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El encuentro fue en el pasado invierno, a la entrada del restaurante de la Cité Internationale Universitaire. Punto de encuentro de varios artistas, intelectuales y estudiantes antes de comer un buen couscous a bajo precio. Nunca antes durante el tiempo que viví en París, me puse cita con Ivan Segura-Lara en ese ya mítico sitio. Quizá, porque nuestros caminos, aunque recorrían los pasos laberínticos del arte, desde diferentes ópticas, nunca se cruzaron. Pero ahora, el encuentro era necesario e inevitable. Ivan, me mostraría un trabajo de animación que él mismo estaba elaborando con imágenes de sus laberintos. Su trabajo tenía la particularidad de armonizar con una composición donde se escuchaba una guitarra clásica tocada por él mismo. Músico, literato, fotógrafo. Hoy a alguien le molestaría esta mezcla de profesiones. Sin embargo, en un sentido amplio de la creación, es importante reconocer que su obra se nutre de estos horizontes y se aleja de la especialidad para generar un concepto ampliado del arte.
La obra del artista bogotano residente en París desde hace ya un buen tiempo, ha recorrido importantes sitios de exposición como el Museo Carnavalet en París, el Museo de Arte Moderno de Bogotá, la Biblioteca Luis Angel Arango entre otros y hoy hace parte de prestigiosas colecciones. Pero más allá del éxito que todo artista desea tener, su obra me interesa particularmente por esa relación entre el saber y el espacio arquitectónico. Y es en este sentido que echaremos un Vistazo Crítico a su obra en este número de Escaner Cultural.
La serie de los laberintos, nos muestra lugares inconclusos o en estado de ruina. El encuadre de sus imágenes dejan entrever, unos corredores estrechos donde la luz sirve de guía a nuestra mirada. Estos espacios aluden a esas antiguas construcciones iniciáticas, donde el escogido o el iniciado, entraba para perderse en búsqueda de la sabiduría. El laberinto era el primer estadio de la búsqueda de la Vía. Los laberintos tienen una sóla salida y multiples meandros, donde uno se puede perder. Cada rincón es la promesa de una salida a la luz, pero esa promesa es truncada si no somos capaces de ser visionarios, es decir, sino no tenemos la capacidad de ver más allá de nosotros mismos. Eso es lo que rezaba en los textos antiguos, donde la figura mítica de Poliphile (el amante de Polia), entraba en una especie de ensoñación en busca de su amor la Sabiduría.
Las fotos de Segura-Lara, tienen la virtud de mostrarnos esos lugares, donde perdura la búsqueda de la Luz, que en este caso se revela de una manera fotógena. Cada rincón, cada pasillo, se convierte en una salida posible de la oscuridad. Esta metáfora tan fuerte cobra mayor fuerza en serie de las Bibliotecas, que el artista decidió fotografiar desde hace unos años. Metáfora que el mismo Borges intentó revelar a los mortales a punto de llegar a la ceguera total, pues como todos los grandes visionarios, su mirada se posa no en un punto muerto en el horizonte del mundo, sino en los más profundo del ser humano, al interior de su mismidad. A propósito de esta relación el artista colombiano elaboró un ensayo titulado "Borges y la arquitectura de la biblioteca". Todos sabemos que para Borges las bibliotecas son verdaderos laberintos, donde esa metáfora de búsqueda de la Luz, de la Sabiduría, puede llevarnos a un feliz y amoroso encuentro o a la perdición total en el desencuentro.
Las bibliotecas dice el artista, "siguen siendo lugares de silencio que me dan horizonte y perspectiva, tanto interior, como exteriormente."[1] Ese Punto de vista que anuda el interior con el exterior permite al espectador que ha tenido la fortunda de contemplar estas dos series, de ver como las bibliotecas en verdad son verdaderos laberintos, que permite un diálogo en el silencio, donde la luz surge misteriosamente por las ventanas, de las lámparas, como recordándonos que en verdad el conocimiento es una iluminación, donde el Yo deviene forzosamente otro en una acto de revelación poética: "Es falso decir: Yo pienso. Deberíamos decir: Me piensan. Perdón por el juego de palabras. Yo es un otro" (Rimbaud, Iluminaciones). Esta frase emana de uno de mis cuadernillos, que yo solía llevar a la Biblioteca de la Sorbona. Una nota al margen, entre pensamientos que se enmarañan, lecturas haciéndose y deshaciendose en la espera, mientras mis ojos recuerdan el reposo en la pintura al fresco del fondo donde se ve a Richelieu en ese mismo recinto. Esos momentos de contemplación son posibles gracias a las excelentes fotografías de Ivan Segura-Lara, que hoy los lectores de Escaner pueden apreciar.
Las fotos del artista colombiano quedan como testimonio de una época, donde el mundo de los libros, queda resguardado en el tiempo. Algunos de esos laberintos-bibliotecas han desaparecido ya, pues la mayoría de sus libros fueron transladados a la Biblioteca Nacional de Francia. Otros, como el de la Sorbona, o el de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes, perduran para regocijo de los amantes del silencio y la sabiduría.
Ricardo Arcos-Palma
Bogotá, junio 2007
[1] Ivan Segura-Lara. Citado por Paola Vernot en Ivan Segura. Art Nexus. N° 47, enero 2003. http://www.artnexus.com/servlet/NewsDetail?documentid=9255