Queridos lectores,
para no reiterar las estadísticas, comentarios y novedades todos los
meses, hemos cedido este espacio de la Editorial a un texto bastante
original que ha llegado a nuestra revista, esperamos que disfruten
del número 32 de Escáner Cultural y sigan participando.
EL HOMBRE CULTO DEL MAÑANA
Por: Marcos Winocur
El
hombre culto del mañana será analfabeta. No sabrá leer ni escribir.
Y tampoco lo necesitará. Vamos hacia la era audiovisual, es decir,
las puras imagen y sonido. Ninguna leyenda aparecerá en pantalla.
Y todo será pantalla. Adiós a los libros, los periódicos y los cuadernos
escolares. Tal cual hemos despedido a las tablas de multiplicar, que
debían aprenderse de memoria. Llegó la calculadora y barrió con ellas,
pues bien: llegó la computadora y está ocupando más espacios, aunque
el viejo Gutenberg se resiste. Es cierto, cada día se imprime más
¡y se lee menos! No voy a hablar de las horas pasadas ante la tele,
nintendo y maquinitas, o rentando y viendo películas, en relación
con las horas de lectura, no. Simple y simbólicamente, menciono los
grafitti de los chavos en las paredes. Conservan un lejano
recuerdo de la escritura, a partir de cuya línea
estética - estética, no de su significado- se improvisan. La escritura,
para los chavos, va camino de ser... un dibujo.
Habrá
-si quieren verlo así- libros, periódicos y cuadernos escolares. Pero
serán sonoros, grabaciones, audio. Sí, señor, lo digo y lo sostengo.
Ya no se leerán, no, se escucharán. La vista servirá para la imagen,
el oído para la palabra. Claro, hoy existen diversos tipos de videobooks,
de cyberlibros, pero No se engañen: son una suerte de despedida, de
transición hacia la era de imagen y sonido. Por lo menos, en cuanto
hace al libro como comunicador social, tal vez se conserve la palabra
impresa como archivo cifrado en lenguas muertas.
El
hombre culto del mañana... pero, bien visto, tampoco lo habrá, sólo
especialistas analfabetos que colonizarán el espacio exterior, fabricarán
vida, nunca enfermarán y jugarán simultáneas de ajedrez en la sala
de esparcimientos de la biblio... digo, de la audioteca. ¿Será un
progreso o un círculo que se cierra? Ambas cosas: de las sociedades
ágrafas venimos, a las sociedades ágrafas vamos. Veamos todavía algo
más.
"Hay
gente que no podría vivir en un mundo sin pájaros, yo no podría vivir
en un mundo sin libros" -son palabras del escritor Jorge Luis
Borges, y dicen del lugar más que privilegiado de la letra impresa
entre nosotros. Y dentro de ella, el libro, objeto de amor y de culto,
confundido con sus contenidos, con lo que transmite y guarda en sus
páginas: libro igual a ciencia, cultura, arte, letras, loisir; en
una palabra, igual a conocimiento. Así fue por siglos y, en rigor,
por milenios, lo escrito a mano o lo impreso mediante caracteres fijos
y luego móviles. Precisamente, la escritura, su aparición en la Historia,
es uno de los hechos tomados para fijar el comienzo de las civilizaciones,
hace de esto varios milenios. Fue parte de una revolución, una de
las mayores que conoció el hombre.
Y
como todo en este mundo, ha tocado fin, nosotros somos los testigos...
y los actores del cambio, de nuestras manos salen las tecnologías.
Y bien, ya el libro desacralizado, queda al desnudo su estricta funcionalidad:
instrumento de comunicación y archivo, memoria de los pueblos y de
los individuos, fábrica de esos seres mitológicos que son los escritores.
Todo eso hoy toca fin, ni modo. Un instrumento, una herramienta que
puede ser sustituida por otra más funcional y menos gravosa para los
bosques. A partir de hoy entra en vías de resolución aquel temible
dilema: libro versus árbol. Seres cultos y ecológicos, amábamos a
los dos pero ellos no se dejaban compartir: eran enemigos, tal vez
en adelante no lo sean.
El mundo puede existir sin libros, piensan hoy los chavos contradiciendo
al adusto escritor
argentino, a quien, por lo demás, no conocen ni de oídas. Y agregan:
"no podríamos vivir en un mundo sin tele, sin Internet, sin manejo
virtual, lúdico y emocionante de nintendos y maquinitas, sin excluir
una moto bien real, claro."
¿A poco no?