Clemente
Padín, Montevideo, Uruguay
Antes
El
"network" es el arte alternativo que pone el acento en la comunicación.
La comunicación es su mensaje. El "network" enfatiza el arte
en cuanto producto de comunicación, fruto del trabajo humano
(el "work") y en cuanto trama de relaciones entre los comunicadores,
unidos en la red, el circuito que les permite la interconexión
(el "net"). A la manera de una red de computadoras, sin central única,
en la cual cada "networker" (artista en la red) actúa como una
centralita de reciclamiento y creación de comunicación.
No se trata de la utilización
de la computadora o de otra forma de reproducción o producción
tecnológica de información, a la manera de un pincel o
grafo, sino de la reproducción de procesos de ordenación,
almacenamiento, reciclaje y creación de información: un
circuito, una red de "networkers" explorando y creando en los nuevos
medios que la industria de la comunicación pone en sus manos,
el facsimil, el telediscado, el video, el laser, el holograma, los "stickers",
el "audio dubbing", la computadora, etc., incluyendo los servicios postales,
instrumento de interrelación ("Mail Art" o Arte Correo).
Pero los nuevos medios, al igual que
las herramientas y las máquinas, no producen por sí solas.
No producen información estética (o productos y mercancías
según el simil) sino está allí la mano y la mente
del hombre, el "networker". La comunicación no es un ente, es
necesario producirla y distribuirla para su concreción, es decir,
su consumo y, por ende, su legitimización en cuanto producto.
En tanto no se consuma y no genere "feed back" o retroalimentación
(o respuesta) no hay comunicación. En otras palabras, el "work"
sólo puede existir en la "net".
De allí surge la importancia
de las vías de acceso y salida de la información, es decir,
la dirección del artista: el "in-put" o el direccionario o directorio
y el "out-put", que permite la existencia de la red ("La dirección
postal es el arte", según la feliz expresión de Carlo
Pittore). En tanto medio, el "networking" es determinantemente neutro
y no impone mayormente ideología (aunque la trasmite, no sólo
a través del mensaje sino, también, en tanto medio). Esto
es así porque el énfasis está puesto en la comunicación.
La opción semántica o la interpretación del sentido
queda librada a la receptividad del otro comunicante. Su funcionalidad
estética es su competencia para comunicar , sin trabas. Al no
existir la imposición ideológica explícita, ni
el dictac cultural impuesto por ningún poder, tampoco existe
"central única" o "cabeza dirigente", puesto que cada "networker"
es un comunicante y no un imponedor de normas (aunque nada, claro está,
le impida difundir sus ideas). Por lo mismo se hace imposible imponer
valoraciones de ningún tipo: feo/lindo, artístico/no-artístico,
etc., a cargo de alguna autoridad o poder, ya fuere política
o cultural porque lo que interesa no es la excelsitud de los productos
artísticos hechos en consonancia con el canon impuesto y aceptado
por el sistema sino su funcionalidad comunicativa. La calidad, sigue
siendo el criterio decisivo, al decir de Brecht, pero no como marca
externa impuesta por el gusto o afán fruitivo de un sistema que
necesita de las obras de arte para su legitimización, sino como
elemento estructural que aumente las posibilidades comunicativas.
Los avances en cualquier campo del conocimiento
humano, aumentan el contenido de conocimientos y técnicas del
repertorio de la humanidad y obligan a cada área del saber y
del hacer, a recomponer sus corpus a la luz de los nuevos acontecimientos
(por ello es tan difícil suponer que el arte pueda aislarse de
los demás sistemas). A nivel artístico los ejemplos abundan:
los descubrimientos de Freud hicieron posible, entre otras cosas, al
surrealismo; la descomposición de la luz que practicaron los
impresionistas en sus cuadros prefiguraron la concepción científica
de ese elemento; se considera que la invención de la fotografía
liquidó al naturalismo y al realismo, etc. El "network" no escapa
a esta regla y es, por ello, hijo de su tiempo, fruto del desarrollo
post-industrial y nace de la práctica humana en respuesta genuina
a las demandas simbólicas de esta época, en estas especialísimas
circunstancias de comienzo de siglo, en esta aldea global, electrónica,
sin fronteras y sin límites.
Conviene subrayar que la respuesta del
arte a las exigencias de esta hora, hoy, en todo el mundo, tuvo su origen
en países excéntricos al primer mundo o superdesarrollado.
Géza Perneczky, en su libro "A Hálo" (Ed. Konyvklado,
Budapest, Hungría), sostiene que:
"La finalidad del "network" no fue establecer
un sistema de contactos a través del servicio postal (como una
mirada superficial pudiera sugerirlo) sino crear una cadena de comunicación
homogénea en la cual todos los componentes son iguales y se eximen
de las reglas del mercado y también de la tradicional dicotomía
"artista/público". Teniendo esto en mente, Ray Johnson de Nueva
York (quien fue el "creador" del arte correo) puede ser considerado
el precursor del "network" sólo con reservas. Su actividad pudiera
ser tomada como un ejemplo del arte conceptual puesto en práctica
y, también, como ejemplo de la inventiva del artista individual.
El "network" que desde entonces se ha convertido en una institución
internacional, ha tenido sus orígenes primariamente en países
alejados, en donde las grandes distancias, la carencia de contactos
sociales y la opresión política (en Europa del Este y
algunos países de América Latina) han forzado a los artistas
a superar los canales oficiales de la vida pública y establecer
contactos alternativos. Consecuentemente el "network" comenzó
a expandirse, hacia 1972, a través de la casi simultánea
aparición del "Image Bank" en Canadá, la revista "File"
y otras experiencias pioneras con direccionarios internacionales que
involucraban a la Galería "Polish Foksal", un par de artistas
checos y Clemente Padín de Uruguay. Los periódicos y publicaciones
privadas que oficiaron de parteras del "network" ("File" de Canadá,
la "American Reader" y "Mail Order Art", la polaca "Net", el "Ovum"
de Padín, etc.), difundieron, en diferentes grados, los motivos
que enfatizan la necesidad de mayores contactos sociales y no de difusión
comercial."
A más de 20 años de su
nacimiento, el "network" (el eterno "network" de Robert Filliou, el
modelo utópico de la perpetua expansión de la comunicación
a toda la humanidad), no ha perdido impulso, pese a que el sistema le
ha tendido zancadillas todo el tiempo, desde el vano intento por detener
la información reprimiendo y encarcelando a los "networkers"
al no menos imposible expediente de la censura. No sólo fetichizando
el "networking" para satisfacer sus necesidades ideológicas a
los efectos de crear un mundo ideal, sin contradicciones, sepultando
bajo un manto de signos banalizados la realidad injusta e inhumana que
padece la gran mayoría de la humanidad sino, también,
tratando de desmontar su índole anticomercial y opuesto al consumismo,
a través de la compra de obras y archivos o a través de
su incorporación al canon artebellístico y, consecuentemente,
su aceptación en Bienales, revistas y galerías oficiales
y departamentos de arte de toda Universidad que se precie.
Que esto sea sí nos confirma
el carácter material del "network" en tanto producto de comunicación.
Con las características propias de cualquier producto: por un
lado parte inseparable de la producción social generada en la
trama de relaciones del autor con sus semejantes y con los medios concretos
de los que se vale para crearla y, por otro, se constituye en un auxiliar
de esa misma producciónb al favorecer o dificultar sus procesos
referidos al intercambio de procedimientos e ideas entre los miembros
de una comunidad, incluyendo, en nuestro caso, el "network", tornándose
en factor importante de esa misma producción. En cuanto producto
de comunicación trasmite la obra, el objeto artístico.
En cuanto producto auxiliar trasmite el carácter de las relaciones
de producción en las cuales vive el "networker", incluyendo los
antagonismos y las contradicciones que presentan esas relaciones asumiendo,
así, el carácter de ideología.
El "networker", al reflejar las relaciones
que le dan origen en tanto producto de comunicación, no puede
dejar de reproducir ideológicamente esa misma realidad,. No sólo
social o política, sino total. Es por ello que es tan difícil
descontextualizar al arte de las demás áreas del hacer
humano. Tanto el sentido social como el político son consustanciales
al arte. El arte se revela como forma sublimada de la conciencia social
y, como tal, instrumento de conocimiento, cuya función es auxiliar
con su aprobación o desaprobación a esa misma sociedad,
pudiendo convertirse, de acuerdo a las circunstancias, en instrumento
de cambio y transformación o de consolidación y preservación.
Como consecuencia de aquella recuperación
ideológica que los mecanismos de control cultural ejercen en
las sociedades a favor del sistema hegemónico, no es extraño
que, en algunos lugares, en lo que atañe a la producción
artística que debiera reflejar en su totalidad la especificidad
de lo humano, el "network" esté distorsionado al punto que sólo
se puede hablar de él a través de un discurso "autónomo"
o "a-histórico", fuera de las leyes falibles de lo humano. O,
como ocurre en otros casos, se pretende marginalizar al "network", alienándolo
de la realidad social que, en última instancia, lo genera.
Frente a estas tendencias es necesario
recuperar no sólo la especificidad artística del "networking"
sino, también, preservar su eficacia comunicacional, evitando
caer en las redes del sentido común, de lo ya vigente o lo ya
dado ideológicamente como arte.
Sabemos que es imposible que el "network"
sea solamente un reflejo de las condicionantes sociales o políticas
o económicas de la sociedad únicamente. También
sabemos que es imposible reducir lo artístico a lo político
o social o viceversa, por más interrelacionadas que estén
esos campos de la actividad humana. Por estas razones el rol del "networker"
dependerá de su peculiar relación con aquellas áreas
y lo que su conciencia artística le dicte como ajustado al sentido
que ha elegido para su existencia.
(CONTINUARA)
Las obras
presentadas pertenecen al "networker" colombiano Tulio Restrepo
Clemente Padín: C. Correo Central 1211, 11000 Montevideo - URUGUAY
Para ESCANER CULTUTRAL, Marzo de 2000.