A veces me gusta jugar con las matemáticas. Pocos entienden que es una
herramienta muy útil para interpretar y comprender ciertos fenómenos
físicos y anímicos. En relación con los físicos, se puede demostrar la
cuadratura de un círculo, la equivalencia entre energía y materia,
determinar la distancia en años luz que nos separan de los distintos puntos
del universo.... un universo de relaciones matemáticas que nos revela el
simple hecho de los hexágonos que conforman las celdas de un panal.
En las matemáticas, decir que uno mas uno es dos es lo común, lo clásico.
Algo no tan clásico es asegurar que uno mas uno es uno, según el álgebra de
Boole, y nadie podrá tacharnos de delirantes.
En mi matemáticas , la humana, la que pretende interpretar los fenómenos y
evoluciones del ánimo:
Uno mas uno es tres y puede llegar a ser un delirio, algunas veces. Cuando
un "uno" y otro "uno" dan lugar a otro "uno" más, los seres humanos suman
tres. No restan, no excluyen... suman.
En esa matemáticas, la que habla de las sumas y no de las restas, tiene
que ver mucho la música. Desde las relaciones perfectamente matemáticas de
las fugas de Bach, hasta las existentes en los cánticos africanos
enmarañados de tambores.
La música se ha transformado en un fenómeno socio cultural con
características propias. Un fenómeno económico que reporta grandes
beneficios y en lo cultural, debe hablarse de una penetración cultural.
La música o una parte de ella ha dejado de ser cultura para ser objeto de
consumo.
Para ser consumo, sonar lindo y dar ganancias basta repetir la fórmula, la
suma (otra vez las matemáticas) de un rejunte de cuatro o cinco
fisiculturistas rubios, un arreglador de temas disco, una danza aeróbica
y... el resultado son los Backstreet o algo similar.
En este cono sur, siempre hemos sufrido la cultura adquirida de "pensar
en..." y en los puntos suspensivos se puede incluir en francés, en ingles,
en yankee, en español... .una forma de penetración cultural sistemática y
estratégicamente planificada.
Va un ejemplo:
Hace algún tiempo, hice contacto con un rockero con grupo propio... todo el
diálogo se giraba a músicos o interpretes foráneos: Beatles, Yes, Pink
Floyd, REM, Eric Clapton... y mientras le llamaba la atención sobre los
creadores locales, el volvía una y otra vez al exterior... no existía nada
mas bueno que lo externo... y que lo nacional si bien era bueno, había
repetido siempre la copia del exterior.
Cansado de la discusión (en la discusión siempre se resta, no se suma)
cambié la perilla a "discurrir" .
Un termino que significa aportar argumentos y elementos para una solución,
en definitiva una suma.
Existe una gran cantidad de creadores locales que si bien fueron educados
formalmente bajo una óptica y concepción artística foránea, sin embargo han
logrado crear pensando en su tierra.
La influencia de la música clásica en Piazolla es innegable...pero seguir
discutiendo si lo que hizo el tano era tango o nó.... es virtud de los
necios.
La influencia de Peter Seeger y Bob Dylan en un creador como León Gieco
también es innegable... pero si todavía se discute que su obra "De Ushuaia a
la Quiaca" es folklore o nó... es otra virtud mas de los necios.
En este 2000, me quedan imágenes de música vía satélite, música de la
nuestra y cuando digo nuestra la siento tanto como lo de Jaime Roos y los
murgueros en Uruguay, como lo de la negra Sosa aquí o el homenaje a Violeta
Parra en Chile.
Para finalizar... en mi música mas vale un trío de notas bien puestas que
toda una chorrera estridente y sicodélica...sumar notas, corcheas, fusas y
semifusas que guarden relación con el ser humano y no con su economía, una
relación intima donde se realice una suma y se pueda discurrir sobre lo
nuestro y no discutir.
Sumar y no Restar.