Por: María
Soledad Mansilla Clavel
El arquitecto, Seremi de Obras Públicas
y acuarelista Vladimir Morales nació en 1947 y realizó
estudios de pintura desde muy joven, con el maestro Israel Roa. Dice
ser uno de sus alumnos predilectos y les une una profunda amistad, larga
en el tiempo y en el aprecio. Solo siente no tener algo más de
tiempo libre en su vida para poder visitar y salir a paisajear con el
amigo, que ya cuenta con más de nueve décadas de edad.
Con la sencillez y calidez que
le caracterizan, me recibe después de un ajetreado día
de trabajo, que incluye las gestiones pertinentes a la reciente inauguración
de una muestra de cincuenta de sus acuarelas en el Salón de Exposiciones
del segundo piso del Casino Municipal de Viña del Mar, donde
permanecerá hasta el mes de Mayo.
Su preparación como arquitecto
tuvo lugar en la Universidad de Chile. Se radicó en Valparaíso
en 1967 y ha participado desde entonces en numerosas exposiciones regionales,
nacionales e internacionales. La dirección y gestación
de eventos en la Corporación Cultural de Viña del Mar
y otras entidades, es una fracción de sus múltiples actividades,
además de la construcción de edificios, industrias, establecimientos
comerciales y urbanizaciones, que forman parte de su diario quehacer
profesional.
En cuanto artista, es pintor de acuarelas
dedicado casi siempre al paisaje, ya sea urbano o rural, los que aborda
en ocasiones con unas cuantas manchas en síntesis extremas, con
muy buenos resultados y en oportunidades, armando la composición
en base al dibujo, del que ciertamente posee el dominio que dan mas
de veinticinco años pintando. Igual destreza muestra en la capacidad
compositiva, cualidad necesaria para quién trabaja con la rapidez
que requieren los pigmentos al agua. Un par de jóvenes nativas
de Isla de Pascua, hacen estreno en el género del retrato en
la actual exposición, en un renovado estilo, más moderno.
Así mismo, se puede percibir en muchas de sus últimas
composiciones, un importante cambio cromático, desde una paleta
más restringida a los tonos fríos, hacia un colorido más
fuerte, más luminoso, más contrastado, más libre
y más seguro.
Un viaje a Francia y otro
al Norte de Chile son las temáticas centrales de su producción
reciente. En general, al público le gusta lo que hace. Durante
nuestra conversación, un entusiasmado visitante, adquirió
una de sus obras.
Vladimir, ¿Cómo hace el arquitecto,
además Seremi de obras Públicas, para encontrar el tiempo
para pintar?
Cuando uno tiene a la pintura como forma
de vida, simplemente hay que seguir viviendo. El cargo que yo tengo
es de mucha responsabilidad y de jornada completa, pero siempre quedan
los fines de semana. La pintura para mí, es algo intransable.
Vivo
pintando, vivo también la Secretaría
de Obras públicas y también con mi otra amante:
la arquitectura.
¿Desde cuando pinta?
Desde que me acuerdo. Algo así
como los catorce años. En serio desde los 20. Esto empieza como
un juego, una distracción, para luego transformarse en una necesidad,
en una forma de poder vivir.
¿Tiene que ver su preferencia por
la acuarela con esta gran carga de trabajo?
La acuarela es una tendencia que se
adecua a mis ímpetus, a lo que pienso que es disfrutar de la
vida. Soy algo hiperquinético, creo. No concibo el descansar
en cama, por ejemplo. Cuando tomo vacaciones, pinto. Este año,
quince días en Iquique, pinté todo lo que ves del Norte.
Esto es mi descanso y mi autotortura a la vez.
Explíquenos eso de autotortura,
por favor.
Es que no concibo un día sin
algo relevante, sin algo importante. Y eso para mí es una pintura
en el taller. El servicio público también es relevante,
como hoy, contarle a la gente lo que hace el ministerio. También
hay algo de "no dejar de hacer". Si no pinto en este período,
tal vez después no lo voy a poder hacer.
¿Cuál es su posición
estética frente a la pintura?
Concibo la pintura como un disfrute
para la vista, como una manifestación del arte que ojalá,
fuera comprendida por todos. Pinto para la gente y siento satisfacción
cuando les gusta, entienden y disfrutan lo que pinto.
La gente que me acompañó
a Montpellier, Francia, vio los paisajes que pinté ahí.
También estuvieron en la exposición y se sintieron identificados
con la atmósfera. Eso es gratificante. Tampoco se trata de hacer
una fotografía. Tomo la realidad, reinterpreto el paisaje y trato
de que esté presente la atmósfera del momento. También
hay cosas que me grabo en la memoria.
-¿Es pintor de caballete frente al
paisaje o de taller?
A pleno aire las cosas me salen inmediatamente.
En el taller, me cuesta un poco más.
Se advierte en su pintura a un buen
y muy rápido croquista. ¿ Dotes innatas o aprendió a bosquejar
con clases?
De niño fui un pésimo
dibujante. Pero me gustaba tanto, que aprendí. Al gusto, subordiné
un esfuerzo. Fue un descubrimiento cuando pude hacer un escorzo e interpretar
una perspectiva. La base de mi pintura está en el dibujo y mi
oficio como arquitecto, me ha ayudado.
Después de formar sintéticamente
una composición, Ud. va a los detalles, con mucho trazo. ¿A qué
se debe esta tendencia gráfica para la acuarela?
Cuando uno hace una acuarela, trabaja
con un vehículo complicado que es el agua. Cuando tiras el color,
es difuso. La composición se logra afirmando la mancha con el
dibujo. Lo más difícil es saber donde detenerse. Ese paso
es muy delicado. Solo el tiempo y el oficio te indicarán hasta
donde llegar. Yo soy muy prolífero, pero también autocrítico.
La línea es un afirmarse en algo. Donde más se complica
es en el paisaje urbano.
Tenemos lo gráfico por un
lado y síntesis casi total por el otro, por ejemplo en esos paisajes
nortinos. ¿Cómo se concilia en el pintor esta aparente contradicción?
Voy a pintar con la familia, generalmente.
Ellos se sacrifican. A veces concreto las cosas más rápido.
Corto, aunque esté motivado con el paisaje. En general vivo apurado
y atrasado. Una obra puede ser la resultante también de momentos
diferentes o estados de ánimo distintos.
Habiendo seguido muchos años
su trabajo, noto un cambio cromático importante. Su colorido
antes era más frío. Hoy podría decirse que hasta
osado. ¿Alguna razón?
Creo que tiene relación con cómo
te está dando vuelta la vida. A los 53 años estoy en el
momento más importante de mi vida, en lo alto de la ola. Pasé
momentos complicados, difíciles. Los logré superar. Estoy
contento de la vida y eso se refleja en el color.
¿Reconoce influencias en su pintura?
La única sería la de los
antiguos maestros de la pintura chilena. Ignacio Vaixas, por ejemplo,
un catalán que llegó a Chile y dio clases en la Escuela
de Arquitectura. Hoy sus obras se encuentran en colecciones privadas.
Y por supuesto del maestro Roa. Admiro a varios otros acuarelistas:
Andwanter, Wistuba, Windson Homer.
He visto museos por Internet y a muchos
acuarelistas. Hay miles. Aquí le tienen como un complejo a la
acuarela. Creo que es una técnica que hay que mostrar más.
Todos deberían partir con ella, así pueden perderle el
miedo al color, al papel y a la pintura. Te va dando satisfacciones.
La mayoría de las veces es una sorpresa agradable. Es un medio
tan humilde y sin embargo, cualquier persona puede expresar tanto con
ella.
¿Qué pregunta le gustaría
que le hicieran?
Para qué o porqué pinto.
¿Para qué o porqué
pinta?
Creo que en este mundo uno tiene un
rol. Se debe pasar por este mundo y dejar algo. Yo dejo mi pintura.
Es quedar tranquilo con tu conciencia: pasé por esta vida sin
ser anónimo. Es como lo que dicen de tener un hijo, escribir
un libro y plantar un árbol. El hombre está hecho para
trascender. Y si Dios le dio a uno un don , no tiene que ser mezquino.
Debe mostrar lo que hace. Es un regalo para los demás.