LILLIAN GISH. LA MIRADA EXTINGUIDA DEL SIGLO XX
LILLIAN GISH. LA MIRADA EXTINGUIDA DEL SIGLO XX
Desde Chile, Alvaro Oliva
Lillian Gish es otro espectro más del cine mudo que registra su rostro hasta nuestros días. Su mirada y cuerpo nos llevan a la absurda teoría que a comienzos del siglo pasado las mujeres ostentaban otras formas físicas y pensamientos, como si la incipiente tecnología de la época no bloqueara aún, sus intuiciones y empatía hacia el resto de los seres humanos.
Gish, que nació en 1893, en Ohio, es una muestra más de una figura que a pesar de su expresión corporal en los primeros años del cine, no deja de lado su mágico misterio de introspección y gesticulación. Su larga trayectoria frente a las cámaras como discípula del director David W. Griffith hacen, que hoy en día, su trabajo sea, en Estados Unidos, un verdadero patrimonio de incalculable valor.
Un simple abrazo de Lillian a cualquier actor de reparto se traduce en una expulsión de su ternura interna, como si una carencia afectiva la impulsara frente a todas las formas de incertidumbres que ya afloraban en esa época. La tristeza y la demanda de socorro que vulneraba su mirada nos lleva a enamorarnos o a solidarizar con su angustia existencial y no determinada por ningún hecho puntal.
Suaves túnicas resbalan por su delgado cuerpo y sus peinados organizados y bien dispuestos llevan al receptor a una hipnosis detallada de todos sus movimientos. Es mucho lo que se puede desvariar viendo cada detalle de sus producciones, como dijimos anteriormente, estamos frente a la muestra de un tipo de ser humano que ya no se gesta en nuestros días, y en el caso hipotético que así fuese, no podría existir mucho tiempo ante el torrente sin remedio de los tiempos actuales.
qué bien lo has puesto! jeje
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