Desde Chile, Rubila
Andrea Araya Ariztía
El 2 de noviembre de 1993 le dijo a
un periodista "No haré más películas. Tengo 52
años y creo que ya es suficiente con lo que hice. Dirigí
muchas películas - ahora basta!. Deseo hacer lo mismo que usted
y muchos otros sueñan hacer: Nada!...Y dos años después
dejó de existir, luego de rodar la famosa trilogía "Tres
colores", quien fuera junto a Polanski, Wajda y Zanussi uno de los máximos
exponentes del cine polaco y, por qué no, del europeo, no sin
antes dejarnos un hermoso legado que trata no sólo del hombre
en su exterioridad sino del intrincado mundo de sensaciones y emociones
que conforman su interior.
Y es que así fue Krzysztof
Kieslowski, que dedicó su carrera a descubrir lo que él
llamó el lado oscuro del ser humano, no el claro, donde se da
su desarrollo social, sino el que surge en la soledad interna, donde
se manifiestan los estado de ánimo, los sentimientos y los miedos
más íntimos. Nunca realizó un trabajo porque sí,
sino hasta encontrarle un profundo sentido, razón por la que,
cuando consideró que su tarea estaba terminada, se retiró
a la tranquilidad de su hogar para descansar, cosa que hizo hasta que
en el verano 1995 un ataqué cardiaco puso fin a su vida, a la
edad de 54 años, luego de sufrir una larga enfermedad.
Las primeras manifestaciones de un
talento no reconocido
Kieslowski nació en Varsovia,
Polonia, el 27 de junio de 1941, su infancia modesta estuvo a menudo
acompañada por sentimientos de infelicidad. Porque no era bueno
en los estudios, por poco no llega a descubrir el talento como director
que pondría más adelante en práctica, ya que terminado
su primer ciclo en el colegio, ingresó a la escuela de bomberos,
la cual abandonó meses más tarde, con la intención
de volver a estudiar.
En 1957 entró a la escuela
de técnicas teatrales de Varsovia, donde se diplomó en
pintura escenográfica y surgió su interés en convertirse
en director teatral, por lo que mientras trabajaba como guardarropía
en un teatro, y luego de dos intentos fallidos, logró entrar
en la prestigiosa escuela de Cine de Lodz, en donde también se
habían licenciado Roman Polanski y Andrzej Wajda, quien además
fue su maestro.
En Lodz se encontró con intelectuales
que podían manifestar sus ideas en forma más o menos libre,
sin miedo a que su pensamiento fuera contrario o diferente al sistema
comunista que imperaba en los países soviéticos; allí
no existía el racismo político, aunque la oleada antisemita
del 68, hizo a varios profesores dejar la escuela. También se
vivía un movido ambiente cultural en el que se tocaba jazz, se
veía películas extranjeras, y se leía a escritores
latinoamericanos, asiáticos y occidentales.
Fue este el mundo que fue formando
y sacando a relucir el talento de Krzysztof Kieslowski, quién
alguna vez declaró con modestia que "de tener talento, hubiera
preferido ser novelista y no habría dirigido películas".
Luego de graduarse en 1969, con el documental "La ciudad de Lodz" (Z
miasta Lodzi), se dedicó por casi 10 años a realizar documentales
para la WFD (productora estatal de documentales), su primer trabajo
profesional fue "La fábrica" (Fabryka), que por mostrar un enfoque
demasiado simpatizante con el proletariado, tuvo que esperar bastante
tiempo para ser exhibido.
Su debut cinematográfico fue
en 1976, con la película "La cicatriz" (Blizna), pero antes ya
había realizado el cortometraje "El primer amor " (Pierwsza milosc
- 1974) y había sido premiado por su telefilm titulado "El personal"
(Personnel - 1975).
Con "La cicatriz" obtuvo el primer
lugar en el Festival de Cine Moscú y comenzó a darse a
conocer como uno de los más destacados de la escuela polaca con
un gran número de filmes como "Sin final" (Bez Konca) y "El azar"
(Przypadek). Pero con su serie televisiva "Decálogo" (Dekalog
- 1987), con capítulos basados en los 10 mandamientos, que para
Kieslowski representaban su propia declaración de principios,
fue catapultado como una de las joyas más valiosas del cine del
eje soviético.
Desde Polonia hacia Europa y el mundo
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"La
doble vida de Verónica"
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Con la caída de la cortina de
acero en 1990, se abrieron las ventanas hacia Europa y a partir de esto
comenzó a ser conocida su obra en el resto del mundo, que a pesar
de no tener un contenido comercial, gozó de gran éxito
de taquilla, sobre todo entre la gente joven.
Sus cintas de 1988 y 1989, "Una
breve historia sobre el amor" y "No matarás", tuvieron destacada
participación en los festivales de Berlín, Cannes y San
Sebastián.
Su primer lazo con el continente
europeo, lo forjó con la afamada película "La doble vida
de Verónica" (La double vie de Veronique - 1991), que plantea
la teoría de las vidas paralelas a través de la historia
de dos mujeres, que sin conocerse y estando una en Polonia y la otra
en Francia, parecen ser dos versiones de la misma persona.
Para la mayor parte de los admiradores
del trabajo de este director polaco, la contienda acerca de cuál
es su mejor película está entre "La doble vida de Verónica",
"Blue", "Blanc" y "Rouge"; pero sobre estas tres últimas, hasta
hoy no se llega a un consenso respecto a cuál es la más
buena y cuál es la peor, ya que, indistintamente, la que para
algunos es la máxima exponente de la maestría de este
realizador, para otros, perfectamente puede ser considerada lo más
malo éste ha hecho en su carrera.
Aún así, las tres
películas, basadas en los ideales universales de libertad, igualdad
y fraternidad, representados por los colores de la bandera francesa,
recibieron distintos premios y nominaciones en casi todos los festivales
de cine del mundo.
"Azul" ganó en 1993 el León
de oro en Venecia y Juliette Binoche, su protagonista, fue elegida mejor
actriz; por "Blanco", Krzysztof Kieslowski fue galardonado con el premio
al mejor director en el Festival de Berlín.
En 1995 "Rojo" fue nominada en Hollywood
a mejor guión original (kieslowski y Piesiewz), mejor fotografía
(Sobocinski) y mejor película, pero no ganó en ninguna
categoría. Al final la estatuilla del Oscar fue para Robert Zemekis,
por la película "Forrest Gump".
El delicado lenguaje de la intimidad
del ser
Elemento constante en las realizaciones
de Kieslowski, consideradas por muchos verdaderas obras de arte, ya
sea por su eterna búsqueda de los misterios del alma o por lo
cuidado de la fotografía y la musicalización, es la capacidad
de narrar historias, que sin grandes y rebuscados acontecimientos, logran
transparentar el particular universo de emociones que lleva cada ser
en su fuero interno, de manera sutil pero a la vez clara y definida,
que, sin caer en obviedades, permite identificar los propios sentimientos
con los de ese ser ficticio y así comprender, a través
de nuestro interior, el que esconde pero a la vez rebela, aquél
hombre o aquella mujer que vemos sufrir, amar, llorar o, simplemente,
vivir en la pantalla.
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"La
doble vida de Verónica"
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Según el mismo Krzysztof Kieslowski
"La cualidad con la que será narrada la historia es extremadamente
importante, porque creo que todo artista, al igual que todo hombre,
en el fondo, cuenta siempre la misma historia. Siempre se habla de amor,
de odio o de la muerte; de esas cosas hablamos con pasión, pero
es el tono con el que se habla el verdadero punto esencial. Yo creo
que el hombre siempre ha necesitado historias: para entenderse mejor
a sí mismo y a los demás, para acercarse al misterio de
la existencia, al qué supone estar en este mundo"
Además, están todos esos
detalles que le van dando belleza a la transición de imágenes
o que son casi inadvertidos por su delicadeza, pero que al final, como
un rompecabezas, cobran sentido y se transforman en elementos trascendentales
para comprender la historia. Cómo olvidar cuando Julie (Juliette
Binoche - Blue), hecha a la basura las partituras de su marido muerto
en el accidente, al tiempo que con el caer de las hojas se van escuchando
las melodías en ellas impregnadas; o ignorar aquella seguidilla
de detalles que en "Rouge" unen las vidas del Juez (Jean-Louis Trintignant),
Valentín (Irine Jacob) y Auguste (Jean Pierre Lorit), como la
foto publicitaria en la que aparece la joven, cuya imagen se repite
al final cuando se encuentra con el abogado, o la pluma que posee el
juez que al igual que Aguste, le había sido regalada por su novia
al dar su examen de grado.
Este director polaco, premiado en Cracovia,
Moscú, Cannes, Venecia, Berlín y San Sebastián,
por mencionar algunos festivales, siempre demostró un gran sentido
para entender y comunicar las cosas de la existencia humana, por eso,
luego de rodar estas tres grandes películas y dejar hechos los
guiones de otra trilogía ("Cielo", "Infierno" y "Purgatorio"),
consideró que era el momento indicado para abandonar el cine
e ir en busca de paz para vivir, aunque él mismo reconoció
alguna vez que "el lograr la paz, en sí, no es algo interesante.
Lo único importante es el camino que se recorre en ese intento
y la voluntad de empeñarse en ello".