- Venga conmigo y yo se lo mostraré - le dijo el Caracol -. Y se encaminaron hacia la orilla del río.
Pero cuando llegaron al lugar, no estaba más el huevito. En su lugar estaba un extraño animalito que ellos nunca habían visto.
- ¿Qué es eso? - preguntó el Caracol. Pero la señora Culebra tampoco lo sabía. Ella no hacía más que abrir y cerrar los ojos de sorpresa, al ver al animalito.
- El no se parece a ningún animal que yo conozca - dijo el Caracol -. El tiene anillos en el cuerpo como el Ciempiés y por donde pasa va dejando un caminito de agua igual que la Babosa. ¡Qué cosa tan rara!
- ¿Quién eres tú? - le preguntó la señora Culebra al animalito.
- Yo no sé - contestó éste y se enterró en la tierra.
- ¿¡Has visto eso?! - preguntó asombrada la Culebra al Caracol - . Se entierra tan bien como una Oruga.
- ¡Qué pasa? - preguntó una voz detrás de ellos - . Levantaron la cabeza y era la señorita Oruga. Justo en ese momento el animalito salía de la tierra.
La señorita Oruga no cabía de su asombro al ver que el animalito hacía lo mismo que ella,y apuradamente le preguntó al extraño animal.
- ¿Eres tú de la familia de las Orugas?
- Yo no sé - respondió el animalito.
En eso llegaron el Ciempiés y la Babosa.
- ¡Qué ejemplar! - comentó el Ciempiés -. El tiene anillos en el cuerpo como los míos. Dime, eres tú de la familia de los Ciempiés?
- Yo no sé - respondió el animalito, dejando un caminito de agua en la tierra, mientras reptaba.
- ¡Qué hermoso! - se dijo a sí misma la Babosa, por su caminito de agua.
Finalmente como la tarde caía, los animalitos tenían que volver a sus casas para cenar. Se despidieron del animalito y partieron. El pobre se quedó completamente solo, no sabía a dónde ir y tampoco sabía quién era...
Muy triste se puso en marcha...reptando por el camino, mientras se preguntaba:
- ¡Quién seré yo?
- ¿Podrá alguien quererme?
- ¿Seré necesario?
El animalito reptó y reptó hasta perderse en el largo camino...
Al día siguiente, la señora Culebra, el Ciempiés, la señorita Oruga, la Babosa y el Caracol, no tenían más que un solo deseo, que era volver a la orilla del río con la esperanza de encontrar allí al pequeño y extraño animalito. Pero él no estaba y decidieron partir en la búsqueda de su amigo.
Cuando iban caminando...se encontraron con un gran Circo, que estaba cerca del camino. Al llegar a la puerta se dieron cuenta que no podían entrar. Un señor gordo estaba allí y gritaba muy fuerte, con su ronca voz:
- Entrada a diez pesos, entrada a diez pesos.
El Caracol tenía sólo dos monedas de un peso y algunos botones, la señora Culebra tenía tres alfileres de gancho, la Babosa una piedra, la señorita Oruga no tenía más que su pañuelo y el Ciempiés...no tenía nada de nada...Ellos no tenían dinero para pagar las entradas.
- Qué vamos a hacer? - decía la señora Culebra - ...Justo en ese momento...escucharon una divertida vocecita que decía:
- Déjenles entrar por favor, ellos son mis amigos.
Inmediatamente el señor gordo les dejó entrar a todos y ¡qué sorpresa!...¡Era el animalito del río!
El se encontraba sobre una gran mesa y estaba vestido con un magnífico traje a rayitas. Al lado de él había una hermosa caja de vidrio con tierras, planta y una encantadora semillita.
- ¿Cómo llegaste ahí? - le preguntó el Caracol al animalito, a lo que éste respondió: