EL VIEJO ROBLE
Por: Humberto Yannini Mejenes
A Papín, in memoriam
Cuando tuve uso de razón,
o mejor dicho, desde que te
recuerdo, nunca pensé
que te fueras a morir. Tenías esa
facilidad de adivinar las cosas,
de saber lo que
acontecería aún
cuando desconocías los detalles de lo que
me arrebataba el sueño.
Eras una suerte de adivino. Un
guía que encontraba en
los misterios una explicación
sencilla que desbarataba los
grandes acertijos que se me
presentaban a menudo.
Te recuerdo junto a una pileta
de agua en la casa de la
Tercera Sur, enseñándome
a contar los números primarios,
dejando a un lado tu impaciencia
(esa hermosa pero
impertinente dama que te acompañó
por años), gratificando
esos bellos momentos de aprendizaje
con unas palmadas que
hacían emparejar el saber
incipiente con el cariño filial.
Nunca como entonces, sentí
que estabas del lado de los
niños, y nunca como entonces,
supe que formaba parte de
una hermosa familia.
Sobrevino después la infancia
recordada, la mudanza a la
Avenida Central, en aquella
época en la que Tuxtla
terminaba donde empezaba la
imaginación, rodeada de una
espesa vegetación que
crecía desmedidamente por los cuatro
puntos cardinales. Por esos
tiempos, muy temprano en
nuestras vidas, emprendimos,
Pepe y yo, ese apoteótico
viaje al rancho del tío
Pancho, donde, encaramados sobre
unos caballos, recorrimos las
bellas pero inhóspitas
tierras que separaban el cielo
del infierno, y donde
conocimos de cerca el extravagante
mundo de las montañas
chiapanecas.
Cursando apenas los primeros
años de la instrucción
primaria, nos encomendaste al
profesor Weber, en San
Cristóbal, en aquél
internado que olía a humedad y a pan
francés con miel, donde
compartimos la sal y el saber con
otros chicos que por razones
disímiles a nosotros,
habitaban los fríos salones
de cuyas paredes se
desprendían las leyendas
más aterradoras de las que
tuvimos memoria hasta entonces.
Y ahí, pese a navegar en
alta mar en el Cubito, hacer
relieves con el profesor
Weber, jugar con los condiscípulos
hasta el hartazgo, nada
era comparado con estar de nuevo
en casa. Y uno de los
momentos más felices
de mi vida, fue precisamente el feliz
retorno cuando el año
lectivo llegó a su fin.
Recuerdo aquellos viajes que
emprendíamos en Semana Santa,
con características expedicionarias,
cuyo destino era
Ciudad del Carmen y cuya travesía
nos significaba una alta
dosis de aventura, sin desdeñar
la escala técnica en
Villahermosa, en casa de tío
Jorge, quien disfrutaba la
eclosión de unos niños
que arrasaban con los panes que
salían despedidos automáticamente
de un artefacto que los
tostaba uniformemente. Después,
luego de salvar las pangas
que nos separaban de Isla del
Carmen, arribábamos a la
casa de Mamá Chelita,
cuya hospitalidad y dulzura nos
abrigaba del deseo perenne de
encontrarnos con el mar. El
regreso, siempre triste, nos
proyectaba a un año adelante
en el que tendríamos
necesariamente que volver.
La adolescencia entró
en casa mientras tú curabas
enfermos. La nueva época
en El Retiro constituyó un
tiempo de conocimiento, de descubrimientos
fundamentales y
de los primeros escarceos con
el amor, tiempos de amistad
y de tolerancia, tiempos de
convivencia con los amigos,
vecinos y los seres que poblaban
esa alejada colonia. La
delirante década de los
setenta iniciaba, y con ella,
empezamos cada uno a escribir
su propia historia.
Los caminos se bifurcaron entonces,
y llegamos a la edad
en la que todo sucedía
fuera de casa, y tu representabas
la antítesis del conocimiento;
eras el guía anacrónico
que con tu atavismo impedías
que saliéramos a la vida en
perfecta armonía con
los tiempos que corrían. El cabello
largo y los pantalones acampanados,
por decir lo menos,
fueron los iconos de la lucha
generacional, transitoria e
implacable, que nos llevó
a pensar que no entendías a los
jóvenes.
Llegaron, además, épocas
de crisis familiares, que
trajeron consigo tu partida
de casa que el tiempo y el
indeleble lazo familiar te hicieron
volver. Y fue así como
arribamos al punto en el que
empezamos a rivalizar en
conocimientos, de palabra y
obra, sin saber, acaso, que
en unos años más
habríamos de firmar el armisticio que los
padres firman con los hijos
alguna vez.
Pasaron algunos años,
muchos quizás, y la vida empezó a
cobrar en especie su lánguido
discurrir, y de pronto, casi
de súbito, el viejo roble
comenzó a trastabillar por los
empedrados caminos que nos aguardan
en el camino.
Siempre, desde pequeño,
creí que eras inmortal. Que
sobrevivirías a las tormentas
y a los tornados; que
vencerías a la muerte
en toda ocasión, y que, dada tu
constitución física,
habrías de desafiar a las
enfermedades.
Y hoy, tus planes al futuro,
tu risa y tu encantador
sentido de la ironía,
se estrellan en mi plexo solar,
tratando de inmortalizar tu
figura, de girar los molinos
que atisban los recuerdos, y
esperando que donde estés, no
sientas frío.
POEMA HERIDO
Por: Iván Silén
He olvidado las palabras,
porque he olvidado el olvido.
Sólo existe el fantasma
del tiempo.
Sólo yo...junto al fantasma
de las rosas.
*****
29 de abril del 2000
Nueva York
Sr. Jorge Lanata
Programa televisivo "Día
D"
Revista "Siglo 22"
Una vez que los ecos de las campañas
electorales se han acallado, donde la vida política de nuestro país
ha sido el único foco de atención por espacio de meses, y
porque no decir años, le envío una colaboración que
incluye una serie de hechos ocurridos durante los últimos días
y que el espacio periodístico no los ha incluido en sus reseñas.
Ahora, creo que es oportuno
dirigir nuestra atención para hacernos volver nuestra vista al resto
del mundo.
A ese mundo que existe, pero
al que no les brindamos espacio, tiempo ni sentidos para observar.
Pero que existe.
Usted es dueño de hacer
lo que crea conveniente con él. Sé que su espíritu
de ciudadano del mundo junto a su criterio periodístico le darán
la correspondiente cabida, difusión y reducción si así
lo considerase.
Deseo que en caso de ser publicado,
se me notifique por que medio y fecha.
Cordialmente
Ing. Daniel Noseda . D.N.I. 10.714.918
46 años. Colaborador
del programa radiofónico "La hora del Lobo" FM93.7 Radio Universidad
de San Luis.
Domicilio: Esteban Agüero
1495 - 5700 San Luis
E'mail: libremen@elsitio.com
Datos del poder invasor perpetuo:
Una isla, una alcaldesa, una
marina de guerra, una bahía luminiscente y ciertos patriotas que
desean que no se apaguen su luz.
Es posible observar la realidad
del mundo, a través de algo tan minúsculo como el ojo de
una aguja... o pararse en una mínima porción de tierra, como
la de una isla en el Caribe.
Cuando se dice Caribe,
la palabra ilumina con imágenes de peceras gigantes, mares
de arena y palmeras, historias de piratas y la presencia del ron. Alguna
que otra imagen con historias de huracanes...volcanes...de calidad
telúrica o humana.
Cada isla de ese mar de sal
y soles, tiene una historia propia y una en común con sus hermanas,
como sucede en las familias numerosas.
Colón, el célebre
almirante que creyó descubrir las Indias, en su segundo viaje avistó
una isla pequeña, llamada la isla Nena pero, para el mundo figura
como la isla de Vieques.
No está claro si fue
un 16 de noviembre de 1493, 1 día antes que la isla de Puerto Rico,
pero por las dudas se celebra su descubrimiento el 19. No importa la fecha,
fue en esa época, en que América empezó a padecer
los primeros días de sojuzgamiento.
Una de las bahías de
Vieques, Puerto Mosquito, alberga una especie de protozoario en sus aguas.
El Pyrodinium bahamense.
Cuando este protozoario es atacado,
el movimiento en el agua lo excita originando una reacción química
que emite luz.
El movimiento en el agua suele
producirse por el deslizarse de embarcaciones de turistas o lugareños.
Lamentablemente y por décadas, las perturbaciones son causadas por
la caída de bombas y misiles.
El protozoario vive produciendo
su luz interminablemente, iluminando embarcaciones, bombas y los destrozos
que ellas les producen.
Aprovechemos su luz para iluminar
los hechos ocurridos en esta isla caribeña antes que se apague.
La historia de Vieques encierra
la realidad de un mundo conmocionado por la destrucción de su medio
ambiente y vidas humanas víctimas de bombardeos, la vigencia de
una política de penetración y usurpación de un país
que se ha convertido en policía del mundo.
El país paladín
de la democracia, los Estados Unidos.
Desde hace mas de sesenta años,
su Marina de Guerra ocupa mas de dos tercios de la superficie de la Isla
del Municipio de Vieques, al sudeste de Puerto Rico. Es su campo de tiro.
Entre sus mandatos y prohibiciones
en una tierra que no es suya, la Marina de Guerra no permite el acceso
mas allá del estrecho corredor en el centro de Vieques que no fue
expropiado por los norteamericanos.
La actual generación
de viequenses no ha visto los kilómetros de zona cultivable y de
playas espectaculares, que sirven hoy, para que los usurpadores jueguen
con su arsenal bélico, atormentando a sus habitantes con el estruendo,
temblores y contaminando así tierra, agua y aire.
Vieques es víctima de
la asfixia económica que la presencia de los Estados Unidos le produce.
Es uno de los municipios más pobres entre los 77 que tiene Puerto
Rico.
Un trágico y reciente
suceso ha sido el detonante para que esta isla se haya levantado en protesta
y lanzado un ultimátum a los Estados Unidos.
Un avión de la Marina
norteamericana, uno de los tantos acostumbrados a sembrar bombas en el
mundo, realizó una errática maniobra, una mas de las que
realizó recientemente en Kosovo.
Por error y siempre por error,
la bomba arrojada por este avión cobró la vida de un civil
portorriqueño y heridas en otros cuatro.
Esta tragedia se transformó
en drama nacional.
Al cese del bombardeo y a la
salida de la Marina del suelo viequense, posiciones antes defendidas casi
con exclusividad por el PIP, Partido Independentista Puertorriqueño,
se suman ahora el reclamo de la inmensa mayoría de los boricuas,
como se lo llama. La Asamblea Legislativa, el Gobernador y hasta sectores
del pueblo y gobierno yankee se han sumado a la actual postura.
Miles de Pïpiolos, o integrantes
del PIP, se adhirieron a la desobediencia civil de ocupar pacíficamente
las playas y zonas donde la Marina yankee realizaba sus prácticas.
Una flotilla de casi treinta
embarcaciones con una estrella como estandarte desembarcaron en la zona
comprendida entre la playa de La Esperanza y la zona de los blancos militares
al este de Vieques. Los pipiolos establecieron un campamento en la Playa
Gilberto Concepción de Gracia.
La Marina de Guerra informó
a cinco días de la ocupación del campo de tiro que las prácticas
bélicas estaban suspendidas y su intención de no arrestar
a los puertorriqueños involucrados en la maniobra.
Mientras, los ocupantes realizaban
envíos a la prensa mundial comunicando el estado de destrucción
del suelo en cuestión, los ambientalistas analizaban la presencia
de fósforo blanco y restos de municiones de uranio.
Pescadores, patriotas y artistas
se agregaban día a día a la acción de desobediencia
civil.
Mientras celebraba su cumpleaños
en los terrenos usurpados, el presidente del PIP elevó una demanda
al gobierno de los Estados Unidos por los destrozos ecológicos realizados,
Entre las ponencias viequenses,
la elaborada por la Alcaldesa de Vieques, Manuela Santiago Collazo junto
a otros nueve comisionados, fue una de las mas representativas del anhelo
de todo el pueblo, a la vez que hacía evidente, las contradicciones
de las respuestas de la Marina yankee sobre el tema.
Esta mujer, que ha ocupado el
cargo durante 16 años, en los cuales trató de equilibrar
siempre las posiciones locales pro- marina y contra- marina, hoy cuestiona
lo que todo el mundo
¿ Cómo es posible
que se pretenda extinguir a los 9.300 viequenses violando todas las leyes
de la naturaleza, las leyes humanas y hasta las leyes divinas?
Ya no busca un balance entre
las partes. Dice simplemente: ¡¡¡ Vieques no aguanta
mas!!!.
La alta tasa de desempleo sobrepasa
el 50 % y el nivel de pobreza el 75%. La proporción de cáncer
en los habitantes es el 27% mayor que la de todo Puerto Rico y los viequenses
deben ir a la Isla Grande para cubrir la demanda de salud.
El acuerdo no cumplido entre
los Estados Unidos y Puerto Rico, donde el primero se comprometía
a pagar un alquiler por el uso del campo de tiro es evidente. La Marina
alega que empleó a 1.000 personas en una fábrica allí
establecida cuando solo fueron 15.
Mientras en el sector noroeste
plantaron corrales para proteger a las tortugas, del lado este se las aplastaban
con los tanques.
En Vieques se utilizó
napalm y misiles con trozos de uranio.
La Marina de guerra llama "mistake",
error, a las muertes por los bombardeos, igual que en Irak, igual
que en Kosovo.
Los camiones de los empleados
de la limpieza del municipio son tomados como blancos y perforados con
metralla por los aviones.
Alegaron que el civil
muerto fue por haber salido del área de protección a fumar
un cigarrillo.
El muerto sin embargo, no fumaba.
La Marina de Guerra, asegura
que el campo de tiro es de su uso exclusivo y sin embargo lo ofrece en
alquiler a otros ejércitos del mundo.
Contradicciones de un país
que se autodenomina el mas Demócrata del universo el adalid
de la Paz, pero no duda en vaciar sus cargadores en el resto.
El secretario de la Armada yankee,
Richard Danzing, responde sin el más mínimo pudor las razones
de su permanencia en Vieques, al Panel Especial Sobre Operaciones Militares
en una carta que puede resumir la filosofía y política exterior
de esta nación.
¿Por qué Vieques
es importante como campo de entrenamiento para la Marina de Guerra y el
Marine Corps ?
El entrenamiento gana las guerras,
dice. El grado del mismo debe ser asegurado.
Vieques es uno de los 57 sitios
de entrenamiento que Estados Unidos dispone en el mundo.
El grupo de portaaviones se
compone de mas de 6.500 marines operando solo en uno de los doce que la
flota posee. Su grupo anfibio tiene 2.000 infantes apoyados por otro tantos.
Pero cada grupo debe coordinar
sus operaciones con el resto para lograr un grupo cohesivo y efectivo.
Esto implica que los marines
deben asaltar las playas, operar entre el humo, el ruido y la confusión
del bombardeo.
Estas fuerzas deben estar listas
para la batalla. Como la del año pasado, el portaaviones
Vinson debió disparar sus misiles a Irak y antes de ello, el grupo
Enterprise lanzó mas de mil ataques aéreos contra Sadam Hussein.
El grupo del Rooselvet relevó al del Enterprise y disparó
mas de 200 misiles Tomahawks y lanzó 3.000 ataques aéreos
contra Milosevic.
El valor del entrenamiento es
indisputable, afirma, misión cumplida, ninguna vida norteamericana
debería aclararse, pero es una redundancia.
Por esto, Vieques tiene un valor
único. Este valor está apoyado por cinco razones críticas
y de peso para ser utilizado como campo de tiro.
1 - Vieques queda fuera de las
rutas de vuelos comerciales y los aviones no tienen límites de altura
para disparar sus proyectiles.
2 - Los barcos y portaaviones
pueden operar en aguas profundas sin interferir en el tráfico naval
comercial.
3 - Las playas y topografía
de Vieques permiten operaciones de desembarco anfibio para los marines.
4 - Vieques queda a diez millas
del atracadero naval de Rooselvet Roads, donde se puede suministrar
carga de combustible a la flota y trabajar en su mantenimiento.
5 - El área de tiro permite
operar sin interceptar la vida de los pobladores.
Esta última razón
claramente no se cumple.
Tantas bondades que el terreno
ajeno ofrece son pagadas con muertes de animales y humanas
La Marina ofreció una
indemnización a los deudos del civil muerto de 1.000 dólares.
Dice el marino, que las dos
bombas arrojadas por un piloto y que cobraron la vida del civil, fueron
un error, un mistake.
Pero por ello, no debe interpretarse
que las operaciones militares en la isla no son seguras.
Algo similar debe haber sucedido
con la Embajada China bombardeada por error en Kosovo.
Errores, solo errores, cometidos
en aras de poder expresar con orgullo, que hay razones por demás
justificables para bombardear un terreno ajeno que les es gratuito y que
no cobran vida norteamericana, pero sí americana y del resto del
mundo. La intervención armada con costo de vidas norteamericanas
ya le han salido caras a los Estados Unidos como en el caso de Viet Nam,
al costo político debe sumarse el asesinato de su presidente
John F. Kennedy.
En la otra punta de la contienda,
la alcaldesa clama junto a su pueblo por el derecho inalienable de disfrutar
de la vida y todo lo que ella conlleva, la libertad, la propiedad y la
búsqueda de la felicidad.
Nadie puede negarles ese derecho.
Solo los Estados Unidos lo hacen.
Son los fuertes de siempre quienes
se hacen más fuertes a costa de vidas ajenas.