Desde Alemania,
Cheo Morales H.
Frankfurt a.M.- Alemania.
Esto
de estar comunicándonos con medio mundo es una buena -o mala
- costumbre que traemos los humanos (los animales también lo
hacen) desde que tenemos uso de razón, mejor dicho desde estadios
muchos más antiguos todavía, que podríamos fijar
por allá por el Neolítico, cuando nuestros antecesores
se pusieron a pintar en las Cuevas de Altamira, en la Península
Ibérica, bichos que hoy han sido borrados de la faz de la tierra.
La buena pregunta que hasta hoy persiste, ¿porque lo hacían?
Las respuestas podrían ser que estos seres antiguos, nuestros
parientes lejanos, querrían dejar constancia de su época
para las generaciones venideras o, simplemente, era un medio de comunicación
entre ellos, especie de diarios murales, en los que iban, cada cierto
tiempo, entregándose mensajes o avisos (antiguos comerciales)
de lo que iba sucediendo en su entorno y en sus vidas mismas. Lo que
si es claro, que estos mensajes gráficos entregaban notas sobre
las cacerías, de los animales existentes, de los buenos y malos
climas, etc. Cuestiones que hoy en día, a los científicos,
les ha aliviado la tarea enormemente ya que gran parte de sus tesis
tienen una base concreta, vivida y transmitida por medios de comunicación
muy creíbles y certeros, y no como los de ahora, cuyos cuentos
no se los creen ni ellos mismos. Bueno, esto de las comunicaciones (y
de los medios que se empleaban) han ido desde entonces progresando sistemáticamente
hasta terminar aquí mismo, en donde estoy sentado, en la pantalla
de mi computadora.
Claro,
el camino ha sido larguísimo y costoso. Larguísimo ya
que ha abarcado muchos siglos, desde las pintadas en las rocas, pasando
por los tatuajes, los papiros, la invención del papel por los
chinos, la imprenta de Gutemberg, quien entre 1452-55 imprimió,
para gozo de creyentes la primera Biblia, hasta la escritura por medio
del rayo láser, las comunicaciones guturales, los ruidos por
medio de percusión, y el correo de las palomas mensajeras, quienes
no solamente han transportado paz, sino que también malos presagios,
etc.
Y costoso en vidas;
no olvidemos la desesperada carrera de Maratón (42,195 Km.) que
avisó a sus superiores griegos de la carga Persa por allá
por el 490 antes de nuestra Era.
Le costó la
vida, ya que batir un récord sin los complementos modernos de
comunicación que cuenta el deporte actual, fue un éxito
mortal (pírrico), lo mismo le sucedió a un antiguo presidente
chileno, que por carecer de las simpatías de un gigante de las
comunicaciones también murió en el intento.
Así ha ido
pasando el tiempo de la mano de las "copuchas" que nos trae
el viento. Primeros fueron simples rumores que viajaron a través
de los valles, montañas, ríos y mares prehistóricos;
después esto aligeró el paso y las buenas y malas nuevas
se desplazaron conducidas por la fuerza eléctrica a través
de cables metálicos, la piedra galena, después por el
éter, ondas que transportan sonidos e imágenes ya son
la tónica del mundo actual. Hasta arribar a las comunicaciones
por Internet; a propósito: revisa tu casilla electrónica
quien sabe si tienes un e-mail, que te mandó tu mejor amigo virtual
o una empresa de los avisos económicos vía comunicación
cibernética.
Esto de las comunicaciones,
sean estas visuales o auditivas, o las dos cosas al mismo tiempo, como
lo es la televisión, tienen, desde luego, sus pro y contras para
el desarrollo de la humanidad. Y en esto me refiero al desarrollo cultural,
más que nada, aunque en otros rubros tales como el de la economía,
las modernas comunicaciones juegan también un rol importante,
ya que lo segundo se a ido anteponiendo a lo primero de una manera ya
inevitable, exagerada y sin control. Fuera del consumo televisivo, ya
que en esto ha terminado, tenemos los impresos en papel. Y en este campo
los que deseamos una cultura libre de polvo y paja tenemos la batalla
cuasi perdida, ya que las transnacionales de la información han
copado todas las áreas inevitablemente humanas y técnicas
con su presencia.
Y en esto me estoy
refiriendo a la prensa escrita y sin preámbulos a los diarios,
periódicos y revistas (para no decir pasquines comerciales).
Sea esta la prensa "seria" como la amarilla están ejerciendo
sobre nuestro desarrollo intelectual una impresionante injerencia, presencia
y manipulación. Un vasto listado de publicaciones amarillas (o
Revolverblatten, como se les llama en Alemania) nos ocupan con sus lecturas
diariamente, transformándose en una nueva religión. Por
ejemplo, para echar un simple vistazo a cualquier diario amarillo, digamos
el Bild Zeitung de Alemania, que con sus millones de ejemplares puestos
en el mercado diariamente envenenan la mente de otros tantos millones
de personas, quienes se levantan y se acuestan siguiendo los dictados
de dichas publicaciones. Por algunos centavos nos metemos en la vida
privada de cuanto ser, que vive y copula en un firmamento vedado para
simples mortales. Además, los ríos de tinta empleada para
darle vida a estas publicaciones, que sirven para animar las más
incógnitas fantasías de todo tipo, y también para
aprender maldades, como decía mi abuela, nos conducen a un mundo
que hace fronteras con la locura, los placeres, los crímenes
y un sin fin de cuestiones que nuestra mente no es capaz de leer porque
están escritas entre líneas. No hay día en que
estas publicaciones dejen de contener noticias que nos ericen los cabellos.
Algunos leemos estos titulares tan solo con el rabillo del ojo, pero
hay quienes que no podrían dormirse sin una buena dosis de sangre
coagulada en el papel de su diario o revista favorita. Noticias como
esta, aparecida en el diario "Clarín", por allá
en los años sesenta, en un país costero en Sudamérica,
me dejan un nudo en la garganta: ".hombre celoso le pegó
a su concubina nueve balazos., todos en el mismo agujero";
y no es para menos.
Con esto de la prensa
amarilla ya casi nadie lee libros, ni menos los compra. Son caros. Pero
sí, diariamente millones y millones, en todo el orbe, de diarios
y revistas se soban entre las manos de obreros e intelectuales, reposan
en mesitas de noche, están en los desvanes y maletines y algunas
veces, especialmente en los países conocidos como subdesarrollados,
cuelgan de un clavo en los lavabos (water) para servir, ¡para lo que
deben servir! Al final, como artículo de consumo terminan en
las fauces de las máquinas del reciclaje químico, para
sacar al mercado nuevos papeles en donde se imprimirá el nuevo
verbo divino de las transnacionales que dirigen la mente universal.
El
otro día cuando pasaba en el autobús en dirección
a mi trabajo vi como un tipo, en medio de la vía, en donde normalmente
transitan los vehículos, gesticulaba con una mano, con la otra
sostenía un objeto en la oreja derecha y hablaba en un lenguaje
incoherente. Mi primera impresión fue la idea de estar frente
a uno de esos típicos dirigentes del tráfico, que de una
manera "voluntaria" reemplazan a los policías en países
con alto porcentaje de tarados, producto de represiones psico-políticas,
falta de proteínas y de traumas persecutorios; pero no, me desengañé.
El simio sapiens estaba hablando por teléfono. Y para lo cual
utilizaba un Handy, o teléfono celular, como le llaman en otras
partes. No solamente yo me quedé boquiabierto, sino que el resto
de pasajeros y demás viandantes quedamos con la mente puesta
en lo que vendrá después de esto. ¿Serán las comunicaciones
vía telepatía?
El otro día
quise llamar a alguien por teléfono, con uno de esos aparatos
demodé, conectado a la red por medio de alambres, pero equivoqué
el número. Me respondió una chica de encantadora voz.
¿Alooo? ¡Aquí
con Alicia!
¿La chica del país
de las maravillas?, le pregunté -
Algo parecido, ¿y
quien eres tú?, me requirió -
Bueno, yo soy el
conejo de la aldea global, le respondí.
¡Y no nos mentimos!