Desde Argentina, Daniel
Noseda
Los muchachos se han obsesionado con
este tema de la memoria. Pretenden a toda costa que esta se ponga en
marcha y para eso le han dado un título: Foro por la
Memoria y encima plantaron una carpa enfrente de la Catedral de San
Luis, (alias San Luis Rey de la Punta de los Dos Venado).
Y empezaron por recordar el 24 de marzo- Asunción de la Cruel
Dictadura, coincidentemente con el fin de semana donde entre corridas
y venidas del gobierno, el ex ministro Lopez Murphy daba paso, mejor
dicho le entarugaba el bastón de mando de Economía y Finanzas
a otra figura del pasado, Domingo Cavallo.
Y el Migo para ello pedía superpoderes como HeMan pedía
los suyos en su momento.
Parecería que en este país el pasado está destinado
a ser nuestro futuro. El altavoz se baña de lluvia y nos riega
la memoria con una pieza de antaño
"Y aparecen los frac
de grandes caballeros
de sombreros de copa
de puño y de bastón
de puño y de bastón
que han dejado galas
los coches y literas
los grandes dividendos
en tierras extranjeras
para tal vez después
(Alfredo Zitarroza)
La memoria deja paginas, hojas de un árbol, que conviene juntar
para armar otra vez ese árbol despojado y vuelva a florecer.
Una pagina de la historia permanece en el olvido. Una crónica
con fecha 16 de mayo de 1886 es enviada al director del diario La Nación,
su autor es un personaje de los tantos olvidados y desaparecidos de
la Historia Oficial.
La crónica habla del trabajo, de trabajadores, de luchas, de
matanzas, de anarquistas, de huelgas, de reivindicaciones.
El escenario es el país que se vislumbra como potencia, los Estados
Unidos, el problema del trabajo se ha erguido y enseñado sus
terribles entrañas.
Relata el cronista "Es inútil ahorrar mineros, son 17.000.000.
So pretexto
de reclamar la reducción de las horas de trabajo a ocho, ha culminado
en batallas campales en las plazas y en una especie de intentona y aislamientos,
el malestar
que empezó con las huelgas en los ferrocarriles y tramways, no
bien tendió a secar el sol de abril, tendió su mano lúgubre
el invierno, "sin ninguna voz ni dirección fija, todas las ciudades
se levantaron en los mismos días con una petición
unánime"
El obispo de la Iglesia metodista lanza una pastoral de apoyo y solidaridad
para con los trabajadores "Acá se acaba de ver un alzamiento
general" "¿Qué quieren los trabajadores? Un día, es mas
salario, otro, es mas respeto, otro día como ahora, quieren que
las horas de trabajo no sean mas que ocho, no tanto para que pueda entrar
alguna luz por el alma en las horas de reposo, o como para que se vean
los fabricantes a emplear a los obreros que hoy no tiene faena, pero
todas estas demandas son formas y peldaños : ha llegado a condensarse
en acción la plenitud de la amargura y encono que en su vida
infeliz desesperada tiene a la pobre gente de trabajo: ya han llegado
los organizadores, lo administradores, los filósofos y vulgarizadores,
el ejercito, en fin, quienes realizan las grandes reformas, unos empujan,
otros contienen, otros sujetan la acción, mientras encuentran
el remedio, pero ya todos obran.
Pregunta el cronista:
¿Quienes podrán mas, los obreros moderados que con la mira puesta
en una reorganización social absoluta se proponen ir hacia ella
elaborando por medio de su voto unidos las leyes que les permitan realizarlo
sin violencia, o los que con la pujanza de la ira acumulada siglo sobre
siglo, en las tierras despóticas de Europa se han venido con
un taller de odio en cada pecho y quieren llegar a la reorganización
social por el
crimen, el incendio, el robo, el fraude, el asesinato, el desdén
de toda moral y orden?
Ese es, en este instante, el problema trabajador, en los Estados Unidos".
De los anarquistas menciona a Most, a Schwab, a Spies, todos alemanes
"de cabeza cuadrada y terquedad rubia, barba revuelta e hirsuta Most
que hablo en Nueva York frente a un auditorio con rifle en mano, insta
a sacar de sus guaridas a todos los capitalistas y volar sus casas con
las bombas que el enseña a fabricar, Spies, tendero que sube
a hablar con un ejemplar del Diario de los Obreros frente a 12 mil hombres.
Relatos de marchas y motines en Nueva York, en Milwaukee la ciudad de
la cerveza, en Cincinatti, el palacio del cerdo, los obreros van creciendo
en número, de 12 pasan a 20 y luego a 40.000 mil en Chicago,
al numero de trabajadores norteamericanos se suma el de los anarquistas
provenientes de Europa, alemanes, polacos, noruegos, austríacos,
húngaros, una mulata marcha a la cabeza de las procesiones ondeando
con
gestos de poseída, una bandera roja, mientras oculto en talleres
se preparan municiones, bombas. Esa formula aflora en Chicago donde
las batallas son
mas cruentas, batalla a muerte, "en cada esquina, un encuentro, en cada
plaza reunión,
discursos, acometimientos, balas " ..."revólveres que se disparan
boca a boca, desde las ventanas se lanzan ladrillos, bancos, piedras,
botellas a doce policías que tratan de resistir, llegan los refuerzos,
los veinte mil se dispersan, muerte de policías, muerte de
huelguistas, mientras se atacan licoreras y se beben hasta la ultima
gota, otros enfrentan a la policía con el único escudo
de sus pañuelos rojos, rojos son los
pechos heridos, rojas son las llamas en la ciudad de Chicago.
Dice el cronista: "De esta hoguera se van apagando los fuegos, una fábrica
cede una hora, otra da siete días para que sus operarios vuelvan
o pierdan toda ocasión, otras pocas consienten en rebajar la
jornada a ocho horas, otra con mas prudencia plantea de común
acuerdo con sus obreros a no acudir a la violencia para resolver las
diferencias.
Al tiempo, en setiembre 2 de 1886, escribe sobre el proceso a los siete
anarquistas que fueron apresados en la huelga de Chicago "aquellos siete
alemanes acusados de arrojar una bomba y matar a siete policías,
tres de ellos ni entendían la lengua en que los condenaban. El
que hizo la bomba, no llevaba mas de nueve meses de pisar esta tierra
que quería ver en ruinas.
Uno de los siete, casado con una mulata que no llora es norteamericano,
los demás han traído de Alemania el pecho cargado de odio,
estos siete alemanes han sido condenados a la horca".
En Nueva York se reúnen dos mil alemanes repudiando la condena,
pero las grandes masas no han alzado la mano contra el veredicto, el
pensador que ve en las causas
se entristece y calla.
Treinta y seis días llevó armar el jurado, novecientos
ochenta y uno candidatos para solo quedar doce.
"Sin miedo hablaron el fiscal y su abogado. Sin fortuna ni solidez hablaron
los defensores. El jurado deliberó poco, el veredicto: culpable.
El 1° de mayo fue gestado entre la democracia de un pueblo americano
y el odio de esa Europa que todavía se debatía en guerras
intestinas.
Tanto el cronista: José Martí, cubano, 15 años
corresponsal del diario "La Nación", cónsul de Argentina,
Paraguay y Uruguay ante los Estados Unidos gestor de la Independencia
de Cuba como los días del mayo de 1886 que se celebran un 1°,
el Día del Trabajo, ambos permanecen olvidados en la historia.