Desde Chile, Marcela Viviana Díaz Sanhueza
Declaró a la revista Libération en 1987 que seguía dirigiendo películas
para dejar de hacer cine. Y es justamente eso lo que nunca ha dejado de
hacer hasta ahora.
Raúl Ruiz es el realizador más prolífico de entre todos los cineastas
chilenos y de muchos de los extranjeros. Seguramente ni él mismo sabe
cuántos filmes ha dirigido, entre los exitosos, los criticados, los que
nunca terminó y los que sólo duran algunos minutos.
Radicado desde hace más de veinte años en Francia, hasta donde llegó para
escapar de la represiva dictadura, se ha convertido en un director de culto
en la vanguardia europea, acreedor incluso de un Oso de Plata en el Festival
de Berlín en el '97 por su trayectoria.
Su último trabajo, El Tiempo recuperado, nada menos que una adaptación
propia de la obra del célebre francés Marcel Proust En Busca del Tiempo
Perdido es uno de los filmes más vistos en Londres, y ha obtenido elogios
por parte de la crítica. Con la actuación de Catherine Deneuve y John
Malkovich, llega a Chile en abril para estrenarse en la sala El Biógrafo.
Pero Raúl Ruiz es ciertamente un personaje particular. Estudió en un
colegio religioso y siguió las carreras de Teología y Derecho. En 1963 fue
presentador de las noticias deportivas del canal 9 de televisión y dos años
más tarde, en México es guionista anónimo para teleseries.
Bastante más alejado de lo que deben haber sido esos culebrones, sus
películas se han caracterizado por ser bastante crípticas, paradójicas y
analíticas, reflejos de sus obsesiones.
Su primer film, basado en un guión teatral escrito por él es un claro
ejemplo de ello. En La Maleta, Ruiz toma según él mismo el mito griego de la
metamorfosis y lo ambienta en Chiloé. La historia trata de un hombre que
carga una maleta. Adentro de ella está metido otro hombre, más pequeño, que
intercambia papeles con el primero cuando éste se siente cansado.
Tanto la primera, como su segunda y tercera realizaciónes quedan
inconclusas, cosa que no es extraña, ya que a menudo Ruiz deja de lado
proyectos cinematográficos para comenzar otros en su compulsivo trabajo de
creación. Tanto, que hasta solía hacer sesiones en las que mostraba sus
filmes sin terminar concluyendo la reunión con su relato verbal de lo que no
había aparecido en la pantalla.
Es uno de los directores que se enmarcan en el contexto del llamado Nuevo
Cine Latinoamericano. Eso sí, era un miembro que se alejaba explícitamente
de la politización reinante en la época. Así, su película Tres Tristes
Tigres, presentada en el segundo Festival de Cine de Viña del Mar en 1969,
fue criticada por la izquierda chilena al considerarla como un film de
crítica social poco profunda, siendo el mismo Ruiz un hombre de izquierda.
No le fue mejor en el extranjero con Tres Tristes..., ya que esta obra,
explícitamente dedicada al equipo de fútbol Colo Colo, a Joaquín Edwards
Bello, y sobre todo al poeta Nicanor Parra, era un análisis de la clase
media chilena a través de su lenguaje, sumido en un ambiente claustrofóbico
de un Santiago nocturno influenciado por la obra de Parra. La crítica
extranjera no entendió, en un contexto de cine estrictamente ligado a la
realidad social latinoamericana que la película no se situara en el proceso
histórico y cultural que llevó al triunfo a la Unidad Popular.
Además, la manera de trabajar de Ruiz tampoco facilitó el entendimiento, ya
que según él, se encontraba en una etapa de investigación, que también
afectaba el tratamiento de la cámara, la cual se quedó "donde debía estar",
lo que tenía como resultado que las acciones salieran del cuadro en algunas
ocasiones.
Más tarde, propone otra extraña obra; Colonia Penal, en la cual los actores
hablan una lengua desconocida inventada por Ruiz sin un guión previo. La
menos política de sus películas durante el gobierno de Salvador Allende fue
la que sin embargo tuvo más éxito. Nadie Dijo Nada, que encargada por la
Radio Televisión Italiana, representaría a Chile en el ciclo "América Latina
vista por sus directores de cine". Sin embargo, ésta fue casi una
prolongación de Tres Tristes Tigres, por lo que los italianos quedaron
sorprendidos al ver un film tan lejano al reflejo de lo que estaba pasando
en ese momento en el país, objetivo de su ya mencionado ciclo.
Luego de varios cortos, Ruiz filma dos realizaciones más antes de irse a
Francia. Palomita Blanca y Palomita Brava. La primera, basada en la novela
de Enrique Lafourcade, fue prohibida en Chile después del Golpe Militar, por
lo que los chilenos sólo lograron verla el año 1990, al término de la
dictadura. La segunda, un documental que mostraba el proceso de selección de
la protagonista de la primera, Ruiz sólo alcanzó a terminar su proceso de
montaje, ya que se perdió en el allanamiento que hicieron los militares en
busca de material subversivo a Chile Films, la productora donde se
encontraba.
Que los chilenos sin embargo, no conozcan las obras de Raúl Ruiz no es
extraño. De hecho desde que se fue a Francia, poco se ha sabido acerca de
sus realizaciones, razón por la cual se creó una polémica entre el círculo
de cineastas nacionales en 1997, al recibir Ruiz el Premio Nacional de la
Representación y Audiovisual. El argumento de las quejas era que se trataba
de un hombre que ha hecho su carrera en Francia, y que quienes le otorgaron
el premio se basaron en noticias acerca de sus películas, porque ni siquiera
las habían visto.
Y es que polémica es lo que causa Raúl Ruiz desde siempre debido a su
carácter rupturista con los cánones clásicos del cine y a su fidelidad a sus
convicciones. Recién llegado a Francia filma Diálogo de Exiliados, que es
una mirada irónica y un tanto sarcástica acerca de la manera de vivir de los
exiliados en Europa, visión que molestó a los compatriotas que se hallaban
en esa situación, al verse caricaturizados como hombres que no hacían nada
durante el día más que buscar en los diarios noticias sobre Chile. Según
Ruiz contó más tarde a sus más cercanos, llegó a ser amenazado de muerte
por esta película.
De aquí en adelante Ruiz ha filmado numerosas obras. Una de las más
importantes es La Hipótesis del Cuadro Robado (1978), que hizo que la
vanguardia francesa comenzara a rendirle culto. Incluso, la revista de cine
francesa Cahiers du Cinéma la eligió como una de las diez mejores películas
de la década, film que sin embargo fue calificado por sus detractores como
incomprensible y rebuscado.
Ya en los años noventa comienza a dirigir a actores de la talla de Marcelo
Mastroiani y a ser nominado en algunos festivales de Cannes, como ocurre con
El Ojo que Miente (1991) y Tres Vidas y una Sola Muerte (1995).
Incluso más recientemente se acercó a la industria hollywoodense con
Shattered Image,con William Baldwin y Anne Parrillaud en un intento de
experimentar con formas más narrativas.
Sin embargo, Ruiz no ha podido alejarse nunca de su forma de hacer arte que
ha definido como "irse por las ramas, derecho a lo esencial". Consecuente
con su pensar, terminó con gran éxito el desafío que significaba el que un
chileno adaptara la obra del genio francés Proust, en la misma Francia y con
Catherine Deneuve como protagonista, alejándose así de un Hollywood que le
dejó un sabor amargo, ya que no lo dejaron filmar con la libertad con la que
siempre ha estado acostumbrado a trabajar.