GUAYASAMÍN: PROFUNDAMENTE HUMANO.

Por: María Soledad Mansilla Clavel.

Cuando se escriba la historia del arte del siglo XX con la objetividad y frialdad que da la distancia de otro siglo, este ecuatoriano que nació en la pobreza y que con su talento artístico llegó a las alturas de la fama, dejará inscrito su nombre con letras mayúsculas. Y cuando se hable de "expresionismo", se tendrá que decir que Guayasamín agregó a esta vertiente plástica que ya posee tantos adjetivos, - figurativo, abstracto, social, etc.- un río propio, un nuevo significado, profundamente humano.

Su infancia estuvo llena de carencias y con siete años apenas, ya vivía de ese don que Dios le dio, vendiendo sus dibujos por las calles de Quito, su ciudad natal. A los trece ingresó a la Escuela de Bellas Artes donde obtuvo diploma de escultor y pintor y su pintura, que se había venido cargando de la injusticia social que veía a su alrededor, ya se había convertido en denuncia y causó un revuelo con ribetes de escándalo en su temprana primera exposición de 1942.

Su padre era un indio y su madre, mestiza. De ahí tal vez el fuerte arraigo indigenista que llevó a sus telas con orgullo y que unido a su sensibilidad social y a su genio como dibujante, grabador y pintor, lo convirtieron en un artista famoso en el mundo entero.

Más tarde serán las series pictóricas "La edad de la ira", "La edad de la ternura" y "Mientras vivo, siempre te recuerdo". En todas ellas se jugó por una pintura figurativa, a pesar de que cuando ingresa al escenario plástico mundial, en Estados Unidos la abstracción predominaba. Usó de un dibujo fuerte, esquemático y sintético parta la figura humana que fue el centro de sus composiciones aunque también gustó de pintar flores, hizo escultura, grabado y murales. Pudo haber recibido influencia del expresionismo alemán y también del cubismo, pero su modo de mezclar estos antecedentes con lo americanista propio, otorgó a su obra un sello único, que constituyó estilo.

Sus primeras series, de cromáticas en amarillos y negros para citar con ello el colorido de la piel indígena, son reconocidas como las mejores. El ingreso pleno del color le quitó dramatismo y carga social hacia los últimos años de su vida. Podríamos decir que su pintura se volvió mas comercial.

"La Capilla del hombre", centro de murales que reflejan tres épocas de latinoamérica, fue su último, inconcluso, y mas grande proyecto, que por cierto dejó muy avanzado y que se inaugurará en el año 2002 con dos mil quinientos metros cuadrados de muros pintados. América antes de la llegada de los españoles, el descubrimiento, la conquista y la historia de millones de indios muertos en el proceso estarán allí como testimonio de una verdad. La maternidad también estará presente, como declara en su última entrevista (EFE): "No he cambiado. Desde que fuí muy joven empecé a pintar madres con niño, por ejemplo, esta temática sigue siendo para mí poderosamente emocional. Uno de los grandes cuadros que irá en la Capilla del hombre será una madre con un hijo".

En esa obra está también toda su vida y toda su tristeza por la realidad mundial del hombre. Dijo: "Este siglo oscuro y violento que nos ha tocado vivir, me ha obligado a llenar mis cuadros de una enorme tristeza". Se refería a las Guerras Mundiales, a los campos de concentración, a las bombas atómicas, a las luchas racistas, al hambre, a la miseria, a la injusticia, a todo aquello que convierte al ser humano en sufriente, a lo que pone al hombre contra el hombre y que al artista conmovía con intensidad, haciendo de sentir, su temática.

Ahora que ha muerto, apenas en Mayo de este año, su nombre se nos hace cada vez más significativo, pues en su lengua quechua significa: "ave blanca volando".