Poema de la Creación

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Mauricio Otero
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Pintura de Claudia Collao"¡Humanidad!,

frente a estas montañas de galaxias

escuchad el eco de lo eterno, que golpea

la totalidad del amor de los principales principales."

Tuvo que ser un estallido enamorado

el que esparció en un desordenado orden

todos los seres de oxígeno o de piedras o de barro.

El eurítmico cosmos contiene un cosmos nuevo

en su origen,

que es el origen del origen.

Mas la melancolía siguió afectando

al universo

y veía el suave plañir de galaxias...

Estaba arrodillado:

¡Ven, levántate -le dije-;

dignifiquemos la lucha riéndonos

estelarizados.

Cogí una flor de música del jardín de

la eternidad,

y fue entonces que los colores se me revelaron

esparciendo la gracia de su originalidad

por las sendas puras de la simiente.

Luego, me quedé tendido en un playa cósmica

y le dije al Firmamento:

"En tu visión de luz engañosa, no os

dejáis ver vuestros más íntimos secretos;

quizás sea vedado por tu maravilla

conocer tu maravilla lejana.

Pintura  de Isabel Aranda *Yto*Pero, sí sabemos que tu luz cercana es

la antigua luz de tu rostro,

y por eso, como tú, lagrimeamos."

El silencio del cuerpo astral

me miró, por fin!

y me sorprendió con fugaces estrellas multicolores

que venían a besarme las plantas de los pies,

en pleno plenilunium;

venían como en corceles naranjas, rojas, verdes,

amarillas, con índigas mujeres

que reían como cometas.

Alegre, después de una breve eternidad,

comencé a pasearme armoniosamente

siguiendo el camino del cielo,

sobre los mares cósmicos,

y su tibia marea de olas balsámicas.

Y sentía en mi pecho el latir de los multiversos.

Entonces de repente, vi una luz más intensa.

Era ¡el Fuego!;

de sus llamas me llegaba un arrullo melodioso;

era la música hecha luz

de las constelaciones emotivas,

que decoraban la imaginación serena de lo inconmensurable.

Pintura de Isabel Aranda *Yto*Me acerqué sigiloso.

Uno de los universos, que estaba

arrodajado sonriendo, me invitó al concierto.

Era un rocío pianista,

parecía fuera de allí,

y su tintineante música en la noche limpia

desbordaba desbordaba.

Me aproximé un poco más

hasta poder distinguir sus ojos,

y cuando le miré de frente, los vi ¡colapsados!:

eran agujeros negros, y el que tañía era el cosmos,

que había subido a la playa del misterio

para entregamos la rapsodia de las estaciones del espacio.

Era el susurro intuito de un sueño

derramado en la cosmogonía:

una esfera que rueda por el Seso Vidente del infinito.

Un brote de una primavera ida y

naciente de nueva,

que alcanza a entrever

la triste faz de la belleza

antes de morir.

La intríngulis del Universo

se realizaba con motilidad

asombrosa motilidad;

Pintura de Omar Gaticala materia fina de mi alma no alma

se expandía astral en lo más astral:

mis ojos tan distanciados,

que eran tamizados aerolitos

de la paz mundial.

De pronto, casi irredento

me revolví en mi lecho ilimitado,

y se me presentó la danza del

cero y el infinito:

se miraban, se estudiaban

negándose el espacio...

uno -que no era uno-

meditaba; el otro,

cantaba, insinuaba...

Ambos esgrimistas

se excogitaron,

y fueron alentados,

en el estadio del espacio-tiempo

por los años luz.

Una valiente clarinada

los sorprendió con una aurora

de cristal celeste,

y me pareció que eran mis manos

las que pusieron al occidente de

mi alma, a la amada alborada.

El hipnepta iba de viaje,

flamígero y más liviano que el aire del aire.

El cosmos, tan lejos, que tan cerca,

seguía navegando

como si también soñara.

Pero ¿dónde estaría yo

todo el tiempo sin tiempo?

En la etapa dulce de la duermevela,

sensible interludio entre el cielo

y mi lecho,

caía blandamente, navegando

Pintura digital de Isabel Aranda *Yto*en un pétalo azur, con una corona

de rocío de nebulosas;

era la Rosa Cósmica,

que yo sin ver veía,

que estaba siendo despetalada

entre mieles

y no terminada de deshojar jamás,

por mis manos no manos en el crepúsculo astrígero

de mi corazón soñador.

Fue como el orgasmo,

borrador de límites

y era que meditaba en el centro

del centro de mi alma no alma,

lúbrica, bañada.

 

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Isabel Aranda *Yto*
 

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