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LA AGITACIÓN IMPUNE DE
JOSÉ HERNÁNDEZ DELGADILLO
Desde México, Jorge Solís Arenazas.
Conocí a José Hernández Delgadillo dos años antes de su fallecimiento.
Ese día, el pintor que luego de participar en la huelga estudiantil del 68 resolvió nunca más aceptar un premio y dedicar su vida a buscar movimientos sociales para ofrecerles un mural en pro de su causa, ese día, José Hernández Delgadillo me obsequió la foto de un mural suyo pintado durante la lucha magisterial en el colegio de normalistas de Aguascalientes.
En la foto, la pintura se notaba astillada y el muro lleno de agujeros.
Le pregunté la razón del deterioro. Al fín periodista, yo esperaba una respuesta que involucrara la necesidad urgente de una restauración.
En cambio, recibí la réplica de un humanista: "Son balazos", me dijo sin gestos de heroísmo o resignación.
"Es muy arriesgado hacer arte político. Pones en peligro tu subsistencia y tu libertad. Pero yo concibo el arte como una de las actividades en la cual el hombre es capaz de ejercitar el grado más alto de libertad, solidario de los anhelos del pensamiento revolucionario".