Rodolfo Mata: poesía en su más reciente evolución
Rodolfo Mata: poesía en su más reciente evolución
Entrevista por: Ximena Jordán - ximena@iod.com.mx
A pesar de que conozco personalmente al poeta Rodolfo Mata y tengo la oportunidad de entrevistarlo en directo - pues ambos residimos en Ciudad de México - elegí hacerlo vía correo electrónico, como usualmente lo hago para publicar en Escáner. Esto dista de ser una elección antojadiza o motivada por razones prácticas tales como evitar el desplazamiento o el tráfico. Lo cierto es que me cautiva la idea de que el artista responda a mis preguntas despojado de la presión que de alguna manera ejerce “el tiempo real”. Contrariamente, prefiero que conteste teniendo la oportunidad de indagar en el contenido de sus respuestas, navegando por tiempos pasados, paralelos e imaginarios. Sin sentirse desafiado, que salga de su mente y entre por entero en su arte… o en el lugar donde más quiera. Y que responda desde ahí; desde ese espacio mental de su elección.
Fue desafiante intentar esto con Rodolfo Mata, porque el poeta que les presento es, además, académico. Doctor en Literatura Iberoamericana por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Maestro en Integración de América Latina, en la actualidad, ejerce actualmente como investigador en el Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y practica incesantemente el arte-oficio de la poesía, experimentando en estilos tan contemporáneos como riesgosos.
Los invito a disfrutar la claridad y generosidad de sus respuestas, las cuales presenta enlazadas con su intrigante producción literaria.
Los énfasis en negrita (por cierto) son míos.
¿Desde cuándo escribes poesía?
Empecé a escribir poesía en 1980, a los 20 años. Cursaba el penúltimo año de la carrera de ingeniería industrial y de sistemas, en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, cuyo plan de estudios ofrecía muy pocas materias optativas y prácticamente ninguna de humanidades. Desde la adolescencia, era un buen lector, primordialmente de cuentos y novelas de terror y ciencia ficción: Edgar Allan Poe, Ray Bradbury y Theodore Sturgeon estaban entre mis favoritos. Para descansar en las jornadas de estudio, me gustaba vagar por la biblioteca, asomándome a temas ajenos a lo técnico, que por momentos me abrumaba. Comencé a recordar las clases de literatura del bachillerato y fui a parar en la “Elegía” de Carlos Pellicer, de la cual recordaba el cadencioso verso “en tus besados hombros trasatlánticos”, así como otros llenos de imágenes de este poeta. Ese reencuentro no venía solo, pues desde las estanterías también me llamaban libros como “El lenguaje” de Edward Sapir, “Homo Loquens” de Dennis Fry y “La Semiología” de Pierre Giraud: empezaba a encontrar algo extraño en las palabras, algo que iba más allá de la ingeniería.
Implante utópico minimalista 5.0. Poema visual por Rodolfo Mata.
¿Cuál situación, sentir y/o experiencia crees que te condujo a experimentar en el género poético?
Después de cursar la materia “Ingeniería de Métodos”, donde se veía una técnica de medición del trabajo llamada “Tiempos y Movimientos”, que consistía en pararse al lado de un trabajador con un cronómetro para ver cuáles movimientos hacía para armar alguna pieza y cuántos segundos demoraba en ello, me vino una sensación de vacío. Al mundo de los negocios también le hacía falta un poco de filosofía que fuera más allá de la psicología industrial y la Pirámide de Maslow. Como decía, la lectura de otros temas sirvió para equilibrar esta sensación. Recuerdo que lo primero que escribí fue un reporte para un “Taller de Sistemas Sociales” que en realidad era el primer ejercicio de escritura creativa que nos pedían en la carrera. Después asistí a un curso de introducción a la historia de la filosofía, donde entré en contacto con amigos que escribían poesía y cuento: algunos ingenieros sui generis, como yo, otros que cursaban la carrera de Letras (algo raro en el ITESM de esos años) y varios de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (de moda entonces).
Por esa época aparecieron el amor, el desamor y un problema de salud que tuve. Llegué a intentar asistir a un taller de poesía en la Biblioteca Cervantina, pero la saña y las actitudes pretenciosas de los asistentes me desanimaron. Como ves, fue una confluencia de factores lo que me llevó a escribir poesía. Aclaro que mi relación con la ingeniería nunca fue negativa pues las matemáticas y las ciencias exactas siempre me gustaron. Mi padre y mi madre, ambos ingenieros químicos, fomentaron en mí el placer por la observación de los fenómenos físicos y químicos e incluso llegaron a montar para mí un pequeño laboratorio donde hacía experimentos. Esa es otra historia que involucra la relación entre ciencia y arte, de comparto en el ensayo Química y poesía.
¿En cuáles otros formatos de poesía has trabajado, además del digital?
Creo que fue en la antología Poesía en movimiento (1915-1966) donde vi los caligramas de José Juan Tablada por primera vez. Luego conocí los de Apollinaire y ya en la carrera de letras comencé a interesarme por las vanguardias literarias, en general. Primero por el modernismo brasileño y el estridentismo mexicano, y después por la poesía concreta del Grupo Noigandres —Haroldo y Augusto de Campos y Décio Pignatari—, el poema semiótico, el poema-proceso y otras modalidades de lo que hoy genéricamente se llama poesía visual. Mi primer libro, Parajes y paralajes (1998), tiene una sección llamada “Láctea vía” que incluye 4 poemas en diálogo con fotografías tratadas digitalmente —que en esos años eran novedad— y 3 composiciones breves de resonancias concretistas, que titulé “Hipnagógicas”. A la par hice una versión para internet que fue incluida en sitio Horizonte de poesía mexicana (1996) —la primera antología mexicana en el ciberespacio—, en una sección también llamada Láctea vía. Entonces estaba en boga el hipertexto y sus promesas literarias que sólo hoy comenzamos realmente a asimilar. Después colaboré en un par de trabajos de videopoesía: Circuito nocturno, creado a partir de imágenes fotográficas del acervo Manuel Álvarez Bravo de Televisa y exhibido en Casa Lamm en 2001, y Vestigios en la caverna, instalación de imágenes digitales, video y poesía, montada en 2003 en la Galería de Arte Binario del Centro Multimedia, (Centro Nacional de las Artes). He reunido éstos y otros trabajos de poesía visual en mi blog Qué decir.
¿Pregunta? Poema visual por Rodolfo Mata.
Considerando la pregunta anterior, ¿cuáles son las particularidades de la poesía digital en comparación con otros estilos de poesía? ¿Cuáles son sus similitudes?
Para mí, un poema electrónico es aquél que se desarrolla en el medio digital, es decir, en una computadora. Su lectura y escritura sólo pueden realizarse en este ámbito, pues es prácticamente imposible sacarlo de él sin que se pierda la médula de la experiencia que pretende transmitir. El poema electrónico aprovecha las posibilidades del medio digital (como la incorporación de imágenes fijas, videos, sonido y la apertura hacia la interacción con el lector) pero al mismo tiempo depende de la tecnología asociada a dicho medio para ser apreciado. En ese sentido es como el cine, que tampoco se puede apreciar sin una tecnología que necesita de la electricidad. El poema en papel depende de la tecnología de la imprenta, pero una vez creado se emancipa de ella.
¿Cuál es la relación entre tu actividad como poeta y tu actividad como académico y docente de la literatura como disciplina universitaria? ¿La calificarías como una relación contradictoria, complementaria, a veces uno, a veces lo otro...? ¿Por qué?
Es una relación siempre complementaria. Tomo algunas ideas de mi ensayo “Poesía y academia” (2013). El verdadero espíritu académico es el de la pasión por el conocimiento y la creación, justo el que se practicaba en la Akademeia, la escuela que fundó Platón en 383 a.C. De ahí proviene originalmente el adjetivo “académico” y no del carácter más normativo que el término adquirió posteriormente, cuando, a partir del Renacimiento, se formaron las academias científicas o las de las diferentes lenguas. Ser miembro de una de estas últimas academias implicaba una gran responsabilidad, traía prestigio, poder y la tentación de exhibirlo.
Hoy, las universidades cumplen tanto las funciones de investigación como las de transmisión del saber dentro de normas y consensos. Los universitarios no debemos olvidar este doble compromiso con la creación y la universalidad, por un lado, y con la preservación de lo establecido y su legitimidad, por otro. El problema es muy complejo pero simplificándolo un poco podemos decir que la falsa oposición entre poesía y academia proviene principalmente de: 1) aquellos académicos refractarios a cualquier cambio y 2) aquellos poetas que necesitan fabricar un enemigo para contrastar sus “proezas” artísticas. Así tenemos aberraciones como el académico que está más preocupado por teorías y reglas de composición que por los resultados del acto de creación, o el poeta que, amparado en el imperativo vanguardista del cambio e ignorante de los avances del conocimiento, quiere innovar a toda costa y acaba siendo ingenuo y/o repetitivo, o despotricando contra lo “académico” a la vez que cita ideas o conceptos generados en la academia. A final de cuentas, los académicos estudian la obra de los poetas y admiran su poder de concisión y los poetas se alimentan frecuentemente de la crítica académica.
Envidia. Poema visual por Rodolfo Mata.
¿Cuáles poetas han sido trascendentales en el ejercicio de tu actividad como poeta? ¿Por qué?
Considero que mis relaciones con el idioma portugués y las tradiciones poéticas brasileña y portuguesa son las que han sido trascendentales. No suelo tener pasiones inamovibles por figuras poéticas individuales sino por poemas, libros o los recuerdos que me dejan. Así recuerdo “Por qué escribí” de Enrique Lihn, “Alta marea” de Enrique Molina y “Translatio” de Haroldo de Campos. Así también me explico que esas relaciones se renueven, desaparezcan o vuelvan a nacer. Veo a la poesía como una experiencia que es sustancia y a los poetas como sus accidentes y eso está en constante movimiento.
Tuve un tiempo una gran admiración por la obra “ingenieril” de João Cabral de Melo Neto —que tiene una fuerte relación con la de Paul Valéry—, cuando mi escritura estuvo más próxima de la idea del poema como paisaje o como objeto verbal, cosas que suceden en Parajes y paralajes. Otros poetas que releo con gran placer son Manuel Bandeira, Carlos Drummond de Andrade y Fernando Pessoa. Traducir también produce un efecto importante, por la lectura atenta que exige. He traducido a Paulo Leminski y últimamente a Sebastião Uchoa Leite y a los surrealistas portugueses, entre los que me fascinó Alexandre O'Neill. De la tradición hispanoamericana, vuelvo sobre poemas de César Vallejo, Roberto Juarroz, Nicanor Parra, Octavio Paz y un largo etcétera.
¿Cómo ha sido tu experiencia como poeta del punto de vista de la interculturalidad? ¿Qué diferencias has notado en tu inspiración y en tu "hacer" como poeta en Brasil y en México? ¿Crees que tu bilingüismo cultural enriquece tu poesía o bien puede ser un punto de dispersión de la misma?
Como mencioné, el portugués y la tradición literaria brasileña han sido muy importantes para mí. Hablo portugués en casa con mi mujer y mi hijo y he escrito poemas que han nacido en portugués. En breve aparecerá una plaquette titulada Doble naturaleza donde están algunos de ellos. El bilingüismo plantea un punto de dispersión pero, a mi modo de ver, es una dispersión siempre creativa, un ir y venir por la historia de las palabras entre ambas lenguas y sus sonoridades, así como por las confrontaciones de lo que se llaman “falsos amigos”: “exquisito” en español significa “refinado” y “esquisito” en portugués, “raro”, “extraño”. Por eso mismo, la cantidad de asociaciones que se crean en torno a un vocabulario o a una sintaxis es mayor y, para mí, una fuente de disfrute. El placer del conocimiento viene por el contraste de estas lenguas tan cercanas.
¿Qué te motivó a experimentar en la poesía digital?
Aprendí computación cuando me formé como ingeniero en 1982. En el ITESM usábamos tarjetas perforadas pero comenzaba a surgir la microcomputación, los discos flexibles de 5 ¼”, etc. Cuando trabajé en Laboratorios Eli Lilly tuve acceso a un micro HP y a una terminal y más tarde formé parte de una distribuidora de equipo de cómputo. Me imaginaba que podría producir poemas aleatorios, como se hacía en EE.UU, según relataba Gabriel Zaid en La máquina de cantar, pero entonces las computadoras eran más para los números, las interfaces gráficas eran incipientes y yo no tenía el tiempo necesario. De cualquier manera, la confluencia entre arte, tecnología y computación estaba siempre de trasfondo. Alrededor de 1996, la web comenzó a ser un asunto ya no de iniciados. Entonces organicé el proyecto Horizonte de poesía mexicana y luego produje los videopoemas que mencioné. En 2012, decidí finalmente dedicarme a crear un poema electrónico y fue así como surgió Silencio vacío (2014), publicado por Uno y Cero Ediciones, España. Es un homenaje a un poema concreto del boliviano-suizo Eugen Gomringer, que consiste en una matriz de cinco renglones y tres columnas, en que se repite la palabra “silencio”, y de la cual ha sido retirada la palabra del centro dejando un vacío:
Tras cada palabra de esta matriz coloqué otras palabras que el lector puede ir develando mediante clics. Mi intención es que el lector abra gradualmente distintas rutas de lectura en la matriz y que sobre ellas vaya descubriendo otras series acústicas y de animación que se encuentran ocultas. He presentado el poema en varios foros y para explicarlo grabé la siguiente lectura.
¿Sigues creando en este formato, tienes algún proyecto en proceso al respecto en este momento?
Sí, sigo creando en dicho formato y ahora con mayor conocimiento e interés. Este año en la UNAM impartiré el curso “Taller de poesía (Del papel a otros medios: poesía visual, poesía sonora, videopoesía, ciberpoesía)” en el que, a la par de asesorar a mis alumnos, seguiré construyendo mis propios poemas y seguramente una versión Silencio vacío 2.0.
Advertencia. Poema visual por Rodolfo Mata.
¿Crees que la intensidad del mensaje poético pueda verse alterada por el formato digital, por causa de la mediatización de la palabra escrita? Si tu respuesta es sí ¿cómo se podría contrarrestar esta situación?
Medir la intensidad de un mensaje poético es algo muy relativo. Es cierto que la poesía, en el sentido literario, está en la palabra, pero la palabra puede ser pronunciada sin ser escrita y puede ser escrita en múltiples “soportes”, tales como papel, una figura escultórica o los pixeles de una pantalla. Creo que estamos atravesando una etapa de desprendimiento de la idea de que la cultura poética y literaria es exclusiva del medio impreso.
La experiencia de la lectura del libro y de la pantalla son diferentes pero eso no quiere decir que una sea superior o tenga mayor intensidad que la otra siempre. Una proporciona un contacto físico (puedes tocar el papel de un libro y anotar libremente en sus páginas) y otra ofrece una serie de recursos laterales enriquecedores (enciclopedias y acceso a imágenes, sonidos, música, video, etc.). La concentración en la lectura depende en gran parte del lector pero hay que reconocer que la pantalla, por su mero funcionamiento, invita a la constante digresión y a perder la atención en lo que podríamos llamar el “síndrome del clic”. Sin embargo, esto puede ser aprovechado poéticamente. Si el lector espera un cambio con un clic, antes de leer, hagamos que ese cambio complemente lo que ha alcanzado a leer o que lo estimule a seguir leyendo. O dejemos claro desde un principio que, a pesar de que el medio electrónico permite la inserción de imagen, sonido o video, lo que le mostramos al lector es, antes que nada, literatura, palabra escrita o pronunciada. Por eso, en Silencio vacío evité sobrecargar el poema de imágenes o animaciones que distrajeran al lector del valor posicional de las palabras en el discurso poético. Lo fundamental en un poema electrónico es alcanzar un equilibrio entre los diversos medios que se utilizan para aprovechar sus relaciones sin agobiar al lector con exceso de información.
Ximena Jordan - ximena@iod.com.mx
Imágenes: poemas visuales de Rodolfo Mata, gentileza de Rodolfo Mata.
Imagen de portada/encabezado: Laberinto. Poema Visual por Rodolfo Mata.
Contacto con el artista: rmata2009@yahoo.com.mx
Hola Xime buenas tardes ¿cómo
Me encanto el artículo nunca
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