Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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DISOBEDIENT OBJECTS: OBJETOS EN RESISTENCIA

 

Marta Hernández Parraguez
 

En un contexto internacional marcado no solo por la visibilidad mediática de las manifestaciones sociales en las calles sino también por su sostenida y progresiva estetización, emerge “Disobedient Objects, una selección de objetos que han sido partícipes de los movimientos sociales que han impulsado cambios político-culturales durante los últimos 40 años. La muestra se exhibe actualmente en Londres hasta febrero de 2015, en uno de los espacios más representativos de la tradición y la institucionalidad europea: Victoria & Albert Museum.

A pesar de lo paradójico que puede parecer que una exposición que trata sobre aquellos objetos que han intentado corromper la institucionalidad se exhiba, precisamente, en uno de los lugares más representativos de la institucionalidad cultural -un museo que además debe su nombre a los líderes de una monarquía -, el objetivo de la exhibición es mostrar el rol que han jugado los objetos en los movimientos sociales de estos últimos tiempos. Se trata de objetos que, en general, representan el ingenio colectivo y muchas veces anónimo de quienes han confiado en el poder de la ciudadanía para generar cambios en los órdenes preestablecidos. Se trata, por lo tanto, de objetos utilizados mayormente en protestas públicas, pero también de aquellos objetos que fueron producidos al interior de algún proceso político extenso y que surgieron como respuesta estética a éste: objetos generados y utilizados en la propia “lucha” así como objetos de resistencia estética al interior del proceso político mismo.

Si bien los objetos expuestos no parecen responder a ningún criterio explícito de clasificación más allá de un afán pedagógico, es posible reconocer al menos tres categorías o grupos de objetos: los objetos utilizados directamente en protestas públicas; los objetos de “última generación” u objetos tecnológicos; y los objetos que podríamos llamar “testimoniales” por ser producidos al interior de un proceso político-cultural y ser manifestación estética de experiencias colectivo-individuales frente a dicho proceso.

Dentro de los objetos utilizados directamente en protestas públicas la exposición contempla piezas tan tradicionales como una honda hecha a partir de una lengua de zapato de un niño palestino, utilizada posiblemente como “arma” en contra la ocupación Israelita, así como una variada gama de insignias Sudafricanas en contra del Apartheid. Dentro de este mismo grupo se encuentran también los ya clásicos panfletos, entre los que destacan aquellos producidos especialmente para la exhibición y que consisten en guías prácticas que muestran cómo construir, paso a paso, algunos de los objetos más utilizados en las protestas en las calles, como máscaras anti gases lacrimógenos, o escudos con apariencia de libros para retardar el avance de la policía en las manifestaciones públicas.

 

 

Sin embargo, los objetos desobedientes que probablemente más atraen la atención por su carácter muchas veces interactivo, son aquellos que utilizan las nuevas tecnologías para lograr mayores alcances. Tal es el caso de la “Bike Bloc”, una especie de dispositivo ecológico creado originalmente para manifestarse en contra de un encuentro político acerca del clima en Copenhague, y el cual consiste en un ensamblaje de varias bicicletas que se mueven por la fuerza del pedaleo de algún manifestante, facilitando así el traslado de una computadora y algunos altoparlantes, los que tiene como objetivo “invadir” el espacio público por medio de la música que el mismo dispositivo emite y traslada de un lugar a otro.

En este grupo de objetos de “última generación” se encuentra también un cubo inflable plateado reflectante que ha sido utilizado principalmente en manifestaciones públicas europeas para rebajar la tensión entre la policía y los manifestantes. El cubo, al mismo tiempo que encandila a los policías en caso de haber luz solar, genera una suerte de juego entre ambos bandos a medida que el cubo es empujado de un lado a otro. Dentro de esta categoría se inserta también un dispositivo que, a pesar de ser solo una maqueta, no pasa desapercibo ante el público al interior del museo. Se trata de “Model of Occupy Wall Street”, un proyecto que desarrolló un grupo de arquitectos con el fin de solucionar un problema de carácter más bien meteorológico: el acercamiento del invierno y la eventual disipación de los campamentos instalados en el 2011 en un parque cercano a Wall Street en New York, en contra de la crisis económica imperante. A pesar de que el proyecto nunca se concretó, la propuesta lograba articular varios aspectos, puesto que no solo proponía una solución utilitaria y a la vez estética a un problema específico, sino que promovía además un cierto valor comunitario en la medida en que se trataba de una especie de burbuja protectora que necesitaba de la acción de los mismos ocupantes del parque (inflando la tela que los cubriría) para lograr la protección contra el frío exterior que pretendía procurar.

Si bien este tipo de piezas se inserta dentro de aquellos objetos posibles de encontrar en las manifestaciones sociales mismas, la selección realizada por el equipo curatorial, integrado tanto por curadores del mismo museo así como por académicos de Kingston University, incluye también objetos producidos por colectivos que necesitaban dar testimonio de su experiencia por medio de la expresión manual y visual. En esta categoría se insertarían las “Arpilleras chilenas realizadas por varios grupos de mujeres durante los años 70s en plena dictadura militar. La exposición contempla dos de los textiles que dan cuenta del trabajo realizado por aquellas mujeres chilenas que se reunían a compartir sus historias y a hacerlas obra a través de su trabajo. Considerando la conocida censura imperante en esos años, las arpilleras se constituyeron sin duda en una estrategia de expresión y protesta en imágenes que logró dar testimonio de la violencia vivida durante esa época.

Otros tipos de objetos posibles de inscribir en la categoría anterior son los “Zapatista Dolls”, muñecos tradicionales de la cultura indígena de Chiapas que representan a los líderes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), Subcomandante Marcos y Comandanta Ramona. Se trata de una versión zapatista de los tradicionales muñecos Chamulas, es decir, una versión enmascarada que reemplaza el tradicional saco de maíz en el hombro por un fusil, y que ya se ha tornado parte de la artesanía propia de la zona. Artesanías, por lo tanto, que no solo representan una cultura de antaño, sino que representan y proyectan los cambios políticos y culturales producidos en Chiapas en los últimos años.

Cercana a esta categoría estaría la intervención en mosaicos de la fachada y las escaleras del V&A Museum realizada por el colectivo “Treatment Rooms” y la autodenominada artesana/activista Carrie Reichardt, quienes utilizaron imágenes y citas de activistas políticos de todos los tiempos para su producción. El colectivo es autor además de “Tiki Love Truck”, un camión mausoleo exhibido al interior del museo.

Ahora bien, las fronteras entre arte, diseño y política que los curadores a cargo de esta exhibición declaran desafiar, parecen hacerse más difusas cuando los objetos antes mencionados dialogan con objetos producidos directamente por artistas con formación académica. Este es el caso del colectivo artístico “Guerrilla Girls”, una organización feminista que utiliza, entre otros recursos, máscaras de gorila y posters con imágenes irónicas para llamar la atención sobre el sexismo en el mundo del arte. También es el caso del artista John Vieler y su video “Todos protestan en el mundo desde 1979”, el cual es transmitido en un monitor que muestra un mapamundi que señala, por medio de puntos rojos, las ciudades que han registrado protestas durante los últimos 30 años. Llama la atención, sin embargo, que el video no registre prácticamente ninguna protesta en la zona correspondiente a América Latina, considerando la activa participación social que Latinoamérica ha experimentado en las últimas décadas.

 

 

Podemos convenir que lo político es in duda aquello que en esta exposición no cesa de manifestarse, no obstante, cabría preguntarse aún dónde radica efectivamente el carácter político de estos objetos en exhibición. Es decir, preguntarse si lo político irrumpe solamente desde los objetos en sí y sus respectivos contextos; o por el contrario, si lo político es simplemente una suerte de condición sine qua non de aquellos objetos que una vez al interior del museo devienen obra; o si, finalmente, lo político se presenta aquí en una dimensión que imbrica y a la vez tensiona las dos dimensiones anteriores.

Si la política no es el mero ejercicio del poder sino la construcción de un espacio específico de disenso en el que es posible introducir objetos y sujetos que redefinen un espacio común1, y si a la vez, lo propio del arte es generar un nuevo recorte en el espacio material y simbólico que suspenda la relación con las formas ordinarias de la experiencia sensible2, entonces la condición política del arte está siempre antes del posible contenido político (representaciones de los conflictos sociales) que transmite.

En este sentido, los objetos expuestos en esta muestra, no solo pueden ser recepcionados desde la noción benjaminiana de “estetización de la política”, es decir, desde la relación que ellos mismos, por ser objetos estéticos partícipes de movimientos sociales, mantienen con lo político, sino también desde su condición de objetos extraídos desde un contexto particular para ser llevados a un museo, en el que son expuestos como piezas concernientes al campo del arte. La relación que estos objetos mantienen con el espacio-tiempo que los alberga, suspendidos de las coordenadas normales de la experiencia sensorial (Rancière), los hace ingresar y poblar un nuevo espacio que los vuelve resistente a clasificaciones o identificaciones unánimes. Lo político, por lo tanto, pareciera emerger aquí en una doble dimensión que no deja de resistirse a ser fagocitada la una por la otra.

A pesar de la paradoja inicial que puede producir encontrase con este tipo de objetos al interior de un museo destinado al resguardo y exhibición de las Artes Decorativas, así como encontrarse, a solo unos metro de distancia, con artículos de merchandising producidos a partir de estos mismos objetos, la intermitente relación de tensión y diálogo que estos objetos mantienen entre sí promueve, sin duda, una reflexión en torno a las tradicionales y actuales discusiones en torno a la relación arte-política. Pero sobre todo, la relación que estos objetos doblemente resistentes mantienen con la realidad social: objetos que promueven la Resistencia ante los regímenes prestablecidos, al mismo tiempo que se resisten a ser clasificados dentro de una única categoría, ya sea como mero adorno, mercancía u objeto artístico.

 


 

IMAGEN 1: Zapatista Dolls (1996) / Fotografía de Marta Hernández.

IMAGEN 2: Arpillera Chilena, detalle descripción (1979) / Fotografía de Marta Hernández.

IMAGEN 3: Bike bloc (2009) / Fotografía de Marta Hernández.

 


1 J. Rancière, El malestar en la Estética, Capital Intelectual, 2011.

2 J. Rancière, El malestar en la Estética, op.cit.

 

Escáner Cultural nº: 
176

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