DESNUDANDOME FRENTE A
UN PAPEL
Mi subjetiva manera
de escribir poesía
Por
Luz Aceituno
Pintura de Abbe Nozal
En este espacio, podría
revivir a un poeta muerto, para que me regalara sus flores
malditas, o naufragar por algún poemario que me llevara al
puerto de mi subconsciente, pero, hoy soy incapaz de hacerlo. Sin
ningún motivo aparente, una tristeza infinita cubre mis manos, y
la objetividad se aleja de la tinta. Por esta razón, hoy podrán
verme desnuda.
Esa misma sensación de
desnudez bizarra, es la que me inunda, cuando leo los poemas que
he escrito, y pienso, que mi consciente se quedó dormido
mientras plasmaba las letras, y mi mente, aprovechó ese momento
para despojarse de esas pesadas ropas. Mientras escribo los
versos, rara vez, escucho sus voces, porque de hacerlo, sé que
mis manos terminarían reprimiéndose, y la pluma se secaría. En
otras palabras, vomito inconscientemente sobre el papel, sin
pensar, en lo que estoy eliminando de mi interior.
Tampoco, me preocupa
seguir las reglas clásicas de escritura, prefiero que las
palabras fluyan con la fuerza de la anarquía, en vez, de que
aparezcan tibias con la parquedad de la formalidad. No me
interesa buscar el prototipo clásico de belleza, prefiero, la
estética oscura de la rebeldía. Y aunque a muchos no les guste
esta forma de escribir, a mi no me importa, ya que, creo que la
poesía es una rama artística, y como tal, es el creador, él
que debe elejir el látigo, con el cual, domará a sus obras. En
otras palabras, pienso que la gestación de los poemas es una
experiencia subjetiva del autor, y lo importante, es que él
quede satisfecho con el trabajo de parto.
Pese a esto último, y
aún cuando en muchos casos el resultado me gusta, no puedo dejar
de sentir un cierto grado de pudor, al revisar mis poemas. Cuando
me alejo del transe creativo, y voy adquiriendo una vaga noción
de lo que he escrito, y pienso, en que otras personas leerán mis
letras, pudiendo descifrar mis pensamientos y sentimientos, pasa
por mi mente una extraña película porno, donde yo estoy en una
plaza pública, masturbándome mientras recito, rodeada de
personas horrorizadas ante tal espectáculo.
Finalmente, a veces logro
entender el lenguaje de mis versos, en cambio, en otras
ocaciones, las imágenes son tan ambiguas y surrealistas, que ni
siquiera soy capaz de intuir que se esconden en ellas. Pero, el
capturar el secreto de la lengua de mis letras, ya no me
obsesiona como antes, ahora en cambio, al menos conscientemente,
busco deshacerme de esta angustia indescifrable e imprecisa.