Por: María Soledad Mansilla Clavel.
Su vida transitó por un siglo testigo de los grandes horrores de dos guerras mundiales y de extraordinarios adelantos técnicos y científicos. En resumen, una centuria de enormes cambios, adaptaciones y por lo tanto de pioneros. Nació cuando el siglo apenas alboreaba, sembró fecunda semilla en los campos del grabado y nos dejó hace unos pocos años.
Dicen por ahí que el sufrimiento nos hace fuertes, que de él se sale crecido. Carlos Hermosilla Alvarez parece el ejemplo perfecto para esta verdad. Desde muy niño hubo de abandonar los estudios para trabajar, aunque su padre era maestro gráfico y litógrafo. La familia que vivía, desde 1906, tras el terremoto de Valparaíso, en el Cerro Toro, por cesantía del padre debe trasladarse a Concepción y el niño de nueve años comienza su historia laboral como mozo de mandados, mensajero de telégrafo, aprendiz de imprenta.
Aquejado esencialmente por la pobreza, una descalcificación ósea producto de tuberculosis a los huesos, lo llevó en numerosas oportunidades a hospitales y quirófanos, perdiendo finalmente una pierna y su mano izquierda. Este dato hace más importante su labor pionera en el grabado pues da muestras de una fuerza extraordinaria de carácter, que superó con creces la adversidad, siendo capaz no sólo de una obra fecunda como artista sino también como docente, educando a generaciones de grabadores que lo recuerdan con respeto y con cariño.
A sus quince años, ya en Santiago, se desempeña como ayudante de prensista litográfico. Mientras reposa a causa de su mal, estudia y dibuja en forma autodidacta. La pobreza, la enfermedad, en otras palabras el sufrimiento, han sensibilizado tempranamente al niño, colocándolo para siempre del lado de los más desamparados. Un marcado acento social se advertirá en toda su obra, propiedad hoy en parte de la Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación y que se ha expuesto largamente en un esfuerzo compartido en la Galería El Farol del Centro de Extensión de la Universidad de Valparaíso durante el mes de Octubre y los primeros días de Noviembre recién pasados.
Algún tiempo más tarde, de regreso a su ciudad natal (1926), participa en el Ateneo Artístico Obrero, donde gana el Primer Premio con una acuarela. Al año siguiente presenta una pintura y logra el Primer Premio en ese género. También hizo clisés xilográficos para la "Revista Litoral", es decir, realizó dibujos en bajorrelieve en una plancha de madera al modo de un negativo de la imagen: la matriz, que entintada permitirá la reproducción en serie de la obra. En muchas de las xilografías de Hermosilla advertiremos la forma segura en que extrae material de la madera en aquellos puntos que corresponderán a las luces, - propio del dominio del oficio - por ejemplo en una mejilla, en que ha sacado un triángulo completo, mientras deja el resto al negro. También hizo linóleos para esa revista, un material mucho más blando para producir incisiones.
Un intento frustrado de entrar a la Escuela de Bellas Artes de Santiago, en 1928, se concreta dos años más tarde ingresando al curso de Ana Cortéz. Una recaída lo obliga a permanecer enyesado por año y medio, tiempo tras el cual publica su primer álbum de grabados en madera, titulado "Caras de la Raza". En 1934 ingresa a la Escuela de Artes Aplicadas y al año siguiente, al taller de grabado que en la misma escuela de la Universidad de Chile, había creado Marcos Bontá. Publica ese año su segundo álbum de linóleos de título "Valparaíso". El Primer Premio y Medalla de Oro en la Exposición Cuarto Centenario es el comienzo de una seguidilla de premios en reconocimiento a su talento, igual que de un sinnúmero de muestras colectivas e individuales tanto en el país como en el extranjero.
En 1939 es nombrado profesor de la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar. La historia del grabado, al menos en Valparaíso, comienza con el nombre de este hombre y tal vez de su padre, que fue su verdadero maestro. Con su llegada, el grabado comienza a ser impartido como materia de estudio en la incipiente Escuela de Bellas Artes de la ciudad jardín. El y sus alumnos forman el "Grupo de grabadores de Viña del Mar", ocho años más tarde. En esa misma época organiza el Primer Salón de Grabadores de Chile en la Sala del Ministerio de Educación de Santiago. No sólo contagiará su amor por el grabado a muchos estudiantes, sino que además organizaba exposiciones para sus alumnos, estimulándolos en la presentación de sus obras en salones y exposiciones en el ámbito nacional e internacional.
De la época, hay un par de testimonios escritos importantes en los comentarios críticos de Goldschmidt y Carvacho. El primero es más explícito, refiriéndose al curso de grabado de la Escuela de Artes Aplicadas de Santiago: "....Pero sucedió que este curso no dio el esperado resultado y se quedó finalmente sin alumnos. También en los últimos años, como se desprende de los torneos colectivos, salones oficiales, etc., el movimiento en estas ramas del arte ha retrocedido como parece. En cambio, desde que Carlos Hermosilla Alvarez, en un medio de pocos recursos como es la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar, se hizo cargo de estas ramas del arte gráfico, especialmente del grabado, se ha creado allí un movimiento serio, un verdadero ambiente artístico de autenticidad nacional y de sólida orientación pedagógica en este género plástico. Es indudable que el ejemplo del profesor ha sido decisivo en este caso, pues Hermosilla es un artista que se distingue por su infatigable espíritu de trabajo en el oficio y de investigación frente a la materia y que no realiza obras con el solo fin de exponerlas, como la gran mayoría de nuestros dirigentes pedagógicos."(Goldschmidt, A. : "Semana Plástica, revista ZigZag, Santiago, Chile, 1950, Junio, pág. 35)
En la colección de la UPLACED hay trabajos en tinta, dibujos en lápiz grafito, litográfico, fieltro, de color y bolígrafo, además de aguadas, un óleo y técnicas mixtas. En cuanto al grabado veremos monografías, puntas secas, aguafuertes, xilografías, litografías, linóleos y calcografías en Zinc, impresos en una variada gama de papeles (Ingres, Fabriano, Arroz, Canson, Cuché, Cartulina, Volantín, Bristol, de seda, Arches, Reeves, Fabriand y Montgoldfield), lo que nos indica que el artista aprovechaba cualquier papel que cayera en sus manos o que tuviera oportunidad de adquirir.
Es fácil advertir la excelente calidad técnica demostrada en cada obra, de un oficio limpio y tan dominado, que le permite incluso realizar un juego de doble imagen en muchos de sus trabajos, lo que involucra por otra parte a un seguro dibujante, que aun pensando las formas en negativo, es capaz de crear en planos superpuestos como en "Banderas".
Su obra es rica en retratos y en muchos de ellos el juego de la doble imagen se practica de diferente modo. En la frente de "Gabriela", al observar en forma detenida, veremos como si fueran las líneas naturales de su frente, la figura de una paloma, que se suma al significado del fondo donde aparece una cruz con la leyenda "Pax". En "Jesucristo", de trato elongado y expresivo, afín al sufrimiento, entre naso y cejas podemos descubrir la imagen del ave simbólica del Espíritu Santo. Lo mismo sucede en Beethoven, Neruda, Allende, Chejov, Lenin, Guevara y otros, con distintas formas alusivas a las características que el artista veía en ellos. En otros, sólo se ha propuesto el retrato en sí, como "Manuel Rodríguez", "Dr. Lucas Sierra", "Marina", "Arturo M. Edwards" y muchos otros. De repente es el gesto el que ha captado el interés del autor, como en "La muchachita", hermosa punta seca.
De la vida cotidiana hay muchas escenas en sus grabados. Está por ejemplo, la mujer que agachada en el piso enciende el brasero donde pondrá la tetera, aquella de rodillas en "La molienda", escenas de pescadores en "Las redes" y "Vuelta de la pesca", "El lavador de oro", "La tejedora mapuche" y muchas otras. Le gustaba dibujar a la gente de la calle, en forma realista y rápidamente, sin que alcanzaran a saber que eran sus modelos. Y también está lo vivido. Lo que le impacta y como se imagina y representa los horrores de la Segunda Guerra Mundial en temas como "La melancolía" que usa de la mujer de larga trenza en el primer plano, mientras atrás aparecen figuras entremezcladas como la Estatua de la Libertad ciega de un ojo, una madre con su pequeño hijo muerto en las rodillas, un anciano famélico, seres humanos que emergen de entre pilas de cadáveres, un soldado herido, aviones, tanques soldados y una muchedumbre de fondo hambrienta y asustada en largas caravanas de dramático éxodo. Otras, como "Guerra", fechada en 1936, son de similar tenor. El formato repleto de formas, planificadamente saturado, parece aumentar la atmósfera de angustia, mientras remite a un caos absoluto.
Viajó a Viena, Polonia, Italia y Francia (1952-1954). Al año siguiente realizó una retrospectiva con 89 piezas en la Sala de la U. de Chile y recibió un homenaje de la Municipalidad de Valparaíso por su constante apoyo a los niños aquejados de polio. Entre 1962 y 63 visitó Cuba y viajó a Europa. Expone en Roma. Al regreso publica su primer libro de poemas. En 1966 es nombrado Ciudadano Honorario de Valparaíso. En 1971, es el Instituto de Arte Latinoamericano de la U. de Chile quién lo distingue como "Artista del pueblo". En 1979, 80, 81, 82 edita nuevos poemas y en 1983: "Fotosonetos Valparaíso". Al año entrante, es nombrado Miembro Honorario de la Apech y publica "Dígame la voz".
Como presintiendo su final, en 1990 hace entrega en la Galería Museo de Arte Valparaíso de una donación de 105 grabados, 40 propios y 65 de otros artistas nacionales y extranjeros en el mes de Agosto. En Septiembre dona a la Ilustre Municipalidad de Valparaíso 28 grabados originales, 10 obras de pintores chilenos y 14 libros de arte como parte de los 300 que entregará a la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso. Su generosidad alcanzó a muchos. Recibió el Premio Especial de la Crítica regional falleciendo pocos meses después, el 16 de Agosto de 1991. Fue enterrado en el Cementerio de Santa Inés de Viña del Mar, en el Mausoleo para Empleados Municipales.