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UN CAFÉ
Por Raúl Hernández
Una estrella es la que me dice que en este momento desearía escribir cosas que pudieran ser un diario que no se podría estimar como lo que se espera de un diario. Así, envolviéndome tímidamente en este humo de cosas raras que van llegando como un abuelo con recuerdos, así tristemente tímido y locuazmente insignificante.
Anoche, yendo a terminar con ese proceso llamado luz, apreté el interruptor y me dio la corriente y supe que era una de esas señales idiotas que a veces llegan y suelen alejarnos de nuestra nostálgica añoranza. Así como nadando en la playa y mirando atrás para ver a la familia, viendo las galletas atrapadas ante una red de hormigas que son sólo nuestras ansias por poder ver un poco más claro. Esas estrellas fueron las que llegaban desde la ventana cuando tomaba el café en solitario descanso. Supe apreciar que en otros lugares toda esta desidia no significaría nada más que una mentira vacía como un disparo a lo lejos. Claramente no sabía si esto era poesía.
Imaginé a muchos como yo tomando una cerveza tras los ventanales de los bares, imaginé a muchos como "otros yo" que no sabían lo que hacían tomando ese vaso con quién sabe que cosa pero que a ciertas alturas de la madrugada sólo quieren ser una necesidad falsificada.