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REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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TRANSITAR ENTRE LA PRÁCTICA ARTÍSTICA Y DE INVESTIGACIÓN ACADÉMICA.

Un juego de identidades.



Rosario García-Huidobro Munita
Universidad de Barcelona
rosarioghm@gmail.com

Resumen
En este escrito busco compartir los recorridos y cuestionamientos que me han llevado a repensar mis desplazamientos como mujer, artista e investigadora, para comprender que en ningún tipo o forma de investigación puedo eludir mis propias circunstancias  (Welier, 1988). Frente a esto, he comprendido que mí sentido de ser no queda eludido ni de mis intereses artísticos ni de mí investigación doctoral. Por el contrario, intentan dialogar y, es en ese diálogo cuando comienzo a transitar entre ambas disciplinas y formaciones. Para contarles este proceso, compartiré parte de mi práctica y reflexión artística y cómo ésta ha comenzado a entrelazarse con mi tesis doctoral, a través del proyecto artístico “Diálogos con mujeres artistas docentes”. A partir de mi experiencia como artista e investigadora en formación, comparto en qué consiste este proyecto de indagación artística y reflexiono sobre sus puntos de encuentro con la noción de `práctica artística como investigación´ desarrollada por Graeme Sullivan (2010, 2011). Por otro lado, reflexiono cómo mis identidades como mujer artista y mujer académica están en un constante diálogo personal. Este proyecto artístico me ha permitido comprenderme no en un espacio o posicionamiento fijo o delimitado, sino más bien como mujer investigadora y artista que transita entre ambas disciplinas.

Palabras claves: práctica artística, investigación doctoral, identidad, tránsitos.

1. Comprender la práctica artística como investigación

Para comprender cómo la práctica artística se ha situado como un campo de conocimiento y de investigación, valdría la pena recordar que a lo largo de la historia han existido diversos modelos de práctica artística. A partir de 1960, los revuelos sociales llevaron a generaciones de artistas a infundir la enseñanza de las artes en las escuelas bajo un nuevo sentido de libertad creativa, que fomentaba a los estudiantes a explorar las artes. En los 90´, bajo las críticas posmodernas, los artistas y académicos comenzaron a encarar nuevos desafíos que no podían ignorar. Los tipos de prácticas artísticas que se comenzaron a enseñar y desarrollar  en las escuelas de artes y universidades comenzaron a responder críticamente a aspectos sociales, políticos y culturales que cuestionaban las nociones de identidad fija, y por ende, demandaban al artista contemporáneo a actuar como un “teórico, performer, productor, instalador, escritor, animador, y chamán” (Sullivan, 2010:4). Desde estas demandas,  la práctica artística comenzó a ser comprendida como un espacio crítico y creativo de investigación, que fomentaba, desde diversas perspectivas, nuevas formas de pensar y comprender nuestras vidas. Frente a esta nueva manera de comprender al artista y su práctica, Sullivan (2010) ha señalado tres tipos de prácticas artísticas que vale la pena señalar:

1. Hacer en Sistemas. Refiere al tipo de prácticas en que los artistas están interesados en reconfigurar y generan nuevas formas visuales de representación que trasciendan a las disciplinas de conocimiento establecidas. Buscan romper sus límites para vincularse con otras perspectivas o áreas de saber. Existe un deseo por utilizar las disciplinas del conocimiento como base de investigación, las cuales al interactuar y ser entrelazadas, muestran nuevas formas de conceptualizar las formas y estructuras visuales.

2. Hacer en Comunidad. Estas prácticas utilizan la capacidad comunicativa de las artes visuales para crear nuevas conexiones entre ideas personales y públicas. El artista, “como un trabajador cultural”, utiliza su práctica visual con y entre diversas comunidades para generar nuevas comprensiones sociales.

3. Hacer en Cultura. Corresponde al tipo de prácticas artísticas que se generan en espacios interculturales. Estos artistas desarrollan una práctica artística crítica e investigan nuevas formas de fomentar encuentros visuales y el conocimiento humano. Utilizan sus experiencias híbridas, de haber crecido y trabajado en diversos países y culturas como base para su experiencia imaginativa e intelectual.

En los tres tipos de prácticas artísticas el papel del artista, más que ser un mero representador de la realidad, es un investigador que no busca sólo el resultado de la obra, sino comprender el proceso crítico (Wesseling, 2011).

Las propuestas de comprender a la práctica artística como una forma de reflexión e investigación, ha invitado a los propios artistas a teorizar sobre su práctica artística. Sullivan (2010) nos propone a la práctica artística no sólo como una forma de interpretar y representar, también como una manera que nos permite comprender aspectos, situaciones o experiencias de la vida cotidiana de una forma que otras tradiciones o disciplinas de investigación no podrían. En este sentido, el autor plantea que el trabajo imaginativo e intelectual de los artistas es una forma de investigación, ya que las formas de presentar, encontrar y de analizar la información produce un tipo de conocimiento que tiene el potencial de cambiar la forma en que vemos y pensamos para mostrarnos nuevas formas de comprender el mundo (Sullivan, 2011). Desde esta afirmación, nos señala que la investigación que los artistas desarrollan en estudios, galerías, internet, comunidades, etc., son formas de investigación basadas en su práctica y que construyen nuevos conocimientos y comprensiones.

En este sentido, si uno de los objetivos de cualquier tipo de investigación cualitativas es generar nuevos conocimientos y comprensiones de la realidad, también es factible pensar que existen diversas maneras y caminos para lograrlo, siendo la práctica artística una forma visual, plástica, creativa y crítica de investigación, que busca crear comprensiones y criticar el conocimiento. Desde este mismo lugar, Borgdorff (en Sullivan, 2010:79) señala que “la práctica artística califica como investigación si su objetivo es expandir nuestro conocimiento y comprensión al conducir una investigación original en y hacia los objetos visuales y procesos creativos”. Además, la práctica artística como una forma reflexiva de investigación, genera un tipo de conocimiento creativo que tiene la capacidad de transformar nuestras formas de comprender, ya que sus objetivos, más que representar y confirmar una realidad son  provocar, desafiar e iluminar (Sullivan, 2010).

Por otro lado, es importante considerar a la práctica artística como un tipo de investigación que es transformativa. Esto significa que la creación de conocimiento en las artes visuales constantemente genera cambios y nuevas comprensiones no sólo de nosotros mismos, sino que también en las nuevas comprensiones que generamos. Las imágenes que vamos creando pueden comunicar nuevas ideas y miradas, generar nuevos significados desde su descripción, representación, expresión o forma simbólica. En este proceso de creación la práctica reflexiva es un elemento fundamental. Este proceso de pensar y repensar es lo que nos permite generar un tipo de conocimiento que nos ayuda a entender el mundo en que vivimos, nos permite aprender cómo le damos sentido y generar nuevos significados sobre aquello que no sabemos para develar nuevas verdades (Sullivan, 2010). Esto lo logramos a partir de la práctica reflexiva que desarrollamos en el proceso artístico. “La práctica reflexiva es un tipo de actividad investigadora que utiliza diversos métodos para trabajar en contra de las teorías y prácticas existentes y ofrece la posibilidad de ver el fenómeno de nuevas maneras” (Sullivan, 2010: 110). Un artista-investigador reflexivo cuestionará contenidos y contextos mientras que las situaciones problemáticas se develan. En este sentido no sólo se identifican problemas sociales, también  se abren áreas donde los investigadores se vuelven sensibles al cambio. Este interés emancipatorio ofrece oportunidades para promover cambio artístico, social, político, educativo o cultural.

A partir de la importancia que Sullivan (2010) otorga al pensamiento en el quehacer artístico, identifica tres formas reflexivas que se desarrollan en los procesos artísticos:
1. Un tipo de  práctica reflexiva del yo responde a un proceso de investigación que es orientado por intereses personales y por una visión creativa que implica estar abierto a conceptos alternativos y nuevas opciones imaginativas.
2. Respondiendo a una comprensión empírica, un artista-investigador reflexiona sobre la información que va descubriendo y recopilando para revisar las estrategias conceptuales que utiliza y considerar nuevos enfoques o nuevas lecturas de su práctica.
3. Por último, en la medida en que el artista logra interpretar su proceso de creación, el conocimiento que va generando implica generar un nuevo diálogo con la información y sus descubrimientos. Esto significa que los significados que logra generar dependen de su forma de debatir y discutir con el mismo proyecto de investigación.

Para concluir este apartado, quisiera mencionar que las ideas que desarrolla Graeme Sullivan (2010, 2011) sobre `práctica artística como investigación´, han sido de gran ayuda para comprender, cómo mi proceso de indagación artística junto a mis intereses académicos han ido generando nuevas formas de comprenderme como mujer artista e investigadora. Por ello, en el próximo apartado realizo un recorrido por mi práctica artística, donde intentaré compartir cómo el aporte de mis estudios académicos promovieron un giro en mi indagación artística.

2. Mi práctica artística y de investigadora académica

Hace años que la acuarela se ha transformado no sólo en mí técnica o mí medio de expresión visual, sino en un proyecto. Mi obsesión por construir retratos, enfocándome principalmente en el gesto de la mirada, ha sido el hilo conductor que me ha permitido comprender visual y plásticamente cómo conformamos nuestra identidad, desde la construcción de retratos. En mi indagación artística, retratar a otro/a no se limita en simplemente representarlo, sino conocerlo y comprender sus posibilidades, lo que conlleva a un proceso que es tanto técnico como reflexivo e introspectivo. Bracha Ettinger (2012) ha señalado que pintar es preguntarse, y preguntarse conlleva un proceso de reflexión. El proceso de interpretar y representar a otros/as (o a mí) desde la acuarela, me ha permitido transitar entre la dilución del agua, el juego de capas y transparencias, como metáfora del cómo nos conformamos desde múltiples yoes, historias y relatos. Durante este proceso re-interpreto y re-construyo el rostro de un individuo (no cualquier individuo) dialogando con su historia y la relación de nuestras historias. Este proceso es lo que Donald Schön (1992) ha llamado metafóricamente `conversación reflexiva con los materiales de una situación´. Este aspecto lo profundizaré más adelante, pero hace alusión al cómo, a medida que voy pintando puedo pensar en reorganizar lo que voy haciendo. Es decir, a través de esta reflexión en acción no sólo voy siendo consciente de las direcciones del pincel o de los colores que utilizo, sino que también cuáles son sus significados, o mejor aún, puedo ir reflexionando sobre la relación de ese individuo conmigo.

Para continuar contándoles sobre mi práctica artística, puedo compartir que estas reflexiones se enriquecieron tras concluir el máster en Artes Visuales y Educación cursado en la Universidad de Barcelona el año 2012, a partir del cual los diversos aprendizajes y cuestionamientos teóricos fueron cobrando sentido en mi práctica artística. Para ser honesta, ese año acabé con la cabeza saturada de teorías y perspectivas de conocimiento. Viví todo ese año apegada a intensas horas de lecturas, cuando yo me había formado como artista visual y mi lenguaje de expresión estaba más relacionado con la pintura o el grabado y no con la escritura. Mi manera de comprender el mundo siempre había sido desde la experiencia práctica, experiencial y sensorial. A pesar de ello, acercarme a comprender la escritura no sólo como un medio para organizar o transmitir ideas ha sido fundamental. A través de este proceso de formación comprendí que nos conformamos de y desde relatos de experiencia (Clandinin y Connelly, 1990, 1994, 1995, 2000), lo que me ha presentando a la narrativa como un nuevo lenguaje de expresión para contar a otros nuevas formas de ver e interpretar el mundo. Así fue como resurgió en mí la necesidad de volver a conectarme con lo mío: la pintura, los retratos y la acuarela, pero esta vez la escritura era un nuevo elemento que entraría en mi indagación y práctica artística. Si narrarnos es una forma de comprendernos, entonces la narrativa era una herramienta que ligada a la acuarela, también me permitiría comprender cómo nos conformamos como individuos.

No fue muy difícil pensar qué pintaría, todo lo que había aprendido ese año en el máster había despertado en mí muchas preguntas que inevitablemente gritaban con euforia que las llevara a un nuevo medio de representación. Las teorías feministas, o más bien, la noción de mujeres estaba muy latente en mí, por lo que comencé a reflexionar cómo y desde qué lugar podía comenzar a llevar estos nuevos aprendizajes al campo artístico. Tímidamente comencé a explorar estos cuestionamientos centrándome en las mujeres docentes (figura 1). A través de mis propios relatos reflexivos y el trabajo con la acuarela, intentaba dialogar, o más bien, al igual que Regina Cortina y Sonsoles San Román (2006), criticar la tradicional idea que asocia a las mujeres maestras como seres de estrato social bajo, con bajas remuneraciones y faltas de autoridad y disciplina debido a sus características maternales y amor incondicional a los niños. Temas de este tipo, quizás más ligados a un feminismo radical, fueron los que comencé a desarrollar en mis indagaciones como artista. La escritura comenzó a ser un apoyo y un medio de expresión crítico, mediante el cual intentaba dialogar entre las imágenes y mis pensamientos sobre las mujeres docentes.

 


Figura 1: Rosario García-Huidobro (2012). Sin Título. Acuarela y lápiz grafito sobre papel.


Actualmente curso el doctorado en “Artes y Educación” de la Universidad de Barcelona. El título de mi tesis doctoral es “Profesora de Artes Visuales en Chile. Comprender el tránsito entre la práctica artística y docente, desde experiencias narrativas”. En este escrito no busco explicarles mi investigación de doctorado, sino contarles cómo a partir del interés por la narrativa y el tema “mujeres artistas docentes”, mi rol como investigadora se ha ido construyendo en conjunto con mi rol e identidad como artista. Para ello quisiera contarles que a partir del tema de mi investigación doctoral, donde busco comprender y visibilizar los saberes docentes en relación a la experiencia vivida y narrada de mujeres chilenas, artistas-docentes y mi interés artístico por la construcción de retratos, he comenzado a desarrollar un proyecto de investigación artístico (paralelo a mi investigación de doctorado), que llamé “Diálogos con mujeres artistas docentes”. Este es un proyecto en construcción, donde he vinculado ambas prácticas (de investigación doctoral y la artística) para generar una serie de narrativas visuales. A través de diversos intercambios hemos compartido narrativamente cómo se perciben como mujeres artistas docentes hoy. A partir de sus relatos las he ido re-interpretando para, desde gestos pictóricos, narrativos y digitales, pueda buscar nuevas formas de visibilizarlas y comprenderlas. Este proyecto se ha transformado en un espacio para indagar, desde las artes, sus relatos de experiencias entrecruzados con los míos. Este proceso, a su vez ha generado un espacio para cuestionar mi identidad como artista al verla entrecruzada con mi interés académico.

A partir de lo señalado, mi práctica artística ha ido reformulándose para dar paso al tipo de práctica artística que Sullivan (2010) ha llamado “Hacer en Sistemas”. Como he señalado anteriormente, en este tipo de prácticas los artistas buscan crear nuevas formas visuales de representación que trasciendan las disciplinas establecidas para vincularse con otras perspectivas o áreas. Esto, con el fin de mostrar nuevas formas de conceptualizar y comprender las formas y estructuras visuales. En mi caso, comenzar a establecer vínculos entre el retrato, la acuarela y la narrativa, con experiencias de otras mujeres, artistas y docentes, me ha llevado a abandonar el posicionamiento fijo de las artes, para abrirme a nuevos espacios de conocimientos. He dejado de pensar mi indagación artística como una práctica cerrada y monótona, para que, en conjunto con otras disciplinas como la investigación narrativa, la fenomenología, el feminismo, la educación, etcétera, pueda promover nuevas formas de comprensión.

3. Comprender la práctica artística como investigación en el proyecto “Diálogos con mujeres artistas docentes”

Para contarles cómo mi práctica artística ha ido articulándose como investigación, les contaré más en profundidad sobre este proyecto, para dejar entrever cómo la importancia de éste radica en su proceso y no en su resultado. En este sentido, lo primero que debemos tener en cuenta es que este proyecto es un proceso que se encuentra en construcción. Las cinco colaboradoras de esta indagación se identifican como mujeres artistas docentes y desde aquí me he interesado por comprender visualmente, cómo dan sentido a su experiencia entre las artes y la educación.

Para ello, en primera instancia le pedí a cada una que narrara, desde el género o forma literaria que quisiera (ensayo, carta, recuerdo, anécdota, cuento, etc.) cómo se percibe como mujer, artista y docente. Estos relatos me han permitido entrar en sus historias para pensar dónde me coloco como investigadora, dónde me sitúo con mi propia historia como profesora y desde dónde enfrento estas historias como artista. Con cada una de ellas voy conformando una serie diferente, única y nunca acabada, donde digitalmente voy explorando la posibilidad de generar diversas historias visuales ¿Qué significa esto? Cada sentido de ser mujer artista y docente es diferente, lo que me ha llevado a dialogar de manera muy diversa con cada una. Cada serie muestra el proceso de cómo he realizado los retratos. Cada narrativa visual cuenta, tanto visual como textualmente, un proceso distinto de comprender sus palabras y mis reflexiones. Como plantea Sullivan (2010), las artes visuales implican un tipo de pensamiento imaginativo que nunca es fijo, ya que siempre transitamos entre lo sabemos y no sabemos. En este sentido, estos proyectos son procesos de reflexividad inacabados.

La pregunta que surge constantemente es ¿cómo dialogo con sus relatos en el momento que voy creando las imágenes? A partir de sus relatos, como evidencias de sus historias, genero un diálogo durante el proceso de retratarlas. Sus experiencias me hacen pensar, me atraviesan y a partir de éstas comienzo a dialogar con ellas. Durante estas reflexiones pinto sus rostros, las miro, las observo, hago close-up, me acerco a ellas para conversar íntimamente. Dibujo, escribo, pinto, escribo, escribo y pinto, como actos que se van tejiendo de manera espontánea y consecutiva. Dibujo y pienso en ellas, escribo sobre sus pensamientos, escribo sus pensamientos, pinto sobre nuestros pensamientos y vuelvo a escribir para reafirmar nuestros diálogos. Un diálogo a tres voces. La voz de sus experiencias, la voz de cómo sus experiencias me interpelan y la voz de los retratos, siendo éstos una manera de mirarlas mientras dialogamos. Estas conversaciones son las que me llevan a crear, desde mi propia mirada como artista, un nuevo relato que es escrito y pictórico.

Este proceso se ha convertido en un hacer y deshacer, y para mí, justamente este proceso es el proyecto “Diálogos entre mujeres artistas docentes”. Cuando aludo a mi investigación artística como un proceso, refiero a que los resultados son lo último que espero encontrar, ya que como me ha enseñado Janneke Wesseling (2011), el trabajo artístico no es un producto acabado ni el resultado acabado de un pensamiento artístico. Por el contrario, es el estadio intermedio de un proceso de pensamiento que nunca se acaba. Debido a ello en este artículo no presento resultados de nada, sino que todo lo que muestro es mi proceso, donde cada imagen que se mueve es debido a un proceso de pensamiento, cada frase que escribo es pensando en sus historias, en lo que me han contando y en cómo quiero relatarlas.

En las siguientes páginas profundizo en una de las cinco narrativas visuales, para compartir con mayor detalle cómo he ido dialogando con los relatos de estas mujeres y mi propia experiencia de interpretarlas a través de la pintura.

3.2 El proceso de construcción de “Diálogos con mujeres artistas docentes. Catalina”

Invité a Catalina a formar parte del proyecto artístico “Diálogo con mujeres artistas docentes” ya que la conocí hace años, cuando estudiamos pedagogía en educación media. Me interesaba comprender cómo su modo de percibirse como mujer artista y docente me llevaba a interpretarla visual y narrativamente. Para ello le pedí que relatara, del modo que quisiera, cómo se percibía como mujer artista y docente. Lo que ella me envió sobre su modo de percibirse como profesora de artes fue lo siguiente:

“El trabajar como profesora de arte me ha hecho acercarme a lo que para mí es más valioso cuando hablamos de “arte”.  Diariamente, los niños me abren nuevas puertas y alternativas sobre diferentes modos de expresar, plasmar y entender su imaginación por medio de sus proyectos.  Sobre todo con los menores, es impresionante la creatividad y soltura con la cual ejecutan sus trabajos.  Tal como dice Pablo Picasso: “Todos los niños nacen artistas, lo difícil es seguir siendo un artista cuando crecemos.
Es muy lindo que por medio de una expresión artística ellos puedan además comunicar sus ideas y sentimientos.  En mis proyectos personales, intento siempre dejarme llevar sin limitaciones materiales ni teorías conceptuales en el logro de nuevos resultados. Intento dejar fluir mis ideas y emociones directamente a la tela o la superficie en la que trabajo.”


Por otro lado, otro relato que me llamó la atención fue uno que hayé en su espacio web, donde además de mostrar su trabajo artístico cuenta que,

''Mi pintura nace de la libertad que me genera poder crear diferentes recorridos, de encuentros y desencuentros, como pensamientos que durante el día nacen de modo inconsciente. Así nos vemos rayando una hoja de papel hasta que no queda ningún espacio en blanco, reiterando una y otra vez un mismo patrón o figura que no logra hacernos conscientes de su escondido mensaje y subliminal deseo. De estos recorridos interminables y las tensiones que les darán vida o muerte a los frutos de la pulsión inconsciente''

A partir de estos relatos comencé a re-significar mi experiencia con Catalina. Entrecruzar su historia y percepción como mujer artista y docente con la mía,  fue el proceso que me llevó a interpretarla desde la pintura para construir la narrativa visual. En este sentido, el proceso de pintura no fue un acto lineal, cerrado, monótono e inconsciente. Por el contrario, cada momento del proceso de dibujar y pintar cobraba sentido cuando era consciente que dibujaba su historia entrecruzada con mis diálogos y pensamientos. Así, cada capa de pintura en acuarela implicaba detenerse a reflexionar sobre su modo de percibirse, y cómo ello me colocaba como mujer, artista y docente. Fue un proceso de pensar en cómo sus palabras se habían manifestado en nuestra historia, en su modo de enseñarme las artes y la docencia.

Así, la narrativa visual (figura 2) se divide en cuatro fragmentos ordenados de arriba hacia abajo. En el primer apartado, introduzco y sitúo la narrativa visual y presento a Catalina como la mujer, artista y docente a quien interpreto. En la segunda parte comparto cómo y desde dónde establecí el diálogo con su relato para comenzar el proceso de representación e interpretación. El tercer fragmento (figura 3), el cual es el más largo, esconde el proceso de pintura y de conversación íntima con Catalina. Desvelo paso a paso tanto el proceso de capas con la acuarela como el proceso de reflexión de cada momento. Por último, en la parte inferior señalo una leyenda con tres íconos. Cada uno señala un estado en relación al proceso de pintura. Por ende, cada etapa del tercer fragmento tiene un ícono que muestra, paralelo al proceso de reflexión, mi estado en relación al proceso técnico de pintar. Fue importante señalar esto, ya que durante el momento de pintar existen instancias de mayor o menor dificultad, las cuales influyen en lo que cada artista pueda ir reflexionando y su modo de consciencia en el proceso.

 


Figura 2: Rosario García-Huidobro (2013). "Diálogo con mujeres, artistas, docentes. Catalina". Acuarela, fotografía y photoshop.

 


Figura 3: Rosario García-Huidobro (2013) Detalle. "Diálogo con mujeres, artistas, docentes. Catalina". Acuarela, fotografía y photoshop.



4. Transitar entre la práctica artística y de investigación


A partir de las reflexiones de Sullivan sobre la práctica artística como investigación y el  proyecto que les he contado, he comenzado a preguntarme si existe un límite entre mi identidad como artista e investigadora y qué significa que ambos roles dialoguen para desarrollar en conjunto mis cuestionamientos personales y académicos. Durante este proceso, Kan Koon (2009) ha sido una académica que ha iluminado estos cuestionamientos. Ella también ha contado que, debido a que primero se formó como artista creativa, ha tenido que buscar la manera de complementarlo con su rol como académica. A través de su forma de cuestionar y dialogar sus luchas como artista-académica me ha permitido comprender cómo ella se ha preguntado el significado de ser una artista-académica desde el punto de vista de ser una mujer asiática. Su posicionamiento también ha llevado a preguntarme qué significa formarme como mujer investigadora, sin dejar de lado mi rol como artista. La autora habla de abrir un paso -o espacio pensaría yo-  entre las imágenes y las palabras, para dar cabida a las diversas dimensiones de su existencia como mujer, artista y académica asiática. En mi caso, generar un diálogo entre las imágenes y las palabras, es una manera de transitar y multidireccionar lo que voy reflexionando.

En este sentido, aquello que reflexiono no es la pintura independiente del texto, o el texto una reflexión sobre lo que pinto, sino que intento que ambos gestos, el de pintar y escribir, sean mi manera de dialogar con mi experiencia y la de otras mujeres artistas docentes. En este sentido, escribir se ha transformado en una práctica artística y a su vez académica. Escribo no sólo para explicar, sino también para comprender y cuestionar aquello que pienso y pinto. El texto, como esa parte que representa mi postura o pensamiento académico y de investigadora, dialoga con la imagen pictórica, que tiene que ver con mi ímpetu artista. El texto, esa obsesión por intentar comprenderme y comprender a otros desde diálogos y relatos, y la imagen, como esa otra obsesión por el rostro, por lo que dice y muestra la mirada del otro.

Ahora bien, en relación a lo anterior, un desafío importante como artista es la pregunta ¿cómo hacer para que este proceso sea una experiencia artística? Si John Dewey (1934) propone que en una experiencia artística dejamos “volar” nuestra mente para vivir esa experiencia de creación, me pregunto si acaso la escritura se muestra cómo un gesto de control. Si la pintura es aquello irracional y la escritura aquello racional que busca explicar y entender, ¿cómo dialogan sin que una prevalezca sobre la otra? A través de estos pensamientos y cuestionamientos señalo cómo me muevo entre las artes y la investigación académica. Las narrativas visuales que voy conformando en mi proyecto “Diálogos con mujeres artistas docentes”, son, a modo de proceso, una nueva forma de contar mis historias, que van más allá de sólo escribir un texto y de pintar un retrato. Sino que intento contar estas historias desde el lugar de las artes, pero también desde mi posición como académica. En este sentido, la escritura, como aquello que he aprendido desde mi rol como investigadora en formación, transita hacia mi práctica artística para fundirse con la creación pictórica. En este proceso, las palabras que escribo no buscan sólo interpretar y comprender acciones o pensamientos, sino también son un medio de expresión.

Por último, este proceso me ha llevado a no buscar establecerme en un espacio determinado o rol fijo, sino que a posicionarme como mujer artista e investigadora in-between. Es decir, en un espacio entre, ya que nunca actúo completamente como artista o totalmente como investigadora. Constantemente me muevo y tránsito entre estos dos roles. A pesar de que ambos puedan cuestionarse o en algunas instancias estar en tensión, ambas trabajan en conjunto y me permiten desarrollarme como mujer, artista e  investigadora.

5. Conclusiones

En este artículo he compartido los caminos de mi práctica artística y he señalado parte del proyecto “Diálogo con mujeres artistas docentes” para reflexionar cómo mi identidad como artista e investigadora en formación, está constantemente fluyendo y entretejiéndose mutuamente. Desde este lugar no me sitúo con una identidad fija e inamovible, al contario me interesa comprender cómo ambas practicas (la artística y de investigación doctoral) pueden nutrirse, interpelarse y hasta cuestionarse. Me desplazo entre diversos roles y disciplinas para mostrar cómo mi pasión artística traspasa mis intereses académicos y por otro lado, cómo mis intereses académicos se transforman en un hacer y búsqueda artística.

Para finalizar señalo lo importante que fue comprender cómo mi práctica artística comenzó a tomar cuerpo, fuerza, o bien un mayor sentido, cuando mis intereses y aprendizajes de las disciplinas académicas comenzaron a introducirse en mis indagaciones artísticas. Fue como si las disciplinas de las ciencias sociales comenzaran hacer un nido que sostuviera, cuestionara y tensara mi quehacer artístico. Este proceso llevó a que mi práctica artística se transformara en un espacio abierto, crítico y reflexivo, desde el cual comencé a buscar nuevos modos de visualizar e interpretar la experiencia humana. Esto es lo que Sullivan (2010, 2011) ha señalado incansablemente como `práctica artística como investigación´. A partir de aquí, puedo señalar que las cinco narrativas visuales que he ido conformando, no sólo actúan como un modo de representar la realidad de cada mujer, artista y docente, sino sobre todo son una manera visual y creativa de interpretar experiencias de la vida cotidiana, que de la misma manera, otras tradiciones o disciplinas de investigación no pueden. A su vez, estas narrativas visuales muestran un tipo de conocimiento que es transformativo, es decir, cambian la forma en que solemos ver o pensar la realidad de mujeres, artistas y docentes para mostrarnos nuevas formas de comprender sus experiencias y las mías. Señalo también la importancia de reconocer mis experiencias en relación a las suyas, ya que ningún investigador, sea de la disciplina artística o social, puede eludir o excluir su experiencia del proceso de investigación. Inevitablemente su experiencia está presente, y para mí, este es un aspecto relevante que decido visibilizar. Así mismo, estas narrativas visuales son otro modo de criticar o cuestionar las convenciones que las tradiciones hegemónicas han establecido sobre las mujeres artistas y las mujeres docentes. En este sentido, estas cinco narrativas visuales y sobre todo la que señalo a modo de ejemplo, más que representar y confirmar una realidad, son  un modo de provocar y desafiar, para mostrar desde imágenes visuales y escritas otras formas de ser en el mundo.



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Rosario García-Huidobro Munita  
rosarioghm@gmail.com
 

Nacida en Santiago de Chile en 1985. Licenciada en Artes Visuales el año 2007 y Educación Pedagógica el 2008, ambas carreras en Chile. He trabajado como profesora de Artes visuales en colegios Chilenos, con niños de primaria y secundaria, desde el año 2008 hasta el 2011. El año 2012 concluí el máster, Artes Visuales y Educación, un enfoque Construccionista, de la Universidad de Barcelona, con la tesina, La experiencia de narrar(me) para re-significar mi sentido de ser docente. Desde el año 2012 que realizo un doctorado en el programa, Artes y Educación, de la misma universidad en Barcelona.

 



 

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