Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 32.
12 de Agosto al
12 de Septiembre de 2001.

 


Hablando como San Juan de la Cruz
se entiende que las condiciones

del pintor solitario son cinco:

volar en lo más alto;

ser amigo del silencio;

colocar los ojos en el infinito;

no hacinarse en un solo color.

La quinta: gritar la simpatía
de un lenguaje, vacante de él.

Mario Arteca[1] (La impresión de un folleto)

BARRIO CHILE

 Desde Chile, Gonzalo León

Si nos remitimos al diccionario, una de las acepciones de barrio es todo aquel distrito que posee una parroquia. De inmediato recuerdo la nouvelle de Claudio Giaconi (La difícil juventud), la Parroquia de San Roque y la discusión con Pablo Azócar que zanjó el mismo Giaconi. Yo pensaba que había un pueblo que se llamaba San Roque y que, por supuesto, tenía su parroquia; Azócar que era una parroquia que tenía por nombre ese santo. Giaconi aclaró finalmente que se trataba de una parroquia ubicada en Ñuñoa, agregando además que la nouvelle jamás la pensó en términos arquetípicos (la clase media, el agnóstico de la familia, la vieja pechoña), sino que contar la historia de una familia de medio pelo en una comuna de medio pelo (Ñuñoa a principios de los 50).

El concepto de barrio es amplio, el diccionario que tengo a la mano me lo dice. Barrio también puede ser entendido como suburbio. Aquí surge un tema interesante pero no definitivo; pues los suburbios en tierras norteamericanas son lugares tipo El Arrayán, alejados de la chusma; sin embargo, acá, en Chile y en gran parte de Latinoamérica, suburbios son las poblaciones, los arrabales, donde vive la gente pobre.

Podríamos detenernos en muchos conceptos de barrio; pero por esta vez creo que es mejor centrarse en un concepto de barrio -por así decirlo- más anglosajón o norteamericano. No he vivido nunca en los Estados Unidos, por lo que la información que poseo proviene de seriales norteamericanas, como ésa en la que participaba Johnny Depp, y películas, en especial las de Spike Lee y las de John Singleton. En ellas el concepto de barrio no se refiere a una simple cuestión arquitectónica en donde hay una parroquia o socioeconómica referida a la de suburbio. El barrio es definido como una familia. Allí están los amigos, los brothers, tu gente, y, por supuesto, el lugar en donde se ha nacido, pero especialmente en donde se ha crecido. A eso se deben las luchas de pandillas. Una invade el barrio de otro; ultraja, viola la familia de varios otros que son en definitiva otra pandilla. Y esto no tiene que ver con que sean afroamericanos, pues esta ley de la calle opera para afroamericanos y, también, para los latinos, y antes -pero en otras condiciones, por cierto- para italianos y su cosa nostra, irlandeses y su cocina (mencionada en la película Tiro de gracia) y chinos.

Recuerdo una revista Newsweek (de principios de 1999 y con Shakira en portada) en donde se hablaba del mencionado boom latino en los Estados Unidos. Aquí se mostraban encuestas, en donde se veía que los afroamericanos son más pobres cada día, que poseen menor nivel educacional que los latinos y que, en hechos de sangre, los afroamericanos se ven más involucrados que cualquier otra minoría. Como contrapartida, cada vez más los latinos tenían una presencia más fuerte y reconocida en la sociedad norteamericana: profesionales de alto nivel y políticos de gran influencia. De hecho, en las últimas elecciones presidenciales el voto decisivo fue el latino; y es que se sienten más norteamericanos que los mismos afroamericanos que llevan casi ciento cincuenta años en ese territorio. Para ellos, aún el país no es su barrio. Ciertas partes de Nueva York y de Los Ángeles desde luego que sí, pero como un todo no, y por eso viven con sus propias reglas, viven en su propio barrio, en su propio país.

En este sentido, pasa lo mismo con la mayoría de pobres de Chile. Para ellos el sistema no sirve, viven con sus propias reglas, viven en un país en donde robar para proveer a su familia es algo normal, legal. Robar una buena cantidad de dinero y después caer a la cárcel sabiendo que su familia estará bien por unos años, es sin duda una gran tranquilidad para el lumpen. Sabe este lumpen -que bien definió Diamela Eltit[2] como "un elemento prófugo e inasible del espectro cultural"- que cuando cae en cana no encontrará la rehabilitación, porque sencillamente no existe rehabilitación posible. Como bien dijo Michelle Foucault[3], las cárceles nunca se pensaron como elementos rehabilitadores, sino como islas, en donde se dejaba lo más indeseable, lo que los otros -la sociedad- no querían ver.

Por eso hablar de barrios no deja de ser complicado. Sauna barrio alto, los bajos fondos, La Vega, resultan lugares que ya se han transformado en un cliché, pues a cada lugar hay asociado una imagen repetida, como la canción ésa que en dictadura interpretaban Los Quincheros (... el pueblito se llama Las Condes...). Durante años, cuando Latinoamérica significaba algo, los yanquis y la CIA nos consideraban su puerta trasera. Es decir, éramos menos que un barrio, y eso que estaba el Boom Latinoamericano (Vargas Llosa, Cortázar, Donoso y compañía), el nacimiento de un cine distinto desde el Primer Festival de Cine de Viña del Mar y voces como Mercedes Sosa, Quilapayún, Violeta Parra y muchos más.

Un barrio entonces -para hacerlo más fácil- es una familia con códigos propios. De hecho, los artistas son un barrio propio dentro de la sociedad y, por qué no, una exposición también lo es. En este sentido, el crítico de arte neoyorquino Arthur C. Danto[4] -en una entrevista concedida al diario Clarín de Buenos Aires- afirmó que la diferencia fundamental del arte moderno y en general de todo tipo de vanguardias es el contexto. Danto explicó: "Lo relevante en primer lugar es conocer la historia de una obra: de dónde viene, quién la hizo. Es imposible ver un objeto y establecer todo eso sin investigarlo. ¿Se trata de un original o de una copia? Una primera cuestión, entonces, es su procedencia."

Entonces bien se puede establecer que existe el parentesco en distintas obras de arte y que por tanto existen familias y barrios artísticos. Y si existen familias dentro del Arte, también -por simple lógica- existen familias de artistas, como los que no transan, los que no están por el dinero, los que comparten una ideología, en el sentido de lo afirmado por el poeta chileno Ronald Kay[5], de "UN FUTURO dentro de muchos posibles futuros." En definitiva, una política también definida como un arte, el de autogobernarse en este particular cuadrilátero, en el que, por ejemplo, pueden hallarse cuatro artistas confabulando una exposición.



[1] Poeta argentino. Uno de los ganadores del Premio Iberoamericano Poesía "Vox", organizado por el Diario de Poesía el año 2000.

[2] Escritora chilena residente en Argentina. Esta sentencia aparece en su libro de ensayos Emergencias (Planeta/Ariel, Santiago, 2000)

[3] Filósofo francés que murió de Sida en la década de los 80. Estas líneas pertenecen a un libro que recopiló varios de sus cátedras y entrevistas (La microfísica del poder).

[4] Uno de los críticos más importantes de las artes visuales en la actualidad.

[5] Residente en Alemania, autor de entre otros, de Deep Freeze. Heredero de la tradición del fallecido poeta viñamarino Juan Luis Martínez (La nueva novela y La poesía chilena).

 

Si desea escribir a Gonzalo León puede hacerlo a: gozalo@ctcinternet.cl


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