
deformado y estrambótico, poseedor de una agudeza corrosiva
e inteligente como pocas. Para otros es en esencia un humorista que
pinta cuadros y que forma parte de la corte de Sofía Imber,
especie de madre superiora de las artes venezolanas. Azar y equívocos.
De esos dos materiales está constituida la vida de este artista
que tiene la necesidad de reflexionar, sea a través del humor
o la pintura, sobre la condición humana y sobre los vaivenes
políticos del país. Zapata convierte el arte en una
abierta declaración de principios, en una dialéctica
humanista para que el hombre recobre su capacidad de imaginar lo imposible,
para que asuma el sueño con vocación de desengaño.
Nace en La Grita (Estado
Táchira) el 27 de febrero de 1929, fecha, por supuesto, que
forma parte de esa relojería invisible del azar. En el año
1945 comienza sus estudios en la escuela de Artes Plásticas
y Aplicadas de Caracas. A mediados de ese mismo año se retirará
tratando de enmendar tamaño equívoco, y es así
como con Enrique Sardá, Raúl Infante, Celso Pérez
y Sergio González, funda "La Barraca de Maripérez",
la cual vino a configurar una especie de Taller de Artes Visuales
para la práctica y la docencia plástica, al margen de
esos casposos métodos de artes y de profesores amortajados
en cretona y clasicismo. En 1947 se traslada a México, donde
estará residenciado hasta 1958.
Sus antecedentes como caricaturista
(Zapata
no tiene currículo, sino expediente) se remontan a sus primeras
colaboraciones en un periódico mural de la escuela "República
de Chile". En 1946 se publica en la revista "Fantoches"-número
mil setenta y cuatro- su primera caricatura. Desde ese momento su
nombre es inseparable de publicaciones humorísticas y satíricas
como "Dominguito", "Una Señora en Apuros", "El Fósforo",
"La hallaca enfurecida", "Cascabel", "La Pava Macha", "El Sádico
Ilustrado", etc. En 1965 se publica el primer zapatazos en
el diario "El Nacional", caricatura crítica que todavía
se publica tan implacable/impecable en cuanto a estética y
capacidad hostigadora.
Como pintor se inicia
oficialmente en 1975 con la exposición "Todo el museo para
Zapata".
En el año 1992 inauguró las exposiciones, de manera
simultanea, "Nuestro señor Don Quijote" en el MACSI, "Barba
Azul", en una galería privada en Caracas, "Todo Puerto La Cruz
para Zapata" y "Casi todo Zapata" en otra galería valenciana.
Esta impresionante actividad pictórica no es para Zapata tal
cosa. Siempre ha dicho que siente de maravilla contándose entre
los vagos que aparecen en las páginas rojas de los diarios
y los cuales se les identifica sin oficio conocido: "Evidentemente
yo trabajo en algo que me produce placer que es la pintura, por tanto
no se puede catalogar de trabajo; y a veces hacer las caricaturas
no me causa ningún placer". "Yo pinto cuando se me seca el
cerebro. La caricatura es la actividad más seria que desempeño.
Después de una jornada de dibujo humorístico, el mejor
descanso lo constituye la práctica del arte de la pintura,
cuya intrascendencia y cuya frivolidad viene a ser la mejor vacación
para la frente honrada que en sudor se moja".
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Ya
las elecciones están encima.
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Como pintor ha sido reconocido
y es ya un clásico vivo, solvente, lírico y épico
(la vagancia creativa es una de las formas que hoy asume lo heroico),
a tal punto que en 1975 fue condecorado nada menos que por Carlos
Andrés Pérez, para ese entonces presidente de la cosa,
quien al momento de imponerle la condecoración le dice muy
sonreído: "¡Quién iba a pensar, Pedro León, que
yo lo iba a condecorar!". Zapata con la solemnidad del momento le
dice: "La vergüenza es para los dos señor presidente".
Zapata es un artista
inquieto, un intelectual febril. En 1978 dirige la revista "El Sádico
Ilustrado", la cual marcó un hito renovador de insolencia intelectual
en cuanto a publicaciones humorísticas se refiere. Ese año
vislumbrando el deterioro de la clase política se postula para
la presidencia de la República.
Mordaz, descreído,
hiriente y envidioso es Zapata
cuando caricaturiza al país y su fauna política y social.
Las caricaturas unas veces son bofetadas de gran calidad estética,
otras son una reflexión poética, muchas veces son apenas
panfletos lamentables, pero con un gran sentido de oportunidad. Su
definición de lo que significa ser humorista es precisa: "Las
víctimas preferidas del humorista son los mediocres, los oportunistas,
los comerciantes, los políticos, los traidores, en fin: todos
aquellos que en nuestra sociedad tienen más chance de triunfar
en la vida; visto lo cual, podemos definir al humorista como una estilización
del envidioso".
El humor es una forma
de ataque haciendo gala de ingenio. Es una manera caprichosa de opinar.
Zapata ha expresado que lo más conveniente para el humorista
es no reflexionar. Hacer humor higiénico, acartonado y sin
faltas políticas, por supuesto, acarrea siempre menos problemas
con los monigotes de turno en el poder y sus cancerberos más
rastreros como son los políticos, quienes, como era de esperarse
no se escapan de los dicterios de Zapata: "Los políticos locales
se caracterizan por sus limitaciones; en consecuencia, se trata de
gente limitadamente cómica. Dada esta condición de nuestros
políticos, la manera de dibujarlos mejor es dibujarlos peor".
Como pintor hay que coincidir
con lo escrito por María Luz Cárdenas: "Zapata no es
de los artistas que fácilmente se apoltronan en fórmulas.Más
bien las transgrede." En la pintura de Zapata encontramos una torpeza
pensada, una habilidad huidiza y nada académica al momento
de asumir el dibujo. Lo figurativo es una constante en sus cuadros
y muchos de sus dibujos. Una figuración, si se quiere, elástica,
gestual y lírica. Lo estético se complementa con elementos
políticos y sociales para formular un discurso visual consustanciado
con el devenir cotidiano. Tampoco lo anecdótico falta en muchas
de sus pinturas. Lo caricaturesco y lo humorístico adquieren
connotaciones estéticas de enorme virtuosismo. La figura en
el trabajo plástico de Zapata no es complaciente, fetichista
o asexuada, más posee un toque a contracorriente y vital."
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¡No
me vayas a flaquear a última hora!
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El discurso plástico
de Zapata
se nutre de la historia, pero no desde la visión de esta como
suceso oficial, sino más bien desde el costado de lo imaginativo.
Zapata reinventa la historia,
la desacraliza, la baja de su pedestal y la somete a su técnica,
a su inspiración crítica haciéndola soluble al
espectador con toda su esplendorosa podredumbre.
Uno de sus últimos
trabajos fue un inmenso mural en la U.C.V., mural que fue sometido
al escarnio burocrático y que denuncia de manera alegre, e
incluso histórica, en el gran estacionamiento, con sus atascos
y su tráfico de todos los demonios, en la que se ha convertido
Caracas.
Artistas como Zapata
convierten la vagancia creadora en un saludable escepticismo. El humor
es resulta una bofetada a toda esa turba de personeros oficiales que
apuntalan la razón de estado en nombre de la patria, la fe
cristiana, la severidad militar, el rigor estético y la pompa
poética e intelectual. Humor y Arte, en mayúscula, para
combatir la seriedad analfabeta del país.
Maestro indispensable
su caricatura todas las mañanas para tomarle el pulso al país.
O sea.