La angustia en un abrazo por ROSA MAJICOR
Un abrazo para Augustine
Fotograma / Poema audiovisual Un abrazo para Augustine / Año 2005
Irresoluble ante los matices indistintos de la angustia y sus giros impredecibles, tiempo atrás me decanté por ella como tema de exploración en mis propuestas audiovisuales, tras haber metamorfoseado la pintura, de objeto a modelo contemplativo, por la enorme carga emocional que me generaba. Hartazgo claustrofóbico de grandes proporciones, me llevó a indagar en la palabra e imagen puras, llevándolas a converger sobre un mismo plano. Sin ser propiamente fotografía, pronto me vi construyendo poemas visuales desde distintos ángulos sobre la naturaleza de la angustia en su aspecto orgánico, no por la visceralidad que la constituye, dado que la confrontación genera aflicción ante la incertidumbre de no saber cómo reaccionar una vez cortada la raíz del mal, y es que la vida está regida por una serie de patrones conductuales basados en el miedo, como medio eficaz para someter a las masas vulnerando su voluntad. En la obra “Un abrazo para Augustine”, abordo la angustia sin cercar mi entorno físico o generar un panorama asfixiante al espectador. Entro en el pesar evitando causar zozobra, apenas rozando sus aristas como quien teme despertar al ogro. Estéticamente no es placentero retratar la gesticulación caótica de la existencia en su máxima expresión, por la carga emocional conlleva bucear en los laberintos de la mente y sus recovecos, donde anidan todo tipo de emociones. Incluso, me distancié de la pintura colocándola en un altar colmado de cirios benditos e inmaculados lirios de agua, situando en medio de ella, una urna como símbolo de pureza que ha de ser corrompida por el dinero sin que devenga en prostitución; paradoja de un arte enfermo, viciado, enterrado en los límites del descontento. El tratamiento a mi obra consiste en exhibir la materia sin exponer la esencia, a la vez que la mujer desnuda a la artista sin que la segunda irrumpa en la intimidad de la primera. Los límites son claros y precisos: muestro mi entorno pero él no penetra la intimidad de mi espacio. El aspecto físico de mi propuesta es una pintura que no se plasma, se ejecuta e incluso, la encierro en frascos de cristal tras cimentarla en concreto para expulsarla más tarde a través del espectador. De mí no dependerá que se endurezca la materia, las arterias del otro han de ser las que dejen fluir el pensamiento libre de escombros. Un abrazo para Augustine, es una obra volitiva que refleja la concreción de mi pensamiento derivando en tres actos simbólicos: el rito, la inmolación del ser y la condición humana enfrascada en sí, con lo cual acudo al libre albedrío del espectador a rechazar o aceptar mi ofrenda; decisión donde interviene la inteligencia.
Acepto ese abrazo con
Me emociona, los tres ritos
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