TÚCUME DE LAMBAYEQUE, Y LA DEVOCIÓN DE SUS DIABLICOS
TÚCUME DE LAMBAYEQUE, Y LA DEVOCIÓN DE SUS DIABLICOS
Lic.Lady Vinces C.
Comunicadora Social
Lambayeque-Perú.
La devoción de los tucumanos se pone en evidencia todos los años, a fines del mes de enero, cuando su patrona, la Virgen de la Purísima Concepción, llega desde el sur para ser celebrada. La “virgen chiquita” o “andariega”, como le dicen, causa gran expectativa en todo Túcume durante estas fechas. Desde el mes anterior, Túcume se prepara para celebrar: la feria, los mascareros, los músicos, los danzantes, las familias preparan sus trajes con diversos adornos y colores para recibir a la virgen. Ensayos se realizan en las casas de amigos o familiares, para entrenar a los niños con los pasos básicos de la danza, pues ellos serán los nuevos devotos de la Purísima. Me comenta el capataz de los diablicos, quien lleva 25 años en esta labor, que todos le bailan a su patrona, cumpliendo promesas y entregándose al fervor de “nuestra serranita” como le llaman cariñosamente los tucumanos. Cabe mencionar que existen dos imágenes: la virgen chiquita o andariega y la virgen más grande, que se encuentra ubicada siempre en la iglesia del distrito. Ambas representan a la patrona, “La Purísima Concepción”.
La Panamericana Norte es tomada desde las 3:00 de la tarde el 31 de enero. Capas, espejillos y cintas al ritmo de los pasos sonoros de cascabeles, junto a los paisajes de sembríos de arroz y huacas, acompañan la procesión. Al ritmo de la chirimía y la caja, se evoca una tonada que hace bailar a todos los diablicos espada en alto, mientras acompañan a la virgen chiquita, siempre mirándola de frente y terminando de rodillas al final de cada pieza musical, que se repite hasta llegar a la iglesia del distrito, desde Tepo (cruce entre Mochumí y Túcume). Es en este lugar donde se recibe a la virgen que viene acompañada de los diablicos de Mochumí y finalmente es entregada a los devotos de Túcume, quienes la trasladarán hasta el templo principal, donde se encuentra la imagen más grande y estable de la Virgen Purísima. Durante la procesión se pueden observar a niños desde los 3 años que se unen al baile, así como adolescentes y jóvenes en un recorrido de aproximadamente 4 horas seguidas de danza, con pequeños interludios de 15 segundos por cada tonada. El calor se intensifica pues es plena estación de verano, pero el fervor es más grande y se sigue bailando, se sigue sudando por esa devoción y respeto a la patrona.
Foto: Devotos adorando a la Virgen.
Se han organizado varios grupos de jóvenes en Túcume, quienes practican la danza y ensayan a otros jóvenes y niños para así promoverla. A través del museo de sitio, también se ha logrado visibilizar esta práctica como una parte integral de la comunidad tucumana. Si bien es cierto, el museo de Túcume surge a raíz de investigaciones arqueológicas, con el paso del tiempo ha logrado contemplar e incluir prácticas culturales del distrito de Túcume. Una visión importante si de comunidad se habla, más aún si se trata de una tradición que cohesiona a todos los tucumanos.
LA DEVOCIÓN COMPARTIDA
Este año pude ser parte de la comparsa, gracias a la familia Zeña Vidaurre, amigos que me aceptaron y entrenaron para ser parte de su comparsa familiar, y de esta manera compartir junto a ellos su devoción.
Cuando uno se va colocando el traje, prenda a prenda: la camisa blanca, la pechera, los pantalones cortos y la capa, va sintiendo la transformación, transformación que finaliza con colocarse la máscara de diablo. Máscaras que ahora son hechas con cartón prensado, pero antes eran confeccionadas de lata, por maestros que se dedicaban a esta tarea artesanal y que algunos jóvenes hoy en día vienen recuperando. De esta manera, empieza la interpretación de un diablico, cuya tarea será bailarle durante los días de celebración a la Purísima Concepción. Bruning registra fotográficamente, desde inicios del siglo XX, a los diablicos de Túcume, al igual que, a mediados del mismo siglo, los textos de León Barandiarán y Rómulo Paredes afirman la práctica de esta danza, que ha tenido variantes en el vestuario de los intérpretes. Esto no desmerece, pues como toda práctica cultural, se adapta a los tiempos, va transformando algunos de sus aspectos, es dinámica y nunca estática. He ahí el valor de la tradición misma.
Foto: Comparsa familiar de la Familia Zeña Vidaurre
Se sabe en Túcume que el señor Georgin Carrillo, muy recordado y querido por los tucumanos, quien fuera el principal difusor y quien continuó con la tradición y organización de la danza hasta estos tiempos, falleció hace ya 2 años. Pero actualmente – y continuando con la tradición-su hijo, don Julio Carrillo, asume la organización de la danza junto a Martín Granados, actual capataz, quien interpreta al Diablo Mayor. Este hace su aparición en las procesiones y en la caracterización de los siete vicios o siete pecados capitales, en la que se puede observar la lucha entre Luzbel, el diablo capataz, y el “ángel”, que representaría al Arcángel San Miguel (“Los diablicos de la Virgen”-Alfredo Narvaez Año 2015). En esta representación, los diablicos adoran y danzan frente a una estatuilla de chivo, que van armando mientras recitan cada uno de los siete pecados capitales; sin embargo, en un descuido, el ángel cambia la estatua por un cordero blanco, y empieza la lucha entre el bien y el mal, a ritmo de danza. Finalmente, el capataz es vencido y triunfa el bien. Ahora los diablos le bailarán al cordero blanco, a la Purísima Concepción, patrona de Túcume. Esta representación es fundamental, pues marca otro momento de la aparición de los diablicos, convirtiéndose en una tradición que vivifica la devoción de sus ciudadanos, quienes pretenden conservarla por mucho tiempo más. Hace tres años, esta danza lambayecana fue declarada patrimonio cultural de la nación, gracias a esta continuidad y compromiso que asumieron las personas y devotos.
Terminada la danza en los días de procesión, y secándose el último sudor del rostro, es usual que se le pregunte a un diablico ¿Hasta cuándo vas a bailar? “Hasta que la Virgencita me lo permita”, responden y me convencen de la alta devoción de Túcume, de sus diablos y de la valiosa continuidad cultural que las familias tucumanas conservan en la práctica actual de esa su tradición. Es el danzar la ofrenda más valiosa que pueden ofrecer a “la serranita”, para renovar los votos y garantizar un muy buen año para todos.
Foto: Diablico en pleno descanso de la procesión.
Excelente!!! Muy bonita nota
Enviar un comentario nuevo