Ontología
MÁS ALLÁ DEL SENTIDO DE LUGAR.
GEOSEMÁNTICA SOCIAL, CIENCIA DEL TERRITORIO
Por Diego Cerda Seguel
Noviembre de 2013
diego.cerda.s@gmail.com
RESUMEN
Este trabajo completa una especie de trilogía de la geosemántica social, iniciada hace nueve años con "El Mundo según Google: Google Earth, la creación del dispositivo Geosemántico global" (2005), y luego "Tierra, Sentido y Territorio: La Ecuación Geosemántica" (2008). Luego de más investigación, desarrollo y modelación conceptual se ha llegado a concluir con una teoría que abarca más acá de la internet, en la tradición milenaria del 'espíritu de lugar', y atraviesa los recursos digitales para devolvernos al territorio tal como se vive en lo pedestre. Una vez que se entregan los elementos para comprender la geosemántica sin referencia al mundo digital, volvemos al mundo digital para demostrar que dentro de estos entornos surgen herramientas para identificar y valorar los lugares en su potencial territorial dado por quienes habitan, transitan, visitan los lugares y llegan a conocerlos con algo más que la intelección, añadiéndole los componentes emocionales y filiativos que convierten a los territorios en terruños amados (o evitados), por los cuales las comunidades están dispuestas a todo para defender sus territorios frente a las embestidas de la planificación de infraestructuras y procesos industriales destructivos. Más allá del sentido de lugar está el poder territorial, poder local comunitario, potenciado por herramientas digitales inusitadas para defender el valor local y la identidad entre las personas con los lugares.
TIERRA + SENTIDO = TERRITORIO
Esta es la ecuación geosemántica propuesta en 2008 como forma de definir el territorio. A partir de esta ecuación la geosemántica social se plantea como la disciplina capaz de encarar de forma multidisciplinaria el estudio de los territorios a partir del principio de igualdad establecido en esta ecuación.
Con la publicación de “Tierra, Sentido y Territorio. La Ecuación Geosemántica” en 2008 en esta misma revista, se postuló esta ecuación como declaración de principio para una ciencia del territorio. Mediante la aplicación de esta ecuación, el territorio deja de ser un monopolio de geógrafos, planificadores y administradores públicos o privados y se transforma en patrimonio común de quienes dan sentido a los lugares donde viven, donde nacen, crecen, trabajan, vacacionan, estudian, transitan.
Esta ecuación-principio hace del territorio una construcción común de los habitantes, los interesados, los tomadores de decisiones, los accionistas, todos tienen algo que decir sobre los espacios geográficos, rurales o urbanos que son objeto de sus vidas e intereses. Entre todos ellos componen de manera más o menos consensuada, más o menos conflictiva el sentido de los lugares que dan el sustento material y espiritual a la definición del territorio.
Por Enrique de Santiago
“Llegará el tiempo de hacer valer las ideas de la mujer a expensas de las del hombre, cuyo fracaso se consuma tan estrepitosamente hoy. Es al artista en particular a quien corresponde, aunque no sea más que en protesta contra ese escandaloso estado de cosas, hacer predominar al máximo todo lo que surge del sistema femenino del mundo en oposición al sistema masculino; de hacer hincapié exclusivamente en las facultades de la mujer; mejor aún, de apropiarse hasta hacerlo celosamente suyo, de aquello que la distingue del hombre en su forma de evaluar y de querer.”
LA ONTOLOGÍA DE LA MUERTE EN LA POÉTICA DE AURORA REYES
Desde México, Jorge Solís Arenazas.
Poesía y ontología
La palabra ha nacido como interrogación. De ahí su doble naturaleza: su poder de creación y sus facultades destructivas. De ahí, igualmente, que toda crítica sea sólo posible a partir del lenguaje. Desde los mitos antiguos se revela el hombre como un paso desde la palabra. Consecuentemente, la palabra es historia. La historicidad, en su más global seña, es conducida por la transformación de la palabra, siendo ésta no sólo el medio de transmisión del mundo o la vía de reconocimiento ante éste - de apropiación ante el sujeto -, sino siendo fundamentalmente el mundo. Todas las cosmogonías inician ante conceptos como Caos o Nada; sólo así pueden acceder a concebir la creación de la existencia del universo para desembocar, con los dedales siempre otorgados por el mismo inicio, en la mirada del universo en cuanto existente. La muerte está allende la vida sólo por la frontera del lenguaje. O, por lo menos, el desvanecimiento del lenguaje, en el muro denso de la muerte, hace que su acceso sólo se estanque en el nivel más vago de algún tono hipotético, que todo se revele como incertidumbre absoluta. Cuando, en la tradición bíblica, en el Eclesiastés, se dice: les retiras el aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo, ¿a qué se refieren sino al estado de los seres que oscilan entre la luz y la oscuridad, siempre a partir del tacto humano más vulnerable e inmarcesible, a un solo tiempo, la palabra? ¿No es, acaso, que el aliento que les es retirado equivale a un silencio lacerante?, ¿no es, por otra parte, la palabra lo que ha hecho que aquellos seres dejaran de ser polvo? Y cuando en el Génesis se anuncia que el hombre polvo es y polvo será tornado, ¿qué fondo mantiene tal transformación sino la palabra misma?