Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 36.
12 de Diciembre al
12 de Enero de 2001.

CUANDO PINTAN LOS NIÑOS

Por: Carlos Yusti

Dibujo de Vanessa García

Siempre me ha fascinado la pintura que realizan los niños. Me asombra su grata disposición por pintar un mundo algo chueco, pero cargado de emotividad y armonía desbordada. En sus trazos, a diferencia de los sicólogos, descubro una visión inusitada del mundo que me rodea. Cuando dibujan una casa, o un barco, no respetan los lineamientos planimétricos, ni la profundidad y mucho menos la perspectiva. Si pintan un perro le colocan el nombre al lado para evitar que los ciegos de siempre vengan a preguntarle que cosa es dicho garabato. Los niños pintan más con el corazón que con los ojos y eso es demasiado para uno que de adulto trata de hacer todo al dictado de esa jauría que son la razón, la responsabilidad y la madurez.

Dibujo de Bianca Cabelleira

Los cursis de siempre hablan del niño que todos llevamos dentro, o que imprescindible rescatar al niño que fuimos alguna vez y todo esos insufribles tópicos engrasados de nostalgia y retórica de hipermercado. Ya lo había escrito Saint-Exupery: "Todos los mayores han sido primero niños, pero pocos lo recuerdan" Mirando a los niños pintar no recuerdo el niño que fui, sino a un señor Mayor. De este señor recuerdo su apellido: Ramos. Su porte distinguido, su acento español y su pelo plateado. El señor Ramos era constructor y dibujante de planos. Era muy amigo de mi papá que era carpintero. Cuando salía un trabajo importante el señor Ramos contactaba con mi padre e iba mucho a la casa. Yo me quedaba absorto ante los planos desparramados en la mesa. Un día me preguntó si quería dibujar. Me dio las instrucciones básicas: mover el lápiz con flexibilidad, no apretarlo, mirar con detenimiento el motivo a dibujar, pensarlo, sentirlo, memorizarlo y luego tratar de llevarlo al papel. Pasaba un buen rato conmigo. Corregía mis errores y halagaba mis aciertos.

Dibujo de Franklin Jiménez

Rememoro todo esto ahora debido a la exposición "Pinceladas de ilusión" que se exhibe en los espacios de la Casa Cultura Ateneo de Ciudad Guayana, en San Félix. Los niños Manuela Vitora, Vanesa García, Janithe Pérez, Julio Cesar Arciles, Sussy Molina, Rubenny Mata. Jesús Hernández, Marcos Rosales, Mauricio Perdomo, Jordi Caballeira, Adrian Caballeira, Ludwin Martinez, Verónica Albornoz, Mirna Torres, Daniela Ascanio, Karlha Osuna, Camelia Fuentes, Ximena Outes, María A. Bermúdez, José Aceto, Génesis Álvarez,, Víctor Requena, Jorge Guaicamacuto, Amalis Maurera, Rozable Campos, Katherin Espino, Franklin Jiménez, Maggrelis Parra, Bianca Requena y Xavier Outes pertenecen a las actividades dirigidas Mi Escuelita, en los Olivos. Sus maestras Naima Fuentes, Camelia Fuentes y Amarys Dasilva utilizan la pintura como un medio de expresión, como una manera efectiva de involucrar a niños y adolescentes con esa noción de lo estético. La exposición en verdad es sorprendente tanto por la calidad como por esa irrazonada frescura que ya quisiera uno tener en la vida o cuando escribe. En todos las pinturas y dibujos expuestos se percibe un trabajo paciente, un actividad pictórica llena de disciplina, pero carente de esa formalidad displicente que se observa en muchos cuadros de artistas consagrados y de cuanto matatigre pueda usted encontrarse. Esta exposición tuvo el apoyo decidido de la gente de AUCEMI (Amigos Unidos Contra el Maltrato Infantil) y de los editores del periódico cultural "Rasmia".

Dibujo de Rubenny Mata

He tratado de aprender con los niños esa inigualable anarquía al momento de trazar las líneas, de aprender a utilizar el color sin tantos protocolos plásticos, de pintar con esa suave sensibilidad de lo intuititivo y no con lo aprendido en los libros. No es fácil. Además no lo hago para volverme puro, ni para rescatar el niño que el señor enseñó a dibujar, ni alguna simpleza por el estilo. Lo hago para encontrar el paraíso perdido de la espontaneidad, para encontrar la sencilla y plena filosofía de lo aleatorio.

Dibujo de José Aceto

Perderse en los colores de esta exposición es encontrarse con ese lado amable que a veces tiene la vida y olvidar la palabrería gubernamental sobre los niños de la patria. De esa vida que se pinta como un sueño sin otro requisito que sentirla sin pasiones ni artilugios. No es casual cuando se piensa que a veces es más importante y necesaria la sensibilidad que el talento. Con el segundo podemos crear grandes monumentos y excepcionales obras de arte, pero con la sensibilidad tenemos la oportunidad de tratar con amor y respeto a los demás, tenemos la capacidad y la herramienta necesaria para tratar a los niños como excelsos poetas por aquello escrito por Jairo Aníbal Niño: "Los niños son los hermanos gemelos de los poetas y ellos todo el tiempo nos enseñan que la realidad va más allá de la apariencia".

Dibujo de Jesús Hernández
Dibujo de José Aceto


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